Después de mi encuentro con Apolo aquella noche, pasé meses pensando en volver al bar, a verlo, pero el miedo se apoderó de mí y pudo más que yo. Me lamenté mil veces ser tan indecisa. Cada vez que recordaba su sonrisa pícara, el toque de sus dedos en mi piel, su voz, me erizaba de pies a cabeza, había algo en él que a pesar de su forma tan bruta de proceder conmigo, me inspiraba confianza, pero nunca me armé de coraje para ir en su búsqueda nuevamente, no sabía que el destino tenía planeado algo diferente para mí.
(…)
Pasó el tiempo y las cosas por casa se mantenían iguales, solo que mi madre ahora andaba con un tipajo que se había mudado con nosotras. No creo que estuvieran enamorados el uno del otro, pero bueno, mi mamá era un ser incapaz de amar, eso no era lo que ella buscaba en los hombres. A este hombre lo endulzaba y como me decía de pequeña, le daba lo que él quería, y como premio él le complacía todos los gustos que ella quisiera.
Me pasé los dos años restantes de la secundaria deseando llegar a los 18 para entrar a la universidad y largarme de mi casa, no soportaba la asquerosidad de mi madre y sus parejas. Cuando por fin llegó el momento no lo podía creer, no cabía una gota más de felicidad en mi cuerpo, al fin podía ser libre.
Por esa etapa mi cuerpo había cambiado bastante, había crecido 5cm más, mis caderas eran más anchas, mis senos comenzaban a formarse, su turgencia me fascinaba, al fin podía llenar un sostén sin necesidad de rellenarlos con medias. Mi pelo también había crecido, me llegaba justamente al final de la espalda lo que hacía que mis glúteos resaltaran más.
Cuando caminaba por la calle la mayoría de los hombres me miraban descaradamente, otros me decían groserías, yo sabía que eran personas despreciables y asquerosas y no sé por qué específicamente, pero por alguna razón me recordaban a los novios de mi mamá, iguales de ruines.
Decidí irme a la Universidad más alejada de mi ciudad, no podía estar más cerca de mi casa y los conflictos que encerraban sus paredes. Me fui a estudiar literatura inglesa, era algo que me fascinaba, las personas de esa época, la galantería, la vestimenta, el romance, todo era perfecto. Las clases y pruebas era algo fácil para mí, al gustarme tanto la materia, me la bebía, no me costaba ningún trabajo estudiar, al contrario, era mi hobbie preferido al contrario de las relaciones sociales.
Mis amigos habían quedado atrás, tomamos caminos diferentes, casi no nos veíamos ya, solo nos quedaban las videollamadas y los mensajes de texto y debido a mi timidez, no me relacioné mucho, o, a decir verdad, casi nada, con los muchachos de la uni, la persona más cercana a mí era mi compañera de cuarto, Eyra, conspiradora y planificadora de las fiestas que se realizaban.
Eyra siempre me estaba invitando a sus eventos, pero yo los rechazaba una y otra vez, hasta una noche que me prometí a mí misma salir de mi burbuja y conocer más personas, socializar más. Comenzamos a vestirnos, me puse unos jeans ajustados y un top color amarillo que me encantaba, Eyra me pintó los labios de un rojo intenso e hizo lo mismo con los de ella, nos dimos una última mirada en el espejo y salimos.
Nos dirigimos a un bar que se encontraba cerca del campus universitario y una vez ahí, Eyra, comenzó a presentarme a sus amistades, que, por cierto, eran bastantes, uno de los chicos se acercó a mí y, sin premeditaciones, me soltó un «eres hermosa» lo miré sorprendida porque no me lo esperaba para nada.
-Llevo tiempo viéndote por los pasillos y pidiéndole a Eyra que nos presentara, pero no había forma. ¿Te apetece un trago?
Me había quedado atónita, nunca pensé que algún chico podía fijarse en mí así sin más, tampoco pensaba mucho en ello, siempre estaba enfrascada en mis estudios.
