Nos detuvimos en un bar de camino de vuelta al centro, necesitábamos analizar lo que apenas habíamos descubierto, era todo tan complicado como a la vez no.
-Que van a querer de tomar? .-preguntó la camarera.
-Yo voy a querer una copa de vino.-dijo Sebastián.
-Yo un whisky doble por favor.-respondí
La camarera no tardó en traer nuestras bebidas, era una chica muy hermosa de algunos veintitantos, con un pañuelo amarrado a su cabeza y un típico delantal de bar de carretera.
-Mira como te ve esa jovencita padre.-dije haciéndole notar que la chica tenía interés en el.
-Sabes que no es para mí.-respondió Sebastián tomando un sorbo de su vino.
-Perdone si me entrometo padre, pero no ha pensando en tener una familia? No se, una esposa que le quiera incondicionalmente unos pequeños que le den alegría a su vida, cosas como esas.
-No te mentire, al principio dudaba mucho, tenía todos esos deseos como cualquier mortal, pero luego que ves que tan corrompido está el mundo y te das cuenta que Dios te eligió para intentar arreglarlo, entonces ahí, ahí te das cuenta que tienes que sacrificar tu vida para que otros puedan vivir esa vida que propones.-Guau padre, sinceramente pensé que responderias algo más como : prefiero partir la cara a los malos.
-Eso también.-dijo sebastián mientras los dos reíamos.-Ahora te toca a ti. Por qué no simplemente pides refuerzos o declinas el caso a alguien más? No crees que las cosas se te están yendo de la mano?
-Se que te has dado cuenta y que por eso preguntas.-dije sosteniendo mi bebida y mirando al frente sin enfoque alguno.-Esto es personal para mi y tal vez no puedas entenderlo, tal vez lo veas como un acto egoísta, pero para mi es lo único que me queda.
-No necesito que me digas que es para saberlo.-interrumpió Sebastián poniendo su mano en mi hombro.-Por gente como tú es que luchó bajo el mando de Dios.
-Aunque sea ateo?
-Tu mas que nadie sabes que existe.
-Aun así creo que estamos condenados a ser engañados por alguien que solo nos ve como un escenario de entretenimiento no le hecho la culpa de mis problemas pero aun asi me parece injusto.
-¿Qué haremos para encontrar el lugar donde harán su hechizo? .-Pregunto evadiendo el tema.
-Si, justo en eso estaba pensando y ya lo tengo resuelto, solo necesitamos poner marcas catalizadoras de magia en puntos alejados, así sabremos cuando se acumule mucha magia.
-No esperaba menos de ti, asqueroso mago.
Nos levantamos del lugar y Sebastián pago las bebidas, me empezaba a agradar este tipo, nos subimos a mi moto y dimos rumbo al famoso Empire state, si acaso pasaba algo no importa que tan lejos sea mientras encuentre en la ciudad, de seguro que desde encima de esa torre te ibas a dar cuenta.
En la puerta del Empire state alrededor de las 7:15pm que fue cuando pudimos llegar, había un niño en llanto lo suficiente fuerte como para llegar a ser molesto, no pude notar porque lloraba, pero parecia la tipica del globo o se le había caído el helado, no pude evitar ir a consolarlo, ya que su madre me daba más pena que el niño, verla sofocada con rostro de quien había trabajado todas las horas del mundo sin descanso y cuando piensa darle un paseo a su hijo le pasa esto.
-Hola pequeñin. ¿por qué lloras? .-pregunté intentando tener una cara por lo menos agradable pero resultaba difícil cuando tenias cicatrices y no te habías afeitado en 3 días.
-No se preocupe señor, solo no pudimos subir, porque cerraron antes de que llegáramos.-dijo la señora también tratando de tener una cara amable.
Me agaché para estar a la altura del niño y puse mis manos abiertas delante suyo y luego las volví entre sí para así sacar unas flores de entre ellas, que luego obsequie a la señora intentando mejorar el día a ambos. El niño quedó asombrado mas no lo suficiente como para cesar por completo el llanto.
-Público difícil.-suspire mientras hacía una mueca graciosa.
