Después de robarse una botella de alcohol escondida en el jardín, Satarah no pudo evitar llorar sintiéndose miserable.
—Todo esto es tú culpa Dimitry, tenías que casarte con otra y romper el contrato con mi padre.
Ahora su madre la creía una traidora, todo el mundo la despreciaba y ella cada vez se sentía peor.
—¿De verdad?
Ella dio un respingo y alzó la cara encontrándose con la mirada desdeñosa de su enemigo.
—Luces lamentable. ¿Tuviste que correr de nuestra fiesta de bodas para emborracharte?
Satarah se levantó tambaleante y lo señaló con rabia.
—Tú siempre has sido un imbécil.
Él entornó los ojos y ella quiso acercarse para abofetearlo, sin embargo, pronto perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer al suelo pero fue sostenida por Dimitry.
Torpemente Tarah alzó su mirada encontrándose con aquellos ojos fijos en ella.
—Suéltame.
—Apenas puedes mantenerte en pie.
—Puedo caminar.
Empujó sus hombros aunque ni siquiera logró moverlo un poco. Dimitry la ignoró tomándola en brazos estilo novia.
—Que apropiado, ¿hiciste esto solo para que cumpliera tu fantasía infantil de llevarte por el umbral?
Él se estaba burlando de ella como siempre lo hacía.
—¡Que te jodan, bastardo!
Dimitry arqueó una ceja.
—Prohibido el alcohol para ti. Te pone impertinente y grosera. No me sirve una esposa así.
—Rompe el contrato de matrimonio y déjame en libertad si no te gusta.
Ella dijo lo que pensaba y no se atrevía al estar sobria.
Dimitry se mostró irritado entrando a la habitación que iban a compartir.
—No funciona así.
La colocó sobre la cama.
—Date una ducha, apestas a alcohol.
—¿Y qué demonios te importa? No es como si fueras a dormir conmigo —gruñó ella.
—Ese es el problema, tú y yo sí dormiremos en la misma habitación.
Una vez más Satarah abrió los ojos con espanto.
—¿Creíste que íbamos a tener habitaciones diferentes? Te creí más inteligente, Satarah. Soy el Pakhan, no seré humillado casándome con una mujer y durmiendo en otro lugar.
A duras penas se levantó de la cama aunque una vez más perdió el equilibrio, solo que esta vez él no pudo atraparla y se golpeó.
—Maldita sea.
—Tienes una boca muy sucia, estoy sorprendido.
Él intentó ayudar a levantarla, sin embargo, Satarah se apartó antes de que pudiera tocarla.
—¡No!
El hombre pareció irritado por su actitud.
—No tienes opción sobre esto y ciertamente no discutiré con una persona que probablemente mañana olvidará lo que dijo.
La tomó del brazo levantándola y casi la arrastró hasta el baño.
—Quítate el vestido.
—¡Eres un pervertido!
—Y tú muy irritante. Necesito que te desvistas para meterte a la ducha, no puedes dar un paso sin caerte.
Ella iba a protestar pero dejó salir un suspiro sabiendo que él tenía razón.
“De todas maneras no me mirará más de lo debido. No soy el tipo de Dimitry.”
—Ayúdame con el cierre.
Le dio la espalda al hombre. Dimitry se posicionó detrás de ella en silencio abriendo el cierre de su vestido y cuando lo bajó hasta su cadera sintió un suave roce en su espalda.
La yema de sus dedos provocaron un escalofrío en la piel de Satarah quién se congeló sin saber qué demonios había sucedido.
—Listo —murmuró él cerca de su oído erizándole la piel.
El corazón de Satarah comenzó a latir descontrolado bajo su pecho y su respiración se volvió trabajosa. Necesitaba alejarse de él.
Lentamente deslizó el vestido dejándolo caer al suelo sintiendo la mirada penetrante del hombre detrás de ella. Salió del vestido dando un paso hacia adelante.
