Me desperté en mi vieja cama que por ninguna razón aparente se sentía más cómoda de lo habitual, pareciese como si no me recostara en ella hace semanas. Vivía en un estudio, en el 3er piso, era casi una ratonera, pero era conveniente ya que no estaba tan lejos del centro y para mi suerte el piso de arriba y el de debajo estaban libres, lo que mis experimentos o estudios a largas hora de la madrugada no molestaban a nadie.
El edificio era muy viejo, habían pasado unas cuantas personas por este apartamento y eso era un poco molesto para un mago, ya que podíamos sentir todo tipo de cosas que por decirlas de una forma simple paranormales, cada lugar contaba una historia: maltrato intrafamiliar, mañas obscenas o cualquier otro tipo de personalidad y hechos de la persona que haya vivido aquí. Al principio es complicado porque por lo menos tienes que pasar unos 3 meses para declarar cualquier sitio como tu hogar y poder hacer el hechizo que cancela ese tipo de cosas, en mi caso al principio se escuchaban gritos provenientes de la cocina, no me imagino que clase de cosas pudieron pasar como para que se escucharan en ese lugar, también me venían flashes repentinos en mis sueños de recuerdos ajenos; a veces era un simple abuelo mirando la puerta, sollozando entre antiguas fotos y la soledad, podía sentir la tristeza y abandono de aquel anciano, podía sentir la nostalgia de tiempos mejores y su propio miedo de vejez, como le carcomía todo el tiempo la muerte de su pareja y como tanteaba la idea del suicidio, otras veces era un chico metiéndose caballo con su pareja y solo podía sentir como poco a poco me atrapaba el éxtasis de la droga. Los flashes duraban más o menos 2 minutos, pero eran lo suficiente como para darte cuenta que clase de persona eran. Los magos nos debatimos casi siempre con la locura persiguiente, no se nace siendo mago y es todo un proceso acostumbrarse a que este tipo de cosas sean reales, que todo lo que siempre pensaste que eran fantasías acababan siendo ciertas y mucho más oscuras de lo que alguna vez imaginaste, algunos jóvenes no aguantan ni los primeros años y algunos veteranos aún se siguen sorprendiendo con cosas que tienen que vivir.
El reloj que no dejaba de sonar desde mi mesita de noche, marcaba las 6:00AM, aún tenía tiempo para mi reunión con el papanatas que me otorguen como compañero. Hacía ya mucho que no iba a la iglesia la verdad, creo que si acaso había visitado unas par de veces algunos templos y solo por encargos e investigaciones. Los magos no teníamos una buena relación con Dios que digamos, ya que era todo lo opuesto a nuestros credos y la iglesia solo nos ve como simples herejes, aunque sea un poco hipócrita de su parte ya que ellos también utilizan magia, la diferencia es que sus encantamientos eran más reservados, sus limitaciones eran mayores y por supuesto no le llaman magia, si no *poderes otorgados del cielo*. Nos soportan cómo soportan a los políticos; por conveniencia y obligación. Seguían diciendo aun cuando ya era demostrado que su purgatorio de brujas era justificado, que nosotros los *herejes* éramos culpables de todo el mal en el mundo, que la desobediencia se pagaría con fuego y los pecados nos calcomerían en el juicio final, pero bueno tampoco es que prestara mucha atención a la iglesia en sí.
Encendí mi moto, una Harley Davidson del 83 y emprendí hacia el lugar acordado. Era algo mágico en el sentido figurado o tal vez no, viajar en mi moto, se sentía tan espléndida la brisa chocando con mi cara, como acariciaba la libertad a punta de velocidad, si acaso eran las 7:15AM entonces se podía apreciar como el cielo aún no estaba totalmente iluminado, el astro se asomaba con pura timidez radiando pequeños rayos que creaban nuevos colores en el cielo, los arbustos y las palmeras bailaban al son dictado por el viento agrupandose para presenciar lo inaudito, todo parecia ir al suave ritmo de una sonata de cuerdas, no se sentía soledad ni tristeza, solo se sentia admiracion y plenitud ante los regalos de las casualidades. Todo últimamente lo recibía con nostalgia acompañado de cuadros depresivos y aun no entendía el por qué.
