LYNETTE
Abro los ojos lentamente, esperando que todo haya sido más que una pesadilla, la boca la siento pastosa y me tomo el tiempo para respirar con profundidad, aclarar mis ideas, me incorporo, justo cuando la puerta se abre y entra el doctor. Quien resulta ser nada más y nada menos, que mi ex novio de preparatoria.
—Lynette, nos volvemos a encontrar.
Me quedo sin habla en cuanto veo a Zair, de pronto, me entra el remordimiento por lo que hice en el pasado y cómo actué, incluso no puedo sostener la mirada por mucho tiempo, la vergüenza y el desazón me invaden, me muerdo el labio inferior, moviendo mis manos con nerviosismo.
—¿Te han dicho algo? —rompe el silencio que nos envuelve.
Niego con la cabeza.
—Cuando desperté solo dijeron que me asististe, al parecer había una toxina en mi sistema, pero me salvaste —mi corazón comienza a bombear a toda velocidad—. ¿Puedo ver a mi bebé? La enfermera y la doctora no me han querido decir mucho.
Puedo notar cómo el cuerpo de Zair se tensa, mantiene las manos dentro de los bolsillos de su bata y no deja de mirarme con esos ojos de un azul tan claro, con motas grises.
—Tuviste gemelos, Lynette —confiesa con lentitud—. Me contaron sobre tu embarazo por subrogación, sé que apenas nos vimos y no hemos hablado en años, pero… ¿Por qué lo hiciste?
Respiro con profundidad, gemelos, tuve, gemelos.
—Ambos varones —responde como si pudiera leer mi mente.
—Gracias —relajo mi cuerpo.
Sabía que al nacer, no tenía tampoco derecho a verlos, es solo que mantenía una pequeña dosis de esperanza para que pudiera ver a mi bebé, en este caso, bebés.
—Mi madre tiene un problema de corazón, hace cinco años que lo descubrimos, el asunto es que pude hacerme cargo de los gastos, con el tiempo, su estado de salud iba en caída, el doctor dijo que era necesario un nuevo trasplante, antes de un tratamiento, esas cosas salen caras, busqué y encontré uno que otro trabajo, nada era suficiente con los gastos que se vinieron después, por ello, encontré esta solución y podré sacarla de la lista de espera que parece interminable para adelantar las cosas —me quedo sin aliento.
—Entiendo —susurra—. Un contrato millonario, supongo.
—No sé mucho del padre, solo sé que se llama Alan Soto y que vive aquí, en San francisco
—arrugo la nariz.Zair parece estar memorizando cada una de las palabras.
—¿Sabes cómo es? —se pasa los dedos de la mano por la barbilla, a modo de hacerlo ver como un anciano sabio—. ¿Puedes describirlo?
Frunzo el ceño.
—¿Por qué el interés? —enarco una ceja con incredulidad.
—Curiosidad —espabila—. Bueno, el asunto es que al parecer el abogado encargado del contrato, se llevó solo a un bebé.
—¿Por qué? —me pongo en alerta, temerosa de que no cumpla y no me dé la segunda parte del dinero para la operación de mamá.
—Uno de los gemelos nació débil, lo siento, de hecho, no debería decirte esto, pero cuando fui a cuidados intensivos, una mujer vestida de enfermera, intentó asfixiarlo —dice.
El miedo y la incertidumbre me golpean duro, una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo, el pecho me sube y baja, hago un recuento de los daños y rápido busco mi móvil, Zair me pasa la maleta con las cosas que había preparado, encontrando el móvil, le llamo al abogado, no responde, hago cinco intentos más, pero me dicen que el número está fuera del área de servicio, hago un último intento con el número del señor Alan Soto, obteniendo el mismo resultado.
Cuando por fin me rindo, comprendo todo, él quería solo un hijo, lo dejó claro, seguro que cuando se enteró de que eran gemelos y de que uno de ellos había nacido débil, pensó que podía deshacerse de él, lo mandó matar, no lo quiere. La barbilla me tiembla y mis ojos se llenan de lágrimas que no tardan en rodar por mis mejillas, humedeciendo todo a su paso.
