Al despertar está nuevamente en la casa Pierce. Me levanté rápidamente del sofá y empecé a caminar hacia la salida. —¿A dónde crees que vas? —la voz de Aleksander me detuvo. Me gire para verlo. —A casa. —respondí sin ganas. —No. —se acercó con mirada seria y pasos decididos. —¿Como qué no? Me voy. —me giré y puse una mano en la puerta, lista para abrirla. —Dije que no. —apoyó su mano, cerrando de un portazo. —Alek, quiero irme. —volví a intentar abrir la puerta, pero él no saco su mano. —Es peligrosos que salgas ahora. —podía sentir su respiración justo detrás de mí y su pecho casi pegado a mi espalda. —No tengo ganas de explicarle a la policía por qué esta tu cuerpo muerto tan cerca de mi propiedad. —¿A qué te refieres? —cuestione mientras lo volteaba a ver. —A que si te vas ahora esa cosa te va a matar. —apunto hacia el bosque. Me acerqué a una ventana y pude ver como una sombra de ojos rojos miraba fijamente a la casa. —¿Por qué no entra? —cuestione. —Pusimo
Evangeline Lumière.¿Cómo es que pase de ser considerada un pequeño fenómeno a una presa de un viejo brujo? Me he hecho esa misma pregunta durante los 20 minutos que el señor Pierce ah estado hablando.—Evangeline, ¿estas escuchándome? —cuestiono.—No. Me perdí, lo siento. —respondí un poco avergonzada.—Te estaba diciendo que de ahora en mas no podrás salir de la casa sin ninguno de nosotros. Si quieres salir deberás avisarnos y de ahora en mas recibirás accesoria de combate con Artemisa. —la chica dio un paso al frente.—Espero que no tengas dos pies izquierdos, suficiente tuve con Aleksander cuando era joven. —tenia los brazos cruzados y un semblante serio. Había dejado esa ropa formal y se puso una calza deportiva junto a un top para deporte, ambas osas negras.—Aleksander, ¿puedo hablar contigo? —pregunte casi sin abrir la boca.Él miro a su familia y salió de la habitación, lo seguí. Llegamos a la sala y le di un fuerte golpe en el pecho. No dijo nada, solo se quedo quieto, mirán
Evangeline Lumière. Ya había pasado una semana desde que los Pierce me tienen retenida en su casa por mi seguridad. Ya no sabia que hacer, entrené con Artemisa, estudie con el Sr. Pierce, cocine con la Sra. Pierce, e hice manualidades con el joven Pierce. Son muchos Pierce. Respecto a Aleksander no había hablado mucho con él, más que las cortas charlas antes de dormir. Charlas como "Buenas noches", "Me toca en la cama, tu al sofá" o cosas así. —¿A dónde vas? —Aleksander entro por la puerta y detuve mis pasos hacia el baño. —¿A darme una ducha? —lo mire con curiosidad. —Me toca, aléjate de ese baño. —me señalo y se apresuro a llegar a la puerta. —¿Qué? No, es mi turno. —me apresure a entrar. Ambos intentamos paso a la vez y terminamos en el suelo. —Ay, salte de encima, idiota. —lo intente empujar, pero solo se movió un poco.Lo mire y él ya me estaba viendo. —¿Y porque debería hacerlo? —pregunto burlón. —Porque me estas aplastando, idiota. —intente empujarlo, pero ni siquier
Mis sueños siempre han sido algo de lo que jamás pude sentirme orgullosa. En ellos no veía unicornios sobre ríos de chocolates o hadas en casas de jengibres, veía a personas que jamás en mi vida conocí. Todas ellas eran acompañadas con fechas, lugares e incluso, en algunas ocasiones, hasta el lugar. No fue hasta que conocí a tres de esas personas, con tan solo 8 años, que me di cuenta de este “don”. Tarde mucho en contárselo a mi madre, pero cuando lo hice, a mis 15 años, fue una de las mejores decisiones de mi vida. Ella m ayudo mucho con todo y me hizo el mayor favor que una madre le puede hacer a su hija; nos mudamos a tan solo una semana de que unas niñas de mi anterior escuela se enteraran de este secreto, obviamente fue por accidente. Ya era sumamente molesto que me llamen momia por mi piel pálida como para aguantar el apodo de “Brujita, la famosa y fea momia”. Ese apodo no tenía sentido honestamente, pero era fastidioso ver como se burlaban de mi dejando papel de baño en mi ca
