BRENTT Para cuando salgo de la ducha, son las dos de la mañana, hace mucho que no duermo en esta casa, la cual, está a mi nombre, una de las pocas propiedades que llegué a rescatar de mi madre, cuando obtuve la mayoría de edad. Ha estado tan fuera del mapa de la pirámide de la mafia, que es casi inexistente para ellos. Solo una persona sabe de ella, mi padre, el hombre que no ha dejado de intentar comunicarse conmigo, solo para molestar con lo mismo y con su cumpleaños. Me quedo con las palabras que me dijo Fabricio. “Ella no es una mujer de la mafia, se la van a comer viva” “Tu padre, la Orden y la Cosa Nostra, no la van a aceptar” “No le hagas eso a la pobre mujer, no juegues sucio, porque ella no es como las mujeres con las que te has aventado un polvo de una noche” Y la última, la que hace que me respire con dificultad. “Recuerda esto, madre por subrogación o no, es la verdadera madre de tus hijos, no es tanto una sustituta, esto es real, lo que intentas hacer” Me paso el
LYNETTEVer los documentos en persona y decirlo son dos cosas muy diferentes, en cuanto le dije a Brentt que aceptaba ser su esposa, tiró de mí y me llevó directamente a su despacho, donde solo tuvimos que esperar alrededor de cinco minutos para que Fabricio entrara por la puerta y nos diera los documentos. Él parecía estar ansioso por hacerlo, ya que sin leerlo ni nada, solo puso sus firmas, yo, por el contrario, traté de leer lo más que pude para evitar malos entendidos, al final, el carraspeo constante del abogado y las miradas asesinas del padre de mis hijos, terminé por firmar todo de mala gana. Y ahora estaba aquí, frente a ellos, escuchando lo que me tienen que decir con respecto a los temas y cláusulas del documento ya firmado. Son cosas tan banales y al mismo tiempo absurdas, como el que no pueda decir nada incoherente cuando estemos frente a sus amigos, socios y empresarios importantes. En pocas palabras, quieren una muñequita que se esté portando bien, de maravilla. —¿Ha
NARRADOR OMNISCIENTEHoras antes, bajo el frío manto de la mañana, aterrizaba Zair, en Italia, un sitio que le causaba cierta amargura como delicias en la memoria, miró por todos lados como si estuviera esperando algo, o a alguien, cruzó una de las avenidas para llegar a la otra acera, sacó su móvil y esperó paciente los tres primeros timbres, hasta que una voz femenina al otro lado de la línea le respondió. —Ya estoy aquí —dijo con aire fresco. A su alrededor pasaban unas italianas que se lo comían con la mirada, después de todo, a ellas les encantaba tontear con los extranjeros, y Zair era un hombre apuesto. —Me temo que no podré ir por ti al aeropuerto —dijo su amiga. Estaba casi seguro de que en estos momentos escarpia haciendo un puchero que le haría conseguir lo que quisiera, un sucio juego que a ella le funcionaba con todos los hombres, menos con él. —No te preocupes, me hospedaré en un hotel —sugirió él, mirando la hora que marcaba su reloj de mano. Esperó un par de segu
BRENTTHace más de dos horas que Lynette llegó, me mostró el anillo que le gustó y luego se puso roja cuando se le salió decir, que le gustó porque le diamante verde, como ella le llama, que es más bien una esmeralda, le recordaba al color de mis ojos, al darse cuenta de lo que acababa de decir, cambio porque se trataba del color de ojos de mis hijos, lo cual es lo mismo, ya que los heredaron de mí. Algo que he descubierto de ella es que es una mujer extraña, leal, y cariñosa con los gemelos, cosa que agradezco, al principio, luego de que Fabricio me lanzará las cosas legales por las que ella podría apelar y hasta quitar, llegué a la conclusión de que no era esa clase de mujer. Estoy bajando las escaleras, cuando me llega una notificación de un correo, se trata de uno de los detectives privados que contraté para que la siguieran, pese a que se nota que no es una mujer que te pueda traicionar o apuñalarte por la espalda, tengo mis precauciones. En cuanto abro el correo, me quedo quie
