Tras, mínimamente, recuperarse de la muerte de su madre, Alicia se reincorporó al trabajo, donde todos fueron muy cariñosos y amables con ella.
—Alicia, ven a mi despacho, por favor —le dijo Vanesa Morales.
—Ahora voy —contestó Alicia mientras dejaba la chaqueta y el bolso en su silla.
—Te acompaño en el sentimiento y puedes contar conmigo para lo que necesites —le dijo su compañero Ricardo, mientras le daba un abrazo.
—Gracias de corazón. Voy a hablar con Morales y luego me pones al día.
Se dirigió al despacho de la Inspectora Jefe, llamó a la puerta y entró. También estaba allí el comisario Ramón Bordón que lo primero que hizo fue darle el pésame y ofrecerle todo su apoyo.
—Aquí tienes el informe del accidente de tu madre. Te lo enseño por deferencia, pero no puedes investigar sobre ello. La investigación la está llevando el oficial Carvajal —le dijo Vanesa.
—Pero si esa noche no estaba de guardia, pues salió al mismo tiempo que yo —respondió Alicia.
—Él nos dijo que estaba cerca de la zona y que se acercaba — intervino el comisario Bordón.
—Gracias por informarme. —respondió la inspectora de Santiago.
Alicia salió del despacho y se dirigió a su puesto de trabajo.
—¿Conoces al oficial Carvajal? —preguntó Alicia a Ricardo.
—Es buen policía, pero hay que tener cuidado con él, tiene algo que no me gusta. ¿Por qué lo preguntas? —respondió Ricardo
—Porque es quien lleva el caso del accidente de mi madre y me extraña mucho que estuviera por la zona el día que ocurrió — dijo Alicia
—No te preocupes, si averiguo algo te lo digo.
Ella, le dio las gracias y un fuerte abrazo. No sabía el motivo, pero tenía una confianza en él que no había tenido nunca con nadie.
Terminó el turno, Alicia se fue a su casa y allí estaba Sergio Mayoral, un joven abogado que había entrado como pasante en el bufete de su padre y con el que había compartido estudios de derecho, ya que había estudiado la licenciatura con él. No era necesaria para ser policía, pero había que tener una licenciatura para ser Inspector y qué mejor que fuera de derecho. —Hola Sergio. ¿Qué haces aquí? —le preguntó Alicia.
—He venido a traer unos papeles para que los firme tu padre, pero ya me voy —contestó él.
Una vez se fue Sergio, se puso a hablar con su padre, y le dijo que debía animarse y salir adelante, porque a su mujer no le gustaría verle así.
—Hija, no puedo olvidar que cuando se fue el día del accidente habíamos discutido, por lo que me siento responsable —dijo Luis.
—Papá, creo que mamá no tuvo un accidente. Cuando me llamó la noche del accidente, no estaba sola. Te prometo que encontraré al responsable de su muerte. —Gracias hija, eso me consuela un poco.
Ricardo había quedado un poco antes de que empezara el turno con Alicia, en el bar «La perla», para hablarle sobre Pablo Carvajal.
—El oficial Carvajal no es trigo limpio, tiene tratos con Julio Fernández —dijo Ricardo.
—¿Ese quién es? —preguntó Alicia.
—Es un constructor relacionado con el tráfico de drogas, así que seguro que algo sabes. Si quieres, al terminar el turno le hacemos una visita extraoficial.
—Vale, al salir le hacemos una visita. Gracias de corazón por todo.
A pesar de que no habían empezado con buen pie, Ricardo y Alicia formaban un gran equipo, como les había dicho la Inspectora Jefe. A parte de lo de la madre de Alicia, estaban investigando unos pequeños hurtos que se estaban cometiendo en los negocios de la zona.
Cuando fueron a ver a Julio no sacaron nada en claro ya que les dijo que no había visto nada y a esa hora no había nadie trabajando. Además de eso daba la casualidad de que las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad, el día del accidente, habían desaparecido.
A la mañana siguiente, Julio, llamó al comisario Bordón para informarle de la visita de los dos agentes y que tomara medidas ya que le habían molestado. Bordón llamó a su despacho a Vanesa Morales, a Ricardo y a Alicia.
