Evangeline Lumière.
Hoy hacia bastante calor así que decidí ponerme algo cómodo para mi segundo día de escuela. Me puse un short de jean azul de tiro alto con una remera dos tallas más grandes de AC/DC negra con las letras en rojo. Me puse unas botas negras con plataforma y algunas pulseras. Tome mis cosas y baje a la cocina junto a mi madre.
—¿Viste lo que paso? —pregunto asombrada.
—No, ¿Que paso? —respondí mientras tomaba un sorbo de mi café.
—Mira. —tomo el control y subió el volumen a la tele.
"Les informamos que en esta madrugada se encontró a una estudiante de Nyx de 17 años en el borde del bosque cerca de la carretera. Aun no tenemos información sobre este caso, pero sabes que fue una muerte brutal y dolorosa para la víctima.
Las autoridades aun no pudieron recuperar el cuerpo ya que está demasiado delicado y se corre riesgos de contaminar la evidencia."
Un hombre se acercó a ella y le susurro en el oído.
"Me acaban de informar que ahora hablara la oficial al mando Annabelle.
—Gracias. Les pedimos que tengan cuidado al salir, sobre todo cuando están solos, y que mantengan la calma. Hasta que no se pueda sacar a la pobre chica de aquí la ruta 90 quedará totalmente bloqueada, cualquiera que pase por aquí o cerca será detenido inmediatamente. Bunas noches."
La periodista siguió hablando, pero el ruido del teléfono de mi madre me distrajo. Hablo un poco y luego colgó con un suspiro.
—¿Te vas? —cuestione. Ella asintió.
—Si, nos vemos en la noche. Te amo. —me dio un beso en la frente y salió por la puerta.
Me quede un poco más viendo la noticia, pero ya se me hacía tarde para ir a clases. Preparé todo y salí en el Jeep. La ruta 90 daba directamente con la escuela, pero como esta clausurada tome otra ruta más larga.
—Hola. —Lily se acercó a mi apenas estacione. —¡Qué bonito auto! ¿Te lo regalaron?
—Si, me lo dio mi madre ayer. —sonrió. —¿Viste las noticias? —cuestione.
—Si, ¿Sabes quién era la chica?
—No, pensé que talvez alguna de las dos sabría. —me encogí de hombros.
—Pregúntemele a Anna. —me tomo del brazo y me llevo rápidamente adentro.
Entramos a nuestra clase de Economía y vimos a Anna sentada sola. Lily se sentó junto a ella y yo en el asiento de detrás. Ambas la miramos. Ella suspiro y nos miró a las dos.
—Fue Jessica James. Estaba totalmente abierta en el abdomen y cabeza. Le faltaba el cerebro, corazón y los dos ojos. —Lily y yo pusimos cara de asco. Anna se acercó más y susurro: —Tengo fotos, ¿quieren ver?
—¡No!
—¡Si! —ambas respondimos a la vez. Anna saco su celular y me mostro las fotos mientras Lily y alejaba un poco. —Que asco...
La pobre chica estaba atada a una gran piedra con los miembros extendidos. En donde debería estar sus ojos solo hay dos cuencas oscuras y con sangre saliendo de ella, y eso no es lo peor, tenía un solo corte desde el cuello hasta el abdomen bajo, casi llegando a su hueso púbico. Sus órganos se habían salido de su cuerpo y estaba desparramados por el suelo. Es una imagen realmente traumatízate.
—Estaba viva cuando la mataron. —comento Anna. —Y es mentira, la encontraron anoche, pero no querían armar un escándalo.
—¿De verdad? —mi asombro era notorio.
—Disculpen, trio dorado, ¿Podrían prestar atención a la clase y dejar de hablar de lo que sea que están hablando? A no ser que lo quieran compartir con la clase. —el profesor de economía nos regañó.
—No, gracias, señor Eugin. —respondí dando mi mejor sonrisa falsa.
Él nos miró unos segundos y siguió con su clase. Las chicas se sentaron derechas y yo comencé a anotar apuntes en mi libreta.
Estaba tranquila anotando hasta que siento una bola de papel caer junto a mi mano. Miré a mi lado y vi a Aleksander intentando disimular. Rodee los ojos, patético.
Abrí el papel y leí lo que tenía dentro:
“¿Te gusta lo sangriento? Y yo que creí que serias una pelirroja aburrida del montón. Por cierto, tienes una variada biblioteca, podrías prestarme algún libro, digo, para reírme de tus novelas románticas.”
Lo mire y comencé a escribir en el mismo papel;
“¿Pelirroja aburrida del montón? Vaya, yo creía que era la única que habías conocido en tu vida, ahora sé que hubieron más con la lamentable suerte de conocerte. Y para tu información, en mi biblioteca solamente hay dos novelas románticas y en las dos estas tú, un idiota con todas las letras en mayúsculas.”
Le tire el papel y lo leyó. Me sonrió con arrogancia, pero no volvió a escribir nada más en toda la clase. Al finalizar salí rápidamente de allí para llegar a mi siguiente clase.
