Rosella despertó con una sonrisa en el rostro. Después de consumar su unión en lo que parecía el sueño más vivido que había experimentado, había sentido como el agua parecía elevarlos y se había llenado de tal cantidad de burbujas, como si alguien hubiera dejado caer deliberadamente alguna especie de jabón. El estanque se había tornado de pronto en una rio burbujeante y de fuerte corriente contra el que era inútil luchar, era como intentar vencer a la gravedad. Se separaron hasta perderse de vista y finalmente ella había despertado.
Paseó la mirada y por un momento no reconoció donde se encontraba. Entonces lo recordó: estaba en el Hotel B&B de París, un hotel de mediana categoría en las cercanías del parque de atracciones de Disneyland Paris.
Tanteó el amuleto en su pecho y se levantó. Fue al baño, y
— ¿Cuál era el destino de la mujer que atendió antes de venir aquí? – preguntó Derek a la asustadiza mujer.Derek se había colado al baño de mujeres para seguir a la empleada que vendió los pasajes a Rosella. Ella había sido su último cliente antes que mandará al siguiente pasajero de la fila con uno de sus compañeros y ella saliera corriendo a los sanitarios.— No sé de qué habla – respondió la mujer con voz temblorosa. La presencia de un hombre alto y de raza negra en los baños de mujeres parecía algo que ella no podía asimilar.— Se lo pediré una vez más – dijo Derek sin apartarse de la salida – Dígame cual era el destino de la última mujer a la que atendió, o le meteré esta cosa por el culo – Derek sostenía en su mano una máquina qu
— Adivina a quien acabó de ver en el aeropuerto de Paris – dijo Derek cuando Leone hubo descolgado el teléfono.— Si es esa estúpida francesita preguntando por el doctor Costa, puedes decirle que se vaya al infierno. Que seguramente allá lo encontrara.Derek rio ante tal comentario.— ¿Y bien? – preguntó Leone.— No, No, para nada – dijo Derek.— Déjate de rodeos y dime de quien se trata y más vale que sea importante. – contestó Leone, por su tono de voz, Derek supo que empezaba a malhumorarse.— Vi a tu mujer – espetó Derek con una voz no exenta de brusquedad— ¿A Rosella?— Si hombre, a Rosella, compró un billete con destino a Tokio.— ¿Tokio? – dijo Leone.— Si, si, llevaba un par de maletas y se ve&ia
Rosella llegó a Tokio al día siguiente. Era mediodía y el sol brillaba con un esplendor majestuoso, un halo de luz rodeaba el astro rey, o al menos, eso le pareció a ella.Se dirigió al hotel donde Costa estaba hospedado. Abordó el famoso tren bala de Japón, el shinkansen desde la estación Tokio, y al igual que la primera vez que lo siguió a México, llevaba abierto el traductor en su teléfono móvil. Se había vuelto medianamente hábil con la aplicación y viajó sin demasiados problemas.Japón es una nación en extremo diferente a México, y el ambiente y la calidez de los nipones es mejor en muchos aspectos, desde las limpias calles, la mejor educación vial de los conductores, hasta los transeúntes que le sonreían ocasionalmente a modo de saludó. Recordó que en México había sido objeto
La dinastía Akiyama existió desde tiempos ancestrales en diversas regiones de las islas japonesas. Los historiadores no se ponen de acuerdo si el primer indicio de la dinastía se remonta a 2000 o 1000 a.C. No existen demasiados registros fidedignos de tales hechos, lo que sí se sabe, es que una línea de descendencia de aquel ancestral linaje que se remonta hasta el Emperador Kiyoshi, sobrevivió hasta bien entrado el siglo XX. Se dice, además, que quedan solo algunas personas con la sangre del emperador corriendo aun en sus venas.La historia adquiere tintes de leyenda en la actualidad, pues nadie desde los años 70 tiene conocimiento de donde (si es que los hay) están ahora los pocos descendientes. Todo lo que algunos de los ancianos más longevos de Japón pueden contar, es que un campesino llamado Taiki, quien llegó a vivir a los suburbios de Tokio recién iniciado el nuevo milenio,
La habitación del Conde Di Tella se hallaba en penumbras, eran las cuatro de la tarde y llevaba más de dieciséis horas en cama. En la pequeña mesa que tenía a un lado, estaba Daisy la tarántula, quien masticaba su comida desde su casa de cristal y parecía observar a su amo.El Conde se levantó y sus huesos se quejaron. Abrió las persianas de su habitación. Afuera, el día era hermoso y brillante. Echó un vistazo a su inmenso jardín y vio que un par de mariposas revoloteaban y jugueteaban entre sí. Una escena bonita, pero intrascendental en el gran orden de los pensamientos del Conde Di Tella.Ordenó algo de comer y engulló con bastante aspereza. Dejo más de la mitad de su comida en el plato. A pesar de que él no era médico y conocía bastante poco de temas sobre salud, no necesitaba ser un genio para darse cuenta que presentaba los s
— ¿Cómo fue que fingiste tu muerte ante el Conde? – preguntó Rosella a Costa mientras conducían por la larga avenida. Akane les esperaba ya y les había dicho que prepararía unos platillos exquisitos.Costa rio.— No fue algo planeado, al menos no todo. Cuando Victoria me dijo que esos no eran los hombres que el Conde había contratado para matarnos, y después de que ella muriera, decidí que no me importaba si vivía o moría. En ese momento, para mí la vida ya no tenía sentido. Así que la tome en mis brazos y entramos al bungalow. Pedí a uno de los chicos que estaba con nosotros que trajera uno de esos chalecos que todavía tenían puestos los cadáveres. Me lo puse y esperé a que ellos llegaran. Sabía que buscarían allí, y no me equivoqué, pues paso poco tiempo hasta que finalmente el hombre aparec
La increíble habilidad de Derek para localizar personas podría compararse fácilmente y, sin demasiadas desventajas, a las de un sabueso entrenado. Le tomó relativamente poco tiempo dar con el hotel donde la mujer de Leone Bellini se hospedaba. Cuando la localizo, pensó de inmediato notificarlo, pero decidió esperar a tener noticias más jugosas. Por suerte para él, la espera no se prolongó demasiado, pues cuando la mujer salió del hotel antes del anochecer, lo hizo acompañada de un hombre, y no cualquier hombre. Derek sentía que estaba viendo un cadáver andante cuando vio a Sebastián Costa. Este, caminaba de la mano con la mujer y Derek tuvo que contener el impulso de avisar inmediatamente a Leone. Primero debía estar seguro de que se trataba de él mismo sujeto que había seguido hasta México, hacía ya algún tiempo. Comparó el
El estilo de vida oriental suele estar asociado al bienestar y al confort. La sencillez de la decoración japonesa atrae a mucha gente y Rosella no era la excepción. La casa de Akane reflejaba sencillez y elegancia, pero, sobre todo, buen gusto. En lugar de las persianas clásicas tan comunes en occidente, la casa tenía una puerta corredera de madera y papel llamada “shoji”, está, permitía que la luz solar calentará suavemente la habitación. Un jarrón hueco que contenía hermosas flores violáceas y blancas decoraba cada uno de los rincones de la sala de estar. Las ventanas de la casa estaban confeccionadas con planchas de madera y cristales correderos. Había una ventana abierta situada frente al jardín, por donde se colaba un poco de la fragancia de las flores. Dos enormes lámparas en forma hexagonal colgaban del techo, emitiendo una luz blanca tenue y discreta. El &uacut