BRENTT
—Es una mujer hermosa —insiste mi padre.
No respondo, solo observo cada uno de sus movimientos, dejo pasar un par de segundos antes de que pueda romper la m*****a burbuja en la que respira.
—¿Para esto me has mandado llamar con urgencia? —enarco una ceja con incredulidad—. No tengo tiempo para esto.
Mi padre tensa el cuerpo y carraspea antes de recargar su peso sobre el espaldar de su silla.
—La conoces bien, aunque hace tiempo que no se ven debido a que te aferras a vivir en New York, como sabes, es momento de que deje mi puesto y se lo ceda a mi sucesor, tú, como mi único hijo, debes tomar el lugar como el nuevo Capo de la mafia italiana —dice con voz filosa—. La orden y la Cosa Nostra está de acuerdo que para hacerlo, debes estar casado, el tener a una buena mujer a tu lado, da confianza a tu organización, ya lo sabes.
Las palabras de mi padre queman como el fuegos ardiente del infierno, no solo porque le importa nada mi existencia desde que tengo uso de razón, sino, porque él es el único que se ha encargado de recordarme el error que cometí hace dos años y que me ha dejado en esta m*****a silla de ruedas.
—Tienes que casarte con Yara Roman —sentencia.
Muevo el cuello con estrés.
—Te ves cansado y tengo trabajo que hacer, nos hablamos luego, padre —siseo por lo bajo.
Mi padre me lanza una mirada llena de desafío, uno que no pienso tomar, luego asiente y corta la videollamada. Le odio, solo lo veo como alguien con quien comparto la misma sangre, más no los mismos ideales. Enseguida me llega un correo con la invitación de mi padre, insiste tanto en que todo juegue a su favor el día que cumpla sesenta años, mismo día que tiene planeado anunciar mi compromiso.
El asunto es que mi padre jamás me conoció y nunca tuvo la intención de hacerlo, si tan solo se hubiera tomado un poco más en serio su papel de padre y menos del Capo, entendería e incluso anticiparía mis movimientos, como lo hice yo, tenía conocimiento de las intenciones que tiene conmigo, y es por ello, que hace un año me tomé la libertad de jugar el mismo juego que el Capo, pero con una ventaja que me coloca en el lugar en el que me encuentro.
Teniendo que contratar a una madre de alquiler que me diera el hijo que tanto deseo y que será mi único heredero, con eso cerraré la boca de los altos mandos de la organización, entre los cuales se encuentra mi propio padre. Siempre voy diez pasos adelante.
Me dispongo a girar las ruedas de la silla con la intención de salir de la oficina, cuando mi móvil comienza a sonar, uno que no debería a menos de que…
—¿Diga? —respondo con el corazón martilleando con fuerza.
—Brentt —la voz de Fabricio, mi abogado de confianza, hace que el ambiente se vuelva pesado—. Tengo noticias sobre tu mamá.
Frunzo el ceño, sigue haciendo la estúpida broma.
—No es mi madre —refuto.
—Pero si la de tu hijo —replica en un tono de burla.
—Tampoco, firmó un contrato, así que solo es un vientre para dar hijos y ya.
Entro al ascensor con la intención de salir de este jodido edificio que me consume gran parte del día.
—Como sea, solo quiero avisarte que al parecer tu hijo no tarda en nacer —responde con rapidez.
—¿Cómo está ella? —pregunto con impaciencia.
Fabricio me da un reporte diario de la salud de la mujer, aunque no me gusta meterme más a fondo en sus asuntos, otra razón por la que no tengo contacto alguno con ella más que llamadas a veces.
—Bien, su belleza ha aumentado desde que está cargando a tu hijo, algo me dice que ese niño será demasiado hermoso para ser real.
Me quedo en silencio un par de segundos.
—Mantenme informado.
—Lo hago, es mi trabajo.
No espera más, solo cuelga, hizo su trabajo, al principio dudé en sí, era una buena idea, aunque Fabricio me contó que era una mujer hermosa y que valdría la pena, es un mujeriego que tiene buen gusto por las mujeres, por ello confié en su buen gusto.
Mi padre quiere dirigir mi vida, bueno, yo le voy a demostrar que no puede manejarme a su antojo y que voy a tomar el puesto del Capo, a mi manera. Tengo el poder, esa mujer me dará un hijo que será no solo mi legado, sino, un príncipe de la mafia en un futuro.
