Milo siempre había sido reconocido por su única personalidad: Paciente, educado, amable y sobre todo coqueto. Desde pequeño le habían gustado los retos y la gran satisfacción que sentía cada vez que lograba vencer un reto. Este año su reto era completamente imposible pero no dejaría de luchar hasta que tuviera lo que tanto deseaba.
—Solo tienes que encenderlas con el control— dijo Milo, antes de apretar el botón y verla a los ojos. Se alejó de ella unos cuantos centímetros y le extendió las carpetas— entrégalas, por favor.
Natasha asintió y caminó hacia la mesa donde se encontraban los inversionistas, jefes de departamentos e incluso los diseñadores. Todos la miraban como si estuvieran tratando de descubrir su secreto. Milo se había acercado demasiado a ella, tanto que podrían creer que ambos se encontraban en una relación pero no era cierto y lo cierto es que ella estaba tan confundida como ellos.
Colocó cada una de las carpetas sobre la mesa y colocó la única carpeta dorada frente a su jefe. Levantó la mirada e intentó esconder la clara sorpresa en su rostro. Leonor la miraba fijamente y Natasha conocía a la perfección esa mirada. Por años había visto esa mirada, por años había tenido que aceptar su maldito destino. Lo único que pudo hacer fue bajar la mirada y acercarse al proyector para poder encenderlo. Por suerte de Milo, Natasha sabía hacer eso.
La reunión finalmente inició cuando Natasha le entregó a su atractivo jefe el control del proyector. Milo lucía tan seguro y orgulloso de lo que estaba haciendo, las diapositivas de la presentación pasaban una a una mientras veían los alucinantes diseños de la nueva colección. Natasha sabía que todo lo que estaba viendo era confidencial y no debía de hablar nada sobre lo que en esos momentos estaba viendo y mucho menos debía de hablar sobre su madre.
Siempre había sido la hija menos conocida, incluso ella podía asegurar que muchas personas no sabían de su existencia y lo podía comprobar con cada una de las personas que se encontraban en esa sala. Cada vez que intentaba mirar a su madre se encontraba con una mirada llena de odio.
Sabía que su madre estaba molesta con ella, había dicho que no se casaría con nadie y en verdad no quería hacerlo. No quería casarse con un hombre que no conocía.
Para Natasha la reunión duró mil años aunque solo fueron cuarenta minutos. Salió de la sala una vez que todos abandonaron el lugar. Caminó hacia su lugar pero se detuvo al encontrar a su madre en el pasillo, posiblemente la estaba esperando desde hace minutos.
—Mamá— la llamó Natasha.
—Cállate, no me digas así. Sabes que no soy tu madre— dijo Leonor. Natasha simplemente guardó silencio. No porque no supiera qué decir sino porque estaba intentando ahogar la amenaza de llanto que la estaba atacando. — renuncia.
— ¿Qué?— fue lo único que pudo decir ella. Leonor la miró como solía hacerlo cada vez que quería algo.
—Sabes lo que quiero, te casarás con ese hombre y nos darás el estatus social que necesitamos. Estás en deuda con nuestra familia, es lo mínimo que puedes hacer.
—No puedo renunciar a este empleo, acabo de conseguirlo…
—No pregunté si podías hacerlo, ¡te dije hazlo!— reclamó. Desde que Natasha tenía recuerdos recordaba a Leonor de esa forma. Gritando y exigiendo todo lo que ella había hecho por ella. Por ese motivo Natasha siempre había deseado huir de casa y el trabajo que había ganado con tanto esfuerzo era lo único que podía cubrir sus gastos. Si renunciaba tendría que regresar a casa y para ella regresar no era una opción.
—No puedo hacerlo, te lo he dicho.
— ¿No puedes renunciar?
—No, ¿Por qué tengo que renunciar a mis sueños solo por ti? no es mi problema si te avergüenzas por tener una hija que no tiene estudios… si recuerdas, tu no me los quisiste dar.
