—Debo admitirlo, tu padre se aseguró de que te vieras presentable.
¿Presentable?
Satarah ignoró la punzada que sintió sabiendo que Dimitry era experto en lastimarla, desde que era un niño se le había dado muy bien.
—¿Debería agradecerte por el cumplido?
Ante su tono indiferente su ahora esposo arqueó una ceja.
—¿Después de que te casaste de repente tienes agallas?
Inhaló profundamente recordando la amenaza de su padre, tenía que mantener la calma frente a Dimitry o por lo menos fingir.
—¿Qué hacemos aquí de todas maneras?
—¿Te intimida mi presencia?
Ella casi entornó los ojos por sus constantes pullas, se levantó del sofá queriendo crear una distancia entre ambos.
—Nunca hemos estado demasiado tiempo juntos, supongo que nada cambiará entre nosotros.
—Tienes razón, no lo hará. Tu presencia no es la más interesante.
Satarah cerró los ojos de espaldas a Dimitry y agradeció que él no pudiera ver su expresión dolida. No llevaban ni una hora como “esposo” y ya comenzaba a lamentarse por obedecer a su padre.
—Entra —ordenó él una vez que la puerta sonó.
Solo en ese momento ella se dio la vuelta para ver quién entraba al despacho de Dimitry.
—Señor, todo está en orden.
—Retírate.
El hombre enseguida salió del lugar.
—Toma, puedes leerlo.
Dimitry le tendió los papeles que aquel hombre le había traído y Satarah no pudo evitar fruncir el ceño.
—¿Qué es?
—Un contrato de matrimonio —dijo como si nada sirviéndose una bebida sin mirarla—. Tu padre estuvo de acuerdo.
—¿Un contrato…?
—Básicamente establece los bienes que cada uno tiene, el tiempo de duración de este matrimonio será de un año o hasta que yo lo decida.
Satarah se sentó frente al escritorio de Dimitry mientras él le explicaba con aburrimiento de qué iba aquel contrato. Ella lo ojeó perdida en sus pensamientos.
“Mi padre lo leyó, no me importan los términos. De todas formas ya estoy atada a este matrimonio falso.”
—Debes cumplir tu papel como mi esposa a la perfección. No quiero que me avergüences. Al salir lo harás con protección.
Comenzó a firmar el contrato y justo después de hacerlo él concluyó.
—Ah, y lo olvidaba. Debes darme un heredero antes de que se termine el año.
—¡¿Qué?!
Horrorizada y con las mejillas rojas Tarah alzó la vista encontrándose con los ojos fijos de Dimitry. Él parecía tan indiferente como siempre.
Tal parecía que lo que había dicho era algo trivial y no de suma importancia como era un hijo.
Airada ella se levantó de la silla sin apartar la mirada de él.
—¡¿Y se te olvidó decirme lo más importante a lo último?!
—Te dije que leyeras el contrato —respondió después de dar un sorbo a su bebida.
El desinterés en su voz la hizo explotar.
—¡No hay manera! ¡Me engañaste!
Dimitry dejó salir un suspiro cansado como si estuviera hablando con una niña tonta y dejó la bebida sobre la mesa a su lado.
—No es mi culpa que ni siquiera hayas leído el contrato que te da un mafioso. Deberías tener más cuidado, Malyshka.
—¡Eres un…!
Antes de que pudiera rebelarse, Dimitry se levantó llegando rápidamente a donde estaba ella invadiendo su espacio personal.
—¿Qué haces?
Rápidamente, Tarah dio un paso atrás aunque eso solo sirvió para terminar acorralada por ese hombre.
Dimitry apoyó sus palmas abiertas sobre la pared detrás de ella quedando atrapada.
—Escúchame una cosa, Satarah. No me irrites. Si me casé contigo fue con este objetivo. Todo en la Bratva es por algo, si hubiera sido por mí no me habría casado contigo.