LYNETTEMe congelo de manera inmediata, en especial porque esta gente no parece ser lo que esperaba, en cuanto las palabras de Brent, brotan de su garganta deslizándose por sus labios como agua, sus rostros parecen distorsionarse de manera inusual, es como si ahora, miles de pares de ojos estuvieran solo sobre mí. Hay juicio en sus miradas, odio y hasta cierta repulsión con solo estar compartiendo el mismo aire conmigo. El padre de Brentt se marcha lanzándole dagas de fuego por los ojos, y él se queda estático, quiero ir con mis hijos, sin embargo, su padre les dice que se los lleven y él tira de mi brazo con cautela, volteo a verlo, abro la boca para cuestionarlo, no obstante, sus ojos van en dirección de un mujer hermosa, alta, de cabello castaño y ojos azules, quien va ataviada con un vestido entallado color rojo sangre, ligeros diamantes adornan la parte de su escote en forma de corazón, y no puedo evitar sentirme incluso un poco intimidada. Ella es mil veces más hermosa que yo,
LYNETTECuando miro a Brentt, me aparto instintivamente de Zair, recordando las cláusulas del trato y deseando que no vaya a malinterpretar esta situación. —Brentt —arguyo.Sus ojos se anclan en mí, me observa con estudiado recelo hasta que con la mirada comprendo que quiere que me coloque a su lado, trato de mantener la calma, aliso la falda de mi vestido y voy hacia él, en cuanto lo hago, rodea mi cintura baja con una mano atrayéndome hacia su cuerpo. La mejillas me arden y mi corazón no deja de latir con fuerza, es cuando me doy cuenta de que mi ataque de pánico ha llegado a su fin. —Él es Zair Kaegan, el doctor que me atendió después del parto —trato de explicar—. También un viejo amigo de mis años escolares. Me quedo en silencio un par de segundos antes de seguir con las presentaciones. —Zair, él es… —le miro y trago grueso—. Mi marido y padre de mis hijos, Brent White. La hostilidad que hay entre los dos es insaciable, si las miradas mataran, ellos ya estarían más que muert
LYNETTEMis mejillas arden cuando me doy cuenta de que estoy completamente desnuda ante el padre de mis hijos, quien me mira de arriba abajo sin ningúna expresión en su rostro, trato de pensar en qué piensa pero sinceramente agarro rápido la toalla y cubro mi cuerpo desnudo. —No hay nada interesante que ver —espeta de repente. Me muerdo el labio inferior, ¿quién se cree para decirme esas cosas? Intento pensar con claridad, aunque mi cuerpo sigue temblando ante la idea de que sea el segundo hombre en la vida que me ha visto desnuda. —¿Qué haces aquí? —aclaro mi garganta cuando recupero la voz. —Solo vine a informarte algo —su actitud cambia a una más hostil. Bajo la mirada, recordando que no estoy frente a cualquier hombre, sino, a uno que es el líder de una de las mafias más peligrosas que he investigado, hay en el mundo. —¿No puedes esperar a que me cambie? —pregunto con cautela. —No —es rotundo. Me le quedo viendo solo un par de segundos hasta que asiento lento. Él recarga s
BRENTTSEMANAS ANTES… Miro a toda la multitud de mafiosos que me alaban y me vitorean al ser proclamado como su nuevo Capo, desde pequeño me han criado así, desde a muy corta edad he sabido el destino que me esperaba, no porque mi padre me lo dijera y confirmara al ser mayor de edad, sino, porque siempre fui muy observador, me di cuenta de que así como respetaban a mi padre y lo alababan, bajaban la mirada cada que el pasaba e imponía miedo con solo su presencia silenciosa, algún día sería mi turno. Para esto le entrené tanto tiempo, para este día en el que ahora, como líder de la mafia italiana, podía manejarla a mi antojo, y una de las cosas que voy a hacer es derrocar a la orden, después de todo, así como se es líder por elección, soy desconfiado hasta de mi propia sombra, no solo se trata de estar en el radar de la pirámide y de ser el primer enemigo proclamado de la mafia rusa y turca, sino, que ahora mis hijos y Lynette, son como un enorme letrero de luces que en cualquier mom