Evangeline Lumière. —Hija... Hija... ¡Evangeline!— abrí los ojos asustada. —Al fin despiertas. Te estuve llamando por 15 minutos. —dijo mi madre mirándome por el retrovisor. —Ya llegamos. —anuncio. Mire por la ventana y me recibió un hermoso paisaje de un gran lago y detrás de el un hermoso bosque verde. Mire a mama y nos sonreímos mutuamente. Volví mi vista al paisaje y me asuste cuando un camión paso a rápida velocidad junto al auto. Mama y yo nos reímos cuando se nos pasó el susto. —Mama, —la llame aún medio dormida. —Volví a soñar con él. —le conté. —¿Otra vez? —cuestiono. Asentí. — Aun no entiendo porque sueñas con esa gente y aun no entiendo por qué no me dejas ver los dibujos de ese muchacho. —me reprocho. —Ya te lo dije mamá. —hable cansada. —Si te muestro sus dibujos tú serías capaz de ponerlo en todos lados hasta encontrar a alguien igual. Además, no es la gran cosa. —le reste importancia. —¿No es la gran cosa? —pregunto ofendida. —Sueñas con ese chico desde los
Evangeline Lumière. Mientras la clase pasaba no podia dejar de pensar en ese chico. Había algo en él que no podia sacarme de la cabeza. Al volver a casa subí a mi cuarto y comencé a rebuscar entre mis antiguos dibujos hasta que di con uno. Lo mire bien y casi lo dejo caer de la impresión. ¿Cómo no me di cuenta antes? Es él, pero más... Diferente. Su pelo en mi dibujo es más claro y sus ojos son más oscuros. No tiene ese piercing en la ceja ni ese tatuaje en el cuello. Por eso no lo reconocí. En mi retrato se veía más inocente, como un niño. El chico de hoy se veía más adulto, incluso como los motociclistas que estaban cerca de mi casa en Miami, pero no como este niño. —¿Hija? —mi madre paso por la puerta haciendo que el dibujo, y los demás que estaban con el, callera al suelo. —Te estuve llamando durante cinco minutos, ¿Qué pasa? —Si... Solo... —me agache para recoger las hojas. —Baja, tengo algo para ti. —salió de la habitación cerrando la puerta. Recogí todas
Evangeline Lumière. Hoy hacia bastante calor así que decidí ponerme algo cómodo para mi segundo día de escuela. Me puse un short de jean azul de tiro alto con una remera dos tallas más grandes de AC/DC negra con las letras en rojo. Me puse unas botas negras con plataforma y algunas pulseras. Tome mis cosas y baje a la cocina junto a mi madre. —¿Viste lo que paso? —pregunto asombrada. —No, ¿Que paso? —respondí mientras tomaba un sorbo de mi café. —Mira. —tomo el control y subió el volumen a la tele. "Les informamos que en esta madrugada se encontró a una estudiante de Nyx de 17 años en el borde del bosque cerca de la carretera. Aun no tenemos información sobre este caso, pero sabes que fue una muerte brutal y dolorosa para la víctima. Las autoridades aun no pudieron recuperar el cuerpo ya que está demasiado delicado y se corre riesgos de contaminar la evidencia." Un hombre se acercó a ella y le susurro en el oído. "Me acaban de informar que ahora hablara la oficial al man
Evangeline Lumière. Estaba caminan tranquilamente por una casa desconocida. Era totalmente blanca con muebles y suelos en colores oscuros, y alfombras blancas en el suelo. La casa atenía tres pisos. En la planta más alta solo había una habitación con las iniciales A.P escritas con negro sobre una puerta blanca. Baje un piso y allí había dos habitaciones. Las dos puertas tenían diferentes iniciales, dos con J.P, pero una de las puertas tenía otra inicial, A.H. Por último, en la planta de baja estaban la cocina, comedor, sala de estar y otro cuarto con las mismas iniciales, A.H y J.P. Revisé un poco más la casa y vi unas escaleras escondidas detrás de una pared. Comencé a bajar de apoco hasta llegar a un sótano bastante oscuro. Tente la pared con la mano hasta dar con el interruptor de la luz. Cuando el sótano se ilumino quede toralmente en shock. El lugar solo tenía una tenue luz y decorada con varios muebles negros. Miré bien esos muebles y abrí uno. Dentro solo había armas pun