—Me ha llamado Julio Fernández diciendo que habéis ido a verle. ¿Es cierto?
—Sí es cierto, le hicimos una visita para ver si había visto algo cuando el accidente de mi madre. —contestó Alicia
—La próxima vez, decídmelo, para que os dé permiso. Os podéis retirar.
Alicia y Ricardo se despidieron y la inspectora Morales se quedó hablando con su superior.
—Vanesa, me han pedido desde jefatura que nombre un agente como director de la UFAM (unidad de familia y ayuda al maltrato).
—Creo que deberían ser Ana López o Encarna Carrasco. Encarna lleva más años y tiene más experiencia.
—Puedes retirarte, gracias por el consejo.
El comisario, al final decidió nombrar a la oficial Ana López, ya que pensaba que era mejor para el puesto aun con menos experiencia. La llamó a su despacho para informarle de su decisión, esta aceptó y se puso muy contenta.
Fue a decírselo a su gran amiga Encarna.
—Me alegro muchísimo Ana —dijo sin mucho entusiasmo.
—Parece que no te hace mucha gracia.
—Me alegro por ti, pero esperaba que me dieran a mí el puesto, a parte... —interrumpió su discurso, pues no quería decir lo que estaba pensando.
—Termina lo que me ibas a decir, por favor.
—La gente piensa que tienes algo con el comisario por cómo te mira y pueden pensar que te lo dan por enchufe.
—No te preocupes que ahora hablo con él.
Ana fue al despacho del comisario.
—¿Se puede comisario?
—Pasa Ana, ¿qué es lo que quieres?
—Creo que Encarna está mejor preparada que yo y se lo merece más —dijo ella de forma calmada y segura.
—Si te he elegido a ti es porque creo que eres la mejor para el puesto, pero aparte de eso confío en ti y este puesto es cuestión de confianza —respondió el comisario.
—Gracias por la aclaración y espero no defraudarle.
—Seguro que no lo vas a hacer.
Mientras tanto, Encarna había ido al bar «La perla», a por un café y un trozo de pastel para celebrar el nombramiento de su amiga.
—Perdóname por lo de antes. Te mereces ese puesto, ya que eres muy buena con las víctimas de malos tratos —dijo Encarna cuando vio a Ana.
—Muchas gracias y no tengo en cuenta lo que ha pasado antes.
Se fundieron en un abrazo.
Alicia pidió a Lorena que le dijera cuál era la torre desde donde se hizo la última llamada del teléfono de su madre. Esta se lo dijo y a Alicia le extrañó, pues estaba lejos de su casa.
Alicia había empezado una relación con Sergio, pero no tenía suficiente confianza para contarle ciertas cosas y aunque se lo pasaban bien, no estaba totalmente convencida de seguir con él.
El padre de Alicia se incorporó al trabajo, pero tenía un problema con las pastillas, por lo que le dijo que debería dejarlas pues se iba a volver adicto.
—Hija, yo sé lo que hago y cuando quiera las puedo dejar.
—De todas formas, ve a ver Santiago Ocaña, que es un médico muy bueno. —No te preocupes, iré la semana que viene, hija.
Una noche que había quedado con Sergio decidió cortar con él, pues no se veía preparada para tener una relación.
Él dijo que lo aceptaba, pero que creía que deberían continuar.
Cuando se fue Sergio, llamó a Ricardo, y le dijo que fuera a su casa. Estuvieron viendo fotos de la madre en el móvil de ella y el historial de redes wifi donde se había conectado.
Tan sólo le llamó la atención la wifi de un hotel que estaba a las afueras del polígono.
—Ese es un hotel muy discreto, donde van las parejas que quieren tener privacidad, ya que se entra directamente desde el parking sin pasar por recepción.
—Así que mi madre tenía un amante. No me esperaba eso de ella, estoy desconcertada.
Él le dio un abrazo y le dijo que pasase lo que pasase siempre estaría con ella.
—Gracias. De verdad, eres maravilloso, y no sé porque razón tan sólo confío plenamente en ti. Eres con la única persona que comparto cualquier cosa.
