ZAIRGotas de sudor inundan mi cuerpo cuando despierto, mi respiración se corta casi al instante en el que abro los ojos, la misma pesadilla me persigue y no puedo hacer nada en contra de ello, la misma en la que Lynette aparece asesinada frente a mis ojos, sin que pueda hacer nada, mi pecho sube y baja, un subidón de adrenalina me recorre el cuerpo, mis músculos se aprisionan y trato de recordarme que nada de eso es real. Lynette vive feliz, con su marido, y yo… solo hice cosas de las que me arrepiento, ha pasado un año desde que mi vida dio un giro, desde que tuve que dejar ir a Rina y a ella, no es mi hija, y pese a ello, la quiero, porque la críe cuando Brentt no estuvo presente. Y ahora, no solo tuve que hacer eso, sino, hacerme a la idea de que ella es solo una amiga. Lo cierto es que tuve suerte de que aún me considere un amigo, después de todo lo que pasó con Elsa, la mafia italiana, nada de esto sería posible sin que ella me diera una nueva oportunidad, me cuesta creer que
ZAIRMe niego a hacerlo, no puedo, es que simplemente no puedo, la vida me está castigando por algo que hice en el pasado, lo sé, lo siento, y ahora, no solo me estaba devolviendo el golpe, sino, que me está dando mil razones por las que niego con la cabeza y rechazo todo. —No —digo sin pensar, llamando la atención de todos. —¿Qué? —pregunta el jefe con indignación. Me pongo de pie, no me importa lo que piensen de mí, pero me niego a trabajar con Aradia, aparte de que es un error descomunal, no serviríamos de mucho estando juntos, ella me odia tanto como yo quiero mantenerla alejada de mí. Siento que el aire se acumula en mis pulmones sin que pueda hacer nada para impedir que los aplaste. —Lo siento, puedo manejar todo, pero no quiero a esa agente en mi equipo —me explico, logrando recuperar mi voz. El jefe entrecierra los ojos, nadie sabe lo que pasó, solo María, y eso es porque una noche bebí demasiado y solté la lengua, pero eso es todo, le hice prometer que no le diría nada
ARADIALos ojos de mi mejor amigo Jean, lo dice todo, no está contento con esta decisión y pienso lo mismo, yo tampoco, pero son órdenes de nuestros mayores y las tenemos que acatar, así son las cosas, no es una decisión que me tenga brincando de felicidad, en especial porque se trata de regresar al mismo lugar del que escapé y me corrieron después, todo por la culpa de un idiota. —Sabes que aún podemos escapar —bromea moviendo las cejas arriba y abajo. Sonrío al tiempo que niego con la cabeza. —Ni hablar —bromeo. —Al menos lo intenté —se encoge de hombros. Cierro mi casillero, solo será temporal, no es permanente y se siente como si me estuvieran enviando al matadero, no puedo con ello, pero me tengo que callar porque amo mi trabajo, tampoco han sido muy específicos en el tema, solo sé lo que se debe saber, que es rescatar a la hija del presidente, pese a ser de urgencia, nos tomamos este trabajo en serio, no somos simples agentes del FBI, eso solo es una fachada, la verdad es q
ARADIAMe congelo con lo que María me confirma, si bien tenía la sospecha de que me lo encontraría de vez en cuando en el cuartel, no pensé en ningún momento que él sería el jefe de la misión, el capitán, y esto es culpa del directo, él nunca lo mencionó y ahora veo por qué, me aparto de ellos sin importar lo que me dicen, me muevo entre la gente con la necesidad emergente de tomar una larga y enorme bocanada de aire. Cuando por fin salgo, alguien tira de mi cuerpo de nuevo, temo que sea Zair, pero para mi buena suerte es Jean. —¿Piensas irte sin mí? —me pregunta levantando una ceja con incredulidad. —No —susurro y miro por encima de su hombro. María discute con Zair y este tiene toda la intención de venir hacia aquí, así que tenso el cuerpo y solo espero a que todo esto acabe. —Vamos —dice Jean levantando la mano para tomar un taxi. No lo pienso dos veces, tengo mucho que procesar, sé que aunque quisiera dejar esta misión, no podría, debido a que mis cosas ya están en el cuarte