Se escuchaba a Sebastián por detrás reirse. Repetí lo mismo con mis mano solo que esta vez en vez de flores hice aparecer palomas que salieron volando, el niño miraba asombrado y luego las palomas desaparecieron en el aire dejando destellos a su paso, el niño reía aplaudiendo como un espectador contento, la madre también había sido sorprendida.
-Muchas gracias señor.- dijo la madre mientras volteaba y marchaba.
-No te has pensado ser ese tipo de mago? .-dijo Sebastián tratando de burlarse aún más de mi persona.
-Lo haré sin pensarlo el dia que te veia detras de un púlpito predicando a los reos.-respondí y esto hizo que su cara se tornara un poco más seria.
Entramos en aquel edificio gracias a que los magos que pertenecemos a una orden teníamos una especie de placa parecida a la de un detective o más bien dicho igual a los ojos de un mortal. Llegar a la sima y presenciar la ciudad al atardecer era un regalo que necesitaba, me calmaba sentir la brisa, la noche y las miles de luces que hacían un hermoso paisaje urbano, aquí arriba se sentía mucho más la presencia de la magia en la naturaleza eran como chispazos en una llovizna que te hacía temblar el cuerpo, Sebastián también presenció unos minutos el paisaje, luego de tanta m****a este momento de paz se sentía bien, otra perfecta excusa para encender un cigarrillo, a este paso no iba a dejar este vicio en mucho tiempo.
-Bien, donde piensas poner lo que sea que dijiste.-Gruño interrumpiendo mi tranquilidad.
-Ya veras, solo dejame disfrutar un poco más.-respondí
a medio cigarrillo lo tome y lo arrastre en la barra del balcón para hacer un pequeño círculo con una H en el centro, la ceniza del cigarrillo no daba para más, pero era lo necesario, luego apague el cigarrillo con mi dedo pulgar y lo presione en el centro del círculo, ¨Alea iacta est¨ salió de mi boca, esto provocó que la ceniza recorría todo el palco pasando por toda la barra y luego desapareciera en el aire.
El aire estaba espeso, demasiado para mi gusto, se sentía como vibras a lo lejano impulsadas hacia mi cuerpo, eso no dejo de molestarme ni antes ni después de estar en la cima del edificio.
-Tu también lo sientes? .-Preguntó Sebastián a unos metros de distancia de mi moto.
-Si, al parecer nos están siguiendo.-dije- ¿Alguna maniobra que prefieras?
-Solo sígueme el paso
Giro 360 grados de sí mismo y alzó su mirada directo a la azotea de algún edificio,, de sus manos de pronto empezaron a materializarse dos 9mm, una dorada y otra plateada, distinguir su modelo no estaba entre mis peculiaridades, un arma siempre fue un objeto viable, pero yo siempre he sabido dar usos a otras cosas. Disparó tres veces con antelaciones de si acaso unos 5 segundo por disparo, moviendo ligeramente sus brazos, apenas se notaba el cambio de dirección, pude escuchar como cada bala chocaban entre sí deduciendo que eso le haría cambiar de dirección.
-Estas loco hay personas entre nosotros.- dije mientras echaba a correr persiguiendo al padre.
-¿Ves a alguien corriendo aparte de nosotros? .-gruño mientras permanecía disparando unos cuantos disparos más.
Entendí que solo yo podía ver tanto las armas como escuchar los disparos, a pesar de que la calle estaba poco transcurrida había personas que ni se inmutaron. Llegamos al edificio y Sebastián apaciguó su maratón, subiendo suavemente por las escaleras de incendios era un edificio de apenas 4-5 pisos de estos urbanos como los miles que hay en la ciudad.
En la azotea había manchas de sangre y detrás de uno de los depósitos de agua pudimos notar una sombra.
-Lo asesinaste?-grité alzando las manos contra mi pecho.-Creo que eso está penado en todas las reglas paganas o no paganas padre.
-No fui yo.-respondió señalando sus muslos donde al parecer habían recaídos los disparos.
Entre las piernas del cadáver caía una pequeña botellita que parecía ser cianuro por el olor y el efecto que había causado en este pobre desgraciado.