—Para mí es un honor. Mañana nos vemos.
Se dieron otro abrazo y Ricardo se fue a su casa.
Al final, todo es cuestión de confianza, de saber quién puede hacer mejor un trabajo, de la persona a la que le puedes contar todo y no te va a juzgar, o de ese amigo que, pase lo que pase, está a tu lado y siempre puedes confiar en él.
Alicia pidió a Lorena que intentara encontrar las imágenes del polígono de la fecha de la muerte de su madre. Era una petición extraoficial y, por supuesto, sin el permiso de la Inspectora Jefe ni del comisario, pero aun así Lorena dijo que lo haría en cuanto pudiese.Cuando tuvo las imágenes, llamó a la inspectora de Santiago para enseñárselas y, descubrió que media hora después del accidente, pasó por el polígono el coche de Pablo Carvajal, con un bulto en el asiento trasero que parecía un hombre. En el momento en que veía las imágenes apareció en el despacho de Lorena, Vanesa Morales que, como es lógico, se enfadó.—Entiendo que quieras descubrir las causas del accidente de tu madre, pero debes seguir los cauces legales y mientras la inspectora García trabaja para ti, está dejando de investigar otros delitos.
Luis, el padre de Alicia, se incorporó al trabajo en el bufete y después de lo que había pasado tomó una decisión, aunque supusiera perder parte de los ingresos que tenía, pues no quería también perder a su hija. Llamó a Julio Fernández, pues era uno de los mejores clientes del despacho. —¿Para qué querías verme? —dijo Julio. —Voy a dejar de llevar tus negocios, poco legales, no puedo permitirme perder a Alicia si se llega a enterar —dijo Luis. —Pero somos amigos y a Sofía no le gustaría que lo hicieras. —No nombres a mi mujer, esto no tiene que ver con ella ni con nuestra amistad, es simplemente una decisión comercial y en el resto de asuntos te seguiré representando —contestó el abogado con voz firme. —Si es tu última palabra, entonces yo tomaré las medidas oportunas. —respondió Julio con voz amenazante mientras abandonaba el despacho. Alicia y Ricardo aprovecharon que habían ido a investigar unas pintadas en una iglesia cercana al h
El día después del registro, en la empresa de Julio Fernández, Ricardo decidió hablar con su hermano Jairo. —Jairo, ¿cómo es que trabajas en construcciones Fernández? preguntó Ricardo a su hermano, mientras desayunaban. —Es el único que me dio trabajo cuando nadie me lo daba y es el que ha confiado en mí —contesto Jairo. —Podías haber encontrado otro trabajo, porque vales muchísimo, hermano. —Nadie da una oportunidad a un chico del polígono y que encima ha estado en el reformatorio. Julio sin importarle me dio esa oportunidad. —Vale, pero cuidado con él, si le registramos ayer fue porque es sospechoso de narcotráfico. —Está limpio, nunca han encontrado nada, pero tendré cuidado hermano. Me voy a trabajar. —Yo también me voy, te acompaño —dijo Roberto mientras salían por la puerta de la casa. Por otro lado, llegó a trabajar en construcciones Fernández, un nuevo responsable de la seguridad, un antiguo aspirante a policía
Una vez descubierto quién era el violador de la máscara, la inspectora Morales empezó a preparar el operativo para encontrarle y capturarle, pero pronto recibiría una desagradable noticia. Pablo había comenzado a frecuentar «La Perla», donde Carmen había empezado a trabajar como ayudante de cocina, pues le encantaba y quería preparar el examen de la escuela. —¿Quieres probar unas magdalenas que acabo de hacer? le dijo Carmen a Pablo, que había ido a tomar un café. —Vale, preciosa, pero sólo una que tengo que cuidarme —le respondió él. Le puso el café y una magdalena casera, de esas que acababa de hacer. —Está muy buena, la verdad, con esto me voy mucho más animado a trabajar —pagó la consumición y volvió a su puesto en Construcciones Fernández. Mientras tanto, Sergio Mayoral, tenía pensado ofrecerse a Julio Fernández, para llevar sus negocios de tráfico de drogas, por lo que entró en el despacho de Luis, el padre de Alicia, para robarle los da
