Las ojeras eran completamente visibles en su rostro, desde la distancia se podía apreciar que ella estaba totalmente cansada y que no había dormido lo suficiente. Natasha no había dormido más de una hora en toda la noche. Se había amanecido pintando su pequeño departamento y no se había percatado de la hora hasta que recibió una notificación del banco a las cinco de la mañana. Había intentado dormir más pero la preocupación de su estado bancario la había aterrado. Si perdía el empleo que acababa de conseguir, quedaría en quiebra y tendría que volver con su madre a aceptar casarse con un hombre desconocido solo para que su familia tuviera más estatus social.
Desde temprano había tenido que salir de su departamento, justamente una hora antes de su hora de entrada para poder tomar el subterráneo y llegar a tiempo. Había traído consigo el paraguas que le había prestado el hombre misterioso del restaurante. Con suerte lo podría ver y agradecerle lo que había hecho por ella.
— ¡Hey!— escuchó Natasha a unos cuantos metros de ella— ¡Natasha!— dijo la chica rubia frente a ella. Natasha observó por un momento el vestido rojo de Juliet y sonrió ampliamente cuando ella le extendió un pequeño pan y un café probablemente de la cafetería de la esquina— ¡Espero y te guste el café con leche, el pan está relleno de crema de avellanas! Tienes que engordar conmigo— dijo entre risas.
Natasha asintió entre risas y tomó el vaso de café y el pan entre sus manos. Miró por un momento a Juliet e hizo un pequeño puchero. No había tenido tiempo de desayunar esa mañana y Juliet había aparecido como un ángel frente a ella. La había conocido en el trabajo y a pesar de sólo tener unos cuantos días conociéndose eran totalmente cercanas.
—Eres un ángel, en verdad gracias— le dijo Natasha a Juliet.
— ¡Ay!— dijo Juliet al ver su celular— ¡Es febrero!— dijo con la voz completamente llena de ilusión, Natasha la miró y frunció levemente su ceño.
— ¿Se acerca tu cumpleaños?— preguntó Natasha, justo antes de meterse un bocado de pan en la boca y saborear el delicioso sabor a vainilla.
— ¿No te emociona febrero? Es decir, ¿No te has enamorado o algo por el estilo? ¡En febrero puedes oler el amor en el aire!— exclamó Juliet con una gran sonrisa en el rostro.
—Febrero es mercadotecnia, el amor es mercadotecnia para que gastes en regalos para tus parejas— dijo Natasha antes de volver a morder su pan pero esta vez tomando un poco de su café completamente dulce. Probablemente Juliet lo había pedido extra dulce.
—Estas equivocada— susurró Juliet mientras hacía un pequeño puchero y caminaba hacia la entrada del gran edificio. Natasha la siguió mientras mordisqueaba su pan de vainilla. El portero del edificio mantuvo la gran puerta de cristal abierta hasta que ellas entraron por completo en el edificio.
Natasha observó al recepcionista y buscó el lujoso paraguas en su mochila negra mientras se acercaba al mostrador de la recepción. El hombre vestido con un elegante traje negro la miro y le regaló una amplia sonrisa.
—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarla?
—Eh, ayer conocí a un hombre en un restaurante y me prestó su paraguas — comenzó a decir Natasha mientras colocaba el paraguas sobre el mostrador— él dijo que vendría a recogerlo aquí. Ni siquiera sé su nombre pero él dijo que vendría.
—Bueno, entonces… lo dejaré aquí y esperaré...— habló el hombre hasta que reconoció las iniciales “M.W”. Juliet también observó el paraguas sobre el mostrador y frunció al leer las conocidas iniciales. Todos en ese edificio habían visto ese paraguas, probablemente en cada lluvia.
Juliet quiso preguntarle por qué tenía ese paraguas tan conocido pero no pudo hablar. La boca se le llenó de celos y guardó silencio. Natasha miró al hombre y le regaló una pequeña sonrisa antes de alejarse y caminar hacia Juliet con una gran sonrisa.
— ¿Qué era eso?— preguntó la chica rubia mientras veía a Natasha. La morena suspiró y caminó hacia el elevador.