-Sí, me apetece- le dije mirándole a los ojos, no había visto unos ojos tan oscuros, cualquiera se podía perder en ellos, tampoco pude dejar de notar sus manos, eran grandes pero delicadas a la vez y su pelo crespo le caía en la frente.
Me sirvió un vaso de cerveza y se acercó a mí de forma que me hizo retroceder un poco y quedar pegada a la barra sin dejarme escapatoria. Tomó un mechón de cabello que tenía en el rostro y me lo colocó detrás de la oreja y su mano siguió por la parte posterior de mi oreja, a todo lo largo de mi cuello consiguiendo que sintiera un agradable cosquilleo. Cuando llegó a mi nuca me agarró firme y comenzó a pegar su boca a la mía. Inmediatamente, mi cerebro comenzó a trabajar de la forma más rápida que conocía ¿qué hago ahora? ¿lo aparto? ¿lo dejo que me bese? ¿derramo el vaso de cerveza y digo que fue accidental?
Estaba aterrada, nunca había besado a ningún chico, no tenía idea ni de cómo hacerlo, quería irme, pero me había prometido que iba a ser más divertida, no quería ser conocida en la uni como la típica chica oruga que solo mira los libros. A este chico ni lo conocía, pero, a la vez, trataba de calmarme pensando en que me había dicho que le gustaba desde hacía un tiempo, tremendo cacao mental que tenía armado.
Vamos Freya, sé firme, es solo un beso y salí de mis pensamientos. Cuando volví a la realidad, ya tenía sus labios pegados contra los míos. Sus labios eran suaves pero el beso era bastante fuerte, era un contraste fascinante. A medida que continuaba el beso sentía su mano caer por mi espalda hasta mis nalgas, las apretó con fuerza a la misma vez que mordió mi labio inferior y comencé a sentir algo que presionaba mi pelvis. Con su otra mano, tomó la mía y la llevó hasta el bulto que yo estaba sintiendo.
Mis ojos se abrieron de par en par, si un beso era algo grande para mí, cuál sería mi sorpresa al tocar su miembro. Mi cuerpo se estremeció, sentía un enorme vapor en las mejillas, estaba segura que se habían matizado de un color rojo similar al de mis labios (si es que después de ese beso me quedó algo del pintalabios) pero lo que más me avergonzaba era que en mis entrañas estaba sintiendo algo nuevo, unas palpitaciones que nunca antes había registrado, en el fondo me gustaba lo que el chico estaba haciendo.
Pegó su boca a mi oído y me susurró – estaba loco por tenerte así conmigo, por que me tocaras – y cuando me miró había algo raro en su mirada, esos ojos negros me miraban como lo hace un cazador a su presa, sentía que podían salir chispas de candela en cualquier momento y una vez más me asusté, lo aparté con los brazos y me fui sin decir nada ni a él, ni a Eyra, solo quería estar sola con mis pensamientos en la oscuridad de mi cuarto y no en la de sus ojos.
Me pasé todo el camino de regreso reprendiéndome por haber abandonado la fiesta de aquella forma, pero es que yo no sabía nada, absolutamente nada del arte de flirteo, mi madre nunca me habló de esos temas y mis amigas eran tan ingenuas como yo y esas conversaciones nunca salieron a flote. Necesitaba con urgencia hablar del tema con alguien, así que me fijé la meta de salir más con Eyra y sus amigas, si ella era así de maja sus amigas tenían que serlo también.
Mientras tanto me acosté en mi cama tratando de recopilar todas las sensaciones que tuve. Lo prohibido, siempre dijo mi mamá que era mejor y resulta ser que le voy a tener que dar la razón. Esa mezcla del miedo que sentí con el placer fue algo exquisito que definitivamente tenía que volver a probar.
