Cuando estaba a punto de tocar la puerta esta se abrió y Dimitry salió de la habitación. Satarah estaba a punto de hablar en el momento que sus ojos se encontraron pero una nueva persona salió de ahí luciendo desaliñada.
—¿Qué pasa?
Dimitry quiso llamar su atención devuelta pareciendo indiferente. Ella sintió una punzada en el corazón pero se las arregló para no mostrar ninguna expresión.
“¿Qué me importa que él no haya dormido conmigo? Es mucho mejor que Dimitry se mantenga alejado de mí.”
—Y-yo necesito ir a la universidad. Dijiste que no podía salir sola.
Tarah podía sentir la mirada fija de esa chica sobre ella y al girar un poco su mirada le pareció que ella se burlaba.
—¿Piensas ir vestida así?
Su esposo la observó despectivamente haciendo una mueca y ella tuvo la necesidad de defenderse. No había nada malo en sus jeans.
—No voy a una pasarela de modas, sino a la universidad.
—No sé si olvidaste que también te dije que no me avergonzaras. No hay forma de que salgas vestida así.
Tarah inhaló profundo intentando calmar la ira que se estaba formando en su interior.
—Puedo ayudarla con su estilo Dimitry —habló por primera vez la mujer tocando el brazo musculoso de su esposo.
La chica no pudo evitar tensarse ante la evidente familiaridad que había entre los dos.
“¿Quién es ella?”
Dimitry hizo un gesto cansado y movió la mano restándole importancia.
—Ocúpate de ella.
Él clavó sus ojos en Satarah observándola con el entrecejo fruncido.
—Hoy tenemos que asistir a una fiesta. Anastasya consíguele un vestido.
—Lo haré. Sígueme, por favor.
Al fin soltó a Dimitry y se fue contoneando sus caderas, a Tarah no le quedó de otra que seguirla.
—No lo podía creer cuando supe que Dim se había casado con la hermana de Natalya.
Satarah se quedó en silencio ante el recuerdo doloroso de su hermana. La víbora frente a ella hizo una mueca de vergüenza.
—Ay, lo siento tanto. No debí mencionarla. Debe ser duro, más aún saber que tuviste que casarte con un hombre que estaba enamorado de otra.
Ella se movió con gracia en la búsqueda de ropa para Satarah mientras que ella cerraba sus manos en puños.
—No me interesa Dimitry.
Esto hizo detener a la mujer quien se giró a mirarla con el ceño fruncido.
—Pues debería, cariño. Ya que es tu marido.
Abrió los ojos horrorizada pues acababa de delatarse y no supo qué decir por lo que decidió cambiar de tema.
—De verdad necesito irme rápido a la universidad.
Anastasya le lanzó una mirada venenosa que intentó camuflajear.
—Claro, estoy en ello.
—¿Y tú, eres…?
La pelirroja extiende un hermoso y costoso vestido sobre la cama antes de girarse mirándola con una sonrisa llena de satisfacción.
—Yo soy una buena amiga de Dimitry y también la asesora de modas de su hermana y su madre. Y ahora seré la tuya, por supuesto. Ahora tengo que irme, fue un placer conocerte.
Tarah la vio salir incómoda. No se perdió de las palabras sarcásticas que le había dicho ni de los toqueteos hacia Dimitry.
—Está tratando de marcar territorio. Como si me importara ese bastardo —susurró por lo bajo.
Lo cierto es que su corazón se había apretado al verlos tan cercanos. Pero Tarah se negaba a admitirlo.
Obviamente era del tipo de su esposo, elegante, femenina, hermosa.
—No me importa si Dimitry tiene un centenar de amantes mientras no se me acerque.
Pensó en la cláusula del contrato que establecía que ella le diera un heredero y se estremeció.
—Al final él no lo dirá enserio. Dimitry no me tocará, por eso seguramente pasó la noche con ella.
No sabía porqué se sentía de aquella manera pero para deshacerse de ese sentimiento rápidamente se cambió de ropa y al detenerse en el espejo se detuvo en seco.
—¿Cómo voy a aparecer de repente con este tipo de ropa en la universidad? Será demasiado incómodo.