LYNETTE Abro los ojos lentamente, esperando que todo haya sido más que una pesadilla, la boca la siento pastosa y me tomo el tiempo para respirar con profundidad, aclarar mis ideas, me incorporo, justo cuando la puerta se abre y entra el doctor. Quien resulta ser nada más y nada menos, que mi ex novio de preparatoria. —Lynette, nos volvemos a encontrar. Me quedo sin habla en cuanto veo a Zair, de pronto, me entra el remordimiento por lo que hice en el pasado y cómo actué, incluso no puedo sostener la mirada por mucho tiempo, la vergüenza y el desazón me invaden, me muerdo el labio inferior, moviendo mis manos con nerviosismo. —¿Te han dicho algo? —rompe el silencio que nos envuelve. Niego con la cabeza. —Cuando desperté solo dijeron que me asististe, al parecer había una toxina en mi sistema, pero me salvaste —mi corazón comienza a bombear a toda velocidad—. ¿Puedo ver a mi bebé? La enfermera y la doctora no me han querido decir mucho. Puedo notar cómo el cuerpo de Zair s
BRENTTLa cabeza me estalla, los nervios me corroen, pero toda duda se disipa cuando Fabricio entra a mi despacho con mi hijo en brazos, lo pensé muy bien antes de hacer esto, en primera porque es arriesgado y no quiero ponerlo en peligro, hemos corroborado toda la información, y al final, quise saber cómo era y la mujer que lo dio a luz. —Tardaste demasiado —le gruño. —No es cosa fácil, ya lo sabes, si de por sí, traer a una persona adulta lo es, con un bebé se corre más peligro. Dejo de lado todo lo que me dice cuando me lo entrega, es tan frágil y tan pequeño, que temo por un segundo romperlo en dos, aparto de su rostro la manta que lo cubre, y detallo sus facciones, mi bebé es rubio, lo cual sacó de su madre, y sus ojos son verdes, tal y como los míos, —¿El dinero se le ha transferido con éxito a la madre? —pregunto sin apartar la mirada de mi hijo, quien me tiene anonadado con lo perfecto que es. —Por supuesto, incluyendo el 50% adicional que demandaste ingresarle.Asiento s
LYNETTE DOS HORAS ANTES —Lo siento, señorita Finn, ha habido un error por parte de la aerolínea —me dice la recepcionista a cargo. —¿Entonces qué procede? —inquiero con cautela. La chica que debe ser menor que yo, y aparenta tener mucha experiencia, comienza a teclear con frenesí, sin apartar los ojos del monitor. Luego marca un número en el teléfono de la compañía y habla un par de cosas alejándose un metro de nosotros. Malek se inquieta entre mis brazos y tengo que comenzar a arrullarlo para que no llore, estornuda y poco a poco se queda dormido. —Listo, señorita, le hemos cambiado el vuelo uno atrás, pero el destino es el mismo. Eso me deja un poco más tranquila, firmo un par de documentos y me cambian el boleto, cuando termino, paso a la cafetería y mensajeo con mi madre, posteriormente le mando un mensaje a Daniela para informarle la causa de mi retraso, espero una hora hasta que el vuelo en el que iremos a Italia, comienza. La clase de segunda no es tan mala, he ahor
LYNETTE Un destello de emociones atacan mi vientre, me congelo al instante en el que aquel hombre de cabello castaño, con destellos rubios y ojos verdes, me dice aquellas palabras, por un segundo tardo en reaccionar, le miro, estoy segura de que es el mismo hombre que nos metió a mi bebé y a mí, en el baño del avión, cuando esos matones me atacaron, aún tengo la mejilla roja por la bofetada que recibí. —Gracias —logro articular. Noto que relaja el cuerpo, es como si hubiera estado a la defensiva, pero se ha dado cuenta de algo, cuando dirijo mi mirada en dirección de lo que atrapa la suya, me doy cuenta de que es hacia mi bebé. Lo que me hace apretujarlo contra mi pecho. —Se han equivocado de equipaje —habla sin darme tiempo de decirle lo mismo. —Sí. —Lynette Finn —dice mi nombre con un grosor en su voz que me eriza la piel, aunque su mirada permanece apacible. —Necesitamos hablar, ¿puedo pasar un momento? —inquiere con cautela. Mi primer instinto de supervivencia es de