—Maldito alcohol —gruñó frustrada al sentirse tambalear otra vez.
Una vez más Dimitry la sostuvo. La diferencia de ese momento es que ahora ella estaba más vulnerable.
Él había envuelto su brazo musculoso alrededor de su cintura y tiró de ella hacia atrás ciñéndola a su pecho. Satarah pudo sentir la piel de su brazo contra la suya.
—Eso te enseñará a no actuar de manera imprudente.
Dimitry la alzó y Tarah tuvo que ahogar un gemido de sorpresa. Instintivamente echó un brazo hacia atrás aferrándose a su cuello.
—¡Ah! –gimió cuando él no tardó en abrir la llave dejando caer agua helada sobre ella—. ¡¿No pudiste calentarla un poco?!
—No.
—¡Está muy fría!
Él no respondió pero al verla más despierta cerró la llave y la envolvió en una toalla antes de volver a cargarla.
—Tenían razón. El matrimonio es una carga.
—Imbécil, llevamos casados apenas unas horas.
—Imagínate lo que tengo que soportar durante un año.
Tarah parpadeó atontada.
¿Acaso él se estaba burlando de ella?
“No. Dimitry primero se moriría antes de hacer una broma.”
Al salir del cuarto de baño la dejó sobre la cama y se volvió al closet mientras que Tarah lo observaba. Se sentía un poco mejor pero aún el alcohol estaba fluyendo en sus venas.
Por eso mientras detallaba a Dimitry notó como los músculos de su espalda se movían mientras buscaba ropa.
—No volveré a beber más. Estoy teniendo alucinaciones.
Unas alucinaciones que le hacían creer que Dimitry era un hombre muy sexy cuando ella realmente lo veía como un imbécil amargado.
—Sécate y vístete.
Su voz sonó como un gruñido después de que deslizó una mirada hastiada por el cuerpo de ella.
Satarah reconoció el gesto despectivo de Dimitry y recordó cuando lo odiaba. Pero aún así le dolía que la tratara de aquella forma.
—No vuelvas a hacer nada estúpido —le dijo mirándola como siempre lo hacía.
Inexpresivo.
Le lanzó un pijama y pronto se dio la vuelta saliendo de la habitación dejándola sumida en un silencio ensordecedor.
—Necesito mucha fuerza de voluntad para soportar este año.
Bajó la mirada hasta aquel pijama y se ruborizó notando lo revelador que era.
—¡Ni creas que me pondré esto, Dimitry Romanov!
Satarah lo arrojó al suelo y se levantó buscando su propia ropa.
*
—Buenos días señora Romanova, su desayuno está listo.
Incómoda en aquel nuevo entorno, Tarah saludó a la cocinera.
—¿Sabe dónde está Dimitry?
A pesar de lo que había dicho su lado de la cama estaba intacto, lo que quería decir que su esposo no había dormido con ella. No sabía si sentirse aliviada o no.
—Yo… no lo sé señora.
Tarah notó como las dos empleadas detrás de la cocinera se miraban y todas parecían incómodas.
“¿Qué me estás ocultando, Dimitry?”
