Distrito Este es un barrio como aquellos en los que vivíamos cuando éramos niños. Con sus tiendas de toda la vida; donde la gente se conocía y todos los vecinos hablaban entre sí.
Un barrio obrero situado en las afueras de Madrid donde los chicos se han criado jugando en las calles o corriendo entre las calles de un polígono, que también ha sido la perdición de muchos de ellos, pues el trapicheo de droga era constante.
Cuando abrieron la comisaría parecía que la cosa iba a cambiar, pero no fue así puesto que los pequeños camellos buscaron lugares escondidos para trapichear y cuando los detenían enseguida quedaban libres pues no se seguían los protocolos correctos y algunos policías hacían la vista gorda a cambio de su parte del pastel.
No solamente era la droga sino también los robos de los «yonkis» para conseguir su dosis o de los chicos para conseguir algo de dinero con el que pagarse sus vicios y juergas ya que la mayoría de las familias tenía lo justo para comer.
Por todo eso a Distrito Este se le conocía como el «Bronx español».
No todo era malo, había un pequeño oasis, un lugar donde la gente se podía reunir para hablar o para tomar algo tranquilamente. Ese sitio era el bar «La Perla» que había abierto, al lado de la comisaría, María, una mujer que había llegado de Murcia para empezar una nueva vida lejos de donde había vivido con su marido, que la maltrató durante años. Su especialidad era la tortilla de patatas y el pisto manchego, aunque había una gran variedad de tapas tradicionales y un menú basado en comida casera.
Pronto se convirtió en el lugar de encuentro de los agentes de policía. Allí iban a tomar el café y a comer el menú del día.
Se incorporaron a la comisaría dos jóvenes policías con ganas de comerse el mundo y cambiar la fama del distrito. Eran el oficial Elías Ochoa y la inspectora Vanesa Morales que tuvieron que enfrentarse con todos los agentes que ya estaban allí (y que aceptaban sobornos para permitir el trapicheo de drogas). A pesar de ello no se corrompieron y se mantuvieron íntegros.
Elías debido a problemas con su familia se quedó sólo y acabó cayendo en la bebida, lo que casi le costó su puesto en el cuerpo. Pero gracias a su amiga, la inspectora Morales, consiguió salir de ese infierno.
Las cosas pronto empezarían a cambiar, pues desde la central enviaron a Ramón Bordón como comisario. Éste impondría un nuevo método de trabajo estableciendo un trato más cercano con los ciudadanos y un mayor control de los agentes. Aunque al principio no lo aceptaron muy bien, al finalmente acabó siendo muy valorado por sus propios policías.
Otro cambio importante fue el nombramiento de Vanesa Morales como Inspectora Jefe, en reconocimiento a su trabajo.
Poco a poco el barrio dejó de denominarse «el Bronx», debido al buen trabajo y a métodos novedosos que hicieron que la delincuencia disminuyera.
Aquí es donde empieza la historia de Distrito Este que, a pesar del paso del tiempo, no había perdido la solera y el olor a un barrio del de toda la vida.
Se acercaba la graduación de la escuela de oficiales de la academia de la policía Nacional de Ávila. Como siempre, había ido un representante de cada comisaría de España para informar sobre su comisaría y dar su evaluación, para ver si el agente era apto o no.Por Distrito Este fue la inspectora Morales junto con Montse Ibarra que era la responsable de la unidad de asuntos internos de ese distrito.La relación entre Montse y Vanesa no era muy cordial, pero como eran muy profesionales hicieron lo que el deber les mandaba.Habían tenido un problema personal que no había sido resuelto del todo. Vanesa Morales no le pudo perdonar algo que ella había hecho en el pasado, pero, aunque posiblemente fuera difícil de perdonar, Montse había tratado de enmendar su error. Pero esto lo veremos en los próximos capítulos donde el pasado se va a convertir en presente.Cuando les tocó hacer las entrevistas se centraron en dos alumnos, un agente llamado Pablo que parecía que es
Tras la ceremonia de graduación, Alicia volvió a Madrid a casa de sus padres, que vivían en uno de los barrios más exclusivos, mientras esperaba que le comunicaran si al final iría destinada a Distrito Este, tal y como ella había pedido. Su padre, Luis de Santiago era el fundador del bufete «De Santiago y asociados». Se trataba de un prestigioso abogado de empresas, lo que le permitía llevar una vida acomodada. Su madre era Sofía Alonso, una abogada, que había dejado de ejercer cuando nació ella y que, desde entonces, se dedicó a cuidar de su hogar y su familia. Su origen era humilde, pero conoció a Luis cuando trabajaba como pasante en un bufete y empezaron una relación. De puertas para afuera y ante su hija eran la pareja perfecta. Ese tipo de parejas que todos envidiaban en las reuniones y fiestas donde no daban muestra de tener problemas, pero cuando estaban solos la cosa cambiaba. En la intimidad o discutían todo el tiempo o se ignoraban, yendo cada uno
Tras, mínimamente, recuperarse de la muerte de su madre, Alicia se reincorporó al trabajo, donde todos fueron muy cariñosos y amables con ella. —Alicia, ven a mi despacho, por favor —le dijo Vanesa Morales. —Ahora voy —contestó Alicia mientras dejaba la chaqueta y el bolso en su silla. —Te acompaño en el sentimiento y puedes contar conmigo para lo que necesites —le dijo su compañero Ricardo, mientras le daba un abrazo. —Gracias de corazón. Voy a hablar con Morales y luego me pones al día. Se dirigió al despacho de la Inspectora Jefe, llamó a la puerta y entró. También estaba allí el comisario Ramón Bordón que lo primero que hizo fue darle el pésame y ofrecerle todo su apoyo. —Aquí tienes el informe del accidente de tu madre. Te lo enseño por deferencia, pero no puedes investigar sobre ello. La investigación la está llevando el oficial Carvajal —le dijo Vanesa. —Pero si esa noche no estaba de guardia, pues salió al mismo tiempo
Alicia pidió a Lorena que intentara encontrar las imágenes del polígono de la fecha de la muerte de su madre. Era una petición extraoficial y, por supuesto, sin el permiso de la Inspectora Jefe ni del comisario, pero aun así Lorena dijo que lo haría en cuanto pudiese.Cuando tuvo las imágenes, llamó a la inspectora de Santiago para enseñárselas y, descubrió que media hora después del accidente, pasó por el polígono el coche de Pablo Carvajal, con un bulto en el asiento trasero que parecía un hombre. En el momento en que veía las imágenes apareció en el despacho de Lorena, Vanesa Morales que, como es lógico, se enfadó.—Entiendo que quieras descubrir las causas del accidente de tu madre, pero debes seguir los cauces legales y mientras la inspectora García trabaja para ti, está dejando de investigar otros delitos.