La tela se ceñía a su cuerpo amoldándose a las curvas que ella siempre había estado tratando de ocultar. Solo una vez su hermana la había convencido de vestirse con ropa como esa y resultó un desastre.
—No pienses en esa noche Tarah.
Lo cierto es que esa noche había traído una consecuencia de por vida y ella nunca había podido ver el rostro de quien le cambió la vida para siempre.
*
—¿De verdad me veo bien?
Tarah fruncía el ceño al verse en el espejo.
—No tienes idea de moda ¿verdad? —se burló Anastasya aunque quiso camuflajearlo con condescendencia.
Tarah se inquietó.
Era cierto que no tenía idea de moda pero ese vestido era espantoso.
—Te ves hermosa, eso es algo que solo la esposa del Pakhan más poderoso de Rusia llevaría.
Asintió con recelo y después suspiró.
Anastasya era su asesora de moda, ella era la que sabía.
Más tarde, después de que la maquillaran y recogieran su cabello en un moño alto Tarah fue llevada directamente a donde sería la reunión.
—El señor Dimitry la estará esperando en la recepción señora.
Eso no la tranquilizó.
No estaba acostumbrada a asistir a aquellos eventos al contrario que Natalya quien enseguida entraba en confianza con desconocidos.
—Puedes hacer esto Tarah.
Dejó salir un suspiro y se bajó enseguida del auto al llegar.
Temblorosa entró en el lugar buscando casi con desesperación a Dimitry, lo que resultaba irónico dada la relación entre ambos.
Satarah enseguida notó que las miradas de todos se posaban sobre ella y no de buena manera. De hecho, ellos estaban cuchicheando sin dejar de mirarla.
De repente se encontró con la mirada de Dimitry dándose cuenta de que este recorrió su cuerpo de manera furiosa.
—¿No puedes hacer nunca nada bien, Satarah? —gruñó él justo después de que ella se acercara.
Dimitry cerró su mano grande sobre el brazo de ella y la sacó de la sala mientras que ella trataba de procesar sus dolorosas palabras.
—¿Así será este matrimonio?
—No entiendo lo que dices, yo…
—Tú eres el maldito hazme reír de la noche con ese vestido patético.
Dimitry estaba muy molesto mientras que ella estaba estupefacta.
—Anastasya…
—Anastasya me llamó llorando diciéndome que tú no quisiste ponerte lo que ella te sugirió.
—Querías dejarme en ridículo ¿No? Eso era lo que buscabas.
Ella abrió los ojos sorprendida pero pronto la ira tomó lugar.
—¡No! Ella fue quien me dio el vestido, solo le hice caso…
Él apretó la mandíbula fulminándola con la mirada.
—No quieras dañar a otros con tus mentiras —rugió interrumpiéndola—. Cualquiera en su sano juicio vería que ese es el vestido es horrible. ¿Por qué aceptarías ponerte algo como eso si no fuera deliberado para humillarme?
Las mejillas de ella se volvieron rojas y sus ojos se llenaron de lágrimas por lo que tuvo que apartar la mirada para que él no lo notara.
Escuchó que él suspiraba y su mirada quemándola.
—Te quedarás aquí hasta que termine unos negocios. Después te llevaré a casa.
Tarah no le respondió. Ni siquiera pudo volver a mirarlo, solo se relajó un poco al escuchar sus pasos alejándose aunque el dolor seguía vivo en su pecho.
—Has sido tú el que me ha humillado Dimitry —susurró a la nada.
Se quedó sola y olvidada en aquel pasillo. Pero eso no era distinto a su pasado.
—Supongo que las viejas cosas nunca cambian.