-Suicidio.-Señaló el padre antes de persignarse y besar su crucifijo.-El perdón lo obtendrás sólo si lo mereces, pero oro por ti porque haya conseguido la paz.
Deje que terminara su pequeña oración y procedí a registrarlo, en los bolsillos de su chatea estaba su billetera con su carnet de identidad, su permiso de conducir y algunas tarjetas que no moleste en saber que eran, en sus pantalones había algunos billetes arrugados y un paquete de cigarrillos el cual tome sin que mi preciado compañero notase, no quería escucharlo hablar sobre la moral y esas mierdas.
Pedí perdón al padre que fingió no ver nada y apuñale la muñeca del muerto para así dejar que cayera un poco de su sangre y luego de dibujar un círculo sobre su propio cuerpo, eso me ayudaría a saber quien carajos era ese tipo aunque ya me lo presentia. Efectivamente era una marioneta, alguien lo controla por algún enlace mental o pacto raro o hechizo de traición o lo que sea que haya sido. ultimamente habia muchas formas de controlar a una persona corriente, pero lo increíblemente sospechoso es que en esta ciudad precisamente no todos tenían tanto poder como para controlar una persona durante tanto tiempo como para seguir a alguien, tanto tiempo como para hacerlo subir a esta azotea y sobre todo parecia que la otra persona podía ver lo que este veía, la magia no era tan fácil. voltee su cuerpo y rasgué su camisa para dejar al mostrado su espalda, mis manos temblaron un poco y sentí como gotas de mi sudor se deslizaban por mi nuca, encontré una marca, pero no cualquier marca, encontre la marca que me había sido revelada cuando intente descifrar quien había puesto aquella visión en mi apartamento.
Encendí uno de los cigarros de la caja del difunto para tratar de calmar mi nerviosismo, ideas locas me daban vueltas en la cabeza, no se si habian mas ojos detrás de mi espalda, no podía actuar desprevenido, tengo una vida aparte de la mía de cual preocuparme, tambien podia ser algún tipo de trampa, dependiendo que Detective tomase el caso estaría en problemas o no. En la policía como en lo político debías tener cierto rango o astucia como para tener información sobre la magia, no estaba muy informado sobre cómo de repente le introducían toda esta información a alguien que vivió creyendo que solo eran cuentos de hadas.El detective Ferryl siempre iba pisandome los talones, alguien tan obstinado y increíblemente cauteloso, alguien que pensaba que la magia debería ser clausurada, no lo culpo la ve
Lo último que recordé de ese encuentro fue la gran explosión que hizo que perdiera el conocimiento, mi mala sensatez me había encerrado entre los barrotes de una cárcel, no era mundana eso significaba que había sido atrapado por el sindicato, todo el cuerpo me palpitaba empezando por mis brazos y mis muñecas, no habían curado mis heridas, ni siquiera las vendaron, el dolor significaba que si acaso llevaba horas atrapado.Solo dejaron en mi, mi viejo abrigo y mi ropa, retiraron de mi todo aparato con existencia mágica y me apretaron unas esposas anti magia que apenas me permitían girar los codos, revisé un pequeño bolsillo oculto en mi abrigo detrás del borde interior donde solo encontré la tarjeta de presentación de Sebastián y unas mentas, sentía la boca totalmente seca, tanto que m
Esa voz hizo que saltara de mi y a pesar de despertarme de pronto me sentía calmado, me sentía refugiado, no recordaba lo que había dicho, no recordaba ni siquiera que tipo de voz había escuchado, todo fue como esos sueños en los que despiertas con cierto sentimiento que recorría todo tu ser, pero no podías conciliar lo que habías soñado y te dejaba con la curiosidad entre los dientes.Al retirar mi abrigo de mi cabeza, vi como 2 hombres me observaban, no parecían magos, incluso ni del sindicato, pero lo que sí se veía era como introducían la llave para abrir la puerta.-Señor Ángel su presencia es requerida.-dijo quien portaba las llaves.-es hora de su juicio.Me sostuvieron y colocaron mis brazos sobre su