—Anoche tuve un mal día y un hombre me ayudó. Dijo que trabajaba cerca de aquí entonces dijo que podía venir por el y que solo lo dejara en la recepción. Fue extraño pero bueno.
— ¿Estas segura que no sabes con quien hablaste?— preguntó Juliet mientras tomaba un poco de su café dulce. Natasha observó la mirada de desaprobación que le estaba regalando la chica rubia.
— ¿Cometí un error?— preguntó Natasha, Juliet negó y la miró por un momento. Intentando leer cada una de las expresiones de la chica morena.
“Está mintiendo” pensó Juliet, no era posible que alguna persona en ese edificio no conociera el nombre de Milo Williams. Milo era un hombre que se hacía notar en cualquier lugar. Su cabello oscuro y sus ojos coquetos lo convertían en el centro de atención sin importar el lugar donde estuviera y su rostro se encontraba en muchas portadas de revistas de la ciudad. Era imposible que Natasha no conociera a un hombre tan apuesto como él.
Ambas salieron del elevador y entraron en la oficina. Juliet saludó a todos en la oficina, parecía que solía hacer eso todos los días y por ello tenía bastantes amigos. En cambio Natasha le sonrió levemente a algunos compañeros y se dirigió a su asiento.
Los murmullos eran cada vez más evidentes en la oficina, febrero había llegado y con ello había llegado la emoción, la esperanza y sobre todo el amor. Se podía notar que todos estaban completamente emocionados, pensando en las perfectas sorpresas que les podrían dar a sus parejas.
Todos en la oficina parecían mucho más preocupados por el regalo de sus parejas que por el mismo trabajo. Natasha se mantenía en silencio mientras comenzaba a escribir el reporte mensual, apenas llevaba unos días en el trabajo y necesitaba dar su mayor esfuerzo para continuar en ese lugar. Cada vez se daba cuenta que estaba encantada con todas las instalaciones y parecía que sus compañeros eran totalmente amigables y en especial totalmente obsesionados con el amor. El ambiente de la oficina era completamente dulce y empalagoso.
Natasha simplemente intentaba ignorar los comentarios de sus compañeros, entre chocolates, rosas y peluches se había perdido por completo. Miró una última vez la hoja del reporte y suspiró antes de comenzar a borrar todo.
— ¿Te enteraste?— preguntó Juliet mientras se lanzaba al asiento que se encontraba vacío al lado de Natasha— ¿Te unirás a los juegos de febrero?
— ¿Los juegos de febrero?— preguntó Natasha sin entender a lo que Juliet se estaba refiriendo.
—Cada año se hacen juegos en febrero con el fin de relajar un poco la carga del trabajo, muchas parejas han salido de esos juegos… solo tienes que meter tu nombre en una pequeña...ash como sea, te lo explicarán en la junta que harán, lo hacen cada mes. Te servirá a socializar un poco y hacer unos cuantos amigos en el trabajo.
— ¿Son juegos cursis para conseguir el amor?— preguntó Natasha.
—Febrero es el mes del amor ¡Del amor! no puedes huir de eso.
—No creo entrar, son absurdos esos juegos— susurró con temor de ser escuchada por más compañeros.
El reloj marcó las tres con quince minutos cuando tres lujosos autos de color negro se detuvieron justo frente a las puertas de cristal del lujoso edificio de “Corazón de diamante”. Unos cuantos camarógrafos se acercaron a toda prisa, intentando acercarse aunque fuera un poco al famoso empresario. Necesitaban una noticia exclusiva y no se irían hasta conseguirla.
Una mujer de cabello largo bajo de uno de los autos, se acomodó el lujoso vestido de diseñador y volteo hacia las cámaras que no dejaban de capturar su arrogante belleza. Tras de ella se abrió la puerta del tercer auto. Un hombre de cabello totalmente frondoso bajó y se arregló los lentes. Finalmente Milo Williams bajó del primer auto, luciendo su perfecto traje azul de diseñador, el elegante traje le había costado unos cuantos miles de dólares y en él se podía apreciar cada uno de esos dólares gastados. Sus pasos lucían caros bajo sus zapatos favoritos.