—Lynette, si me permites darte un consejo, tal vez lo mejor es que desaparezcas por un tiempo, si intentaron matar a tu bebé, es por algo —añade Zair en tono sombrío.
Justo en ese momento suena mi móvil, de hecho, es una notificación por parte del banco, en la que me dicen que la transferencia de la segunda parte del pago, ha sido realizada, lo que me confirma que, en efecto, el señor Alan Soto no quiso al bebé.
—Quiero verlo —insisto.
—No sé si sea buena idea.
—Por favor —suplico.
Zair parece que se lo piensa dos veces, hasta que soltando un largo suspiro, asiente.
—Bien, pero solo cinco minutos, es un área en la que solo se tiene acceso por medio del personal autorizado, no civil —me explica y asiento.
Cuando me lleva al la incubadora, el corazón se me parte en dos y al mismo tiempo se me llena de alegría, mi bebé es rubio aunque sacó los ojos verde intenso, seguro de Alan Soto, está conectado a un par de aparatos que monitorean sus signos vitales.
—Eres tan pequeño —la voz se me rompe.
Su mirada se ancla en la mía y sonríe. Es en ese momento en el que decido que si Alan Soto no quiso a este bebé, e intentó deshacerse de él, ahora es mío, de nadie más.
—No te preocupes —le susurro colocando mis manos sobre el vidrio—. Mamá te va a cuidar siempre. No voy a dejar que nada malo te pase.
Mi voz se quiebra, luego Zair me ayuda a llegar hasta mi habitación, él tiene razón, no puedo quedarme aquí, Alan tiene mucho dinero y por lo mismo debe tener muchas influencias, así que sin duda alguna, tengo que alejarme de San Francisco. Zair se despide y me quedo sola en la habitación, donde decido llamarle a mamá.
—¡Cariño! —me saluda con su exceso de felicidad.
—Hola mamá —logro recuperar la voz.
—Me acaban de llamar del hospital, diciendo que los gastos de mi operación están saldados, al parecer me la harán en un par de semanas, quieren que todo esté en orden y listo —se apresura a decir, incapaz de poder ocultar la felicidad que la abraza—. ¿Me puedes explicar cómo es que eso sucedió?
La sonrisa que se anclaba en mi rostro, rápido se desvanece.
—Mamá, le pedí un dinero prestado a mi jefe —miento—. Prometí pagarle con horas extras, es por ello que tengo que irme a Texas, a otra de sus empresas donde solicitan ayuda, ahí podré trabajar para pagarle lo que le debo.
—Oh, cariño, no debiste.
—Eres mi madre, haría cualquier cosa para que estés sana y salva —me sincero.
—Insisto, debiste haberme dicho antes.
Niego.
—Lo hecho, hecho está, no hay nada de que preocuparse, también te mandaré dinero para la recuperación y lo que haga falta.
—¡Pero no quiero que te sacrifiques tanto, cariño!
Hablo con mamá por lo que parece más tiempo de lo planeado, ella intenta convencerme de que le diga el nombre de la empresa para darle las gracias personalmente, gracias a Dios logro que olvide el tema cuando le cambio de tema.
Al finalizar, sintiendo una ola de frío por todo mi cuerpo, llamo a Daniela, mi mejor amiga, quien está estudiando una maestría en psicología forense en Italia. Ella me atiende enseguida, con ella no tengo secretos y en cuanto le confieso todo, acepta gustosa el recibirme en Italia.
Para cuando me dan de alta, paso a ver de lejos a mi bebé, me dicen que se tiene que quedar en observación, al parecer Zair ordenó que hubiera más vigilancia para estar al pendiente y me asegura de que mi hijo estará bien, por lo que me despido, sabiendo que un par de días se mejora la salud de mi bebé, podré llevarlo conmigo.
No es nada grave, sin embargo, quieren estar seguros de que todo marcha a la perfección con él, pienso en los nombres que le di en la mente mientras estaba creciendo en mi interior, y sonriendo, les llamo a los dos.
—Mael y Malek, los amo.
No importa que el destino los haya separado, Malek está conmigo y eso basta, ahora tengo que preparar las maletas para irnos a Italia, donde no nos pueda encontrar su padre y ejecutor; Alan Soto.