Cuando estaba a punto de tocar la puerta esta se abrió y Dimitry salió de la habitación. Satarah estaba a punto de hablar en el momento que sus ojos se encontraron pero una nueva persona salió de ahí luciendo desaliñada.—¿Qué pasa?Dimitry quiso llamar su atención devuelta pareciendo indiferente. Ella sintió una punzada en el corazón pero se las arregló para no mostrar ninguna expresión. “¿Qué me importa que él no haya dormido conmigo? Es mucho mejor que Dimitry se mantenga alejado de mí.”—Y-yo necesito ir a la universidad. Dijiste que no podía salir sola.Tarah podía sentir la mirada fija de esa chica sobre ella y al girar un poco su mirada le pareció que ella se burlaba.—¿Piensas ir vestida así? Su esposo la observó despectivamente haciendo una mueca y ella tuvo la necesidad de defenderse. No había nada malo en sus jeans.—No voy a una pasarela de modas, sino a la universidad.—No sé si olvidaste que también te dije que no me avergonzaras. No hay forma de que salgas vestida así
—Yo no llamaría a ese un vestido feo pero sí poco convencional. Mucho menos dejaría a una dama tan hermosa sola.La voz masculina provocó que Satarah se girara sorprendida y cuando lo hizo no tardó en reconocer al hombre frente a ella.—¿Gian Franco? El aludido sonrió deteniéndose justo frente a ella quien lo observaba con asombro antes de abrazarlo.—¡No puedo creer que estés aquí! ¡¿Cuándo volviste?!El hombre envolvió sus manos alrededor de su cintura inhalando el dulce aroma que Tarah desprendía.—Volví hoy. Quise venir antes a verte, lamento lo de tu hermana.Aquel recordatorio siempre era doloroso para ella.Al separarse de él, Gian tomó la barbilla de Tarah alzándola con cuidado mirándola a los ojos.—¿Por qué lo hiciste, nena? Su aliento se mezcló con el de ella y Tarah se dio cuenta de lo cerca que estaban, eso la ponía nerviosa y ansiosa en partes iguales.—¿Ha-hacer qué?—¿Por qué te casaste con ese imbécil?Gian había sido su mejor amigo desde que tenía memoria, tenían d
Las mejillas de Satarah se enrojecieron notablemente mientras que Dimitry la miraba como si hubiera perdido la cabeza.—Suéltame —murmuró temblorosa.Él miró su agarre y con el rostro tenso la soltó.—Pídele disculpas a Anastasya, ella no tiene que aguantar tus groserías.Los ojos de ella se encendieron de rabia.—¡No voy a pedirle disculpas a esta mentirosa! —Satarah —estaba advirtiéndole.Probablemente otros temblaran por aquella mirada intimidante que el Pakhan de la Bratva le estaba dando pero ella se mantuvo firme con la cabeza en alto y los dientes apretados.—Jamás, ¿Me escuchaste? Puede que me haya tenido que casar contigo y obedecer a mi padre pero no permitiré que me humilles de esta manera como ella lo hizo. Se aprovechó de mí pero eso no volverá a pasar. ¡No la quiero cerca de mí o soy capaz de matarla con mis propias manos! —explotó Tarah.Sin que nadie pudiera pararla se fue de la habitación hecha una furia. Sus mejillas estaban enrojecidas por la cólera pero antes de q
Tarah tragó saliva sintiendo que su corazón latía cada vez más rápido ante la intimidante presencia de su esposo.—¿Q-qué haces aquí? —preguntó con un hilo de voz sin apartar su mirada de Dimitry.El hombre la recorría como si estuviera estudiando cada parte de su cuerpo.Arqueó una ceja casi divertido por el tono que ella había utilizado y dio un paso más cerca de la cama. Enseguida Satarah contuvo el aliento.Su cuerpo brillaba con las gotas de agua que se deslizaban por su piel maciza. —¿Qué hago aquí? Es nuestra habitación de casados ¿Acaso lo olvidaste, Malyshka? Su tono enronquecido provocó que el vello se erizara bajo su mirada aunque trató de fingir indiferencia por lo que él le hacía sentir.—Ayer no dormiste aquí, así que puedes irte a donde quiera que estuvieras.Giró la cabeza para que él no pudiera notar el rubor en sus mejillas pero al escuchar la risita divertida de Dimitry no pudo evitar girarse a verlo desconcertada con el ceño fruncido.—¿Me extrañaste ayer?—Ni en