Me encontraba ante la majestuosa presencia que portaba dicho edificio, los religiosos pueden ser lo que sean, pero su creatividad y su arte para crear sus ostentosas construcciones era casi inigualable, esta Catedral era algo diferente a las demás, se podría notar la similitudes ante la de Notre Dame de París y a cualquier otra antigua romana, pero su distintivo era algo inusual, por lo menos para mí; su color negro amenazante, sus bordes grisáceos y sus detalles puntiagudos, entre eso y que estaba alrededor de la nada, construía un paisaje oscuro tenebroso y de aspecto intimidante. Apagué mi moto, puse el manillar recto y bajé el caballete, estacionando en paralelo a la supuesta carretera que daba pie con la catedral. Aún tenía 5 minutos, no seamos excéntricos podía encender un cigarrillo y me sobraría tiempo, pero para mi mala suerte justo encendiendo mi mechero, se abrieron las puertas de aquella iglesia recibiendo así un sacerdote que vestía con una túnica negra rodeando el cuerpo pero con el rostro descubierto, una camisa de mismo color fajada con el pantalón tejano a juego de las anteriores, portaba su característico cleriman que era lo único que lo hacía parecer religioso la verdad. Era algo mayor, aparentaba de algunos 60-70 años, se podía ver que sus entradas llegaban al final de la cabeza portando así poco pelo, usaba lentes redondos y sus facciones estaban arrugadas y cansadas como si en su juventud se dedicase a trabajos forzosos.
-Bienvenido seas Ángel-.Dijo el cura con una sonrisa abierta en popa.- Por favor pasa, te estamos esperando.
En ese momento retire mi cigarrillo, volví a guardarlo en su caja y pase sin rechistar. Entrar allí fue algo satisfactorio para la vista, se podía escuchar un órgano en mi cabeza que me daba paso con tonadas graves y largas tipo las películas, estaba lleno de largos bancos totalmente negro,s ordenados en filas frente al altar tanto de izquierda como de derecha componiendo así un pasillo en el centro que abría camino hasta el altar y a su alrededor estaba lleno de columnas cilíndricas con franjas de tonos oscuros y detalles dorados que construían el segundo piso, la parte del púlpito era aun mas majestuosa, en su parte tanto trasera como en el techo posee pinturas de la época del renacimiento, estos cabrones no se privan ni un poco en lujos ni detalles. Justo delado de la tribuna, estaba un hombre que si acaso pasaba algunos añitos de las cuatro décadas, barba semi recortada, cabello largo amarrado a una coleta y rasguños por toda la cara, vamos un semental, se encontraba de espaldas con un brazo al aire, como si fuese actor y la iglesia fuese su teatro.
-Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre.-Dijo el más joven de los dos sacerdotes mientras giraba y extendía los brazos con toques dramáticos.- Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi ñPadre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo.
-Querido Ángel, le presentó a Sebastián, sacerdote de segunda división *Inserte nombre de organización templaria*.-Dijo el cura mayor tratando de sonar amable.- él será su acompañante en la búsqueda.
Solo alce mi mano y baje un poco la cabeza, no quería faltarle al respeto pero tampoco soy muy simpatizante de los religiosos en sí.
-Ya que acabamos con las presentaciones, he aquí todo lo que su superior nos pidió.-dijo el viejo mientras colocaba una túnica, un reloj y una biblia sobre la mesa frente al púlpito.- Estas fueron las únicas pertenencias del señor Thomas que logramos localizar.
-Con esto será bastante, claro y esperemos que su nombre sea el correcto.- dije en secuencia de recoger todo y empezar a dibujar un pentagrama sobre la mesa.
-Sagrado sea el nombre de Dios, hijo mío, cómo se te ocurre hacer este tipo de cosas en el hogar del señor.- dijo el viejo alterado como si de insultar se tratase, procedió a sostener mi mano con una fuerza un poco exagerada debido a la situación.-Salgamos afuera por favor.
