—¿Por qué tengo que casarme con él, padre?
Acababan de enterrar a su hermana gemela y ahora tenía que procesar las palabras de su padre cuando su corazón estaba completamente roto.
—Debes tomar el lugar de Natalya, tienes que casarte con Dimitry, eso es lo único que necesitas saber.
—Pero Dimitry no me ama, él y yo…
—¡¿Por qué hablas de amor?! ¡No digas estupideces Satarah! ¡Necesitamos este vínculo con los Romanov, antes no me importaba que pasaras el tiempo escondiéndote de todos, pero las cosas han cambiado y te juro que si no haces lo que te digo lo pagarás!
Su padre apretó sus hombros con violencia mirándola como un desquiciado mientras que le gritaba.
“No llores Satarah, eso solo lo enfurecerá más.”
—Pero estoy segura de que Dimitry no querrá casarse conmigo. Era a mi hermana a quien quería.
—Te asegurarás de hacerlo cambiar de opinión. Esta noche te pondrás el vestido más hermoso que tengas. La Bratva se reunirá, no me falles Satarah, no te atrevas a arruinarlo.
Cuando su padre la soltó, ella enseguida corrió a resguardarse en su habitación. Por fin dejó caer las amargas lágrimas que llevaba horas aguantando desde que supieron que su hermana estaba muerta porque los Alekseev no se permitían mostrarse débiles. Si su padre la hubiera visto así le habría dado una paliza.
—Natalya, te extrañaré tanto hermana.
Satarah estaba segura que todos a su alrededor habrían querido intercambiar a las hermanas y que fuera ella la que estuviera en el lugar de su gemela. Sus padres siempre habían estado orgullosos de Natalya quien era la hija perfecta. No había nada que ella hiciera mal lo que hizo que Satarah creciera manteniéndose alejada de la vista de todos.
Era el patito feo y estaba bien con eso.
—¿Qué voy a hacer sin ti Lya?
Con la necesidad de distraer su mente tomó un libro y se dirigió al jardín. Sumergida en la lectura no se percató por dónde caminaba estampándose contra un pecho musculoso.
—Ay.
Estúpidamente cayó al suelo y no tardó en alzar la mirada viendo al gigante de pie frente a ella mirándola con la misma expresión de hastío con la que siempre le veía.
—Nunca es tarde para hacer el ridículo, algo típico en ti ¿no?
Sus manos en los bolsillos con aquella actitud desdeñosa y superior, sumado a la ceja arqueada lo hacían ver más atractivo e interiormente Tarah se reprochó por aquel pensamiento.
Dimitry le tendió la mano y ella casi la golpeó, pero en su lugar decidió levantarse por su cuenta observándolo de manera fulminante.
—Imbécil.
—¿Dijiste algo?
—¿Qué haces aquí?
Una vez más aquella perfecta ceja se arqueó mientras los ojos de él la analizaban.
—Obviamente no vine por ti, si es lo que estás preguntando.
Él pasó por su lado dejando un rastro de perfume masculino en el aire.
Tarah apretó la mandíbula. Su relación con Dimitry siempre había sido así. Los dos se repelían desde que eran niños, caso contrario a su relación con Natalya. Por eso no entendía cómo quería su padre que se casara con el hombre que había hecho de su vida un infierno desde que era una niña.
—Haga lo que haga Dimitry nunca se casará conmigo. Tarde o temprano mi padre lo entenderá.
*
DOS SEMANAS DESPUÉS:
Satarah se encontraba sin aliento caminando firmemente aferrada al brazo de su padre. Todo a su alrededor parecía irreal.
—Sonríe —gruñó su padre despertándola de la horrible realidad.
¿De verdad iba a casarse con Dimitry?
Ni siquiera sabía cómo había sucedido, aquellas dos semanas habían transcurrido como un borrón espantoso. Ni siquiera había podido llorar a su hermana.
Sonrió a duras penas fingiendo mientras que sus ojos se clavaban en él. Dimitry la miraba con la frialdad más cruel, ni siquiera se esforzó por fingir un poco.
—Papá, yo…
—Cállate o te oirán.
Las pupilas del líder de la mafia más peligrosa de Rusia la observaron con seriedad al llegar a su lado, pero por su expresión parecía satisfecho con su estilismo.
—Dimitry, cuida de mi hija.
—Es mi deber —le recordó casi con sorna.
Los hombres de la mafia se decían a sí mismos hombres de honor y una de las principales reglas era la protección a los suyos, sobre todo, a las esposas.
Satarah se quedó en silencio al lado de Dimitry sintiendo ligeramente como sus brazos se rozaban inocentemente. Ni siquiera pudo escuchar la mitad de lo que el sacerdote decía.
Todo en lo que podía pensar era en que estaba usurpando el lugar de su hermana. Estaba casándose con un hombre que la despreciaba.
—¿Acepta a Satarah Alekseev como su esposa?
La voz de Dimitry pareció más ronca al hablar aunque su semblante estaba sin expresión.
Ella nunca podía imaginarse qué estaba pensando aquel hombre.
—Acepto.
Satarah cerró los ojos por un momento como si aquello fuera a sacarla de la realidad que estaba viviendo.
—¿Señorita Alekseev?
El llamado del sacerdote la hizo sonrojar pero se horrorizó al ver cómo la observaba Dimitry. Parecía a punto de matarla.
—Y-yo acepto.
“Cómo será mi vida después de esto.”
—Entonces los declaro marido y mujer, hasta que la muerte los separe. Puede besar a la novia.