Estaba cambiando lo más normal hasta que me choque con alguien, otra vez. Miré arriba y vi a Joseph, se notaba nervioso y preocupada a la vez.
—¡Dios! Evangeline, cuanto lo siento. —se apresuró a ayudarme a pararme.
—Está bien, ¿Qué haces aquí? Pensé que ya no estudiabas. —me sacudí la ropa y le sonreí.
—Estoy intentado hacer prácticas para empezar a enseñar. —se rasco la nuca nervioso.
—Oh, eso es muy bueno. —mire la hora en mi reloj. —¡Mierda! Tengo que irme. Nos vemos luego. —salí corriendo hacia la siguiente clase. Pase todo el día bastante normal. Hasta que llego la noche.
Mi madre y yo preparamos todo para comer mientras discutíamos si ir o no al funeral de Jessica. Ambas ya nos habíamos cambiado, ella se quitó su uniforme y yo me puse mi piyama. Nos contamos lo que hicimos en el día y discutimos sobre un libro que ambas habíamos leído. Todo era normal hasta que decidimos ver las noticias después de comer y de haber acomodado todo.
Ya eran pasada de las 11 de la noche cuando vimos como la reportera de esta mañana aparecía en la tele y comenzaba a relatar las noticias de último momento. Otro asesinato... Igual de perturbador y sangriento que el primero o peor...
Evangeline Lumière. Estaba caminan tranquilamente por una casa desconocida. Era totalmente blanca con muebles y suelos en colores oscuros, y alfombras blancas en el suelo. La casa atenía tres pisos. En la planta más alta solo había una habitación con las iniciales A.P escritas con negro sobre una puerta blanca. Baje un piso y allí había dos habitaciones. Las dos puertas tenían diferentes iniciales, dos con J.P, pero una de las puertas tenía otra inicial, A.H. Por último, en la planta de baja estaban la cocina, comedor, sala de estar y otro cuarto con las mismas iniciales, A.H y J.P. Revisé un poco más la casa y vi unas escaleras escondidas detrás de una pared. Comencé a bajar de apoco hasta llegar a un sótano bastante oscuro. Tente la pared con la mano hasta dar con el interruptor de la luz. Cuando el sótano se ilumino quede toralmente en shock. El lugar solo tenía una tenue luz y decorada con varios muebles negros. Miré bien esos muebles y abrí uno. Dentro solo había armas pun
Evangeline Lumière. Cuando la policía llego mi madre me aparto y me dijo que me quedara con una de sus oficiales. Me hicieron muchas preguntas, pero no está ni la mia de consciente en ese momento. Las fotos que me mostro Anna eran poca cosa comparada con verlo en persona. El olor a muerto, las moscas parándose sobre la piel expuesta y ver el corazón moviéndose débilmente aun después de todo. Podia sentir el dolor desde donde estaba parada. Al igual que las otras estaba abiertas desde el cuello hasta el hueso pélvico, sin corazón ni ojos ni cerebro, con los órganos esparcidos sobre el piso y puesta sobre una gran roca. —Ve a la camioneta. —ordenó mi madre con calma. Asentí y me dirigí allí. Antes de subirme miré al frente y pude ver a Aleksander junto a más personas. Miré al hombre junto a él y lo reconocí, era el hombre con el que había soñado. Él me miro y luego se subió a su auto junto a los demás que estaban allí. —Sube. —la voz de mi madre me asusto.
Evangeline Lumière. Me encontraba corriendo por el bosque, intentando escapar de algo, pero no podia ver de qué. Llegué hasta un lago y allí me detuve. Mire hacia atrás y casi grite. La sombra estaba frente a mí, pero esta vez podia ver sus ojos. Lo mire fijamente. Sus ojos no tenían un color definido, varia desde el negro al rojo. Siempre me dijeron que los ojos son la vista al alma, él parecía no tenerla. Solo había odio y maldad en sus ojos, solo se podia ver la oscuridad que había dentro de ese ser, y por más que tratara de buscar un destello de luz, de piedad, no había nada. Rogar no serviría de nada, mucho menos huir. —Aléjate. —mi yo del sueño saco un cuchillo que tenía un brillo azul gris claro. —Un monstruo cazando a otro. —susurro. No podia verlo, pero sabía que sonreí. —El único monstruo eres tú, Dracul. —murmure con ira. —No. Tú lo eres. —de repente él me miro. No a mi yo del sueño, a mí. Es la primera vez que pasaba y eso me asusto. —¿No es así, monstr