Si faltarles al respeto se supone que era lo que no quería, había fallado en mi cometido, aunque pensandolo bien como se me ocurría hacer eso en la iglesia. Luego de salir al patio, los sacerdotes dirigieron la mesa a unos cuantos metros muy alejados de la iglesia. Ahora si, termine de dibujar el pentagrama y procedi a recitar palabras en un latín antiguo y desconocido incluso para los historiadores y lingüistas, se trataba de un hechizo de ubicación, sólo era necesario alguna pertenencia que aún conservase rastros no tan lejanos de su dueño y por supuesto su nombre por completo. La magia trataba de autoridad más que nada, también se incluía todo tipo de sacrificios e intercambios equitativos, todo dependería de la extravagancia sobre la petición del mago.
Sobre la mesa empezó a espesar una niebla un poco transparente, más parecida a humo, iba dando vueltas sobre las tres pertenencias acabando en el reloj, este se abrió de un fuerte golpe y las manillas empezaron su giro alborotador sin medida. Al ver esto procedí a gritar el Nombre que me había sido dado. Las manecillas empezaron a detenerse y en vez de acertar una dirección más bien saltaron hacia el aire rompiendo así el reloj de bolsillo.
-El nombre es falso.- dije secando el sudor de mi frente.- era de esperarse supongo, no sería el primer religioso en mentir.
-Qué insinúas con eso? .- dijo Sebastián, haciéndose paso para posicionarse justo frente mío.-Crees que si fuese un religioso devoto hubiésemos acudido a tu gente?
-Donde quedo el amor al prójimo padre?- dije recurriendo al sarcasmo y apartándose así un poco. Preferiría eso a partirle la cara a un cura, ya tenía muchas deudas con el de arriba como para anotarme a un padre.
-Tranquilos muchachos.-dijo el mayor de los tres.- Sebastián muestra respeto, recuerda que nosotros lo solicitamos a él.
Después de calmarse las aguas, el padre me dirigió de nuevo al edificio y con una mirada curiosa hacia atrás debido a que Sebastian no nos acompañaba, vi cómo quemaba la mesa donde había realizado el hechizo, algo lo bastante raro como para sentirme ofendido, pero mas bien me ocasionó gracia.-como se podía ser tan cauteloso por decirlo de alguna manera-. Procedimos a entrar y sentarnos en un salón que ocultaban detrás del altar.
-Qué sugiere usted señor Ángel?- dijo mientras elegía una botella de vino de la estantería.-Y por cierto no me he presentado aun, disculpe mis modales, mi nombre es Frederick, primera división *Inserte nombre de organización templaria*.
-Encantado de conocerlo Frederick y sobre ideas que se me han ocurrido, siendo sinceros solo se me ocurre preguntar en el bajo mundo.- dije aceptando la copa de vino que me ofrecía.
El vino era tinto y poseía un buen cuerpo, se podía notar incluso antes de probarlo su dulzura, el olor era magnífico; intenso afruta madurada que persistía en la nariz aun retirandola. Una vez tome un pequeño sorbo pude descubrir los sabores desde que la punta de mi lengua hizo contacto con dicho líquido; una breve agitación que me mostraba su textura oleaginosa, para ser lo único que pueden beber, se regocijaban bien sin omitir ningún tipo de lujo. No era muy fanático de los vinos, pero incluso teniendo solo conocimientos básicos podrías notar que lo que estabas bebiendo era de mucha calidad.
Frederick no dijo ni una sola palabra, tomó asiento frente mio, cruzó las piernas y disgusto su vino sin caso a mi persona. Se escucharon pequeños pasos antes de que la puerta se abriese, era Sebastián quien tomaba lugar a este pequeño debate de silencio, tomó una de las sillas amontonadas y seguidamente se sentó de lado de su superior.
