Jeremith salió de la mansión y se estuvo un rato encerrado en su oficina, allí decidió llamar a Reymond a su celular, cuando él le contestó Jeremith le dijo:—¿Dónde estás? Necesito que hablemos.—Estoy en un restaurant, acabo de terminar la cena que tenía con un inversionista. ¿Qué sucede?—¿Podríamos reunirnos en el bar de siempre?—Sí claro, iré para allá.***Cuando Reymond llegó al bar, Jeremith ya se encontraba en una mesa, tenía consigo una botella de whisky y había bebido varios tragos, Reymond observó que la botella ya iba casi a la mitad.—¿Hace cuánto estás aquí?—¿Por qué la preguntas?—Veo que te estás bebiendo toda la botella tú solo.—Necesitaba esos tragos. —¿Qué querías hablar conmigo?Jeremith le contó todo lo que sabía de Arturo y Perla a Reymond, este no salía del asombro, tenía dudas al respecto y le dijo:—¿Estás seguro? ¿No serán inventos de Perla para confundirte?—Ya confronté a Arturo y no lo negó.—Pero… no entiendo, ¿qué clase de broma es esta? Tal parece
Jeremith aún tenía dudas respecto a la traición de Arturo, pues desde niños habían sido como hermanos, él Reymond y Arturo crecieron juntos, pensó en sus adentros:"Una parte de mí se rehúsa a creerlo, pero es muy posible que Arturo y Perla lo hayan planificado todo, ojalá y solo sean conjeturas mías y de Reymond."Necesitaba de nuevo confrontar a Arturo, simplemente no podía aguantar por más tiempo, necesitaba saber la verdad, si Arturo y Perla habían planificado embaucarlo, quería oírlo de su propia boca. Arturo aún estaba hablando con Antonio cuando de pronto su celular sonó, él miró la pantalla.—Es Jeremith, ¿qué querrá?—Contestele. —Arturo contestó.—Jeremith.—Quiero que nos veamos.—Ya hablamos lo suficiente ¿No te parece?—No, aún debemos hablar otras cosas.—Bien, ¿en dónde estás?—En mi casa.—Iré para allá entonces. —Colgó la llamada, Antonio le dijo:—¿Qué quería Jeremith?—Desea hablar conmigo.—¿De qué?—De Perla seguramente, creo que ha bebido licor.—Entonces ve, si
Arturo llegó a la casa de Jeremith, llevó consigo a uno de los hombres de Antonio. Estacionó el auto al fondo donde un par de arbustos impedían la visibilidad desde el exterior, así se aseguró que nadie viera su auto, luego apagó el motor y respiró hondo, después miró al hombre y le dijo:—Quédate aquí pendiente por si te llamo.—Aquí lo espero.Abrió la guantera y sacó un revólver, también se puso un par de guantes de invierno para no dejar huellas; no pretendía usar el arma, pero si debía hacerlo no le temblaría la mano. Como Perla ya no estaba en la casa, Jeremith había retirado a los guardias de seguridad, la casa había quedado sola.Arturo bajó del auto y se dirigió a la puerta principal, esta estaba entreabierta, entonces ingresó a la sala.—Jeremith. —Lo llamó.—Aquí estoy. —Contestó desde los escalones que conducían al otro nivel de la casa, estaba sentado y con la botella de vino en la mano; Arturo caminó hacia él.—¿Estás bebiendo otra vez?—¿Acaso no lo amerita la ocasión?