Evangeline Lumière. Cuando entre a casa mi madre no me castigo como creía, solo me dio un abrazo y me dijo que fuera a mi cuarto hasta que esté la comida. No entendí el porqué del abrazo, pero obedecí. Entre a mi cuarto y allí estaba Joseph sentado en la cama. Al verme él se paró rápido y se acercó a mí. —¡Lu! ¿Estas bien? ¿Te paso algo? —me tomo de los hombros y me sacudió mientras revisaba que estuviera bien. —Estoy bien, Joe, tranquilo. —lo ájele un poco de mí. —¿Qué haces aquí? —Tu madre me llamo y me dijo que no estabas. Me preocupe mucho, Lu. —hizo puchero. —Está bien, estoy bien. —le sonreí para tranquilizarlo. Pase la próxima media hora intentando hacerle entender que estaba bien, aunque ni yo me lo creía. Pasamos casi todo lo que quedaba del día juntos, hasta que tuvo que irse. Por la noche, ya acostada, no podia dejar de pensar en esa cosa. Mientras miraba al techo no paraba de verlo en mi imaginación. Por más que lo intentaba no podia sacármelo de la cabeza, co
Aleksander Pierce. Desde que esa pelirroja y su madre llegaron a Nyx han ocurrido demasiadas muertes. Mis padres piensan que se vede a algo relacionado con ella, algo sobrenatural. Lo pude sentir cuando choqué contra ella en la escuela. Tenía un aura diferente al resto, diferente al humano. El aura humana es más nítida, casi invisible, incluso para nosotros. Sus auras tienen diferentes colores, magnitudes y texturas, son buenas o malas, nunca intermedias. Pero, la de ella, no es nítida, es tan fuerte que la puedes ver salir de su cuerpo. —Aleksander. —mi padre se paró en la puerta. —¿La llevaste a casa? —cuestionó. —Si. —respondí. —¿Seguro? —volvió a preguntar de manera más seria. No respondí. —Mañana te disculparas con ella por no llevarla a su casa. Te dije que la vigilara, no que la dejaras en medio de la calle. me regañó. —Estaba haciendo muchas preguntas, ¿qué querías que hiciera? —me defendí parándome de la cama. —Que las esquivaras, como siempre. Tienes viviendo m
Evangeline Lumière. De todas mis clases creo que solo comparto dos con Aleksander y una de ellas es Psicología y para mi mala suerte me toco hacer grupo con él. Lo mire desde mi asiento y él me sonrió de lado. Todos comenzaron a moverse de asientos, pero yo espere a que el viniera, no tenía ganas de moverme. Cuando se sentó a mi lado se apoyó en la mesa mientras me miraba. —Vaya, sí que tienes suerte de que te haya tocado conmigo. —dijo con arrogancia. —Mas bien tú tienes suerte de estar conmigo, acosador. —saqué un lápiz y comencé a copiar la consigna que estaba diciendo la profesora. —Muy bien, chicos, presten atención... —copie todo y luego lo mire. —¿En tu casa o en la mía? —cuestione. —Espérate, primero un cafecito, ¿no? —sonrió de lado. —¿Qué...? —pensé en lo que dije y comprendí. Me sonroje un poco y lo golpe en el hombro. —Me refería al trabajo, idiota. —Oye, no soy yo el que lo dijo. —levanto las manos en señal de rendición. —Ven a mi casa
Evangeline Lumière. Al céntranos a comer todos se dieron las manos y Aleksander, que lo tenía al lado, me tendió la de él. A mi otro costado estaba su madre. Tome ambas manos y espere que alguno rezara o lo que sea que estuvieran haciendo. —Immortalis Domine, da nobis misericordiam tuam et adiuva nos ut illos qui de manibus tuis fugerunt revertamur. Domine, nox sit et nostra. Amen. —de todo lo que dijo el Sr. Pierce solo entendí el “amen”. Todos comenzaron a comer con calma y en silencio. Si hay algo que me ponga muy nerviosa es que no allá nada de ruido durante la comida, y más con desconocidos. —¿En qué idioma hablo, Sr. Pierce? —me atreví a preguntar después de un rato. —latín, Evangeline. —respondió cortésmente. —Oh, ¿es complicado el latín, señor? —pregunte intentando crear una charla. Aleksander me dio un golpe por debajo de la mesa. Lo mire, pero él solo miraba su plato de comida. —No, Evangeline, es fácil una vez que sabes cómo estudiarlo. —¿A qué se refiere? —Cua
Evangeline Lumière. Frete a mi estaba viendo el acto más horrendo e inhumano que he visto en toda mi vida, un homicidio. La chica no hacía nada, no gritaba, no lloraba. Su rostro es completamente inexpresivo, como si estuviera muerta en vida o en trance. Quise irme, pero mis pies no me respondían y junté todas mis fuerzas para no gritar en ese mismo momento. Lo único que hice fue sacar mi celular y comenzar a grabar todo lo que estaba pasando. La chica estaba apoyada en una gran rosa, igual que las otra, mientras la Sombra estaba abriéndola y dejando que todos sus órganos cayeran al piso. Le saco el corazón y lo metió dentro de una canasta que tenía allí. Se elevo un poco en el aire y se dirigió hacia su cabeza. Con un cuchillo de caza abrió su cráneo y de allí saco su cerebro para luego arrancar sus ojos. Los tomo y los volvió a dejar en la canasta. En un movimiento de su mano la roca junto a la chica desapareció sin dejar rastro. Se arrodillo frente al lago y dejo la canasta