Aunque la sonrisa de Milo fuera totalmente cálida, su apariencia lo hacía ver totalmente arrogante y eso les encantaba a las mujeres de todo el país. Milo entró al edificio y su mirada se dirigió únicamente al paraguas sobre el mostrador. Soltó una pequeña sonrisa que borró al ver a la elegante mujer de vestido largo. La reunión de accionista se llevaría a cabo como cada tres meses y Milo tendría que aguantar la asquerosa personalidad de esa mujer.
–Un gusto volver a verla, señora.
–Llámame señorita, señorita– dijo la mujer mientras dibujaba una amplia sonrisa coqueta en su rostro. Por meses había intentado seducirlo pero nunca lo había logrado y nunca podría lograrlo porque Milo era lo bastante inteligente y selectivo para saber que esa mujer nunca podría congeniar con él. Sin contar los probables cuarenta años de diferencia de edad.
—Ya le he dicho que no me mire así— dijo él, intentando dibujar una sonrisa en su rostro— pasemos a la sala de juntas— dijo cuándo el último accionista se acercó a ellos.
Natasha despegó la mirada de su pantalla cuando escuchó a Juliet gritar su nombre una y otra vez desde la puerta de la oficina. La rubia corrió hacia ella y le mostró unas cuantas carpetas. Su rostro reflejaba la preocupación que tenía y Natasha le ponía los nervios de punta creer que ambas se habían metido en problemas.
—Hay una emergencia, necesito salir de emergencia. Mi hermana está en el hospital y necesito ir— comenzó a hablar Juliet, tan rápido que parecía que estaba tratando de imitar a un rapero famoso— lo que sucede es que me habían solicitado ser asistente en la reunión de inversionistas.
“Dios, no puede ser” pensó Natasha al darse cuenta lo que Juliet estaba intentando decirle. Pero sabía una cosa, no podría decirle que no. Tenía que quedar bien con todos en su trabajo, incluso si eso la terminaba metiendo en más trabajo.
— ¿Podrías suplementarme? Te daré lo que quieras… ¡Una bolsa de diseñador!
—Claro que no aceptaré eso— susurró Natasha antes de tomar cada una de las carpetas que la rubia cargaba en sus delgados brazos— sólo iré a la sala de juntas y entregaré esto. No tienes de que preocuparte, espero que tu hermana mejore.
—Gracias— dijo Juliet, justo antes de ver a Natasha salir de la oficina.
La sala de juntas estaba llena de miradas codiciosas y de personas hambrientas de más dinero. Milo esperaba en silencio a su asistente a cargo, llevaba cinco minutos de retraso y eso nunca sucedió. Algo no estaba bien y él comenzaba a inquietarse.
—Lamento la demora— se disculpó Milo— mi personal ha estado muy ocupado con la nueva colección “Rosazul”.
—Deberías de contratar mejores empleados, unos que sepan trabajar a buen ritmo y no hagan perder tiempo a la empresa— dijo el hombre que había bajado del último auto, Milo lo observó por un minuto y apretó los puños bajo la mesa. Odiaba que se metieran con sus empleados, sabía que sus empleados eran los mejores pero también sabía que eran humanos.
—Mis empleados trabajan bien, no necesito cambiar a mis empleados y tener que volver a empezar a confiar en ellos. Si te molesta puedes invertir en otro lugar— soltó Milo, regalándole una mirada de odio a Houston. El hombre que se había atrevido a hablar del personal aun sabiendo que Milo defendió con garras a su personal.
La tensión en la sala explotó, tanto que Leonor tuvo que tomar un poco de su copa de agua. Milo se acomodó el saco de vestir y volteo con discreción hacia la puerta. Rogando que Juliet entrara por esa puerta de cristal con el material necesario para poder iniciar su reunión. Su corazón dio un salto de sorpresa al ver encontrar a la mujer del restaurante en el radar de su mirada. Ella lo miró a través del cristal de la puerta y él con la cabeza le indicó que entrara.