LYNETTE —Uno de los grandes beneficios que tendrás, es que podrás estar cerca de los gemelos —finaliza con simpleza. Me congelo cuando Brent me cuenta sus planes, se quiere casar conmigo porque no está dispuesto a hacer lo que su padre le demanda, no me habla mucho de su empresa familiar, tampoco sobre su familia, hasta ahora, solo sé que tiene un padre, el abogado me hace leer las cláusulas den trato en caso de ser firmado por voluntad. —Mi cliente, el señor White, por hacerle este favor de comuna cuerdo, está dispuesto a dejar que permanezca en la vida de los gemelos, por el resto de sus vidas, es decir, podrán ir a visitarla a los Estados Unidos, pasarán vacaciones y veranos juntos, luego ellos tendrán que regresar a Italia, siempre sabrán que usted es su madre —añade Fabricio. No dejo de remover mis manos, sigo pensando que esto debe tratarse de una pesadilla, o de un mal rato. —Lo que me pide… no puedo, es decir… —Piénsalo —me interrumpe Brent—. Te estoy dando la opor
BRENTT Para cuando salgo de la ducha, son las dos de la mañana, hace mucho que no duermo en esta casa, la cual, está a mi nombre, una de las pocas propiedades que llegué a rescatar de mi madre, cuando obtuve la mayoría de edad. Ha estado tan fuera del mapa de la pirámide de la mafia, que es casi inexistente para ellos. Solo una persona sabe de ella, mi padre, el hombre que no ha dejado de intentar comunicarse conmigo, solo para molestar con lo mismo y con su cumpleaños. Me quedo con las palabras que me dijo Fabricio. “Ella no es una mujer de la mafia, se la van a comer viva” “Tu padre, la Orden y la Cosa Nostra, no la van a aceptar” “No le hagas eso a la pobre mujer, no juegues sucio, porque ella no es como las mujeres con las que te has aventado un polvo de una noche” Y la última, la que hace que me respire con dificultad. “Recuerda esto, madre por subrogación o no, es la verdadera madre de tus hijos, no es tanto una sustituta, esto es real, lo que intentas hacer” Me paso el
LYNETTEVer los documentos en persona y decirlo son dos cosas muy diferentes, en cuanto le dije a Brentt que aceptaba ser su esposa, tiró de mí y me llevó directamente a su despacho, donde solo tuvimos que esperar alrededor de cinco minutos para que Fabricio entrara por la puerta y nos diera los documentos. Él parecía estar ansioso por hacerlo, ya que sin leerlo ni nada, solo puso sus firmas, yo, por el contrario, traté de leer lo más que pude para evitar malos entendidos, al final, el carraspeo constante del abogado y las miradas asesinas del padre de mis hijos, terminé por firmar todo de mala gana. Y ahora estaba aquí, frente a ellos, escuchando lo que me tienen que decir con respecto a los temas y cláusulas del documento ya firmado. Son cosas tan banales y al mismo tiempo absurdas, como el que no pueda decir nada incoherente cuando estemos frente a sus amigos, socios y empresarios importantes. En pocas palabras, quieren una muñequita que se esté portando bien, de maravilla. —¿Ha
NARRADOR OMNISCIENTEHoras antes, bajo el frío manto de la mañana, aterrizaba Zair, en Italia, un sitio que le causaba cierta amargura como delicias en la memoria, miró por todos lados como si estuviera esperando algo, o a alguien, cruzó una de las avenidas para llegar a la otra acera, sacó su móvil y esperó paciente los tres primeros timbres, hasta que una voz femenina al otro lado de la línea le respondió. —Ya estoy aquí —dijo con aire fresco. A su alrededor pasaban unas italianas que se lo comían con la mirada, después de todo, a ellas les encantaba tontear con los extranjeros, y Zair era un hombre apuesto. —Me temo que no podré ir por ti al aeropuerto —dijo su amiga. Estaba casi seguro de que en estos momentos escarpia haciendo un puchero que le haría conseguir lo que quisiera, un sucio juego que a ella le funcionaba con todos los hombres, menos con él. —No te preocupes, me hospedaré en un hotel —sugirió él, mirando la hora que marcaba su reloj de mano. Esperó un par de segu