6. No debe acercarse a ti

—Yo no llamaría a ese un vestido feo pero sí poco convencional. Mucho menos dejaría a una dama tan hermosa sola.

La voz masculina provocó que Satarah se girara sorprendida y cuando lo hizo no tardó en reconocer al hombre frente a ella.

—¿Gian Franco?

El aludido sonrió deteniéndose justo frente a ella quien lo observaba con asombro antes de abrazarlo.

—¡No puedo creer que estés aquí! ¡¿Cuándo volviste?!

El hombre envolvió sus manos alrededor de su cintura inhalando el dulce aroma que Tarah desprendía.

—Volví hoy. Quise venir antes a verte, lamento lo de tu hermana.

Aquel recordatorio siempre era doloroso para ella.

Al separarse de él, Gian tomó la barbilla de Tarah alzándola con cuidado mirándola a los ojos.

—¿Por qué lo hiciste, nena?

Su aliento se mezcló con el de ella y Tarah se dio cuenta de lo cerca que estaban, eso la ponía nerviosa y ansiosa en partes iguales.

—¿Ha-hacer qué?

—¿Por qué te casaste con ese imbécil?

Gian había sido su mejor amigo desde que tenía memoria, tenían d
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