BRENTTLa cabeza me estalla, los nervios me corroen, pero toda duda se disipa cuando Fabricio entra a mi despacho con mi hijo en brazos, lo pensé muy bien antes de hacer esto, en primera porque es arriesgado y no quiero ponerlo en peligro, hemos corroborado toda la información, y al final, quise saber cómo era y la mujer que lo dio a luz. —Tardaste demasiado —le gruño. —No es cosa fácil, ya lo sabes, si de por sí, traer a una persona adulta lo es, con un bebé se corre más peligro. Dejo de lado todo lo que me dice cuando me lo entrega, es tan frágil y tan pequeño, que temo por un segundo romperlo en dos, aparto de su rostro la manta que lo cubre, y detallo sus facciones, mi bebé es rubio, lo cual sacó de su madre, y sus ojos son verdes, tal y como los míos, —¿El dinero se le ha transferido con éxito a la madre? —pregunto sin apartar la mirada de mi hijo, quien me tiene anonadado con lo perfecto que es. —Por supuesto, incluyendo el 50% adicional que demandaste ingresarle.Asiento s
LYNETTE DOS HORAS ANTES —Lo siento, señorita Finn, ha habido un error por parte de la aerolínea —me dice la recepcionista a cargo. —¿Entonces qué procede? —inquiero con cautela. La chica que debe ser menor que yo, y aparenta tener mucha experiencia, comienza a teclear con frenesí, sin apartar los ojos del monitor. Luego marca un número en el teléfono de la compañía y habla un par de cosas alejándose un metro de nosotros. Malek se inquieta entre mis brazos y tengo que comenzar a arrullarlo para que no llore, estornuda y poco a poco se queda dormido. —Listo, señorita, le hemos cambiado el vuelo uno atrás, pero el destino es el mismo. Eso me deja un poco más tranquila, firmo un par de documentos y me cambian el boleto, cuando termino, paso a la cafetería y mensajeo con mi madre, posteriormente le mando un mensaje a Daniela para informarle la causa de mi retraso, espero una hora hasta que el vuelo en el que iremos a Italia, comienza. La clase de segunda no es tan mala, he ahor
LYNETTE Un destello de emociones atacan mi vientre, me congelo al instante en el que aquel hombre de cabello castaño, con destellos rubios y ojos verdes, me dice aquellas palabras, por un segundo tardo en reaccionar, le miro, estoy segura de que es el mismo hombre que nos metió a mi bebé y a mí, en el baño del avión, cuando esos matones me atacaron, aún tengo la mejilla roja por la bofetada que recibí. —Gracias —logro articular. Noto que relaja el cuerpo, es como si hubiera estado a la defensiva, pero se ha dado cuenta de algo, cuando dirijo mi mirada en dirección de lo que atrapa la suya, me doy cuenta de que es hacia mi bebé. Lo que me hace apretujarlo contra mi pecho. —Se han equivocado de equipaje —habla sin darme tiempo de decirle lo mismo. —Sí. —Lynette Finn —dice mi nombre con un grosor en su voz que me eriza la piel, aunque su mirada permanece apacible. —Necesitamos hablar, ¿puedo pasar un momento? —inquiere con cautela. Mi primer instinto de supervivencia es de
LYNETTE —Uno de los grandes beneficios que tendrás, es que podrás estar cerca de los gemelos —finaliza con simpleza. Me congelo cuando Brent me cuenta sus planes, se quiere casar conmigo porque no está dispuesto a hacer lo que su padre le demanda, no me habla mucho de su empresa familiar, tampoco sobre su familia, hasta ahora, solo sé que tiene un padre, el abogado me hace leer las cláusulas den trato en caso de ser firmado por voluntad. —Mi cliente, el señor White, por hacerle este favor de comuna cuerdo, está dispuesto a dejar que permanezca en la vida de los gemelos, por el resto de sus vidas, es decir, podrán ir a visitarla a los Estados Unidos, pasarán vacaciones y veranos juntos, luego ellos tendrán que regresar a Italia, siempre sabrán que usted es su madre —añade Fabricio. No dejo de remover mis manos, sigo pensando que esto debe tratarse de una pesadilla, o de un mal rato. —Lo que me pide… no puedo, es decir… —Piénsalo —me interrumpe Brent—. Te estoy dando la opor