-Han acordado alguna forma de encontrarlo?-dijo Sebastián
-Nuestro querido invitado propone ir al bajo mundo.-dijo Frederick sin alterar su posición.- Preguntar por su paradero sobornando a crédulos por información, supongo.
-Exactamente eso.-conteste a su acusación.-Supongo también que el dinero no escasea para este trabajo. No?
-Claro que no.-dijo Sebastián ofreciendo una mirada amenazante.-Los mandatos exigidos por el celestial no pueden ser obstruido por algo tan insignificante como lo es el dinero.
-Pues podemos dejar de perder tiempo y movernos de aquí.- dije al levantarme de mi lugar y proceder a salir del edificio.
Saliendo de la iglesia no dude en encender un cigarrillo, tenía suficiente de este par y estaba perdiendo demasiado tiempo aquí, es cierto que me podía beneficiar del poder adquisitivo de la iglesia, pero seguían siendo más un lastre que otra cosa.
Los dos sacerdotes se dejaron ver entra la puerta principal, pero esta vez Sebastián portaba un traje hecho a la medida totalmente negro, contaba con todo lo que un traje debe contar, solo que sin corbata.
-Listo para irnos padre? .-dije mientras me montaba en mi moto y acababa con mi cigarrillo.
-No iremos los dos en la moto cierto?.- preguntó Sebastián
-¿Usted qué cree padre?
Luego de un poco de queja, Sebastián aceptó subirse a mi moto y marchamos rumbo al ¨Bajo mundo¨.
El bajo mundo no era más que un mercadillo que por decirlo así era totalmente ilegal, el sindicato ha tratado de cerrarlo durante algunos meses, pero el gobierno no cederá mientras no haya una prueba intachable de que se cometen delitos y era normal su posición ya que los impuestos que reciben de las ilegalidades eran altos. A simple vista no era más que unos callejones entre cruzados, lleno de lonas y locales donde comprar baratijas y segundas manos. Los desgraciados estaban muy listos cuando ocultarse se tratase, pero tampoco dejaban pasar ninguna oportunidad de venta, mientras el precio sea justo harían lo que fuese.Nos dirigimos donde uno de mis mejores amigos, Jack. Jack era alguien delgado, lleno de tatuajes y con cicatrices muy marcadas en el cuello que cubiertas de tinta más que verse interesantes eran algo repulsivo. Poseía una
Llegando a la esquina donde se había dirigido Sebastián escuché un disparo, así que corrí hacia la tienda y cuando abrí la puerta solo pude verlo sosteniendo el cuello de la camiseta de un gordo que no pasaba de los 50 y tan asqueroso como lo había imaginado. No mentiré ver a un padre sosteniendo una 9mm apuntando directo a la cara de un siervo me sorprendió, eso sí era amor hacia el prójimo. Vi cómo utilizaba lo que la mayoría de agentes de la iglesia poseía, coloquialmente lo conocíamos como *Confesión* un hechizo privado a todo que no sea de la iglesia, este te hacía desprender una luz azul parecida a lo divino que siempre muestran en películas o ilustraciones; esa luz de ¨paz¨ que esta vez parecía más como un de demonio devorando a su presa, pero bueno, el sabra como hace sus cosas. Tiro
Pase toda la noche repasando diferentes clases de hechizos de mis antiguos grimorios, me preparaba fuertemente para la batalla que me esperaba, luego de tanto café y cigarrillos puede llegar a la conclusión de que todo había sido una clase de advertencia o mejor dicho una amenaza directa, se sabía que estaba en el caso, no era tan difícil de averiguar que me encontraba apoyando a la iglesia , pero lo más importante debía rescatar a Marceline, no iba a perderla de nuevo sin hacer nada. Eran las 8:24AM, sentía el cuerpo hecho polvo, apenas dormí unas 2 o 3 horas como mucho, me estire levantando mis brazos y alargando el torso y luego de que empezó mi bostezo entrecruce los dedos y baje mis brazos por detrás de mi cabeza haciendo sonar los dedos, era una vieja manía que siempre hacía todas las mañanas y si acaso alguna tarde todo depende de lo que había hecho posteriormente.
