Mi nombre es Lena, Lena Rothschild; el segundo apellido no importa, me basta mencionar el primero.
Una joven a punto de cumplir su mayor sueño, tengo muchos retos por delante, el límite a la independencia, el punto en llegar a convertirme en mujer, lo que más ansío en esta vida es poder liberarme al fin del poder que ejercen mis padres sobre mí, como hija única en esta pequeña familia, debo sincerarme y contarles que soy una sobreprotegida, la hija prodiga de los Rothschild.
Me encuentro estudiando en una AHS, en mi último curso para posteriormente ingresar a la universidad, una vida ordinaria o común, no lo sé, solo me esfuerzo mucho para independizarme en mi primera oportunidad.
Mi padre, Alexander Rothschild, un general de la armada de Austria, pretende convertirme en una mujer abnegada, llevándome al límite intelectual, aunque él sabe a la perfección que hace mucho sueño con convertirme en la mejor repostera, un camino habitual para las mujeres, sí, pero en mi es distinto, quiero establecer una enorme cafetería en mi pueblo de origen Hallstatt Austria, un lugar ubicado en la costa oeste del lago Hallstatt, en la región montañosa de Austria, rodeada de casas alpinas del siglo XVI, y callejones con cafés y tiendas…
Y después porque no, un montón de franquicias alrededor de Austria; vaya, soñar no cuesta nada, pero a este paso mi sueño se torna lejano, espero pronto encontrar la salida.
Mi madre, bueno, creo que eso les puede causar curiosidad, pero no es una figura relevante, es la típica mujer que atiende a su esposo y se limita a llevar a cabo todos sus mandatos, como si…no lo sé, ni siquiera sé porque es así, nunca me he atrevido a preguntarle o si quiera contradecirla al respecto; Mia Gruber, mi madre.
En fin, tanto que contar, tanto que decir, y el mundo no para, sigue su curso sin piedad; y esta noche no es la excepción, mi padre tiene una cena de trabajo, las relaciones sociales han sido su mejor aliado para escalar rápidamente en la milicia.
A pesar de que somos un pueblo pequeño, no llegamos a conocernos entre todos y sobre todo por el exceso turístico por el que nos hemos visto envueltos en los últimos años, sin mencionar que en el trabajo de mi padre hay elementos de diferentes lugares, los cuales se mueven habitualmente por seguridad.
Domingo, 22 de febrero del año en curso.
Busco recetas para hacer el mejor pay de queso, mi favorito; en internet hay tantas opciones, todas parecen tan fáciles, pero debo encontrar la mejor para ser la mejor.
—Lena, espero que ya tengas listo el vestido que utilizarás esta noche, recuerda que es una cena importante, te presentaré a algunos contactos que podrían serte de ayuda cuando ingreses a la universidad—mi padre abrió la puerta de golpe haciendo que me sobresaltara en mi silla.
Aprieto los labios—sí, me pondré el vestido rojo que utilice la última v…
— ¡Lena!, no quiero tener esa discusión ahora, aún hay tiempo, puedes ir a comprarte otro vestido, uno que si sea decente por favor— cierra la puerta de golpe.
Sali a comprar un vestido nuevo, parece que el anterior es vulgar ante los ojos anticuados, la verdad ese vestido me encanta, un vestido largo de satín, color rojo, de tirantes y escote, que deja entre ver la belleza de mi cuerpo de pera.
Esta noche tengo que comportarme para conseguir el permiso que tanto he esperado para un curso de repostería.
Compre un vestido muy formal, liso, me llega justo a las rodillas, con mangas holgadas, cuello redondo, color beige, aun así, el vestido me favorece bastante, soy privilegiada por este cuerpo.
Llegue a casa a las 5pm, la cena es dentro de 3hrs; aún tengo bastante tiempo para arreglarme, me pongo el vestido y unas clásicas zapatillas negras, cepillo mi cabello corto y mi fleco, aunque no es completamente lacio, se acomoda perfectamente bien, utilizo un maquillaje discreto, pero aun así llamo bastante la atención con mis ojos azules que son muy grandes y estos labios carnosos color peache.