Ella inhaló bruscamente abriendo los ojos con sobresalto.
¿Cómo había podido olvidar aquel detalle?
No sabía cómo reaccionar pero fue Dimitry quien lo hizo por ella. Sin que lo esperara, la acercó a su pecho sin nada de sutileza. Se inclinó sobre ella, aún así Tarah seguía siendo mucho más baja que él.
—¿Qué haces? —susurró con un hilo de voz.
Dimitry atrapó su barbilla con su dedo índice y pulgar, su aliento chocó contra el suyo.
—Lo que todo marido hace, besar a la novia.
Sin más preámbulos la besó casi con posesividad, proclamándola suya frente a todo, aunque estaba lejos de serlo. Temblorosa Tarah intentó corresponder aquel beso, su vientre se tensó experimentando una emoción indescriptible, sin embargo, tan rápido como la besó, Dimitry se apartó mirándola a los ojos de manera penetrante y sombría.
—Hasta que la muerte nos separe, Malyshka.
Repitió aquellas palabras del sacerdote y ella no pudo evitar estremecerse frunciendo el ceño. Ruborizada con el corazón latiendo fuertemente se apartó de él escuchando los aplausos.
“Todo es una farsa. Debes grabártelo en la cabeza, Satarah.”
—Debo admitirlo, tu padre se aseguró de que te vieras presentable.¿Presentable?Satarah ignoró la punzada que sintió sabiendo que Dimitry era experto en lastimarla, desde que era un niño se le había dado muy bien.—¿Debería agradecerte por el cumplido? Ante su tono indiferente su ahora esposo arqueó una ceja.—¿Después de que te casaste de repente tienes agallas?Inhaló profundamente recordando la amenaza de su padre, tenía que mantener la calma frente a Dimitry o por lo menos fingir.—¿Qué hacemos aquí de todas maneras?—¿Te intimida mi presencia?Ella casi entornó los ojos por sus constantes pullas, se levantó del sofá queriendo crear una distancia entre ambos.—Nunca hemos estado demasiado tiempo juntos, supongo que nada cambiará entre nosotros.—Tienes razón, no lo hará. Tu presencia no es la más interesante.Satarah cerró los ojos de espaldas a Dimitry y agradeció que él no pudiera ver su expresión dolida. No llevaban ni una hora como “esposo” y ya comenzaba a lamentarse por ob
Después de robarse una botella de alcohol escondida en el jardín, Satarah no pudo evitar llorar sintiéndose miserable.—Todo esto es tú culpa Dimitry, tenías que casarte con otra y romper el contrato con mi padre.Ahora su madre la creía una traidora, todo el mundo la despreciaba y ella cada vez se sentía peor.—¿De verdad? Ella dio un respingo y alzó la cara encontrándose con la mirada desdeñosa de su enemigo.—Luces lamentable. ¿Tuviste que correr de nuestra fiesta de bodas para emborracharte? Satarah se levantó tambaleante y lo señaló con rabia.—Tú siempre has sido un imbécil.Él entornó los ojos y ella quiso acercarse para abofetearlo, sin embargo, pronto perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer al suelo pero fue sostenida por Dimitry.Torpemente Tarah alzó su mirada encontrándose con aquellos ojos fijos en ella.—Suéltame.—Apenas puedes mantenerte en pie.—Puedo caminar.Empujó sus hombros aunque ni siquiera logró moverlo un poco. Dimitry la ignoró tomándola en brazos es
Cuando estaba a punto de tocar la puerta esta se abrió y Dimitry salió de la habitación. Satarah estaba a punto de hablar en el momento que sus ojos se encontraron pero una nueva persona salió de ahí luciendo desaliñada.—¿Qué pasa?Dimitry quiso llamar su atención devuelta pareciendo indiferente. Ella sintió una punzada en el corazón pero se las arregló para no mostrar ninguna expresión. “¿Qué me importa que él no haya dormido conmigo? Es mucho mejor que Dimitry se mantenga alejado de mí.”—Y-yo necesito ir a la universidad. Dijiste que no podía salir sola.Tarah podía sentir la mirada fija de esa chica sobre ella y al girar un poco su mirada le pareció que ella se burlaba.—¿Piensas ir vestida así? Su esposo la observó despectivamente haciendo una mueca y ella tuvo la necesidad de defenderse. No había nada malo en sus jeans.—No voy a una pasarela de modas, sino a la universidad.—No sé si olvidaste que también te dije que no me avergonzaras. No hay forma de que salgas vestida así
—No puede ser.Su voz sonó quebrada al contemplar la escena frente a ella.Su hermana estaba viva, había corrido a su casa para encontrarla y se llevó una sorpresa inesperada pues su esposo también estaba ahí. —Dimitry…Aunque susurró su nombre él no pudo oírla, sus labios estaban siendo besados por la única mujer a la que siempre amó. Tan embelesado por ella como desde la adolescencia estuvo. —Esta vez sí estaremos juntos. Te daré muchos hijos…Mientras hablaba Natalya llevó una de las grandes manos de Dimitry a su vientre. Satarah ahogó un sollozo sintiendo como su corazón se quebraba en ese instante. Parecía estar en una pesadilla. ¿Cómo iba a competir con su hermana? Desesperada se dio la vuelta para irse, no podría soportarlo por más tiempo..—¿Satarah? Detente.Temblorosa y llena de dolor jugueteó con su anillo de bodas sintiendo que todo lo que había vivido en esa casa era un sueño lejano. Una dulce mentira.—Te dije que te detuvieras ¡¿No me oyes?!La mano firme de su espo