Nos detuvimos en un bar de camino de vuelta al centro, necesitábamos analizar lo que apenas habíamos descubierto, era todo tan complicado como a la vez no.-Que van a querer de tomar? .-preguntó la camarera.-Yo voy a querer una copa de vino.-dijo Sebastián.-Yo un whisky doble por favor.-respondíLa camarera no tardó en traer nuestras bebidas, era una chica muy hermosa de algunos veintitantos, con un pañuelo amarrado a su cabeza y un típico delantal de bar de carretera.-Mira como te ve esa jovencita padre.-dije haciéndole notar que la chica tenía interés en el.-Sabes que no es para mí.-res
Encendí uno de los cigarros de la caja del difunto para tratar de calmar mi nerviosismo, ideas locas me daban vueltas en la cabeza, no se si habian mas ojos detrás de mi espalda, no podía actuar desprevenido, tengo una vida aparte de la mía de cual preocuparme, tambien podia ser algún tipo de trampa, dependiendo que Detective tomase el caso estaría en problemas o no. En la policía como en lo político debías tener cierto rango o astucia como para tener información sobre la magia, no estaba muy informado sobre cómo de repente le introducían toda esta información a alguien que vivió creyendo que solo eran cuentos de hadas.El detective Ferryl siempre iba pisandome los talones, alguien tan obstinado y increíblemente cauteloso, alguien que pensaba que la magia debería ser clausurada, no lo culpo la ve
Lo último que recordé de ese encuentro fue la gran explosión que hizo que perdiera el conocimiento, mi mala sensatez me había encerrado entre los barrotes de una cárcel, no era mundana eso significaba que había sido atrapado por el sindicato, todo el cuerpo me palpitaba empezando por mis brazos y mis muñecas, no habían curado mis heridas, ni siquiera las vendaron, el dolor significaba que si acaso llevaba horas atrapado.Solo dejaron en mi, mi viejo abrigo y mi ropa, retiraron de mi todo aparato con existencia mágica y me apretaron unas esposas anti magia que apenas me permitían girar los codos, revisé un pequeño bolsillo oculto en mi abrigo detrás del borde interior donde solo encontré la tarjeta de presentación de Sebastián y unas mentas, sentía la boca totalmente seca, tanto que m
Esa voz hizo que saltara de mi y a pesar de despertarme de pronto me sentía calmado, me sentía refugiado, no recordaba lo que había dicho, no recordaba ni siquiera que tipo de voz había escuchado, todo fue como esos sueños en los que despiertas con cierto sentimiento que recorría todo tu ser, pero no podías conciliar lo que habías soñado y te dejaba con la curiosidad entre los dientes.Al retirar mi abrigo de mi cabeza, vi como 2 hombres me observaban, no parecían magos, incluso ni del sindicato, pero lo que sí se veía era como introducían la llave para abrir la puerta.-Señor Ángel su presencia es requerida.-dijo quien portaba las llaves.-es hora de su juicio.Me sostuvieron y colocaron mis brazos sobre su
Nos dirigimos a la gran manzana a punta de velocidad, me di cuenta por el camino que no estábamos tan lejos como hubiese esperado, apenas nos habíamos alejado algunos kilómetros de la ciudad, aproveche los pocos minutos que me regalaba el destino de tranquilidad para levantar mi mano y sostenerla en el techo del auto, sentir como la brisa tiraba de ella con una agresiva sutileza hacía que todos mis pensamientos que daban vueltas, el dolor de mi brazo que no paraba de punzar y las quemaduras de mi otro brazo que ardían cada corto tiempo no me importase, pues estos pequeños minutos lo disfruté con un cigarro dentro del auto a pesar de las quejas del padre, la guerra acechaba y que seria de mi sin por lo menos darle una miradita a lo que nunca me importo. Aún nos quedaban algunos puntos donde esparcir el rastreador, por mi mente paso el breve pensamiento de armar un pequeño ej&eac