—¿Qué haces? —gruñó Polina mirando como desquiciada a Tarah quien se cambiaba a toda velocidad.—¿Siguen detrás de la puerta los gorilas?Su amiga entornó los ojos divertida sabiendo que se refería a los hombres de Dimitry quienes ahora no la dejaban sola ni siquiera cuando entraba a clases.El baño era el único lugar al que podía ingresar sin que ellos entraran junto con ella así que esa mañana se había llevado a la universidad ropa para poder escaparse.—¿De dónde sacaste esa ropa tan espectacular?Polina la miró boquiabierta cuando se colocó aquel vestido elegante que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel.—Es parte de “la señora Romanova”.—Así que Dimitry te está mimando.Satarah le echa una mirada fulminante a su amiga y esta estalla en carcajadas.—Más bien está intentando que no lo avergüence con mi estilo de ropa.—Pues si te soy sincera te queda espectacular. —No voy a cambiar nada por él. ¿Trajiste la peluca?Polina saca la peluca natural de su bolso y Satarah no duda
Dimitry estaba furioso desde mucho antes del momento en el que sus hombres le avisaron que Satarah se había escapado.La había escuchado decir que solo era un año, pues vería todo lo que podía pasar en un año.—¡Búsquenla por todos lados! ¡Si le pasa algo a mi mujer los mataré a todos ustedes, bastardos! —rugió a través del altavoz.Anastasya se detuvo detrás de él inclinándose sobre su cuerpo apoyando sus manos en los fuertes hombros de Dimitry.—No deberías darle tanta importancia a esa mujer. Lo que hace es solo para llamar tu atención. Ella sabe que no es nada para ti.Su boca rozó el lóbulo de su oreja y Dimitry se apartó levantándose de golpe.—Largo de aquí Anastasya, no estoy de humor.—Pero…—No lo volveré a repetir, te quiero fuera de mi oficina. La pelirroja lo observó con los labios apretados, ellos habían sido amantes por años, esperaba que Dimitry se casara con ella después de la muerte de Natalya pero en su lugar había llevado a la estúpida de su hermana y ahora la ign
—Eso no quiere decir que puedas tratarme como se te da la gana, ¿Acaso te volviste loco?Ella se apartó de él aunque no podía dejar de sentirse intimidada por Dimitry.Su mirada fija no se había apartado ni siquiera por un minuto de ella así que Satarah alzó su barbilla retadoramente cruzándose de brazos.—¿A dónde fuiste?Esta vez él formuló la pregunta suavemente pero Satarah se sintió aún más nerviosa. Porque su tranquilidad solo llamaba al peligro.Soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo.—Necesitaba un poco de espacio. Me está volviendo loca que esos hombres me sigan a todas partes Dimitry.—¿Sabes quién eres ahora Satarah? La mujer del Pakhan, si alguien hubiera llegado a verte sola te secuestrarían o te harían quién demonios sabe qué.Podía notar la tensión escrita en cada parte de su cuerpo.—Sé defenderme sola.Dimitry arqueó una ceja, quería burlarse de ella pero en ese instante solo sentía la necesidad de ahorcarla.“¿Por qué carajo es tan terca?”—No contra mis en
—¿Dimitry?Satarah dio un paso apartándose del cuerpo inconsciente de Pavel sin dejar de mirar a su esposo. Enseguida notó la mirada oscura de este posada sobre el tipo.Ella no se perdió de la perfección de sus rasgos pareciendo ahora mucho más atractivo, incluso aunque su mandíbula estuviera firmemente apretada.—Ven aquí, nos vamos —demandó volviendo su mirada a ella.Satarah vio su mano grande estirada para que la tomara y se preguntó si realmente tenía que hacerlo.Después de todo a Dimitry no le gustaba que lo tocara, sin embargo, estaba tentada a hacerlo.Cuando dio un paso más en su dirección captó enseguida la furia contenida en sus pupilas y casi se estremeció. Un calor extraño la recorrió de repente ocasionando que gimiera mientras sentía que sus pechos rozaban la tela del vestido que estaba usando de manera deliciosa.—Satarah… maldición —gruñó de repente dando un par de zancadas para llegar a ella.Tomó su rostro entre sus grandes manos alzándolo y sus ojos se encontraron