45 Quédatela.

Fabiola regresó a la casa y encontró a Perla llorando en la sala, llevaba a Josep en una silla de ruedas, se consternó al verla en ese estado.

—¿Qué te pasó?

—Jeremith estuvo aquí.

—¿A qué vino? —Perla miró al niño, Fabiola comprendió que se trataba de algo muy delicado y le dijo al pequeño:

—Vamos a tu habitación a descansar.

Perla se quedó esperando en la sala, minutos después Fabiola regresó, Perla estaba parada junto a la ventana con los brazos cruzados mirando hacia afuera, Fabiola se acercó a ella.

—¿Qué te dijo Jeremith?

—Quería obligarme a abortar.

—¡¿Pero qué le pasa a ese hombre?! —Perla se desanimó aún más de lo que ya estaba y agachó el rostro.

—No desea tener un hijo con una prostituta, él piensa que yo era o soy una prostituta. —Sus ojos se llenaron de lágrimas, Fabiola la abrazó.

—Esto es tan injusto.

—Fue muy doloroso escucharlo decir tantas cosas tan hirientes, Jeremith parece otro, no es el hombre del que me enamoré, ahora es duro, sin corazón —Se secó las lágrimas
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