El bajo mundo no era más que un mercadillo que por decirlo así era totalmente ilegal, el sindicato ha tratado de cerrarlo durante algunos meses, pero el gobierno no cederá mientras no haya una prueba intachable de que se cometen delitos y era normal su posición ya que los impuestos que reciben de las ilegalidades eran altos. A simple vista no era más que unos callejones entre cruzados, lleno de lonas y locales donde comprar baratijas y segundas manos. Los desgraciados estaban muy listos cuando ocultarse se tratase, pero tampoco dejaban pasar ninguna oportunidad de venta, mientras el precio sea justo harían lo que fuese.
Nos dirigimos donde uno de mis mejores amigos, Jack. Jack era alguien delgado, lleno de tatuajes y con cicatrices muy marcadas en el cuello que cubiertas de tinta más que verse interesantes eran algo repulsivo. Poseía una de las mejores tiendas de pociones y potenciadores, el infeliz usaba los experimentos fallido como tapadera y los llamaba licor casero. Era más famosa su tapadera que la tienda en sí; quien no quisiese dar un choque neurogénico con unos pequeños shots. Jack no era un hombre para nada de fiar, podría venderte dependiendo de su estado de ánimo y no se cortaba un pelo con absolutamente nada y no es que no sienta afecto por los demás, solo es su forma de ser.
Nos agachamos un poco para pasar por la entrada principal, el local estaba decorado al estilo japonés y solo contaba con la barra y taburetes alrededor, el local era tan pequeño que solo podrían caber algunas 5 personas como mucho.
-Sabandija! ¿estás aquí? .-dije mientras tocaba con mis puños la barra.
-Ya voy.-Se escuchó detrás de la puerta a las espaldas de la barra.
Salió de allí Jack con una máscara de soldadura, levantando tal durante su salida.
-Que sorpresa verte por aquí Ángel.-dijo como siempre sin tacto alguno.- Ya te cansaste de lloriquear por aquella chica?
-Aún no.-Conteste mientras preparaba una devuelta.- Y tu dejaste de mendigar entre las faldas de pobres viejitas?
-Sabes que no.-Dijo sin ningún tipo de vergüenza.-Algunos le gustan las altas, algunos son de negras y yo, yo soy mas de viejas, que por cierto deberías de ver el pedazo de mujer con la…
-Un poco de respeto.- Reclamo Sebastián.
-Disculpe, ni me había fijado en usted señor elegante.- dijo Jack.- ¿Cómo las prefiere usted?
-Es un padre.- dije intentando llamar a la razón.
-Y? Eso no significa que no les gusten las mujeres.-dijo Jack encogiendo los hombros y abriendo los brazos. O no tienen derecho a fijarse en las mujeres?
-Es justo lo que significa.- dije en voz baja intentando disimular la estupidez de mi amigo.
-Podríamos dejar esta estúpida conversación e ir directo a lo importante.- dijo Sebastián soltando un poco el cuello de su camisa.- Haz las preguntas rápido y marcharnos de esta m****a, cada minuto que perdemos es un minuto que ganan.
-Jack ya lo has oído, no quiero mareos ni mierdas raras.-dije apoyando mi codo en la barra y dirigí mis ojos a los suyos tratando de dar toda la apariencia seria que podía.- Dime todo lo que sepas de Thomas Smith.
-Thomas Smith, un nombre importante como para preguntar tan a la ligera.- dijo luego de soltar un suspiro y posar su mano sobre su cabeza.- Lo único que puedo decir con certeza es que vino hace unos días, intentando comprar todo tipo de armamentos y menesteres raro, casi nadie quiso venderle, sabes como es la gente aquí con los de la clase de tu compañero..
-Algún sitio en específico?.-pregunte
-Tripper Right, el asqueroso de la tienda de b****a al final de la esquina se anda revoloteando con un fajo de billetes, dudo que sea solo coincidencia.
Sebastián no perdió tiempo y salió primero que yo, sin siquiera despedirse, solo sostuvo mi hombro y marchó a lo que parecía ser una buena pista. Justo cuando me giraba para seguirle el paso Jack me sostuvo un momento.