En menos tiempo del que me doy cuenta, ya se ha llegado la hora de la cena, no me gusta bajar temprano porque en realidad la puntualidad abunda por aquí, me gusta bajar justo cuando todos están por sentarse a la mesa, así parece que nadie presta atención a mí.
Bajo por las escaleras y comienzo a ver algunas caras familiares, algunos generales, jefes y sus esposas, la mayoría solo son adultos, muy pocos traen a sus hijos porque aún son muy jóvenes para estos eventos, yo no hace mucho empecé a ser incluida en este ambiente, por motivación de mi padre por supuesto.
A mitad de las escaleras se hace el llamado para sentarse a la mesa, todos comienzan a tomar sus lugares perfectamente designados con antelación, todos se mueven a su ritmo, pero un hombre joven se queda parado entre la multitud con sus manos en los bolsillos busca atrevidamente mi mirada, es alto, calculo que mide 1.85 o incluso 1.90, es la primera vez que lo veo, tal vez viene de cambio o es recluta, no lo sé, pero es guapísimo; rápidamente capta mi atención, no dejo de bajar escalones, pero abiertamente juzgo su apariencia, si él lo hace porque yo no.
Tiene más de veinte años sin duda, tiene el dorso fornido, unos brazos muy bien trabajados, una sonrisa coqueta que se extiende por unos labios delgados y grandes, su piel apiñonada se nota suave y tersa, y esa mirada, ojos negros resplandor en la obscuridad.
Termino de bajar las escaleras y él se acerca a mí.
— ¿La llevo a su lugar señorita? —esboza una sonrisa coqueta.
—No hace falta, se perfectamente cuál es mi lugar—mi segundo nombre es orgullo.
Asiente con una sonrisa más amplia, me siento en mi lugar que es a lado izquierdo de Alexander, porque a su lado derecho por supuesto, esta Mia; para fortuna mía, este chico se sienta a mi lado.
—Suerte que mi lugar esta junto a ti—se burla.
—Solo por esta noche—replico.
Durante la cena no dije ni una sola palabra, cuando al fin pude levantarme de la mesa me acerqué a calentarme un poco en la chimenea.
— ¿Vienes a menudo aquí? —el chico se acerca a mí con una copa de vino.
—Aquí vivo—lo sigo analizando sin pudor, el traje que lleva enmarca muy bien su cuerpo, se ve tan profesional y maduro, pero es coqueto muy coqueto.
—Te traje esto, te calentara un poco la garganta—me da la copa de vino.
— ¿Vino? —tomo la copa y me quedo viendo en su interior—mi padre no me deja tomar vino, no aun—le extiendo la copa de vuelta.
—Tu padre está ocupado, no se dará cuenta—me guiña un ojo—sé que te gustará.
Le sonrió como un cómplice y me tomo el vino sin pensar, en un segundo la copa está vacía y se la devuelvo en seguida.
— ¿Quién eres? —me muerdo el labio inferior con curiosidad.
—Bern—le da la copa a un mesero que va de paso.
— ¿Solo Bern?
—Bernhard—da un paso para acercarse más a mí, aun con los tacones es más alto que yo.
De pronto tengo muchas ganas de orinar, seguro que fue el vino, no debí tomarlo tan de prisa, procuro aguantarme las ganas porque quiero seguir charlando con Bern.
—Y, ¿de dónde vienes?, no te había visto por aquí—comienzo con el interrogatorio.
—Sabes, tengo que ir al baño, pero por lo que alcanzo a ver está ocupado, me puedes decir donde encuentro otro—me mira fijamente.
—Si claro, en el segundo piso a la derecha.
Bern se va, me siento en el sofá a contemplar el fuego, pierdo la noción del tiempo y el espacio, pero vuelve a mí la necesidad de orinar.
«Carajo, tengo que encontrar un baño. ¿Por qué el de la planta baja está ocupado?»
Voy a tocar la puerta y una chica responde que en efecto está ocupado.
Camino al segundo piso olvidando por completo que Bern está ahí. Al llegar abro la puerta muy de prisa sin percatarme de que Bern está dentro. Al entrar él se está subiendo los pantalones.
—Lo siento—el efecto del vino se me baja de inmediato y me apeno muchisimo con él.
—No te preocupes, pasa, ya terminé, solo me lavaré las manos—se termina de ajustar el pantalón y comienza a lavarse las manos.
