LYNETTEMis mejillas arden cuando me doy cuenta de que estoy completamente desnuda ante el padre de mis hijos, quien me mira de arriba abajo sin ningúna expresión en su rostro, trato de pensar en qué piensa pero sinceramente agarro rápido la toalla y cubro mi cuerpo desnudo. —No hay nada interesante que ver —espeta de repente. Me muerdo el labio inferior, ¿quién se cree para decirme esas cosas? Intento pensar con claridad, aunque mi cuerpo sigue temblando ante la idea de que sea el segundo hombre en la vida que me ha visto desnuda. —¿Qué haces aquí? —aclaro mi garganta cuando recupero la voz. —Solo vine a informarte algo —su actitud cambia a una más hostil. Bajo la mirada, recordando que no estoy frente a cualquier hombre, sino, a uno que es el líder de una de las mafias más peligrosas que he investigado, hay en el mundo. —¿No puedes esperar a que me cambie? —pregunto con cautela. —No —es rotundo. Me le quedo viendo solo un par de segundos hasta que asiento lento. Él recarga s
BRENTTSEMANAS ANTES… Miro a toda la multitud de mafiosos que me alaban y me vitorean al ser proclamado como su nuevo Capo, desde pequeño me han criado así, desde a muy corta edad he sabido el destino que me esperaba, no porque mi padre me lo dijera y confirmara al ser mayor de edad, sino, porque siempre fui muy observador, me di cuenta de que así como respetaban a mi padre y lo alababan, bajaban la mirada cada que el pasaba e imponía miedo con solo su presencia silenciosa, algún día sería mi turno. Para esto le entrené tanto tiempo, para este día en el que ahora, como líder de la mafia italiana, podía manejarla a mi antojo, y una de las cosas que voy a hacer es derrocar a la orden, después de todo, así como se es líder por elección, soy desconfiado hasta de mi propia sombra, no solo se trata de estar en el radar de la pirámide y de ser el primer enemigo proclamado de la mafia rusa y turca, sino, que ahora mis hijos y Lynette, son como un enorme letrero de luces que en cualquier mom
BRENTTLa nana que cuida de mis hijos es una de las mujeres más letales y peligrosas de la mafia italiana, es a lo que solemos llamar una Husall, una mujer que nació para asesinar, son entrenadas desde muy pequeñas para matar a todo aquel que se quiera acercar a la persona a la que son designadas, en este caso mis hijos, incluso dan su vida por ellos y no tienen permitido a morir en ninguna circunstancia, hasta que mantengan con vida a sus amos.Conocen mejor que nadie este mundo, su diario personal es el libro negro, donde están los nombres de todos los mafiosos de cualquier organización que tenga el perfil más asesino, los estudian para al crecer, si estos intentan matar a sus dueños, estar conscientes de sus habilidades y tomar ventaja si se presenta la ocasión de una batalla. Es por ello que le confío a mis hijos, ella sube a los bebés, dos hombres ayudan con el equipaje, hace dos horas que llegamos a la que será casa de ellos y de su madre por un tiempo. Le he mostrado a Lynette
LYNETTECuando entramos a la fiesta, mi mente no deja de dar vueltas a lo mismo, el que Brentt hubiera estado a punto de besarme, y que luego dijera el mismo nombre que susurraba cuando lo encontré teniendo un mal sueño aquella vez, hace que me dé un sinsabor en la boca, porque no me ve a mí, sino, a la tal Ariella, me pregunto quién es de su pasado, aunque la respuesta me lleva a lo mismo, y es que debe ser alguien demasiado importante, alguien que le sigue causando una herida, ya que al verme, pese a que sus ojos eran vacíos, había una fractura, un destello de dolor. Ahora que no deja de presentarme a personas, él evita mirarme, y cuando se digna a hacerlo, es para mostrarme ese mismo rostro en blanco y sin emociones que me regala cada que se da cuenta de mi existencia, el único momento en el que lo he visto con ojos llenos de amor incondicional, es al ver a nuestros hijos. —Tienes una esposa muy hermosa —arguye un anciano que no deja de mirar mis pechos, lo que hace que me aferre