-Ten cuidado con esa gente y aún más con quien andas, el tal Thomas no parecía comprar cosas para simples hechizos, las cosas giraban un poco para lo contrario a lo que vestía.
-¿Acaso estas hablando de demonios? Vamos jack, sabes lo último que te paso por experimentar con ese tipo de cosas.
-Si te lo digo es porque se de lo que hablo o que crees que no hubiese vendido tantas cosas como sean posibles solo porque el tipo llevaba puesta una sotana? Sabes que ese tipo de mierdas me da igual.
Termine de girar y salí por la puerta pero antes alce la mano y le dedique un pequeño hasta luego a Jack. Jack era un tipo sin suerte en esta vida, siempre fue engañado por el más estupido ladrón que le prometía riquezas y cosas estúpidas, aunque no es de juzgar ya que apenas entrando al mundo de la magia pueden engañarte fácilmente con estupideces imposibles.
Me acuerdo cuando le conocí, hace algunos 5-6 años si no me falla mucho la memoria, lo conocí en una pelea de bar, el tan idiota y sobretodo terco de jack, entró gritando a uno de los comensales del bar donde suelo pasar mis tiempos libres. Sostuvo del cuello de a quien parecía querer matar y lo arrojó fuertemente sobre una mesa, exclamando que lo había engañado y metiendole un collar con un dije peculiar por la boca, yo sabía que era ese dije, solo era un pequeño amuleto que advertía cuando algo malo va a pasar, se obtenía del sacrificio de cualquier animal asqueroso y repulsivo, hechizo que no valía la pena pues solo podía atinar cosas estupidas como un tropiezo, una caída si acaso algún incendio, pequeñeces sobre todo.
No pude evitar reírme al escucharlo gritar que por que no le daba la suerte que había prometido y que solo brillaba cuando se tropezaba que al parecer fueron muchas ya que cuando dijo eso mas comenzó a golpearlo con el dije.
-¿Acaso te provoca risa?.- dijo jack mirando amenazantemente y soltando a quien ya hace unos minutos estaba KO.- ¿Acaso mi desgracia te provoca risa?
-Lo que me provoca risa es lo estúpido que puede llegar a ser alguien.- dije mientras tomaba un sorbo de whisky.- La suerte no la encontrarás tan fácil, si no, cómo crees que estamos todos en este jodido bar, sin ofender Patrick.
Se acercó a mí y procedí a levantarme de mi taburete para plantarle cara no había tenido un día tan bueno como para dejar que alguien me empezase a insultar o creerse quien no es.
Jack fue quien lanzó el primer golpe cruzando así mis costillas, luego de sentir el dolor y perder una gran cantidad de aire aproveche para encajar un golpe directo a su barbilla, esto le hizo escupir sangre. Todo se debatía entre puñetazos y sillas rotas, era lo habitual en una simple pelea de bar, hasta que luego de un forcejeo mis ojos se llenaron de luz y pude ver el color de los demonios; ese color rojizo oscuro y manchado, mas que sangre parecían órganos y desechos carnales, una sensación que hizo que aprisa soltara a mi combatiente y lo arrojase al suelo, las yemas de mis dedos emitieron un aura que a simple vista parecían pequeñas llamaradas de fuego azul, el bar inmediatamente activó su sistema de seguridad anti magia, cerrandose asi cual caja fuerte y lleno el lugar de luces incandescentes de un tono violeta, esto pasaba para cuando habían civiles dentro del bar se limitaran a una realidad repetitiva dispuesta por el creador, esto sólo funcionaba si no habías visto magia, ya que luego de saber que es real y presenciar cualquier tipo encantamiento, el cerebro permite un nuevo archivo a tu cabeza que volvería inservible las luces, por eso el sistema de seguridad se activaba con cualquier feromona de magia en el aire.
-Maldito desquiciado que coño crees que haces? .- dijo Patrick sosteniendo una escopeta de calibre 12.- No permitiré que arrebates una vida por una simple pelea, puedes ser todo lo mago que quieras pero veremos cómo recibes un disparo.
-Está maldito! .-Grité en busca de que Patrick bajase el arma- Que prefieres que la bomba de tiempo explote o acabar con esto de una vez.
