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Había un gran silencio en la oficina de Milo mientras Natasha bocetaba con tranquilidad, cambiando los diseños que los empleados de Milo habían diseñado para la colaboración. Algunos diseños los había cambiado por completo, desde el diseño hasta el material de elaboración.

Probablemente habían pasado unas cinco horas desde que ella había llegado a la oficina y ya se había hecho demasiado tarde. El sol se había ocultado y la luna iluminaba con orgullo la joven noche. Milo estaba tan cansado que prácticamente se había quedado dormido sobre su lujoso asiento.

—Necesito comer algo— susurró él, con los ojos cerrados mientras movía sus piernas de manera inquieta— vamos a cenar por un momento.

—Puedes ir a cenar si gustas, aún recuerdo como cerrar el edificio— contestó ella, levantando la mirada de los

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