Pasó un rato desde que Arturo lanzó a Jeremith por el acantilado, él ya había ido a la casa y limpiado el desastre que quedó de la pelea, él y el otro hombre pusieron cada cosa en su lugar y recogieron los cristales del florero con qué lo hirió.Jeremith despertó en medio de la maleza, cada músculo de su cuerpo estaba temblando por la baja temperatura, respiraba bocanadas de aire, aunque le era dificultoso, estaba débil por el golpe, se percató del lugar donde se encontraba, en sus adentros no comprendía cómo podía seguir con vida. Con sus manos temblorosas se abrochó los botones de su chaqueta, aunque su traje no era suficientemente abrigado, pero de no haberlo usado ese día él frío ya lo habría matado.Con tristeza recordó todo lo que había pasado, sintió que mil espinas se clavaron en su corazón, la traición de Arturo le dolió aún más que la traición de Perla, porque él más que un amigo era como su hermano, desde siempre lo amó como tal, pero lo había traicionado. Sus ojos se llen
Reymond no estaba de acuerdo e insistió en llamar a la policía.—Se perderán las pruebas, no puedes arriesgarte a que Perla y Arturo escapen.—Con mi plan no van a escapar, quiero que todos crean que estoy muerto, deseo que Perla y Arturo sean arrestados delante de todos en mi funeral, primero dejaré que disfruten y celebren mi muerte, para luego ver sus caras de asombro cuando descubran que sigo con vida.—Pero Jeremith…—Ese inspector amigo tuyo puede ayudarnos, quiero que él mismo venga a verme para ponerlo al tanto de todo.El médico llegó a la habitación donde estaba Jeremith.—Ya avisé en la clínica donde van a internarlo bajo estricta discreción, lo enviaré en una ambulancia.—No quiero que me internen.—Necesita hacerse varios estudios y descartar cualquier daño; no se preocupe, nadie sabrá que usted está en esa clínica. —Reymond intervino:—Hazle caso al doctor, necesitas atención médica, recibiste el golpe en la cabeza y quién sabe cuántos más en la caída por el acantilado,
Debido a la desaparición de Jeremith casi todos los miembros de la familia Hamilton estaban reunidos en el estudio, Silvana también estaba presente porque Altagracia la había llamado, ella les dio consuelo como si fuera la nuera preocupada. Redmond y Arturo también estaban con el resto. El abuelo había decidido llamar a la policía. Redmond estaba muy callado, tenía la cabeza pensando en lo que Jeremith estaba haciendo y parecía estar desconectado de la conversación.El inspector llegó a la mansión acompañado por uno de sus subordinados, el mayordomo lo recibió.—Soy el inspector Smith, necesito hablar con el señor Henry Hamilton, tengo entendido que él es el jefe de esta familia.—Si, pase, iré a avisarle al señor que usted está aquí.El mayordomo fue al estudio. —Señor Hamilton, el inspector Smith pidió hablar con usted.—¿El inspector? —Sí señor. —Todos se miraron, supusieron que él llevaba noticias de Jeremith, Altagracia se puso muy nerviosa.—¿Le habrá pasado algo a mi hijo? S
Se hizo muy tarde por la noche, la casa de Perla estaba muy silenciosa, tan silenciosa como ella que estaba devastada, con su cuerpo tumbado sobre la cama y su rostro lo tenía hinchado de tanto llorar. A medianoche Fabiola le llevó té.—Bebe aunque sea un poco.—No quiero.—Necesitas estar calmada por tu bebé. —Perla volteó a mirarla, tenía los ojos enrojecidos por el llanto.—¿Cómo podré calmarme cuando su padre está muerto? —Lo sé, sé cuánto sufres, también pasé por ese dolor cuando murió el padre de Josef.—Todo ha sido tan injusto, Arturo jugó con Jeremith, se burló de él, me utilizó e hizo que Jeremith me odiara; ahora él está muerto, murió creyendo que yo lo había engañado, jamás pude decirle la verdad.—Desde el cielo él debe conocer todo lo que sucedió realmente.—En este momento no tengo la certeza de que los muertos puedan vernos desde donde están, todo es oscuro, turbio y triste.—No puedes perder la fe.—He perdido muchas cosas, hasta hace algunos meses estaba conforme co
Arturo estaba sentado en el sofá de la casa de Perla, movía rápido su pie izquierdo de arriba abajo con nerviosismo, luego miró su reloj de muñeca y se puso de pie, fue a buscar a Perla a la habitación.—¿Por qué demoran tanto? —Perla con enojo respondió:—Ayudé a mi mamá a empacar las cosas de mi hermano, sabes perfectamente en qué condiciones está Josef. —Arturo se acercó a ella mirándola con fijeza, luego la agarró de la quijada y le dijo:—Te ves muy enojada, pero pronto comprenderás que todo esto vale la pena.—¿De verdad podrás vivir en paz cuando mataste a un hombre inocente? Yo jamás podré ser feliz contigo después de esto, ni con todo el dinero del mundo lo seré. —Arturo sonrió con Amargura y agregó:—Aún no sabes lo que es vivir como una reina, conmigo lo vas a descubrir, estoy seguro que te acostumbrarás, te haré mi esposa; a diferencia de Jeremith haré que todos los Hamilton te respeten.—No quiero ser tu esposa, no te quiero, eres un ser despreciable, un asesino.—Vas a s