Nos dirigimos a la gran manzana a punta de velocidad, me di cuenta por el camino que no estábamos tan lejos como hubiese esperado, apenas nos habíamos alejado algunos kilómetros de la ciudad, aproveche los pocos minutos que me regalaba el destino de tranquilidad para levantar mi mano y sostenerla en el techo del auto, sentir como la brisa tiraba de ella con una agresiva sutileza hacía que todos mis pensamientos que daban vueltas, el dolor de mi brazo que no paraba de punzar y las quemaduras de mi otro brazo que ardían cada corto tiempo no me importase, pues estos pequeños minutos lo disfruté con un cigarro dentro del auto a pesar de las quejas del padre, la guerra acechaba y que seria de mi sin por lo menos darle una miradita a lo que nunca me importo. Aún nos quedaban algunos puntos donde esparcir el rastreador, por mi mente paso el breve pensamiento de armar un pequeño ej&eac
Desperté entre medio de unos contenedores de basura, sorprendentemente no había manchado para nada de mi atuendo, apenas había arrugado parte de él, es gracioso como mi yo borracho había colocado un hoja de cartón y preparado una cama lo bastante segura como para no ensuciarme, lo que no era gracioso es que me poseyera una resaca lo bastante molesta como para no solo dolerme la cabeza, sino también sentir mi estómago revuelto entre acidez y deshidratación; »pequeños precios a pagar», pensé hacia mis adentros, es hora de levantar este viejo esqueleto y ir a por un café o algo que engullir. Caminando por la ciudad con toda la pinta de alguien que había pasado una mala noche recordé el primer lugar donde me encontré con sebastián en la ciudad y me dirigí al café, a probar suerte de encontrarlo, no me moleste en f
¿Oscuridad? ¿Placer? ¿Amor? Nombres que daban respuesta a mi locura que poco a poco también se convertiría en mi propio sinónimo. Dudas y melancolía me acompañaban acostado en una camilla con vías y otros aparatos conectados a mi; Nada fuera de lo común, una vez más me había lastimado o mejor dicho me habían lastimado tratando de descubrir información con las personas equivocas, pero no todo se remonta ahí, creo que todo empezó al conocerla, todo empezó con la idolatría y la dependencia. Mi vida estaba llena de nombres que solo daban afán a lo que pude o no pude haber hecho, a las decenas o tal vez centenares de veces que me arrepentí de no hacer nada, pero quién era yo o quién era ella para estar sobre la ley, estos pensamientos siguen rematando mis deseos de olvidarme a mi mismo.<
Cuando llegué al edificio donde reside la Sede, las majestuosas puertas de lo que parecía una biblioteca o algún edificio monumental era mi obstáculo hacia mi superior. Al entrar se podía ver todo cubierto de madera, de esa antigua madera tallada a mano que escondían imperfecciones pero que tales la convertían en algo precioso y artesanal. El recibidor no era más que un amplio salón con un puesto de recepcionista al centro, este era rodeado por columnas y diferentes adornos que hacían de aquel lugar algo serio y cauteloso, por más que fuese una sede repleta de personas, se podía notar la calma y más que todo la organización de todos a su mando. Tuve que pasar por el a veces innecesario protocolo de seguridad antes de cruzar hacia los pasillos, se trataba de algo simple como los filtros de seguridad de un aeropuerto, pero aparte de quitarte lo superficial
Me desperté en mi vieja cama que por ninguna razón aparente se sentía más cómoda de lo habitual, pareciese como si no me recostara en ella hace semanas. Vivía en un estudio, en el 3er piso, era casi una ratonera, pero era conveniente ya que no estaba tan lejos del centro y para mi suerte el piso de arriba y el de debajo estaban libres, lo que mis experimentos o estudios a largas hora de la madrugada no molestaban a nadie.El edificio era muy viejo, habían pasado unas cuantas personas por este apartamento y eso era un poco molesto para un mago, ya que podíamos sentir todo tipo de cosas que por decirlas de una forma simple paranormales, cada lugar contaba una historia: maltrato intrafamiliar, mañas obscenas o cualquier otro tipo de personalidad y hechos de la persona que haya vivido aquí. Al principio es complicado porque por