Sus labios fueron enseguida presos de los de Dimitry.Por un momento olvidó porqué lo había besado entregándose a la intensidad del beso. Cuando sintió que él la acercó mucho más ocasionando que chocara contra su pecho su corazón saltó recordando lo que estaba haciendo y dónde estaba.Se apartó de Dimitry sin embargo, sus ojos se clavaron en los de ella como si quisiera decirle algo antes de que Satarah se diera la vuelta para enfrentar a la mujer quien estaba mirándolos boquiabierta.—¿Entendiste o necesitas otra demostración?Antes de que esta respondiera, Satarah tomó la muñeca de Dimitry y lo haló hacia dentro de la habitación cerrándole la puerta en la cara a esa estúpida.Al girarse se encontró con la mirada inquisitiva de Dimitry. Él alzó una ceja evidentemente burlándose de su arrebato y aunque sintió sus mejillas ponerse rojas por lo avergonzada que estaba fingió indiferencia.—¿Quieres repetir, Malyshka?—Imbécil —gruñó ella pasando por su lado golpeando su hombro contra su
Claramente no había despertado del todo porque después de lavarse la cara salió del baño. Dimitry no miró en su dirección hasta que salió del baño después de asearse. Entonces sus ojos se centraron en su rostro y una oscura y peligrosa rabia se mostró en la expresión del ruso.“Ay, no. Mierda, mierda, no me digas que yo no…”Dimitry llegó en dos zancadas hasta donde estaba ella tomando su rostro entre sus manos y Satarah sintió como su corazón saltaba cuando su mirada oscurecida la recorrió.La mandíbula del hombre estaba firmemente apretada pareciendo tan intimidante como nunca lo había visto.Ella quería dar un paso atrás, apartarse de su toque o echarse a correr porque aquella mirada suya solo irradiaba problemas.El hombre frente a ella no era su enemigo de juventud, era el Pakhan de la Bratva. Un asesino.—Dimitry…—¿Quién? —su voz letalmente suave fue el recordatorio que mientras más tranquilo pareciera más malvado se volvía.—Me golpeé sin querer en casa, yo no.—Dame el nombre
Dimitry dio un vistazo por la habitación sin perderse ni un detalle.Cuando era más joven él solía visitar la casa de los Alekseev porque sus padres eran socios y él era el mejor amigo de Natalya. La habitación de Satarah era un lugar prohibido, solo una vez había entrado en aquella habitación cuando era un adolescente y lo recordaba muy bien.SEIS AÑOS ATRÁSSatarah trataba de ignorar el sonido molesto del exterior.La música resonaba en cada parte de su habitación mientras que ella intentaba relajarse para poder pintar en paz. Apretó los dientes molesta.Sus padres se habían ido de la ciudad por un viaje de negocios y cuando eso ocurría Natalya hacía sus fiestas escandalosas junto al idiota de Dimitry. Ella por su parte se dedicaba a pintar intentando reprimir los sonidos del exterior.—¿Cuándo se irán? —gruñó Satarah.Era más de las tres de la mañana y sinceramente era un milagro que no hubieran enviado a la policía.“Quizás se deba a que todos saben que el cerebro detrás de esta f
Satarah había salido del auto en medio de la balacera. En ese momento no tenía ni el más mínimo sentido común.Necesitaba llegar hasta su padre o todo terminaría muy mal. Dimitry lo asesinaría y ella perdería la posibilidad de encontrar a su hija.—¡Señora!Ella escuchó que varios hombres de Dimitry la llamaban, otros la cubrían pero ella no podía concentrarse su visión estaba entorpecida con las lágrimas que nublaban sus ojos.Por donde quiera que pasaba había un charco de sangre con hombres muertos por doquier.Era un milagro que a ella misma no le hubieran disparado.—¡¿Papá?!Desde que su padre le había arrebatado a su hija lo había odiado como a nadie, incluso si sonaba sádica ella misma quería asesinarlo. Pero aquel no era el momento, lo haría pagar una vez que encontrara a su hija. Ni antes, ni después.—¡Papá!—¡Satarah! ¡Esto es tu culpa, van a matarnos por tu culpa, desagradecida! —los gritos de su madre resonaron en el interior de su habitación y Satarah no lo pensó corrien
