Cuando llegué al edificio donde reside la Sede, las majestuosas puertas de lo que parecía una biblioteca o algún edificio monumental era mi obstáculo hacia mi superior. Al entrar se podía ver todo cubierto de madera, de esa antigua madera tallada a mano que escondían imperfecciones pero que tales la convertían en algo precioso y artesanal. El recibidor no era más que un amplio salón con un puesto de recepcionista al centro, este era rodeado por columnas y diferentes adornos que hacían de aquel lugar algo serio y cauteloso, por más que fuese una sede repleta de personas, se podía notar la calma y más que todo la organización de todos a su mando. Tuve que pasar por el a veces innecesario protocolo de seguridad antes de cruzar hacia los pasillos, se trataba de algo simple como los filtros de seguridad de un aeropuerto, pero aparte de quitarte lo superficial debes cortarte un poco el dedo para dejar caer una gota de sangre en el aparato que permitía tu entrada, era muy parecido a una prueba de hemoglobina, sin embargo era un protocolo muy arcaico pero a la vez modernizando que ha cambiado según el tiempo, antes la sangre caía sobre un recipiente que cambiaba de color segun tu raza y archivo, ahora debido a las tecnologías solo podías ver una luz verde que hacía abrir el paso.
Luego de llegar al despacho de mi superior, abrí la puerta y lo vi sentado en su amplia silla girado hacia el hermoso ventanal que cubría toda la parte trasera de su oficina.
-Mucho tardaste en presentarte por aquí Ángel Abadez Cherrywell- dijo el capitán mientras giraba lentamente su silla hacia mi dirección.- Debió presentarse una vez hubiese despertado, pero dime quien es usted para acatar las reglas no?
Mencionar el nombre completo de un mago era algo muy íntimo ya que con esa información se podría realizar un conjunto de hechizos que no convendría, por eso la mayoría de personas solo portaba seudónimos o cortan sus propios nombres con el fin de aparentar un nombre completo.
-Solo tome un pequeño desvío capitán, ya sabe, necesitaba estirar las piernas, nose, mojar un poco el paladar, no se sobrevive tantas veces a la muerte como para cohibirse de un paseo.
El capitán era un fortachón de si acaso unos cincuenta y tantos, era un pedazo de hombre de 2 metros rapado a lo militar y tenía esos rasgos cuadrados e intimidantes lleno de cicatrices en la cara, pero le adornaban muy bien sus pedazos de ojos azules, era un excéntrico hijo de la gran puta, era como cualquier otro jefe, que llegas a odiar de tal forma que te has pensado matarlo, pero el miedo a la cárcel te detenía.
-Bueno bueno, es una alegría verte caminar después del estado con el que volviste, también es una alegría que hayas venido tú solito, ya que te han solicitado para un trabajo algo especial.
Cuando el capitán se refería a algo especial era más un grano en el culo que algo bueno. Me dijo que alguien de la iglesia había solicitado mi presencia para una misión en la cual necesitaban a un mago capacitado.
-No puedo aceptar dicho trabajo.-dije arrojando mi mano en su escritorio.- primero que nada mi relación con esos idiotas no era la mejor y además tengo otro trabajo de suma importancia.
-No te estoy preguntado soldado, te estoy dando una orden.- dijo mirando directo a mis ojos, levantando pechito y poniendo su cara de estúpido amenazante.-O prefieres asumir las consecuencia de rechazar una orden?
-No, mi capitán, Como usted diga.
El trabajo no era más que buscar a Thomas, si, era mucha coincidencia que me hubiesen asignado la misión, pero no me sorprendía nada que la iglesia me quisiese usar como su perro sabueso, tampoco me sorprendía que mi superior aceptase la petición de la iglesia; lamerle un poco las botas a los grandes siempre llevaba a algo bueno.
No me interesaba nada estar acompañado de algún cura que solo retrasaría mis efectivos *métodos de interrogación*, pero cómo siquiera negarme a un llamado de la iglesia y más cuando había recibido ese convencimiento de mi capitán.
Me explico los datos de la misión, aun para nosotros era un misterio el por qué de su persecución, apenas habían dejado cabos sueltos, como que era un hereje, que había quebrantado reglas, cosas que no eran concretas.