La inspectora Morales estaba nerviosa, se acercaba la hora de enfrentarse al malnacido de Pablo y dentro de sí quería decírselo a Elías Ochoa, pero no quería poner a su hija en peligro, por lo que se montó en el coche y se dirigió al lugar donde le había citado Pablo. Por otra parte, Alicia invitó a Ricardo a su casa, para hablar tranquilamente sobre el beso. —Ricardo, tenemos que hablar sobre lo que ha pasado durante la vigilancia. —Perdóname, si te ha molestado, fue un impulso, pero no me arrepiento porque me gustas, Alicia. —Me ha encantado, no te lo puedo negar, yo también tengo sentimientos hacia ti, pero ahora mismo necesito tiempo para asimilar todo lo que me ha pasado. —No te preocupes, preciosa, te entiendo y estoy dispuesto a adaptarme a tu ritmo. —Gracias de corazón, Ricardo, eres todo un caballero. En ese momento, apareció Luis, el padre de Alicia en casa y, tras las presentaciones y charlar un rato, Ricardo dio un
Después de capturar al violador de la máscara la inspectora Morales se fue unos días de vacaciones con su familia a la playa, para recuperarse de lo que había vivido. Su puesto, durante esos días, lo ocupaba Alicia de Santiago, supervisada por el comisario. El comisario Bordón cumplió su palabra y concedió una entrevista en exclusiva a Manolo Martín, por haber mantenido silencio y haberles ayudado cuando lo habían necesitado. —Hola comisario, vengo a hacerle la entrevista. —dijo Manolo. —Hola Manolo, por supuesto, ahora estoy libre —dijo Ramón. —¿Cómo se siente ahora que el violador de la máscara está muerto? —Me siento mucho más tranquilo, pues hay un delincuente menos en la calle. —¿Piensas que la inspectora Morales actuó con diligencia, al estar implicada su hija? —No he dudado nunca de la diligencia de la inspectora Morales y ha hecho lo que cualquiera en su caso hubiéramos hecho. —¿Cree que va a haber algún cambio en la co
Julio Fernández, quedó con Sergio Mayoral, para hablar con él y decirle que quería más dinero, ya que había aparecido un antiguo socio y necesitaba que le prestara un dinero. Sergio, se retrasó, pues debía terminar un asunto en el despacho de Luis de Santiago, pues era algo de un cliente muy importante del bufete. —Hola Julio —dijo Sergio cuando llegó al reservado. —Hola, me gusta que seas puntual y si te digo, a una hora, es esa hora. —Estaba terminando un asunto y en cuanto he podido he venido. —Bueno, necesito un millón de euros para mañana. —Es algo imposible, no puedo mover ese dinero tan rápido. —El dinero lo tengo, pero necesito que falsees una factura para poder sacar ese dinero sin despertar sospechas. —Vale, te haré una factura de parte de una de las sociedades pantalla de Panamá. —Mañana, a primera hora, sin falta la quiero. Se despidieron y Sergio se cruzó con Alicia que había ido hablar con
A la mañana siguiente, nada más llegar al despacho, Luis llamó a Sergio Mayoral para decirle que se tomara unos días libres, pues necesitaba pensar que iba a hacer puesto que no confiaba en él. Sergio, salió del despacho cabreado y fue a tocar un poco las narices a Ricardo Bautista, pero esta vez la jugada le salió mal, pues Alicia se lo impidió. —Sergio, deja en paz a Ricardo que no te ha hecho nada —dijo Alicia. —No sé qué puedes ver en este perdedor —respondió Sergio. —Tranquilo Ricardo, no merece la pena, vámonos— finalizó ella. Se montaron en el coche y se fueron a patrullar por el polígono para ver si encontraban la moto de Jairo. —Gracias Alicia —dijo Ricardo. —No tienes por qué dármelas, es un chulo y un prepotente — indicó ella. —De todas formas, es de agradecer, Alicia. —¿Esa no es la moto de tu hermano? —interrumpió ella señalando una moto que estaba tirada en el suelo. Éste, paró el c