-Te repito no permitiré que lo mates.-dijo Patrick aun apuntando directo con su arma.
-Esa es tu solución asqueroso mago.-dijo tratando de ponerse de pie, pero Patrick lo detuvo dirigiendo el arma a él
-No lo matare.-dije mirando a Patrick.- le salvaré la vida.
-No necesito tu asquerosa ayuda, ahora los magos quieren ayudarme? .- dijo Jack mientras levantaba su manga y mostraba lo que a simple parecieran tatuajes.-luego de todas las míseras humillaciones que he recibido, ahora quieren tender la mano? A la m****a con todos ustedes.
Lo supe desde que empezó a subir su manga, no eran tatuajes, eran runas talladas en su cuerpo. Tuve que arriesgarme de inmediato o las cosas se tornaron mucho más feas de lo que ya estaban. Me acerque en consecuencia a su acto y escuche un disparo, pero no me detuvo para colocar mis dedos sobre sus sienes purificando por así decir su alma, pero esto se sentía más como que te quemaran vivo, el dolor se alteraba dependiendo que tan grande fuese la maldición, si este tipo hubiese salido fuera y lo hubiesen detectado, el Sindicato no hubiese parpadeado ni un segundo antes de crucificarlo.
Patrick solo había disparado en modo de advertencia hacia una zona vacía, por suerte para mi. Jack se desmayó del dolor y el sistema de seguridad apaciguo ante la ausencia de magia, tuve que cargarlo cual saco de papas e intentar llevarlo a una zona más segura, la maldición aún no había cedido.
-No me disculpare.-dijo Patrick bajando la escopeta.- Y no vuelvas a dudar en si no te dispararía porque la respuesta siempre será un sí.
Llegando a la esquina donde se había dirigido Sebastián escuché un disparo, así que corrí hacia la tienda y cuando abrí la puerta solo pude verlo sosteniendo el cuello de la camiseta de un gordo que no pasaba de los 50 y tan asqueroso como lo había imaginado. No mentiré ver a un padre sosteniendo una 9mm apuntando directo a la cara de un siervo me sorprendió, eso sí era amor hacia el prójimo. Vi cómo utilizaba lo que la mayoría de agentes de la iglesia poseía, coloquialmente lo conocíamos como *Confesión* un hechizo privado a todo que no sea de la iglesia, este te hacía desprender una luz azul parecida a lo divino que siempre muestran en películas o ilustraciones; esa luz de ¨paz¨ que esta vez parecía más como un de demonio devorando a su presa, pero bueno, el sabra como hace sus cosas. Tiro
Pase toda la noche repasando diferentes clases de hechizos de mis antiguos grimorios, me preparaba fuertemente para la batalla que me esperaba, luego de tanto café y cigarrillos puede llegar a la conclusión de que todo había sido una clase de advertencia o mejor dicho una amenaza directa, se sabía que estaba en el caso, no era tan difícil de averiguar que me encontraba apoyando a la iglesia , pero lo más importante debía rescatar a Marceline, no iba a perderla de nuevo sin hacer nada. Eran las 8:24AM, sentía el cuerpo hecho polvo, apenas dormí unas 2 o 3 horas como mucho, me estire levantando mis brazos y alargando el torso y luego de que empezó mi bostezo entrecruce los dedos y baje mis brazos por detrás de mi cabeza haciendo sonar los dedos, era una vieja manía que siempre hacía todas las mañanas y si acaso alguna tarde todo depende de lo que había hecho posteriormente.