Desperté agitada, estaba bañada en sudor, pero no había tenido una pesadilla, no, todo lo contrario, había soñado con el encuentro que tuve con el amigo de Eyra, ese chico sí que sabía lo que hacía, hasta mi subconsciente quedó enganchado con todo ese cúmulo de nuevas sensaciones.Miré hacia la cama de mi compañera de cuarto, pero no estaba ahí, la cama estaba hecha, así que lo más seguro era que todavía no hubiera llegado de la fiesta, esa sí que la cogió en grande anoche, cuando llegue tengo que preguntarle por su amigo, si le comentó algo sobre mí, si se molestó porque me marché sin decir nada, además, tengo que preguntarle su nombre, anoche entre tanta agitación se me olvidó preguntárselo.¡Oh por Dios! Besé a un chico que ni su nombre conozco, ¿pero a mí qué bicho me ha picado? En otro momento jamás hubiera hecho algo así, a pesar de eso, tengo que reconocer que esa adrenalina se siente tan bien, en otro momento me hubiera repudiado a mí misma, pero, ahora, creo que hasta
Aproximadamente, sobre las 6 de la tarde, Eyra me dijo que comenzara a arreglarme para la salida, a esas alturas todavía no sabía ni a dónde íbamos a ir, solo me dijo que me vistiera casual.Ya que estaba en proceso de romper viejas costumbres me decidí por un top negro de encaje y una mini saya con una pequeña pero provocativa abertura en el muslo derecho, si Víctor tenía pensado volverme loca con sus jueguecitos, yo le iba a responder con la misma moneda.Ya eran las 7 cuando escuché sonar la puerta, yo no estaba esperando a nadie y Eyra tampoco. Cuando abrí, descubrí que era Víctor, era de esperarse, rodé mis ojos hacia arriba y se me escapó un «por supuesto que eras tú» en voz alta. Me corrí hacia un lado indicándole con la mano que pasara, pero por primera vez desde anoche me encontré con un Víctor estupefacto, no entró, no hizo ni un gesto, nada, solo me estaba mirando.-Oye, cierra la boca chico, te van a entrar moscas – dijo Eyra desde el fondo.En es
Al otro día, camino a clases, no iba tan distraída con los colores que me rodeaban como de costumbre, iba mirando a todas partes esperando divisar a Víctor en algún lado o a la expectativa de que me encontrara en el campus, pero no fue así, no lo vi en ningún lado. Eyra, que iba a mi lado se percató de mis pensamientos.-¿En qué andas florecita? Lo estás buscando, lo sé- dijo haciéndome un poco de cosquillas en mis costillas-Es que pensé encontrármelo por aquí igual que ayer, tengo que hablar con él, anoche en la fiesta… -me quedé callada unos segundos pensando qué le iba a decir porque no le iba a contar en qué estado me había dejado Víctor ayer, me daba vergüenza- nos fuimos y nos quedó pendiente una conversación.-Ya hablará contigo muchacha. Ahora cuéntame, ¿qué pasó anoche?-Nada, no te voy a contar mis intimidades al detalle loca –le dije y salí corriendo riéndome, por supuesto que ella me cayó atrás-Dale, cuéntame chica, ¿hubo sexo? –negué con
En cuanto entré al cuarto di riendas sueltas a mi llanto, seguía sin poder creérmelo. No entendía por qué esto me estaba pasando a mí, yo nunca había hecho mal a alguien, no me merezco estas cosas. Sentía un hueco en medio del pecho, como si un camión estuviera encima de mí y yo no pudiera moverme ni un milímetro. No puedo decir que estaba locamente enamorada de Víctor, solo habían pasado dos días desde que lo conozco, lo que me dolía era toda la situación, sentirme engañada, humillada, como un juguetito de algún niño, así era como él me había tratado.Pasé lo que restaba del día en modo letargo sobre la cama, no atinaba a más nada. Sentí que abrían la puerta, era Eyra que entró muy preocupada, claro, era de esperarse, falté al resto de los seminarios y yo nunca había faltado siquiera a uno. En su rostro solo había preocupación, se sentó en el borde de mi cama y comenzó a hablarme-Pero florecilla ¿qué te pasó? No fuiste a clases, me quedé preocupada por ti todo el día y