Él siempre había sabido como lastimarla profundamente. Dimitry se esforzaba por atacarla y Satarah había luchado contra sus ataques, se mantuvo lo más lejos que podía de él cuando estaba en su casa con su hermana pero ahora ¿cómo podía huir de su marido?
—El sentimiento es mutuo. No quiero tener un hijo tuyo.
La mandíbula de él se tensó, su respiración chocó contra la de ella y por un segundo Satarah recordó el momento que habían vivido en la iglesia pero enseguida lo apartó frunciendo el ceño ante la dirección de sus pensamientos.
—Lástima que no puedas tener lo que quieres.
—¿Me forzarás entonces?
Él se inclinó más cerca de ella y el pulso de la mujer se disparó.
De repente Dimitry le mostró una sonrisa ladina que no prometía nada bueno.
—No necesito hacer eso para que estés en mi cama.
No tardó en apartarse de ella como si le desagradara estar demasiado cerca y se llevó el documento que estúpidamente Satarah había firmado.
*
—Chica, sonríe un poco, es tu boda.
—Sabes tanto como yo que esto es más una condena para mí que una boda.
Su amiga quiso consolarla aunque no pudo hacerlo.
—¡Serpiente! ¡Eso es lo que eres!
Satarah se paralizó por los gritos de aquella mujer que conocía a la perfección.
Su madre avanzaba hacia ella tambaleándose con una expresión feroz.
—¡Tú mataste a Natalya, siempre deseaste su muerte para quedarte con todo lo que ella tenía!
—Mamá…
Su progenitora no pareció conmovida, ni siquiera le importó que estuviera armando un espectáculo frente a todos. Estaba demasiado alcoholizada como para importarle. Su madre no había dejado de beber ni siquiera un día después de la muerte de su hermana.
—¡Tú solo estabas en las sombras y ahora todos te miran pero no eres nadie, no eres nada sin Natalya!
—¡Sonya!
Su padre apareció con el rostro rojo de vergüenza arrastrando a su madre fuera del lugar aunque ella seguía gritando improperios.
Satarah estaba destruida, quería llorar y el sentimiento se incrementó al ver que ahora todos la miraban de manera juzgadora.
—Tarah, lo siento mucho.
Ella se mantuvo en silencio aunque quería echarse a correr.
—Sabía que era una aprovechada. Su hermana tiene apenas dos semanas muerta y ella ya se casó con su hombre.
—Si no fuera por el trato que tenía Dimitry con Noel, estoy segura de que el Pakhan no habría volteado a mirarla ni una vez. Es muy poca cosa.
—Tienes razón, aunque Natalya era su gemela, ella es patética.
Las carcajadas estallaron y Tarah pudo escuchar cada burla.
Dimitry ni siquiera estaba alrededor así que salió de ahí lo más rápido que pudo sintiendo que ya no podía contener el llanto.
Nunca se había sentido tan humillada y miserable.
—¡Tarah!
—Necesito que me dejes sola Polina, por favor.
Su amiga suspiró antes de asentir mirándola con pena, Satarah era la persona más dulce que había conocido. No merecía que nada de eso estuviera pasándole.