Luis, el padre de Alicia, se incorporó al trabajo en el bufete y después de lo que había pasado tomó una decisión, aunque supusiera perder parte de los ingresos que tenía, pues no quería también perder a su hija. Llamó a Julio Fernández, pues era uno de los mejores clientes del despacho. —¿Para qué querías verme? —dijo Julio. —Voy a dejar de llevar tus negocios, poco legales, no puedo permitirme perder a Alicia si se llega a enterar —dijo Luis. —Pero somos amigos y a Sofía no le gustaría que lo hicieras. —No nombres a mi mujer, esto no tiene que ver con ella ni con nuestra amistad, es simplemente una decisión comercial y en el resto de asuntos te seguiré representando —contestó el abogado con voz firme. —Si es tu última palabra, entonces yo tomaré las medidas oportunas. —respondió Julio con voz amenazante mientras abandonaba el despacho. Alicia y Ricardo aprovecharon que habían ido a investigar unas pintadas en una iglesia cercana al h
El día después del registro, en la empresa de Julio Fernández, Ricardo decidió hablar con su hermano Jairo. —Jairo, ¿cómo es que trabajas en construcciones Fernández? preguntó Ricardo a su hermano, mientras desayunaban. —Es el único que me dio trabajo cuando nadie me lo daba y es el que ha confiado en mí —contesto Jairo. —Podías haber encontrado otro trabajo, porque vales muchísimo, hermano. —Nadie da una oportunidad a un chico del polígono y que encima ha estado en el reformatorio. Julio sin importarle me dio esa oportunidad. —Vale, pero cuidado con él, si le registramos ayer fue porque es sospechoso de narcotráfico. —Está limpio, nunca han encontrado nada, pero tendré cuidado hermano. Me voy a trabajar. —Yo también me voy, te acompaño —dijo Roberto mientras salían por la puerta de la casa. Por otro lado, llegó a trabajar en construcciones Fernández, un nuevo responsable de la seguridad, un antiguo aspirante a policía
Una vez descubierto quién era el violador de la máscara, la inspectora Morales empezó a preparar el operativo para encontrarle y capturarle, pero pronto recibiría una desagradable noticia. Pablo había comenzado a frecuentar «La Perla», donde Carmen había empezado a trabajar como ayudante de cocina, pues le encantaba y quería preparar el examen de la escuela. —¿Quieres probar unas magdalenas que acabo de hacer? le dijo Carmen a Pablo, que había ido a tomar un café. —Vale, preciosa, pero sólo una que tengo que cuidarme —le respondió él. Le puso el café y una magdalena casera, de esas que acababa de hacer. —Está muy buena, la verdad, con esto me voy mucho más animado a trabajar —pagó la consumición y volvió a su puesto en Construcciones Fernández. Mientras tanto, Sergio Mayoral, tenía pensado ofrecerse a Julio Fernández, para llevar sus negocios de tráfico de drogas, por lo que entró en el despacho de Luis, el padre de Alicia, para robarle los da
La inspectora Morales estaba nerviosa, se acercaba la hora de enfrentarse al malnacido de Pablo y dentro de sí quería decírselo a Elías Ochoa, pero no quería poner a su hija en peligro, por lo que se montó en el coche y se dirigió al lugar donde le había citado Pablo. Por otra parte, Alicia invitó a Ricardo a su casa, para hablar tranquilamente sobre el beso. —Ricardo, tenemos que hablar sobre lo que ha pasado durante la vigilancia. —Perdóname, si te ha molestado, fue un impulso, pero no me arrepiento porque me gustas, Alicia. —Me ha encantado, no te lo puedo negar, yo también tengo sentimientos hacia ti, pero ahora mismo necesito tiempo para asimilar todo lo que me ha pasado. —No te preocupes, preciosa, te entiendo y estoy dispuesto a adaptarme a tu ritmo. —Gracias de corazón, Ricardo, eres todo un caballero. En ese momento, apareció Luis, el padre de Alicia en casa y, tras las presentaciones y charlar un rato, Ricardo dio un