—Yo no llamaría a ese un vestido feo pero sí poco convencional. Mucho menos dejaría a una dama tan hermosa sola.La voz masculina provocó que Satarah se girara sorprendida y cuando lo hizo no tardó en reconocer al hombre frente a ella.—¿Gian Franco? El aludido sonrió deteniéndose justo frente a ella quien lo observaba con asombro antes de abrazarlo.—¡No puedo creer que estés aquí! ¡¿Cuándo volviste?!El hombre envolvió sus manos alrededor de su cintura inhalando el dulce aroma que Tarah desprendía.—Volví hoy. Quise venir antes a verte, lamento lo de tu hermana.Aquel recordatorio siempre era doloroso para ella.Al separarse de él, Gian tomó la barbilla de Tarah alzándola con cuidado mirándola a los ojos.—¿Por qué lo hiciste, nena? Su aliento se mezcló con el de ella y Tarah se dio cuenta de lo cerca que estaban, eso la ponía nerviosa y ansiosa en partes iguales.—¿Ha-hacer qué?—¿Por qué te casaste con ese imbécil?Gian había sido su mejor amigo desde que tenía memoria, tenían d
Las mejillas de Satarah se enrojecieron notablemente mientras que Dimitry la miraba como si hubiera perdido la cabeza.—Suéltame —murmuró temblorosa.Él miró su agarre y con el rostro tenso la soltó.—Pídele disculpas a Anastasya, ella no tiene que aguantar tus groserías.Los ojos de ella se encendieron de rabia.—¡No voy a pedirle disculpas a esta mentirosa! —Satarah —estaba advirtiéndole.Probablemente otros temblaran por aquella mirada intimidante que el Pakhan de la Bratva le estaba dando pero ella se mantuvo firme con la cabeza en alto y los dientes apretados.—Jamás, ¿Me escuchaste? Puede que me haya tenido que casar contigo y obedecer a mi padre pero no permitiré que me humilles de esta manera como ella lo hizo. Se aprovechó de mí pero eso no volverá a pasar. ¡No la quiero cerca de mí o soy capaz de matarla con mis propias manos! —explotó Tarah.Sin que nadie pudiera pararla se fue de la habitación hecha una furia. Sus mejillas estaban enrojecidas por la cólera pero antes de q
Tarah tragó saliva sintiendo que su corazón latía cada vez más rápido ante la intimidante presencia de su esposo.—¿Q-qué haces aquí? —preguntó con un hilo de voz sin apartar su mirada de Dimitry.El hombre la recorría como si estuviera estudiando cada parte de su cuerpo.Arqueó una ceja casi divertido por el tono que ella había utilizado y dio un paso más cerca de la cama. Enseguida Satarah contuvo el aliento.Su cuerpo brillaba con las gotas de agua que se deslizaban por su piel maciza. —¿Qué hago aquí? Es nuestra habitación de casados ¿Acaso lo olvidaste, Malyshka? Su tono enronquecido provocó que el vello se erizara bajo su mirada aunque trató de fingir indiferencia por lo que él le hacía sentir.—Ayer no dormiste aquí, así que puedes irte a donde quiera que estuvieras.Giró la cabeza para que él no pudiera notar el rubor en sus mejillas pero al escuchar la risita divertida de Dimitry no pudo evitar girarse a verlo desconcertada con el ceño fruncido.—¿Me extrañaste ayer?—Ni en
—¿Qué haces? —gruñó Polina mirando como desquiciada a Tarah quien se cambiaba a toda velocidad.—¿Siguen detrás de la puerta los gorilas?Su amiga entornó los ojos divertida sabiendo que se refería a los hombres de Dimitry quienes ahora no la dejaban sola ni siquiera cuando entraba a clases.El baño era el único lugar al que podía ingresar sin que ellos entraran junto con ella así que esa mañana se había llevado a la universidad ropa para poder escaparse.—¿De dónde sacaste esa ropa tan espectacular?Polina la miró boquiabierta cuando se colocó aquel vestido elegante que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel.—Es parte de “la señora Romanova”.—Así que Dimitry te está mimando.Satarah le echa una mirada fulminante a su amiga y esta estalla en carcajadas.—Más bien está intentando que no lo avergüence con mi estilo de ropa.—Pues si te soy sincera te queda espectacular. —No voy a cambiar nada por él. ¿Trajiste la peluca?Polina saca la peluca natural de su bolso y Satarah no duda