Después de robarse una botella de alcohol escondida en el jardín, Satarah no pudo evitar llorar sintiéndose miserable.—Todo esto es tú culpa Dimitry, tenías que casarte con otra y romper el contrato con mi padre.Ahora su madre la creía una traidora, todo el mundo la despreciaba y ella cada vez se sentía peor.—¿De verdad? Ella dio un respingo y alzó la cara encontrándose con la mirada desdeñosa de su enemigo.—Luces lamentable. ¿Tuviste que correr de nuestra fiesta de bodas para emborracharte? Satarah se levantó tambaleante y lo señaló con rabia.—Tú siempre has sido un imbécil.Él entornó los ojos y ella quiso acercarse para abofetearlo, sin embargo, pronto perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer al suelo pero fue sostenida por Dimitry.Torpemente Tarah alzó su mirada encontrándose con aquellos ojos fijos en ella.—Suéltame.—Apenas puedes mantenerte en pie.—Puedo caminar.Empujó sus hombros aunque ni siquiera logró moverlo un poco. Dimitry la ignoró tomándola en brazos es
Cuando estaba a punto de tocar la puerta esta se abrió y Dimitry salió de la habitación. Satarah estaba a punto de hablar en el momento que sus ojos se encontraron pero una nueva persona salió de ahí luciendo desaliñada.—¿Qué pasa?Dimitry quiso llamar su atención devuelta pareciendo indiferente. Ella sintió una punzada en el corazón pero se las arregló para no mostrar ninguna expresión. “¿Qué me importa que él no haya dormido conmigo? Es mucho mejor que Dimitry se mantenga alejado de mí.”—Y-yo necesito ir a la universidad. Dijiste que no podía salir sola.Tarah podía sentir la mirada fija de esa chica sobre ella y al girar un poco su mirada le pareció que ella se burlaba.—¿Piensas ir vestida así? Su esposo la observó despectivamente haciendo una mueca y ella tuvo la necesidad de defenderse. No había nada malo en sus jeans.—No voy a una pasarela de modas, sino a la universidad.—No sé si olvidaste que también te dije que no me avergonzaras. No hay forma de que salgas vestida así
—Yo no llamaría a ese un vestido feo pero sí poco convencional. Mucho menos dejaría a una dama tan hermosa sola.La voz masculina provocó que Satarah se girara sorprendida y cuando lo hizo no tardó en reconocer al hombre frente a ella.—¿Gian Franco? El aludido sonrió deteniéndose justo frente a ella quien lo observaba con asombro antes de abrazarlo.—¡No puedo creer que estés aquí! ¡¿Cuándo volviste?!El hombre envolvió sus manos alrededor de su cintura inhalando el dulce aroma que Tarah desprendía.—Volví hoy. Quise venir antes a verte, lamento lo de tu hermana.Aquel recordatorio siempre era doloroso para ella.Al separarse de él, Gian tomó la barbilla de Tarah alzándola con cuidado mirándola a los ojos.—¿Por qué lo hiciste, nena? Su aliento se mezcló con el de ella y Tarah se dio cuenta de lo cerca que estaban, eso la ponía nerviosa y ansiosa en partes iguales.—¿Ha-hacer qué?—¿Por qué te casaste con ese imbécil?Gian había sido su mejor amigo desde que tenía memoria, tenían d
Las mejillas de Satarah se enrojecieron notablemente mientras que Dimitry la miraba como si hubiera perdido la cabeza.—Suéltame —murmuró temblorosa.Él miró su agarre y con el rostro tenso la soltó.—Pídele disculpas a Anastasya, ella no tiene que aguantar tus groserías.Los ojos de ella se encendieron de rabia.—¡No voy a pedirle disculpas a esta mentirosa! —Satarah —estaba advirtiéndole.Probablemente otros temblaran por aquella mirada intimidante que el Pakhan de la Bratva le estaba dando pero ella se mantuvo firme con la cabeza en alto y los dientes apretados.—Jamás, ¿Me escuchaste? Puede que me haya tenido que casar contigo y obedecer a mi padre pero no permitiré que me humilles de esta manera como ella lo hizo. Se aprovechó de mí pero eso no volverá a pasar. ¡No la quiero cerca de mí o soy capaz de matarla con mis propias manos! —explotó Tarah.Sin que nadie pudiera pararla se fue de la habitación hecha una furia. Sus mejillas estaban enrojecidas por la cólera pero antes de q
