Una verdad muy dolorosa

Guillermo no pudo evitar poner una expresión de asombro cuando vio a Luis José parado en la puerta hablando conmigo. Su cara palideció totalmente, se puso muy nervioso y enseguida se acercó a él y le dijo molesto:

— ¿Se puede saber qué haces aquí en nuestra casa?

— Vine a buscar a Ana Paula y a contarle toda la verdad que le has ocultado durante estos dos años.

— ¿ Pero cómo te atreves a tener el descaro de venir a buscar a mi esposa después de toda la canallada qué has hecho? Se necesita ser bien cínico para aparecerte aquí a querer reclamar algo que no te corresponde.

Yo estaba en medio de los dos, mirando a uno y al otro sin saber en quién creer o en quién confiar, todo mi mundo se terminó de desmoronar por completo.

Por un lado estaba viviendo con un hombre que decía ser mi esposo y con el que tenía dos años de convivencia, sin fotos, sin recuerdos y sin evidencias de que realmente estaba casada con él.

Por otro lado, aparecía este hombre en mi vida que decía ser el padre de una h
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