BRENTT Para cuando salgo de la ducha, son las dos de la mañana, hace mucho que no duermo en esta casa, la cual, está a mi nombre, una de las pocas propiedades que llegué a rescatar de mi madre, cuando obtuve la mayoría de edad. Ha estado tan fuera del mapa de la pirámide de la mafia, que es casi inexistente para ellos. Solo una persona sabe de ella, mi padre, el hombre que no ha dejado de intentar comunicarse conmigo, solo para molestar con lo mismo y con su cumpleaños. Me quedo con las palabras que me dijo Fabricio. “Ella no es una mujer de la mafia, se la van a comer viva” “Tu padre, la Orden y la Cosa Nostra, no la van a aceptar” “No le hagas eso a la pobre mujer, no juegues sucio, porque ella no es como las mujeres con las que te has aventado un polvo de una noche” Y la última, la que hace que me respire con dificultad. “Recuerda esto, madre por subrogación o no, es la verdadera madre de tus hijos, no es tanto una sustituta, esto es real, lo que intentas hacer” Me paso el
LYNETTEVer los documentos en persona y decirlo son dos cosas muy diferentes, en cuanto le dije a Brentt que aceptaba ser su esposa, tiró de mí y me llevó directamente a su despacho, donde solo tuvimos que esperar alrededor de cinco minutos para que Fabricio entrara por la puerta y nos diera los documentos. Él parecía estar ansioso por hacerlo, ya que sin leerlo ni nada, solo puso sus firmas, yo, por el contrario, traté de leer lo más que pude para evitar malos entendidos, al final, el carraspeo constante del abogado y las miradas asesinas del padre de mis hijos, terminé por firmar todo de mala gana. Y ahora estaba aquí, frente a ellos, escuchando lo que me tienen que decir con respecto a los temas y cláusulas del documento ya firmado. Son cosas tan banales y al mismo tiempo absurdas, como el que no pueda decir nada incoherente cuando estemos frente a sus amigos, socios y empresarios importantes. En pocas palabras, quieren una muñequita que se esté portando bien, de maravilla. —¿Ha
NARRADOR OMNISCIENTEHoras antes, bajo el frío manto de la mañana, aterrizaba Zair, en Italia, un sitio que le causaba cierta amargura como delicias en la memoria, miró por todos lados como si estuviera esperando algo, o a alguien, cruzó una de las avenidas para llegar a la otra acera, sacó su móvil y esperó paciente los tres primeros timbres, hasta que una voz femenina al otro lado de la línea le respondió. —Ya estoy aquí —dijo con aire fresco. A su alrededor pasaban unas italianas que se lo comían con la mirada, después de todo, a ellas les encantaba tontear con los extranjeros, y Zair era un hombre apuesto. —Me temo que no podré ir por ti al aeropuerto —dijo su amiga. Estaba casi seguro de que en estos momentos escarpia haciendo un puchero que le haría conseguir lo que quisiera, un sucio juego que a ella le funcionaba con todos los hombres, menos con él. —No te preocupes, me hospedaré en un hotel —sugirió él, mirando la hora que marcaba su reloj de mano. Esperó un par de segu
BRENTTHace más de dos horas que Lynette llegó, me mostró el anillo que le gustó y luego se puso roja cuando se le salió decir, que le gustó porque le diamante verde, como ella le llama, que es más bien una esmeralda, le recordaba al color de mis ojos, al darse cuenta de lo que acababa de decir, cambio porque se trataba del color de ojos de mis hijos, lo cual es lo mismo, ya que los heredaron de mí. Algo que he descubierto de ella es que es una mujer extraña, leal, y cariñosa con los gemelos, cosa que agradezco, al principio, luego de que Fabricio me lanzará las cosas legales por las que ella podría apelar y hasta quitar, llegué a la conclusión de que no era esa clase de mujer. Estoy bajando las escaleras, cuando me llega una notificación de un correo, se trata de uno de los detectives privados que contraté para que la siguieran, pese a que se nota que no es una mujer que te pueda traicionar o apuñalarte por la espalda, tengo mis precauciones. En cuanto abro el correo, me quedo quie