“Igual de hermosa que ayer” pensó. Natasha intentó abrir la puerta pero las carpetas se lo impidieron por completo. Era tan pequeña que incluso unas carpetas le hacían la vida imposible. Milo se levantó de su asiento y cerró el saco de su traje antes de acercarse a la puerta y abrirla para ella. Natasha soltó un pequeño “Gracias” cuando entró a la sala de juntas. Su mirada pasó por las paredes negras y sobre todo, por los grandes cuadros de lujosos diseños de joyas.
— ¿Dónde está Juliet?— le preguntó él, segundos antes de retirarle las carpetas. Natasha lo miró y al verlo de cerca recordó al misterioso hombre que le había prestado el paraguas la noche anterior.
—Tuvo un problema familiar y tuve que venir en su lugar…
— ¿Estás nerviosa?— le susurró él al ver su pequeño labio bailarín. Por supuesto que ella estaba nerviosa, había conocido a su jefe una noche anterior y lo había llamado acosador y ahora probablemente él vigilaría cada uno de sus movimientos. Además él la mirada de una manera tan única que ella no podía entender si la odiaba o no — tranquila, solo cierra la cortina de la puerta.
Natasha asintió levemente y observó la cortina sobre la puerta de cristal. Se acercó para poder tomar la cortina y terminó levantándose de puntitas para poder tomarla. Milo la observó por un momento y se pasó la lengua por los labios para luego morderse los labios. Intentando ahogar una risa burlesca. Se acercó a ella y tomó un control blanco.
Natasha se tensó por completo al sentir la respiración de Milo sobre su nuca, volteó y lo encontró a escasos centímetros de ella, sosteniendo las carpetas con un brazo y con el otro extendiendo el control.
—Tranquila...—susurró— te lo dije ayer. No muerdo al menos que me lo pidas.
Milo siempre había sido reconocido por su única personalidad: Paciente, educado, amable y sobre todo coqueto. Desde pequeño le habían gustado los retos y la gran satisfacción que sentía cada vez que lograba vencer un reto. Este año su reto era completamente imposible pero no dejaría de luchar hasta que tuviera lo que tanto deseaba.—Solo tienes que encenderlas con el control— dijo Milo, antes de apretar el botón y verla a los ojos. Se alejó de ella unos cuantos centímetros y le extendió las carpetas— entrégalas, por favor.Natasha asintió y caminó hacia la mesa donde se encontraban los inversionistas, jefes de departamentos e incluso los diseñadores. Todos la miraban como si estuvieran tratando de descubrir su secreto. Milo se había acer
La tenue luz parpadeante iluminaba el pequeño departamento barato. Natasha llevaba horas tirada sobre el sofá de segunda mano que había conseguido a sólo cincuenta dólares en una tienda de segunda hace unos cuantos meses y apenas se lo habían entregado. A pesar que el sofá era duro y antiguo le funcionaba a la perfección para seguir llorando como lo había estado haciendo desde que había llegado del trabajo.Cada lágrima representaba un recuerdo y una palabra dolorosa que había recibido en su vida: ¡No podrás lograrlo!, debería darte vergüenza creer que podrás hacerlo, ríndete maldita inservible, ¿Crees que una mocosa como tú podrá lograrlo?, siempre lo arruinarás, recuerda que no sirves para nada, solo eres una huérfana más, mírate en un espejo y aprende tu lugar. Esas eran las palabras que siempre escuch&o
Todos en el edificio sentían la tensión y se mantenían en completo silencio. Milo estaba tan furioso que había perdido la cabeza por completo. Les había gritado a sus empleados y él nunca había perdido la cabeza a ese nivel como para mostrarse ante sus empleados de esa manera. La colecciónRosazulhabía sido robada a solo unos cuantos días de su lanzamiento. Los diseños, la publicidad y algunos diamantes habían desaparecido por completo de la empresa y del sistema. Como si nunca hubiesen existido.—¿Estás diciendo que hay un infiltrado, en verdad? ¿Un soplón o una soplona?— dijo Milo al mismo tiempo que se llevaba una mano al cuello y jalaba de su corbata negra. Estaba furioso, estresado y tenso. En tan solo unos días era el evento más importante del año y su empresa no tenía nada que presentar. Necesitaba e