—¿Estás diciendo que fue mi culpa que no tuvieras estudios? ¡Eres una maldita agradecida!— dijo la mujer mayor en completo susurros para que nadie pudiera escuchar su discusión.
Natasha ahogó un chillido cuando su madre la tomó con fuerza del cabello y la obligó a verla. Ella intentó alejarse pero pudo sentir como Leonor intensificaba su agarre.
—Escúchame bien, te he dado todo. Es momento de que me devuelvas todo lo que he hecho para ti— dijo Leonor— ¿Sabes lo denigrante que es tener a una hija pobre que trabaja como secretaria? prefiero verte morir a que las personas conozcan este lado oscuro de mi vida. Recuerda que gracias a mi tienes una familia.
—Yo nunca tuve una familia— susurró Natasha para luego empujar a su madre y soltarse del doloroso agarre. Se limpió unas pequeñas lágrimas que se habían salido de su control y miró a su madre— ¿Por qué no puedes amarme como yo lo hago? Te amo madre…
—Renuncia— dijo la Leonor como respuesta. Natasha miró a la mujer y se prometió a ella misma nunca volver a decirle lo mucho que la amaba. Incluso si ella venía de rodillas pidiendo un “Te amo” ella nunca lo tendría.
Juliet ahogó un chillido cuando observó a Natasha caminar hacia ella con su cola de caballo totalmente destrozada por los jalones que le había dado su madre. Natasha se detuvo por un momento en el pasillo y rehízo su cola de cabello. Se limpió las lágrimas y continuó su camino. Juliet soltó un fuerte chillido cuando vio a Natasha caminar hacia ella. Se acercó a ella pretendiendo que no había escuchado nada de aquella conversación y la abrazó con fuerza.
— ¡Te estaba buscando por todos lados!— dijo Juliet.
— ¿No estabas en el hospital?— preguntó Natasha, intentando cubrir las marcas de llanto de su rostro.
—Mi hermana solo me hizo una broma. ¡Te juro que cuando la vea le cortaré el cuello! — Dijo mientras sostenía una navaja imaginaria e imaginaba cómo cortaba el cuello de su hermana— ¡Ash! que fastidio. Como sea— dijo antes de verla. — te estaba buscando porque necesitamos ir a la sala de conferencias. Tenemos que escoger a nuestro cupido este año.
—Maldita sea Juliet, te he dicho que no jugaré a eso.
— ¡Por favor!— dijo Juliet mientras jalaba a la castaña hacia el interior de la sala de conferencias. Los ojos de Natasha mostraron la completa sorpresa que tuvo al observar las paredes completamente llenas de decoraciones de San Valentín. Observó las imágenes de cupidos y las rosas en los asientos.
—Qué horror— fue lo único que pudo decir al ver tanta decoración.
Juliet volteo a verla por un momento y frunció el ceño al ver la clara expresión de asco en el rostro. Lo único que pudo pensar es que algo no estaba bien en ella, nadie en el mundo podría odiar al amor como ella claramente lo estaba reflejando. Se moría de curiosidad por saber el verdadero motivo de aquel rechazo al amor. Lo único en lo que podía pensar era que el trato de aquella mujer había repercutido en las emociones de Natasha.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de la rubia al observar los perfectos pectorales marcados bajo el traje de su jefe. Natasha miro el traje negro de su jefe y frunció el ceño al recordar que él usaba un lujoso traje azul.
—Por favor tomen asiento— pidió Milo una vez que tomó el micrófono. Natasha tomó la rosa de su asiento y se sentó. Justo a un lado de Juliet.
Natasha cerró los ojos frustrada al darse cuenta que todas se morían por estar con el jefe. Todas mantenían una perfecta postura, una perfecta sonrisa y sobre todo una perfecta actitud coqueta. En cambio ella recargaba todo su peso sobre el asiento y mantenía una mala postura que relajaba por completo su adolorida espalda.
La mirada de Milo se clavó en ella con la suficiente fuerza para hacerla sentir su mirada. Natasha volteo a verlo y se enderezó en su asiento. Juliet sonrió ampliamente y se acomodó el cabello al creer que la miraba a ella.