Entrecierro la puerta y Bern termina de lavarse las manos. Aprovechándome del efecto del vino me lanzo a sus brazos y tomo su rostro dándole un beso arrebatado, el me rodea por mi cintura y corresponde mi beso, es exquisito, sus labios son perfectos, su boca sabe a cereza, me encanta.
—Nos vemos abajo—cierra la puerta y sale del baño.
Hago mis necesidades.
«¿Qué estoy haciendo?, carajo, si mi padre se entera de esto seguro me mata. Pero es que Bern, esta guapísimo, ¿Cómo puedo resistirme a este bombón?»
Bajo al primer piso y veo que Bern está conversando con Alexander, acto seguido él me llama, y algo extrañada me acerco a ellos.
—Ella es mi hija Lena—sonríe—te quiero presentar a Bernhard, es hijo de un viejo amigo y se acaba de incorporar a nuestros elementos—se dirige a mí.
Bern y yo nos damos la mano como si apenas nos conociéramos.
—Mucho gusto Bernhard—aprieto su mano.
—El gusto es mío señorita Lena—nos soltamos las manos lentamente.
—Lena quiero que mañana le muestres el pueblo a Bernhard, es nuevo y necesita orientarse.
—Claro, será un gusto, puedes pasarme tu contacto y nos ponemos de acuerdo para ultimar detalles- aprovecho la oferta de Alexander al máximo.
—Bueno, yo los dejo, tengo que seguir atendiendo a mis invitados, estas en tu casa Bernhard—Alexander le da una palmada en su hombro a Bern.
—Así que quiere más contacto conmigo señorita Lena—Bern me provoca.
— ¿Y por qué no? —le sigo el juego.
— ¿Tienes en dónde anotar? —se ríe.
—No. Dame tu teléfono y yo me agrego—le extiendo mi mano y me da su teléfono.
Anoto mi contacto en su teléfono: “Lena <3”.
Se lo devuelvo y al ver su pantalla se hecha a reír.
—Eres astuta. Me tengo que ir señorita Lena, un gusto conocerla—me da un beso en la mejilla, me guiña el ojo y se va.
—Un gusto Bern…—me quedo con las palabras entre mis labios.
En la habitación no quedan muchos invitados, pero conociéndolos seguro que amanecen aquí.
—Padre, me voy a dormir, buena noche—le doy un beso en la mejilla.
—Cierra bien tu habitación Lena—siempre me dice eso cuando terminan los eventos por seguridad.
Subo a mi habitación muy rápido y cierro de golpe mi puerta al entrar, esta oscuro, prendo la luz y Bern está sentado en la silla de mi escritorio.
— ¿Cómo entraste? —le hablo en voz baja.
—Me encanta escalar—se acerca a mí y quedamos frente a frente.
— ¿Cuánto mides? —no puedo evitar preguntar.
Se ríe—puedes averiguarlo en la cama, sin tacones y sin esto—comienza a bajarme el cierre del vestido, deslizando sus brazos por mi espalda.
Me quedo quieta, me pone muy nerviosa, mi corazón comienza a latir muy fuerte y me quedo viendo sus ojos coquetos.
Desliza mi vestido hacia abajo, me quito los tacones y quedo en ropa interior; es temporada de invierno y el frío me pone la piel chinita.
En silencio camino hacia delante haciendo que Bern retroceda hasta quedar sentado en el borde de mi cama.
—Ahora soy más alta que tú—mi respiración sube cada vez más.
Bern me sienta en sus piernas, me rodea, hago lo mismo, nos besamos arrebatadamente; le quito el saco y la camisa, hasta descubrir su dorso, sus brazos me excitan, por alguna razón lo hacen ver tan fuerte y varonil.
— ¿Está segura señorita Lena? —me dice Bern.