Tarah tragó saliva sintiendo que su corazón latía cada vez más rápido ante la intimidante presencia de su esposo.—¿Q-qué haces aquí? —preguntó con un hilo de voz sin apartar su mirada de Dimitry.El hombre la recorría como si estuviera estudiando cada parte de su cuerpo.Arqueó una ceja casi divertido por el tono que ella había utilizado y dio un paso más cerca de la cama. Enseguida Satarah contuvo el aliento.Su cuerpo brillaba con las gotas de agua que se deslizaban por su piel maciza. —¿Qué hago aquí? Es nuestra habitación de casados ¿Acaso lo olvidaste, Malyshka? Su tono enronquecido provocó que el vello se erizara bajo su mirada aunque trató de fingir indiferencia por lo que él le hacía sentir.—Ayer no dormiste aquí, así que puedes irte a donde quiera que estuvieras.Giró la cabeza para que él no pudiera notar el rubor en sus mejillas pero al escuchar la risita divertida de Dimitry no pudo evitar girarse a verlo desconcertada con el ceño fruncido.—¿Me extrañaste ayer?—Ni en
—¿Qué haces? —gruñó Polina mirando como desquiciada a Tarah quien se cambiaba a toda velocidad.—¿Siguen detrás de la puerta los gorilas?Su amiga entornó los ojos divertida sabiendo que se refería a los hombres de Dimitry quienes ahora no la dejaban sola ni siquiera cuando entraba a clases.El baño era el único lugar al que podía ingresar sin que ellos entraran junto con ella así que esa mañana se había llevado a la universidad ropa para poder escaparse.—¿De dónde sacaste esa ropa tan espectacular?Polina la miró boquiabierta cuando se colocó aquel vestido elegante que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel.—Es parte de “la señora Romanova”.—Así que Dimitry te está mimando.Satarah le echa una mirada fulminante a su amiga y esta estalla en carcajadas.—Más bien está intentando que no lo avergüence con mi estilo de ropa.—Pues si te soy sincera te queda espectacular. —No voy a cambiar nada por él. ¿Trajiste la peluca?Polina saca la peluca natural de su bolso y Satarah no duda
Dimitry estaba furioso desde mucho antes del momento en el que sus hombres le avisaron que Satarah se había escapado.La había escuchado decir que solo era un año, pues vería todo lo que podía pasar en un año.—¡Búsquenla por todos lados! ¡Si le pasa algo a mi mujer los mataré a todos ustedes, bastardos! —rugió a través del altavoz.Anastasya se detuvo detrás de él inclinándose sobre su cuerpo apoyando sus manos en los fuertes hombros de Dimitry.—No deberías darle tanta importancia a esa mujer. Lo que hace es solo para llamar tu atención. Ella sabe que no es nada para ti.Su boca rozó el lóbulo de su oreja y Dimitry se apartó levantándose de golpe.—Largo de aquí Anastasya, no estoy de humor.—Pero…—No lo volveré a repetir, te quiero fuera de mi oficina. La pelirroja lo observó con los labios apretados, ellos habían sido amantes por años, esperaba que Dimitry se casara con ella después de la muerte de Natalya pero en su lugar había llevado a la estúpida de su hermana y ahora la ign
—Eso no quiere decir que puedas tratarme como se te da la gana, ¿Acaso te volviste loco?Ella se apartó de él aunque no podía dejar de sentirse intimidada por Dimitry.Su mirada fija no se había apartado ni siquiera por un minuto de ella así que Satarah alzó su barbilla retadoramente cruzándose de brazos.—¿A dónde fuiste?Esta vez él formuló la pregunta suavemente pero Satarah se sintió aún más nerviosa. Porque su tranquilidad solo llamaba al peligro.Soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo.—Necesitaba un poco de espacio. Me está volviendo loca que esos hombres me sigan a todas partes Dimitry.—¿Sabes quién eres ahora Satarah? La mujer del Pakhan, si alguien hubiera llegado a verte sola te secuestrarían o te harían quién demonios sabe qué.Podía notar la tensión escrita en cada parte de su cuerpo.—Sé defenderme sola.Dimitry arqueó una ceja, quería burlarse de ella pero en ese instante solo sentía la necesidad de ahorcarla.“¿Por qué carajo es tan terca?”—No contra mis en