No podía dejar de mover la pierna. Llevaba más de quince minutos moviendo la pierna de arriba hacia abajo sin cesar. Estaba completamente nerviosa mientras intentaba demostrar seguridad, estaba cansada y tal vez aterrada de estar sola en un edificio con dos hombres que literalmente solo conocía sus nombres y sus puestos dentro de la empresa.Natasha movía su pierna mientras observaba la pequeña luz tenue del edificio que iluminaba lo suficiente del pasillo para que este no estuviera en completa oscuridad. El refrescante aire entraba de manera ligera por la ventana que ella había abierto hace unas cuantas horas, la luna llena brillaba como nunca el oscuro cielo nocturno de la ciudad. El reloj marcaba las diez en punto y ella llevaba horas sentada en su lugar, únicamente se levantaba las veces que Milo le pedía buscar más papel para diseñar un nuevo boceto. A pesar de estar completamente cansada ella se esfor
7Con el primer flashazo de la cámara se inició la primera sesión fotográfica de la nueva colección llamada “Estúpido cupido”. Una colección basada en el amor negro, en la otra cara del colorido mes de Febrero. Una colección con la finalidad de demostrar que el amor no siempre era de color rosa.Cada una de las joyas eran magníficas con sus diseños únicos en elegancia y malicia. El collar era un perfecto conjunto de diamantes negros tallados a mano para conseguir una perfecta forma de corazón. Si Milo sabía algo del diseñador era que era uno de sus empleados y que no tomaría los derechos de esos magníficos diseños. Él no los había diseñado y no pensaba quedarse con el dinero de otra persona. Durante horas había creado de su empresa una cacería de artistas con el fin de encontrar a la
Milo había esperado que el estudio estuviera vacío para dedicarse a buscar el preciado collar de Natasha. Quería pedirle disculpas y no sabía cómo hacerlo. Había cometido un error al no haber confiado en su personal como solía hacerlo siempre. Paris se había aprovechado de la situación y había conseguido perfectamente lo que quería. El despido de Natasha.Creía que si lograba encontrar ese collar tan preciado para ella y conseguía que sus artesanos lo pudieran arreglar. Tal vez de ese modo podría tener la oportunidad de recibir su perdón. Se sentía mal por haberla juzgado porque ella lo había “juzgado”Estaba decidido a buscar el collar toda la noche si es que era necesario. Lo había buscado en cada uno de los rincones del lugar y no había podido encontrarlo. Lo había buscado en el suelo por horas hasta que su esp
9Natasha cerró la puerta tras de ella y se mordió los labios con fuerza antes de deslizarse por la puerta mientras lloraba. No había podido dormir en toda la noche y en cambio había estado buscando empleo toda la noche en el periódico de la ciudad. Esta mañana había salido a recorrer cada uno de los empleos que habían llamado su atención pero solo había podido conseguir empleo en una pequeña panadería que le pagaría la mitad de lo que Milo lo hacía.Se había mentalizado para estar lista en el trabajo justo antes de las tres de la mañana para poder limpiar y comenzar a hacer el pan desde temprano. Se seguía sintiendo herida por lo que había sucedido el día anterior pero mínimo había conseguido un trabajo que la ayudaría a no tener que regresar al infierno del que había huido.
10Todo estaba listo para la boda del año. Algunos de los invitados habían llegado con sus lujosas vestimentas llenas de hermosas pedrerías talladas a mano, todos parecían aportar elegantes piezas de los mejores diseñadores del momento.Algunas de las mujeres presentes se sostenían con orgullo de los brazos de los empresarios más adinerados de la ciudad y del país. Al igual que Paris no estaban ahí por amor, sino por dinero.Los empleados del lugar caminaban de un lado a otro mientras llevaban a cada uno de los invitados hasta sus mesas, cada cierto tiempo un auto de lujo llegaba a la entrada del castillo.A las 7:45 pm se detuvo en la entrada uno de los lujosos autos más conocidos de la ciudad. Un maserati quattroporte blanco conocido por ser conducido por Milo Williams. Un hombre vestido de traje negro corrió hacia la puerta y observó el auto