Milo miró a sus empleados y sonrió ampliamente. Natasha notó como de un momento a otro él se llenó de seguridad y liderazgo.
—Febrero ha llegado— dijo Milo— supongo que todos están completamente emocionados. Este año quiero comunicarles que participaré en los juegos de febrero. Así es, señoritas...estoy soltero. — dijo antes de recibir muchísimos chillidos por parte de sus empleadas. Natasha miró a Juliet y se mordisqueó el labio al notar lo mucho que ella deseaba tener a su jefe. — veo rostros nuevos— dijo él.
— ¡Ella es nueva!— gritó Juliet antes de tomar la mano de Natasha y levantarla. — ¡Por favor explíquele el juego!
Milo observó por un momento a Natasha y sonrió antes de llevarse el micrófono a los labios.
— ¿Qué tal si subes y te enseño cómo jugaremos todo el mes?— le dijo. Natasha lo miró al sentir las palabras de Milo totalmente personales. Se levantó de su asiento y caminó hacia él sin dejar de verlo ni un solo segundo. Milo se acomodó el saco de su traje y le regaló nuevamente una sonrisa totalmente coqueta.
—Estoy aquí— le dijo ella estar frente a él. Estaba nerviosa, claro que lo estaba. Había cometido muchos errores frente al CEO de la empresa y sabía que tenía que cuidar cada uno de sus movimientos para no terminar arruinándolo un poco más.
—¿Cuál es tu nombre?— preguntó Milo. Llevaba desde hace horas pensando en ella, queriendo conocer su nombre y ahora por fin tendría la oportunidad de conocer su nombre.
—Natasha— respondió ella.
—El juego es bastante sencillo. Solo tienes que poner tu nombre en la computadora y te arrojará un nombre. El nombre de la persona que aparezca será tu cupido durante este mes y tú serás el cupido de otra persona.
—Entonces...lo haré— dijo Natasha. Milo la observó sentarse en la computadora y se acercó a ella para poder ver quien sería su compañero. Mentalmente rogó para que ellos quedarán juntos. Natasha escribió su nombre en la computadora y seleccionó el botón de aceptar.
Milo observó la pantalla y suspiró antes de acercarse a ella y esconder su rostro tras el gran monitor de la computadora. Natasha retrocedió un poco y lo miró. Estaban tan cerca que la incomodaba demasiado. Natasha no lo podía notar pero Milo estaba rogando para que ellos estuvieran juntos, necesitaba conocer a profundidad a la mujer que estaba frente a ella. Lo deseaba más que a nada.
— ¡Le pido por favor que no coquetee conmigo!— dijo ella cuando Milo se acercó aún un poco más a ella para ver la pantalla. Milo se alejó un poco y la observó prácticamente huyendo. Dejando a Milo como un completo idiota frente a todos. Juliet miró a Milo con el rostro tenso y se sorprendió al darse cuenta que él parecía estar emparejado con ella.
“Maldita sea, él tiene que ser mi cupido” pensó Juliet antes de levantarse de su lugar y caminar hacia la salida. Natasha observó a Juliet por un momento.
—¡Lo he arruinado!— le dijo Natasha mientras se llevaba las manos a la cabeza. Juliet se acercó a ella y negó suavemente al ver el miedo y la desesperación en la mirada de Natasha.—Me correrá, ¿Cierto?
—Milo no es así...
—¡Si pierdo mi empleo tendré que regresar a casa porque no podré pagar mis gastos! No quiero regresar a cas...a— apenas pudo decir antes que su voz se quebrara. Juliet guardó silencio por un momento y recordó la manera en que Leonor la había tratado. Se acercó un poco a ella y negó nuevamente. No le importaba que apenas hubiera conocido a Natasha, no permitiría que ella volviera a un lugar donde la maltrataban de esa manera.