LYNETTEClavo las uñas sobre el cuero del sofá, encendí las luces para que de esa forma pudiera reconocer el sitio, se trata de una biblioteca, una en la que todos los libros parecen ser más viejos que la construcción. Intento respirar hondo, hago un conteo mental de los daños, de cada cosa hasta que por fin, logro tranquilizarme. Los latidos de mi corazón se estabilizan y me parece que todo vuelve a la normalidad. Me pongo de pie, las piernas ya me reaccionan, camino de un lado y ahora comienzo a pensar que debo de estar demente, bailé, no solo con el Capo de la mafia italiana, sino, que permití que me besara frente a todos quienes lo adoran. Debo estar mal de la cabeza, y ahora me ha encerrado aquí, sin razón alguna, ha pasado una hora y nadie se ha atrevido a venir, odio estar en un sitio donde no pueda tener toda la libertad que necesito. Pensar en el beso que nos dimos, tampoco me ayuda mucho, y es por ello que comienzo a ver los enormes tomos de libros que guardan ahí, dándome
LYNETTESon las dos de la mañana y dejo a mis hijos dormidos en el cunero, hace una hora que estuvieron inquietos, llorando, los alimenté, estoy a nada de volver a mi habitación y tratar de conciliar el sueño, cuando la puerta se abre de la nada, dándole paso a un Brentt con ojos como llamaradas. Me es imposible sostenerle la mirada, le indico en silencio que no hable por los gemelos, sus hombros se relajan. Pasa de largo junto a mí, imaginarlo con Yara sobre sus piernas, hace que sienta una punzada extraña en el pecho. Mientras me dirijo a la puerta, le miro de soslayo, acaricia a nuestros hijos y salgo abrazándome a mí misma, entro a la habitación, antes de que pueda cerrar, él me lo impide. —¿Puedo saber por qué te has ido? —me reclama. Él huele a perfume de mujer, es lo único que pienso. —Estaba cansada, tuve un ataque de… —Si te pido que te quedes en un lugar, lo haces y ya —espeta sin darme tiempo de decir algo más. Me quedo callada y él me sostiene la mirada, eso es lo qu
NARRADOR OMNISCIENTEBajo el cielo estrellado, la densa neblina a causa de la helada, cubre las calles en donde él se encuentra en su estudio, un cuarto cubierto de fotos de la familia White, añadiendo tres más a la colección, las fotos de Lynette Finn, y sus hijos, se añade junto a la lista con sus nombres completos. Piensa detenidamente en los pasos que está por tomar, no va a ser cosa sencilla, pero sabe que es la única manera de hacerlo, quisiera que fuera de otro modo, uno en donde nadie salga lastimado, pero sabe que cuando se trata de una guerra entre mafias, no perdonan, e incluso si se trata de que la sangre derramada venga de inocentes criaturas que tiene como único pecado, tener como padre al líder de una de las organizaciones más violentas de todos los tiempos. —Falta poco —se dice a sí mismo bajo la luz de lámpara que hace que se le ensombrezca más el rostro. Clava su mirada en una foto en específico, una, donde está Lynette arrullando a sus dos pequeños, uno en cada br
LYNETTEHan pasado dos días desde el suceso con Brentt, no hemos cruzado una sola palabra, mucho mejor para mí, me hace regresar a la realidad y romper la burbuja rosa en la que me había metido yo sola, para concentrarme en la única cosa que me importa ahora; mis hijos. Es increíble cómo es que crecen tan rápido. Por otra parte, apenas y nos vemos o miramos, cuando se le ocurre la grandiosa idea de que comamos en la misma mesa, evita mirarme a toda costa como yo, de seguir así, no sé cuánto tiempo podrá aguantar todo esto antes de que explote y me mande lejos. Es solo por eso que no le he provocado y si pide que comamos juntos, que sonría ante algún invitado de su organización o que incluso me meta en el papel de esposa amorosa, lo hago. Solo por ellos, por nadie más. La organizadora no me ha llamado, me limito solo a pasar tiempo con mis hijos, a hablarle por teléfono a mi madre para que no sospeche de nada y siga creyendo en la mentira que le dije sobre deberle dinero a un jefe que