ARADIADebo haber perdido la cabeza, no puedo creer lo que estoy haciendo, ni en mis sueños más locos pensé que llegaría un punto de mi vida en el que me dejara influenciar por él, Zair no solo me retó, sino, creyó que no era capaz de hacerlo, y quedar como una cobarde con él, jamás. Mientras camino por los pasillos que llevan directo a mi habitación, siento la imperiosa necesidad de salir corriendo y esconderme en alguna parte del mundo donde nadie me pueda encontrar, si Jean me viera en este momento, probablemente diría que no soy yo la que persona que está viendo, pero lo soy. —Joder —susurro.Algunos de los agentes me silban, me miran con ojos llenos de lasciva, y justo cuando llego a mi habitación, con la piel húmeda por el baño, estoy a nada de cerrar la puerta, cuando me empujan y cierran con pestillo. —¿Qué haces? —pregunto furiosa. —Lo mismo debería decirte a ti. —Hice lo que me pediste, ahora vete. Me doy la media vuelta con la intención de ponerme ropa, cuando me gira
ARADIAMe siento como una idiota, si bien no quería que esto fuera el inicio de alguna relación, tenía la esperanza de que se comportara como una persona madura, pero nadie elige a quien amar, y está claro que él nunca va a olvidar a Lynette, mucho menos dejará que alguien más se acerque a su corazón, solo está ella. En el trayecto a la selva, me doy cuenta de que estamos alejados de todo lo que consideraba mi lugar seguro, no solo por el hecho de que podemos morir, está la posibilidad, sino, porque si no nos matan los mercenarios, nos matamos nosotros. Mientras vamos en el avión, no voltea a verme para nada, es como si me hubiera convertido en un misero fantasma, quiero gritarle, pero eso nos dejaría mal parados delante de todos. —Nos preparamos, objetivo localizado a las seis —dice de repente. Aparto de mi mente todo pensamiento que no me deje ver con claridad, alisto mis cosas y cuando aterrizamos, comenzamos a caminar por la selva, mis compañeros van hasta adelante y a mí Zair
LYNETTE —¿Estás segura de qué no vas a tener mayor problema con pagar todo el dinero que le pediste prestado a tu jefe? La pregunta de mi madre me saca de mi ensimismamiento, si ella supiera lo que realmente está pasando, le da un infarto, por lo mismo, estos ocho y casi nueve meses, me he alejado de ella, al menos físicamente, porque seguimos manteniendo buena comunicación mediante llamadas y mensajes de texto. Le he hecho pasar dinero para que pague por sus estudios, procurando hablar con el doctor a distancia, para que me diga qué tal va mi madre. Admito que los pronósticos no pintan bien, aunque no pierdo la esperanza de que pronto exista un donante cercano, hemos esperado tanto en la lista, que conforme avanzamos, siento que vamos tocando un pedazo de cielo. —No te preocupes, todo va bien —miento, sintiendo como el remordimiento me golpea el rostro como una bofetada invisible. Mi madre guarda silencio, después de un par de segundos, escucho que suelta su suspiro lleno de
BRENTT—Es una mujer hermosa —insiste mi padre. No respondo, solo observo cada uno de sus movimientos, dejo pasar un par de segundos antes de que pueda romper la maldita burbuja en la que respira. —¿Para esto me has mandado llamar con urgencia? —enarco una ceja con incredulidad—. No tengo tiempo para esto. Mi padre tensa el cuerpo y carraspea antes de recargar su peso sobre el espaldar de su silla. —La conoces bien, aunque hace tiempo que no se ven debido a que te aferras a vivir en New York, como sabes, es momento de que deje mi puesto y se lo ceda a mi sucesor, tú, como mi único hijo, debes tomar el lugar como el nuevo Capo de la mafia italiana —dice con voz filosa—. La orden y la Cosa Nostra está de acuerdo que para hacerlo, debes estar casado, el tener a una buena mujer a tu lado, da confianza a tu organización, ya lo sabes. Las palabras de mi padre queman como el fuegos ardiente del infierno, no solo porque le importa nada mi existencia desde que tengo uso de razón, sino, po