Tocan la puerta.—Lena, ¿ya duermes? —se escucha a Mia tras la puerta.Me levanto—me estoy poniendo el pijama—le respondo.Bern se ríe y comienza a desabrocharse el pantalón provocándome.—Recuerda cerrar bien tu puerta, descansa—se aleja de la puerta.—Hasta mañana—le respondo rápido para que se vaya en seguida.Cierro la puerta con seguro antes de que se me olvide.Bern me carga y me lleva a la cama de vuelta, me sienta y me besa el cuello deslizándose hasta mi pecho, donde se detiene y me ve a los ojos.—Date vuelta—me indica.Como una chica obediente me doy vuelta y en menos tiempo del calculado él ya me tiene en la orilla de la cama de perrito, me quita mi tanga, toma una de mis nalgas y saca su miembro frotándolo en mi vagina; me excita demasiado la forma en la que me provoca.«Vamos, quiero que lo hagas ya»Mis ojos se entrecierran por el calor del momento, y poco después Bern mete su pene en mi vagina, toma mis caderas y me embiste una y otra vez; gimo tan bajo como puedo, de
Durante la cena Alexander se dispuso a tratar temas de trabajo con Bern, el tiempo se pasó rápido, cuándo me percate, Bern se estaba marchando.Esperaba que mi padre conversara conmigo, pero no lo hizo, el ya daba el tema por sentado.«No hay forma de que hable con él y lo haga cambiar de opinión, se supone que yo no sé nada de esa conversación, además que ante los ojos de los demás, Bern y yo apenas nos conocemos, aún que no es así, no es así.» Subo a mi habitación de prisa, cierro la puerta con seguro, no veo nada por la oscuridad de la noche, enciendo la luz y veo a Bern recostado sobre mi cama.—No sé porque no me sorprende—murmuro entre risas.Se ríe de mí y le da unas palmadas a la cama indicándome que me acueste a su lado.—Len, tenemos que hablar seriamente—su voz ya lo suena.—Lo sé, escuche la conversación en el estudio…Hablamos de que Alexander no le concedió permiso alguno para salir conmigo, y de llevarle la contraria, podría terminar mal porque nuestros padres son viej
Terminé mi tarde con Marie, quien se marchó casi al anochecer. Ahora me pongo el pijama, reviso mi teléfono una vez más y Bern aún no se comunica conmigo. «Mierda, no se ha conectado desde en la mañana, y si Marie tiene razón, ¿Cómo era la vida de Bern? ...» Me voy a dormir. Miércoles 25 de febrero del año en curso. En la madrugada entre sueños escucho mi teléfono vibrar intensamente sobre la mesita, me enderezo y lo tomo de inmediato. Es una videollamada de Bern, presiono el botón verde y enciendo mi lampara. Bern son las 5 de la mañana—trato de abrir bien los ojos que se muestran incomodos por la luz. —Señorita Len, recuerde que soy militar, es una ofensa para mí que me diga esto—actúa. Me rio—eres un bobo, dime, ¿Qué es tan importante para llamar a esta hora? —Len, me estoy muriendo de frío—se ríe. Me levanto de la cama y me acerco a la puerta para abrir mi balcón, en seguida puedo ver a Bern sentado en mi balcón con un abrigo gigantesco, lo hago entrar lo más rápido pos
Al terminar de besarnos; Bern me lleva a la parte trasera del AHS, para simular que acabo de salir de clases.Sigilosamente voy a la entrada; Marie va saliendo y desde lejos me ve, corre directo hacia mí y yo trato de no llamar más la atención de la que ya está haciendo Marie.—Lena, ¿Qué haces aquí? —dice sin disimulo.—Marie, baja la voz—la regaño.—Ok, me voy contigo para que me cuentes todo—me dice entre murmureos.El chofer llega y nos lleva en seguida a casa. Para cuando llegamos, Mia tiene la comida lista, esta vez no podemos negarnos a comer con ella; en la mesa se siente un silencio perpetrador.— ¿Y el señor Alexander no nos acompaña? —Marie rompe con el silencio.—Tiene que trabajar fuera de casa la mayor parte del tiempo, ya lo sabes, le encanta perfeccionar su trabajo—Mia levanta la vista y se dirige a Marie— ¿y qué tal las clases?—Las clases normal, el tiempo se pasa volando, ¿no? —me apresuro a responder inconscientemente.Mi madre frunce el ceño y parece no comprender
