Lo último que recordé de ese encuentro fue la gran explosión que hizo que perdiera el conocimiento, mi mala sensatez me había encerrado entre los barrotes de una cárcel, no era mundana eso significaba que había sido atrapado por el sindicato, todo el cuerpo me palpitaba empezando por mis brazos y mis muñecas, no habían curado mis heridas, ni siquiera las vendaron, el dolor significaba que si acaso llevaba horas atrapado.
Solo dejaron en mi, mi viejo abrigo y mi ropa, retiraron de mi todo aparato con existencia mágica y me apretaron unas esposas anti magia que apenas me permitían girar los codos, revisé un pequeño bolsillo oculto en mi abrigo detrás del borde interior donde solo encontré la tarjeta de presentación de Sebastián y unas mentas, sentía la boca totalmente seca, tanto que m
Esa voz hizo que saltara de mi y a pesar de despertarme de pronto me sentía calmado, me sentía refugiado, no recordaba lo que había dicho, no recordaba ni siquiera que tipo de voz había escuchado, todo fue como esos sueños en los que despiertas con cierto sentimiento que recorría todo tu ser, pero no podías conciliar lo que habías soñado y te dejaba con la curiosidad entre los dientes.Al retirar mi abrigo de mi cabeza, vi como 2 hombres me observaban, no parecían magos, incluso ni del sindicato, pero lo que sí se veía era como introducían la llave para abrir la puerta.-Señor Ángel su presencia es requerida.-dijo quien portaba las llaves.-es hora de su juicio.Me sostuvieron y colocaron mis brazos sobre su
Nos dirigimos a la gran manzana a punta de velocidad, me di cuenta por el camino que no estábamos tan lejos como hubiese esperado, apenas nos habíamos alejado algunos kilómetros de la ciudad, aproveche los pocos minutos que me regalaba el destino de tranquilidad para levantar mi mano y sostenerla en el techo del auto, sentir como la brisa tiraba de ella con una agresiva sutileza hacía que todos mis pensamientos que daban vueltas, el dolor de mi brazo que no paraba de punzar y las quemaduras de mi otro brazo que ardían cada corto tiempo no me importase, pues estos pequeños minutos lo disfruté con un cigarro dentro del auto a pesar de las quejas del padre, la guerra acechaba y que seria de mi sin por lo menos darle una miradita a lo que nunca me importo. Aún nos quedaban algunos puntos donde esparcir el rastreador, por mi mente paso el breve pensamiento de armar un pequeño ej&eac
Desperté entre medio de unos contenedores de basura, sorprendentemente no había manchado para nada de mi atuendo, apenas había arrugado parte de él, es gracioso como mi yo borracho había colocado un hoja de cartón y preparado una cama lo bastante segura como para no ensuciarme, lo que no era gracioso es que me poseyera una resaca lo bastante molesta como para no solo dolerme la cabeza, sino también sentir mi estómago revuelto entre acidez y deshidratación; »pequeños precios a pagar», pensé hacia mis adentros, es hora de levantar este viejo esqueleto y ir a por un café o algo que engullir. Caminando por la ciudad con toda la pinta de alguien que había pasado una mala noche recordé el primer lugar donde me encontré con sebastián en la ciudad y me dirigí al café, a probar suerte de encontrarlo, no me moleste en f
¿Oscuridad? ¿Placer? ¿Amor? Nombres que daban respuesta a mi locura que poco a poco también se convertiría en mi propio sinónimo. Dudas y melancolía me acompañaban acostado en una camilla con vías y otros aparatos conectados a mi; Nada fuera de lo común, una vez más me había lastimado o mejor dicho me habían lastimado tratando de descubrir información con las personas equivocas, pero no todo se remonta ahí, creo que todo empezó al conocerla, todo empezó con la idolatría y la dependencia. Mi vida estaba llena de nombres que solo daban afán a lo que pude o no pude haber hecho, a las decenas o tal vez centenares de veces que me arrepentí de no hacer nada, pero quién era yo o quién era ella para estar sobre la ley, estos pensamientos siguen rematando mis deseos de olvidarme a mi mismo.<
Cuando llegué al edificio donde reside la Sede, las majestuosas puertas de lo que parecía una biblioteca o algún edificio monumental era mi obstáculo hacia mi superior. Al entrar se podía ver todo cubierto de madera, de esa antigua madera tallada a mano que escondían imperfecciones pero que tales la convertían en algo precioso y artesanal. El recibidor no era más que un amplio salón con un puesto de recepcionista al centro, este era rodeado por columnas y diferentes adornos que hacían de aquel lugar algo serio y cauteloso, por más que fuese una sede repleta de personas, se podía notar la calma y más que todo la organización de todos a su mando. Tuve que pasar por el a veces innecesario protocolo de seguridad antes de cruzar hacia los pasillos, se trataba de algo simple como los filtros de seguridad de un aeropuerto, pero aparte de quitarte lo superficial
Me desperté en mi vieja cama que por ninguna razón aparente se sentía más cómoda de lo habitual, pareciese como si no me recostara en ella hace semanas. Vivía en un estudio, en el 3er piso, era casi una ratonera, pero era conveniente ya que no estaba tan lejos del centro y para mi suerte el piso de arriba y el de debajo estaban libres, lo que mis experimentos o estudios a largas hora de la madrugada no molestaban a nadie.El edificio era muy viejo, habían pasado unas cuantas personas por este apartamento y eso era un poco molesto para un mago, ya que podíamos sentir todo tipo de cosas que por decirlas de una forma simple paranormales, cada lugar contaba una historia: maltrato intrafamiliar, mañas obscenas o cualquier otro tipo de personalidad y hechos de la persona que haya vivido aquí. Al principio es complicado porque por
El bajo mundo no era más que un mercadillo que por decirlo así era totalmente ilegal, el sindicato ha tratado de cerrarlo durante algunos meses, pero el gobierno no cederá mientras no haya una prueba intachable de que se cometen delitos y era normal su posición ya que los impuestos que reciben de las ilegalidades eran altos. A simple vista no era más que unos callejones entre cruzados, lleno de lonas y locales donde comprar baratijas y segundas manos. Los desgraciados estaban muy listos cuando ocultarse se tratase, pero tampoco dejaban pasar ninguna oportunidad de venta, mientras el precio sea justo harían lo que fuese.Nos dirigimos donde uno de mis mejores amigos, Jack. Jack era alguien delgado, lleno de tatuajes y con cicatrices muy marcadas en el cuello que cubiertas de tinta más que verse interesantes eran algo repulsivo. Poseía una
Llegando a la esquina donde se había dirigido Sebastián escuché un disparo, así que corrí hacia la tienda y cuando abrí la puerta solo pude verlo sosteniendo el cuello de la camiseta de un gordo que no pasaba de los 50 y tan asqueroso como lo había imaginado. No mentiré ver a un padre sosteniendo una 9mm apuntando directo a la cara de un siervo me sorprendió, eso sí era amor hacia el prójimo. Vi cómo utilizaba lo que la mayoría de agentes de la iglesia poseía, coloquialmente lo conocíamos como *Confesión* un hechizo privado a todo que no sea de la iglesia, este te hacía desprender una luz azul parecida a lo divino que siempre muestran en películas o ilustraciones; esa luz de ¨paz¨ que esta vez parecía más como un de demonio devorando a su presa, pero bueno, el sabra como hace sus cosas. Tiro