Me desperté en mi vieja cama que por ninguna razón aparente se sentía más cómoda de lo habitual, pareciese como si no me recostara en ella hace semanas. Vivía en un estudio, en el 3er piso, era casi una ratonera, pero era conveniente ya que no estaba tan lejos del centro y para mi suerte el piso de arriba y el de debajo estaban libres, lo que mis experimentos o estudios a largas hora de la madrugada no molestaban a nadie.El edificio era muy viejo, habían pasado unas cuantas personas por este apartamento y eso era un poco molesto para un mago, ya que podíamos sentir todo tipo de cosas que por decirlas de una forma simple paranormales, cada lugar contaba una historia: maltrato intrafamiliar, mañas obscenas o cualquier otro tipo de personalidad y hechos de la persona que haya vivido aquí. Al principio es complicado porque por
El bajo mundo no era más que un mercadillo que por decirlo así era totalmente ilegal, el sindicato ha tratado de cerrarlo durante algunos meses, pero el gobierno no cederá mientras no haya una prueba intachable de que se cometen delitos y era normal su posición ya que los impuestos que reciben de las ilegalidades eran altos. A simple vista no era más que unos callejones entre cruzados, lleno de lonas y locales donde comprar baratijas y segundas manos. Los desgraciados estaban muy listos cuando ocultarse se tratase, pero tampoco dejaban pasar ninguna oportunidad de venta, mientras el precio sea justo harían lo que fuese.Nos dirigimos donde uno de mis mejores amigos, Jack. Jack era alguien delgado, lleno de tatuajes y con cicatrices muy marcadas en el cuello que cubiertas de tinta más que verse interesantes eran algo repulsivo. Poseía una
Llegando a la esquina donde se había dirigido Sebastián escuché un disparo, así que corrí hacia la tienda y cuando abrí la puerta solo pude verlo sosteniendo el cuello de la camiseta de un gordo que no pasaba de los 50 y tan asqueroso como lo había imaginado. No mentiré ver a un padre sosteniendo una 9mm apuntando directo a la cara de un siervo me sorprendió, eso sí era amor hacia el prójimo. Vi cómo utilizaba lo que la mayoría de agentes de la iglesia poseía, coloquialmente lo conocíamos como *Confesión* un hechizo privado a todo que no sea de la iglesia, este te hacía desprender una luz azul parecida a lo divino que siempre muestran en películas o ilustraciones; esa luz de ¨paz¨ que esta vez parecía más como un de demonio devorando a su presa, pero bueno, el sabra como hace sus cosas. Tiro
Pase toda la noche repasando diferentes clases de hechizos de mis antiguos grimorios, me preparaba fuertemente para la batalla que me esperaba, luego de tanto café y cigarrillos puede llegar a la conclusión de que todo había sido una clase de advertencia o mejor dicho una amenaza directa, se sabía que estaba en el caso, no era tan difícil de averiguar que me encontraba apoyando a la iglesia , pero lo más importante debía rescatar a Marceline, no iba a perderla de nuevo sin hacer nada. Eran las 8:24AM, sentía el cuerpo hecho polvo, apenas dormí unas 2 o 3 horas como mucho, me estire levantando mis brazos y alargando el torso y luego de que empezó mi bostezo entrecruce los dedos y baje mis brazos por detrás de mi cabeza haciendo sonar los dedos, era una vieja manía que siempre hacía todas las mañanas y si acaso alguna tarde todo depende de lo que había hecho posteriormente.
Nos detuvimos en un bar de camino de vuelta al centro, necesitábamos analizar lo que apenas habíamos descubierto, era todo tan complicado como a la vez no.-Que van a querer de tomar? .-preguntó la camarera.-Yo voy a querer una copa de vino.-dijo Sebastián.-Yo un whisky doble por favor.-respondíLa camarera no tardó en traer nuestras bebidas, era una chica muy hermosa de algunos veintitantos, con un pañuelo amarrado a su cabeza y un típico delantal de bar de carretera.-Mira como te ve esa jovencita padre.-dije haciéndole notar que la chica tenía interés en el.-Sabes que no es para mí.-res
Encendí uno de los cigarros de la caja del difunto para tratar de calmar mi nerviosismo, ideas locas me daban vueltas en la cabeza, no se si habian mas ojos detrás de mi espalda, no podía actuar desprevenido, tengo una vida aparte de la mía de cual preocuparme, tambien podia ser algún tipo de trampa, dependiendo que Detective tomase el caso estaría en problemas o no. En la policía como en lo político debías tener cierto rango o astucia como para tener información sobre la magia, no estaba muy informado sobre cómo de repente le introducían toda esta información a alguien que vivió creyendo que solo eran cuentos de hadas.El detective Ferryl siempre iba pisandome los talones, alguien tan obstinado y increíblemente cauteloso, alguien que pensaba que la magia debería ser clausurada, no lo culpo la ve
Lo último que recordé de ese encuentro fue la gran explosión que hizo que perdiera el conocimiento, mi mala sensatez me había encerrado entre los barrotes de una cárcel, no era mundana eso significaba que había sido atrapado por el sindicato, todo el cuerpo me palpitaba empezando por mis brazos y mis muñecas, no habían curado mis heridas, ni siquiera las vendaron, el dolor significaba que si acaso llevaba horas atrapado.Solo dejaron en mi, mi viejo abrigo y mi ropa, retiraron de mi todo aparato con existencia mágica y me apretaron unas esposas anti magia que apenas me permitían girar los codos, revisé un pequeño bolsillo oculto en mi abrigo detrás del borde interior donde solo encontré la tarjeta de presentación de Sebastián y unas mentas, sentía la boca totalmente seca, tanto que m
Esa voz hizo que saltara de mi y a pesar de despertarme de pronto me sentía calmado, me sentía refugiado, no recordaba lo que había dicho, no recordaba ni siquiera que tipo de voz había escuchado, todo fue como esos sueños en los que despiertas con cierto sentimiento que recorría todo tu ser, pero no podías conciliar lo que habías soñado y te dejaba con la curiosidad entre los dientes.Al retirar mi abrigo de mi cabeza, vi como 2 hombres me observaban, no parecían magos, incluso ni del sindicato, pero lo que sí se veía era como introducían la llave para abrir la puerta.-Señor Ángel su presencia es requerida.-dijo quien portaba las llaves.-es hora de su juicio.Me sostuvieron y colocaron mis brazos sobre su