Martes 3 de marzo del año en curso.Me despierto temprano para salir al AHS y hablar con Daniel, tiene buna pinta, tal vez el entienda como me siento. No desayuno en casa y salgo tan rápido como puedo para que no me detengan.«Sigo furiosa con Mia, no tenía que decirle a Bernhard, seguro que Alexander ni siquiera sabe eso.»—Buen día Daniel—me acomodo en el asiento de adelante por primera vez.— ¿A dónde te llevo? —se ríe.—Tengo la primera hora libre—bajo la mirada.—Se a donde llevarte—enciende el auto y salimos.Me lleva a la calle histórica y caminamos perdiéndonos entre turistas.—Me inspiras confianza Daniel—miro al frente.—Puedo escucharte ahora—me anima a hablar.— ¿Cómo terminas con algo que ni siquiera había empezado?—Alguien—puntualiza—es sencillo, mandas todo al carajo y sales de fiesta—me hace reír.—Lo digo en serio Daniel—aun así, no evito reírme.—Te ves mejor cuando sonríes—se detiene.Me paro frente a él y por primera vez puedo verlo; es un chico alto, delgado, tez
En el baño, retrocedo unos pasos hasta llegar a la bañera.— Perdón si te asuste— Bernhard se intenta acercar a mí.No digo nada y me siento sobre la bañera.— Len, la chica con la que me has visto es mi mejor amiga de la infancia, acaban de transferirla, es nueva no solo en el trabajo, también…— Le gustas Bernhard— lo interrumpo— no voy a competir por un hombre— puntualizo.Me levanto de inmediato y apoyada de expresiones corporales trato de explicarle a Bernhard antes de que tenga tiempo de responderme.— No hay que ser muy listo para saber que ella pidió que la transfirieran a esta base, además, eso de “mi mejor amiga de la infancia”, me suena a que en algún punto se enamoró de ti, se nota porque no se separa de ti.—Señorita Lena está celosa— se burla de mí.Me rio— te equivocas, no tengo porque estar celosa si no somos…mejor dicho, nunca fuimos nada— camino por el baño.Estoy desbordándome en orgullo, pero lo que pienso de la pelirroja es verdad y de hecho puedo comprobarlo, per
Lunes 7 de abril del año en curso.Despierto estirando los brazos de lo bien que dormí anoche, tengo que darme prisa para comenzar con el pie derecho este día que luce increíblemente fresco.Es temprano, apenas va a amanecer, voy a abrir mi balcón para admirar la belleza de los primeros rayos del sol que iluminan mi habitación; veo a Bernhard esperando con una rosa azul sobre su mano.—Si buscas a mi padre te sugiero que uses la puerta principal—menciono, sosteniendo las puertas entre mis manos.—Siento mucho lo que dije anoche, sé que ya no eres una niña y quedó claro. Espero que puedas aceptarla—.me ofrece la rosa.Termino de abrir las puertas y acepto la rosa—Descuida, tengo mejores cosas que hacer—entro a mi habitación y pongo la rosa en mi mesita.Nos quedamos en silencio, acomodo todo lo que necesito para irme a clases, como si Bernhard no estuviera en mi habitación.— ¿Me das cinco minutos de tu tiempo? —se sienta sobre mi cama.—Ok—me siento a una distancia considerable de él.
Charlamos un poco, hasta que es hora de ir a cenar a casa; para este momento Mia ya debió hablar con Alexander, seguro que su decisión no la harán saber durante la cena.Al llegar a casa mis padres le piden a Bern que pase al estudio a hablar a solas con ellos; los tres se encierran en el estudio, estoy tan nerviosa que ni siquiera me acerco a escuchar, en lugar de eso salgo a mi jardín, pronto veo a Daniel acercarse a mí de prisa y antes de que pueda huir de él, está frente a mis ojos.— ¿Podemos hablar?—Sí—titubeo un poco.—Comprendo que Marie te conto…—Así es—me apresuro a responder.—Lena, yo me enamoré de ti al conocerte, no cuando nos hicimos amigos; quiero que comprendas eso, que mi intención no es enamorarte, es cierto, me gustas y mucho, pero sé que tienes un amor que por fortuna puede ser correspondido pronto y yo respeto eso, por eso no creí necesario mencionar mis sentimientos; quiero que seamos amigos, no quiero perder mi amistad contigo.«Que alivio que sea así, al men