Las puertas del salón de conferencias se abrieron. Milo sostuvo las puertas y miró por un momento a Natasha para después soltar las puertas y acercarse a ella con tranquilidad. Ella lo miró y escaneó sus pasos elegantes llenos de arrogancia. Arrogancia que ella estaba inventando en su cabeza. Retrocedió un paso y tragó saliva antes de decidirse salir corriendo del lugar.
— ¿Por qué llora de nuevo?— preguntó Milo mientras la veía huir del lugar. Juliet miró a Milo y mordisqueó sus labios antes de acercarse.— ¿Le he faltado el respeto?— se preguntó a sí mismo mientras veía a Natasha correr hacia la salida. Se preguntó a sí mismo si debía seguirla pero no quería terminar hostigando más de lo que probablemente ya lo había hecho.
—Señor...
—Quiero que tomes su lugar— dijo Milo.— y ella tomará tu lugar.
—¿Perdón?— preguntó Juliet sin entender.
—Regresarás a la oficina y a partir de este momento Natasha se convertirá en mi secretaria personal.
—¡Pero jefe!
—Es una orden— dijo él antes de verla.— por favor colabore. Quiero saber si ella es apta para el trabajo— mintió. La verdad es que quería investigarla, quería saber porque lloraba con tanta facilidad y conocer todas las heridas que parecía tener. Si ella era la mujer que él creía que era, ella sería perfecta para él. Ella en verdad sería lo que tanto estaba buscando, una buena esposa.
Solo necesitaba conocerla, solo eso.
La tenue luz parpadeante iluminaba el pequeño departamento barato. Natasha llevaba horas tirada sobre el sofá de segunda mano que había conseguido a sólo cincuenta dólares en una tienda de segunda hace unos cuantos meses y apenas se lo habían entregado. A pesar que el sofá era duro y antiguo le funcionaba a la perfección para seguir llorando como lo había estado haciendo desde que había llegado del trabajo.Cada lágrima representaba un recuerdo y una palabra dolorosa que había recibido en su vida: ¡No podrás lograrlo!, debería darte vergüenza creer que podrás hacerlo, ríndete maldita inservible, ¿Crees que una mocosa como tú podrá lograrlo?, siempre lo arruinarás, recuerda que no sirves para nada, solo eres una huérfana más, mírate en un espejo y aprende tu lugar. Esas eran las palabras que siempre escuch&o
Todos en el edificio sentían la tensión y se mantenían en completo silencio. Milo estaba tan furioso que había perdido la cabeza por completo. Les había gritado a sus empleados y él nunca había perdido la cabeza a ese nivel como para mostrarse ante sus empleados de esa manera. La colecciónRosazulhabía sido robada a solo unos cuantos días de su lanzamiento. Los diseños, la publicidad y algunos diamantes habían desaparecido por completo de la empresa y del sistema. Como si nunca hubiesen existido.—¿Estás diciendo que hay un infiltrado, en verdad? ¿Un soplón o una soplona?— dijo Milo al mismo tiempo que se llevaba una mano al cuello y jalaba de su corbata negra. Estaba furioso, estresado y tenso. En tan solo unos días era el evento más importante del año y su empresa no tenía nada que presentar. Necesitaba e
No podía dejar de mover la pierna. Llevaba más de quince minutos moviendo la pierna de arriba hacia abajo sin cesar. Estaba completamente nerviosa mientras intentaba demostrar seguridad, estaba cansada y tal vez aterrada de estar sola en un edificio con dos hombres que literalmente solo conocía sus nombres y sus puestos dentro de la empresa.Natasha movía su pierna mientras observaba la pequeña luz tenue del edificio que iluminaba lo suficiente del pasillo para que este no estuviera en completa oscuridad. El refrescante aire entraba de manera ligera por la ventana que ella había abierto hace unas cuantas horas, la luna llena brillaba como nunca el oscuro cielo nocturno de la ciudad. El reloj marcaba las diez en punto y ella llevaba horas sentada en su lugar, únicamente se levantaba las veces que Milo le pedía buscar más papel para diseñar un nuevo boceto. A pesar de estar completamente cansada ella se esfor