Nos detuvimos en un bar de camino de vuelta al centro, necesitábamos analizar lo que apenas habíamos descubierto, era todo tan complicado como a la vez no.-Que van a querer de tomar? .-preguntó la camarera.-Yo voy a querer una copa de vino.-dijo Sebastián.-Yo un whisky doble por favor.-respondíLa camarera no tardó en traer nuestras bebidas, era una chica muy hermosa de algunos veintitantos, con un pañuelo amarrado a su cabeza y un típico delantal de bar de carretera.-Mira como te ve esa jovencita padre.-dije haciéndole notar que la chica tenía interés en el.-Sabes que no es para mí.-res
Encendí uno de los cigarros de la caja del difunto para tratar de calmar mi nerviosismo, ideas locas me daban vueltas en la cabeza, no se si habian mas ojos detrás de mi espalda, no podía actuar desprevenido, tengo una vida aparte de la mía de cual preocuparme, tambien podia ser algún tipo de trampa, dependiendo que Detective tomase el caso estaría en problemas o no. En la policía como en lo político debías tener cierto rango o astucia como para tener información sobre la magia, no estaba muy informado sobre cómo de repente le introducían toda esta información a alguien que vivió creyendo que solo eran cuentos de hadas.El detective Ferryl siempre iba pisandome los talones, alguien tan obstinado y increíblemente cauteloso, alguien que pensaba que la magia debería ser clausurada, no lo culpo la ve
Lo último que recordé de ese encuentro fue la gran explosión que hizo que perdiera el conocimiento, mi mala sensatez me había encerrado entre los barrotes de una cárcel, no era mundana eso significaba que había sido atrapado por el sindicato, todo el cuerpo me palpitaba empezando por mis brazos y mis muñecas, no habían curado mis heridas, ni siquiera las vendaron, el dolor significaba que si acaso llevaba horas atrapado.Solo dejaron en mi, mi viejo abrigo y mi ropa, retiraron de mi todo aparato con existencia mágica y me apretaron unas esposas anti magia que apenas me permitían girar los codos, revisé un pequeño bolsillo oculto en mi abrigo detrás del borde interior donde solo encontré la tarjeta de presentación de Sebastián y unas mentas, sentía la boca totalmente seca, tanto que m
Esa voz hizo que saltara de mi y a pesar de despertarme de pronto me sentía calmado, me sentía refugiado, no recordaba lo que había dicho, no recordaba ni siquiera que tipo de voz había escuchado, todo fue como esos sueños en los que despiertas con cierto sentimiento que recorría todo tu ser, pero no podías conciliar lo que habías soñado y te dejaba con la curiosidad entre los dientes.Al retirar mi abrigo de mi cabeza, vi como 2 hombres me observaban, no parecían magos, incluso ni del sindicato, pero lo que sí se veía era como introducían la llave para abrir la puerta.-Señor Ángel su presencia es requerida.-dijo quien portaba las llaves.-es hora de su juicio.Me sostuvieron y colocaron mis brazos sobre su
Nos dirigimos a la gran manzana a punta de velocidad, me di cuenta por el camino que no estábamos tan lejos como hubiese esperado, apenas nos habíamos alejado algunos kilómetros de la ciudad, aproveche los pocos minutos que me regalaba el destino de tranquilidad para levantar mi mano y sostenerla en el techo del auto, sentir como la brisa tiraba de ella con una agresiva sutileza hacía que todos mis pensamientos que daban vueltas, el dolor de mi brazo que no paraba de punzar y las quemaduras de mi otro brazo que ardían cada corto tiempo no me importase, pues estos pequeños minutos lo disfruté con un cigarro dentro del auto a pesar de las quejas del padre, la guerra acechaba y que seria de mi sin por lo menos darle una miradita a lo que nunca me importo. Aún nos quedaban algunos puntos donde esparcir el rastreador, por mi mente paso el breve pensamiento de armar un pequeño ej&eac
Desperté entre medio de unos contenedores de basura, sorprendentemente no había manchado para nada de mi atuendo, apenas había arrugado parte de él, es gracioso como mi yo borracho había colocado un hoja de cartón y preparado una cama lo bastante segura como para no ensuciarme, lo que no era gracioso es que me poseyera una resaca lo bastante molesta como para no solo dolerme la cabeza, sino también sentir mi estómago revuelto entre acidez y deshidratación; »pequeños precios a pagar», pensé hacia mis adentros, es hora de levantar este viejo esqueleto y ir a por un café o algo que engullir. Caminando por la ciudad con toda la pinta de alguien que había pasado una mala noche recordé el primer lugar donde me encontré con sebastián en la ciudad y me dirigí al café, a probar suerte de encontrarlo, no me moleste en f