Dimitry estaba furioso desde mucho antes del momento en el que sus hombres le avisaron que Satarah se había escapado.La había escuchado decir que solo era un año, pues vería todo lo que podía pasar en un año.—¡Búsquenla por todos lados! ¡Si le pasa algo a mi mujer los mataré a todos ustedes, bastardos! —rugió a través del altavoz.Anastasya se detuvo detrás de él inclinándose sobre su cuerpo apoyando sus manos en los fuertes hombros de Dimitry.—No deberías darle tanta importancia a esa mujer. Lo que hace es solo para llamar tu atención. Ella sabe que no es nada para ti.Su boca rozó el lóbulo de su oreja y Dimitry se apartó levantándose de golpe.—Largo de aquí Anastasya, no estoy de humor.—Pero…—No lo volveré a repetir, te quiero fuera de mi oficina. La pelirroja lo observó con los labios apretados, ellos habían sido amantes por años, esperaba que Dimitry se casara con ella después de la muerte de Natalya pero en su lugar había llevado a la estúpida de su hermana y ahora la ign
—Eso no quiere decir que puedas tratarme como se te da la gana, ¿Acaso te volviste loco?Ella se apartó de él aunque no podía dejar de sentirse intimidada por Dimitry.Su mirada fija no se había apartado ni siquiera por un minuto de ella así que Satarah alzó su barbilla retadoramente cruzándose de brazos.—¿A dónde fuiste?Esta vez él formuló la pregunta suavemente pero Satarah se sintió aún más nerviosa. Porque su tranquilidad solo llamaba al peligro.Soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo.—Necesitaba un poco de espacio. Me está volviendo loca que esos hombres me sigan a todas partes Dimitry.—¿Sabes quién eres ahora Satarah? La mujer del Pakhan, si alguien hubiera llegado a verte sola te secuestrarían o te harían quién demonios sabe qué.Podía notar la tensión escrita en cada parte de su cuerpo.—Sé defenderme sola.Dimitry arqueó una ceja, quería burlarse de ella pero en ese instante solo sentía la necesidad de ahorcarla.“¿Por qué carajo es tan terca?”—No contra mis en
—¿Dimitry?Satarah dio un paso apartándose del cuerpo inconsciente de Pavel sin dejar de mirar a su esposo. Enseguida notó la mirada oscura de este posada sobre el tipo.Ella no se perdió de la perfección de sus rasgos pareciendo ahora mucho más atractivo, incluso aunque su mandíbula estuviera firmemente apretada.—Ven aquí, nos vamos —demandó volviendo su mirada a ella.Satarah vio su mano grande estirada para que la tomara y se preguntó si realmente tenía que hacerlo.Después de todo a Dimitry no le gustaba que lo tocara, sin embargo, estaba tentada a hacerlo.Cuando dio un paso más en su dirección captó enseguida la furia contenida en sus pupilas y casi se estremeció. Un calor extraño la recorrió de repente ocasionando que gimiera mientras sentía que sus pechos rozaban la tela del vestido que estaba usando de manera deliciosa.—Satarah… maldición —gruñó de repente dando un par de zancadas para llegar a ella.Tomó su rostro entre sus grandes manos alzándolo y sus ojos se encontraron
Cuando la puerta del auto se abrió él no dudó en cargar a Satarah en sus brazos.—Dim…Ella acercó su nariz a su cuello y el simple roce lo puso mucho más duro de lo que estaba.“Autocontrol Dimitry, ella está drogada. No sabe qué demonios está haciendo.”—¿Señor, la llevo por usted?Él lo fulminó con la mirada de inmediato y el hombre se apartó enseguida. —Como la mierda que vas a tocar a mi mujer estando así. ¡Abre la puta puerta!Satarah ajena a sus celos lamió descaradamente el cuello de Dimitry enviando descargas eléctricas por todo su cuerpo. —Satarah —gruñó.Ella alzó la mirada encontrándose con esos ojos celestes tan hermosos mientras le sonreía. —¿Qué pasa Dim?—No vuelvas a hacerlo.Ella hizo un motín apoyando ahora su frente en el hombro de Dimitry intentando controlar el fuego que ardía dentro de ella. El mismo que necesitaba ser apagado.Dimitry inhaló profundamente, estaba luchando por ser un caballero aunque nunca en su vida lo había sido, sin vacilar entró a su casa