7Con el primer flashazo de la cámara se inició la primera sesión fotográfica de la nueva colección llamada “Estúpido cupido”. Una colección basada en el amor negro, en la otra cara del colorido mes de Febrero. Una colección con la finalidad de demostrar que el amor no siempre era de color rosa.Cada una de las joyas eran magníficas con sus diseños únicos en elegancia y malicia. El collar era un perfecto conjunto de diamantes negros tallados a mano para conseguir una perfecta forma de corazón. Si Milo sabía algo del diseñador era que era uno de sus empleados y que no tomaría los derechos de esos magníficos diseños. Él no los había diseñado y no pensaba quedarse con el dinero de otra persona. Durante horas había creado de su empresa una cacería de artistas con el fin de encontrar a la
Milo había esperado que el estudio estuviera vacío para dedicarse a buscar el preciado collar de Natasha. Quería pedirle disculpas y no sabía cómo hacerlo. Había cometido un error al no haber confiado en su personal como solía hacerlo siempre. Paris se había aprovechado de la situación y había conseguido perfectamente lo que quería. El despido de Natasha.Creía que si lograba encontrar ese collar tan preciado para ella y conseguía que sus artesanos lo pudieran arreglar. Tal vez de ese modo podría tener la oportunidad de recibir su perdón. Se sentía mal por haberla juzgado porque ella lo había “juzgado”Estaba decidido a buscar el collar toda la noche si es que era necesario. Lo había buscado en cada uno de los rincones del lugar y no había podido encontrarlo. Lo había buscado en el suelo por horas hasta que su esp
9Natasha cerró la puerta tras de ella y se mordió los labios con fuerza antes de deslizarse por la puerta mientras lloraba. No había podido dormir en toda la noche y en cambio había estado buscando empleo toda la noche en el periódico de la ciudad. Esta mañana había salido a recorrer cada uno de los empleos que habían llamado su atención pero solo había podido conseguir empleo en una pequeña panadería que le pagaría la mitad de lo que Milo lo hacía.Se había mentalizado para estar lista en el trabajo justo antes de las tres de la mañana para poder limpiar y comenzar a hacer el pan desde temprano. Se seguía sintiendo herida por lo que había sucedido el día anterior pero mínimo había conseguido un trabajo que la ayudaría a no tener que regresar al infierno del que había huido.
10Todo estaba listo para la boda del año. Algunos de los invitados habían llegado con sus lujosas vestimentas llenas de hermosas pedrerías talladas a mano, todos parecían aportar elegantes piezas de los mejores diseñadores del momento.Algunas de las mujeres presentes se sostenían con orgullo de los brazos de los empresarios más adinerados de la ciudad y del país. Al igual que Paris no estaban ahí por amor, sino por dinero.Los empleados del lugar caminaban de un lado a otro mientras llevaban a cada uno de los invitados hasta sus mesas, cada cierto tiempo un auto de lujo llegaba a la entrada del castillo.A las 7:45 pm se detuvo en la entrada uno de los lujosos autos más conocidos de la ciudad. Un maserati quattroporte blanco conocido por ser conducido por Milo Williams. Un hombre vestido de traje negro corrió hacia la puerta y observó el auto
11Una pequeña oleada de aire recorrió el balcón, Milo observó los pequeños mechones danzantes de Natasha que se movían al ritmo del aire sobre su rostro enrojecido. La música nupcial se escuchaba al fondo, la boda había iniciado hace unos cuantos minutos y a pesar de ello ambos habían decidido quedarse en el pequeño balcón para poder disfrutar del aire fresco. A ninguno de los dos le importaba perderse la ceremonia e incluso la fiesta.Las marcas de llanto sobre el rostro de Natasha permanecían en ella y parecían no querer desaparecer con rapidez. Milo le había invitado a caminar por el jardín pero ella simplemente había contestado con un corto y seco “No”. Estaba confundido y su rostro lo demostraba. Por más que pensaba en lo que había sucedido no podía entenderlo, había visto a Natasha abrirse y cerrarse emocionalm