No daba crédito a lo que mis ojos estaban viendo, el mundo de tan grande que es, al final acaba siendo un pañuelo minúsculo. Cuáles eran las probabilidades de que casi tres años después me encuentre con mi crush de la adolescencia, un chico del cual lo único que conozco es su nombre. Es verdad que cuando menos planifica uno las cosas, mejor se dan. Lo tengo aquí frente a mis ojos y todavía no lo creo. Está más guapo de lo que yo recordaba, más fuerte, se dejó la barba, eso lo hace ver más masculino y su pelo rubio lo tenía alborotado y le caían algunos mechones en la frente.Él tenía la mano puesta frente a su cara protegiendo sus ojos del foco de la luz hasta que lo apagaron.-Uffff, estaba fuerte –dijo sonriendo refiriéndose a la intensidad del reflector¡Dios! Su voz, ronca, pero a la vez suave, algo impresionante. No me había visto, supongo que sus ojos estaban encandilados todavía, como todo un profesional no permitió que eso lo frenara, comenzó su seminario c
No tengo la menor idea de cómo puedo estar hablando tan calmadamente con él, no sé si es que aprendí una lección con Víctor o es este hombre que en realidad me transmite tranquilidad, habla tan pausado, eligiendo cuidadosamente sus palabras. Al fin puedo verle sus ojos de cerca, eran tal y como los recordaba, me devoraban, podía quedarme horas mirándolos, eran para mí como una espiral en medio de un proceso de hipnosis.-¿Cómo que desde esa noche me has estado buscando?-Sí, no descansé hasta dar contigo aquí. Este curso que estoy ofreciendo no es casualidad. Mis hombres estuvieron todos estos años tratando de dar con alguna pista que me llevara a ti, tus apellidos, tu dirección, algún trabajo temporal, tu escuela, pero nada aparecía, era como si te hubieses esfumado, casi me había dado por vencido hasta que las solicitudes de admisión de pasantía llegaron a mis manos para firmarlas y vi tu foto en esa bendita planilla. Inmediatamente supe que algo tenía que hacer para v
Ya han pasado dos años y medios desde aquel encuentro con Freya y aún nada, no tengo ni una mínima pista que me pueda indicar dónde se encuentra, qué está haciendo, dónde vive. Mis hombres llevan investigando desde el día siguiente a esa noche, pero todo intento ha sido en vano, es como si se hubiera esfumado de la ciudad. Yo mismo en persona fui en varias ocasiones al parque donde siempre estaba y a los chavales que les preguntaba solo sabían decirme que ella no había ido más por ahí y sus amigas tampoco, esto es de locos.Mi mamá sigue presionándome para que establezca una relación con Valquiria, solo de pensarlo me estremezco, jamás estaría con una persona como ella. Recuerdo la conversación con mi madre como si fuera hoy.-Apolo cariño, ya tienes 24 años, es tiempo de que vayas asentando cabeza y busques una buena chica para ti, con la que puedas establecerte, detrás de un buen hombre siempre hay una gran mujer, te hace falta alguien que esté siempre a tu lado para a
Me despierto a causa de los gritos y brincos que Eyra está dando a mi lado- ¡Ya es de día florecilla, arriba, de pie! Cuéntame ya lo que pasó. Ayer te libraste, pero hoy no.Mucho fue lo que me costó poder disuadir a esta loca ayer para no tener que contarle en ese mismo momento, no podía, mi cerebro todavía estaba procesando todo aquello, era demasiado y a él, no pude sacarlo de mi cabeza, ese pelo rubio alborotado pero a la vez acomodado en su sitio para hacerlo parecer un poco despreocupado, sus ojos, pudiera estar horas mirándolos, esa forma de hablar tan pasiva pero masculina, su manía de acariciar mi mejilla y sobre todo, el acto que tuvo conmigo al salir a mi defensa como si fuese sacado de un caballero de la historia de Excalibur.Todo en él era tan perfecto, tenía curiosidad por saber qué otros trucos se traería entre las mangas. Le conté todo