“—Ya no hay trato.”Esas palabras desataron la bestia interior de Dimitry.Él estaba tratando de reprimir su furia mientras conducían de vuelta a su casa.Satarah durante todo el camino Satarah estaba en silencio aguantando las desesperadas ganas de llorar. Aquel papel que tenía en la mano se había convertido en una especie de salvavidas para ella.Cuando vio que llegaba a la casa de Dimitry enseguida saltó del auto sin esperarlo. Casi corriendo hasta su habitación.—¡Ten más cuidado, niña! —gritó Yelena pero ella se limitó a ignorarla.Tenía que salir de ahí.Dimitry ya le había arruinado la vida lo suficiente como para quedarse en ese lugar.Ya en la habitación Satarah tomó una maleta comenzando arrojar su ropa en el interior. Ignoró el fuerte sonido de la puerta cerrándose detrás de ella hasta que escuchó el amenazante gruñido de Dimitry.—¿Qué carajos haces, Satarah?Él estaba justo detrás de ella pero por primera vez no se sintió intimidada sino irritada con su presencia.—Me voy
Cuando Satarah salió de la habitación un par de hombres la estaban esperando.—¿Dónde está Andrei?—El jefe ha dicho que seremos sus nuevos guardaespaldas.Ella frunció el ceño pero no preguntó nada más. Necesitaba llegar cuando antes a la dirección, su corazón estaba latiendo cada vez más fuerte contra su pecho y la ansiedad estaba volviéndola loca de impaciencia.Los guardaespaldas la guiaron hasta la salida pero para su mala suerte en la puerta la esperaban Yelena, Anastasya y Rashel.—Entras y sales como se te da la gana ¿Quién te crees que eres? —gruñó como siempre a la defensiva Yelena.Tarah frunció el ceño irritada con la mujer. Nunca había entendido porqué la detestaba tanto porque ella nunca le había hecho nada a esa señora.—Me creo lo que soy. La esposa de Dimitry y si le molesta mi estado civil, señora Romanova. Háblelo con su hijo, quizás así me de el divorcio de una vez por todas. Permiso.Yelena junto a Anastasya siguieron despotricando contra ella pero poco le importó
Satarah mira alrededor sin importarle las banalidades, lo único que quiere ver es algo que le indique si su hija está ahí.Un juguete quizás, la risa infantil o cualquier tipo de desastre que lo delate pero simplemente ve el sitio impolutamente limpio y ordenado mientras Svetlana la guía hasta el sofá.Siente que sus piernas están temblando al igual que sus manos y si no se calma pronto tendrá un ataque al corazón.Es aún peor que el sentimiento que le provocaba ir a los orfanatos porque hay un papel. La certeza de que esta mujer adoptó a su pequeña y el que ella no lo hubiera negado ocasionaba que se sintiera aún más feliz.—¿Quieres algo de beber?—No.Ella hace un gesto ha su criada y la mujer las deja solas.—¿Eres Satarah? —indagó Svetlana una vez que ambas estuvieron sentadas sobre el mullido sofá.—¿Dónde está ella? —preguntó ella de vuelta dejando escapar un sollozo.Los ojos verdes aceitunados se clavan en ella como si buscara algo hasta que finalmente deja salir un suspiro.
—¿Qué carajo haces ahí arriba? Te puedes caer —gruñó Dimitry cuando la vio subida en una silla tambaleante.—Estoy tratando de colocar la Malen’kaya korobka aquí arriba del closet, nadie la verá. Así que nuestros deseos se cumplirán ¡Mierda!Ella estuvo a punto de caerse, sin embargo, Dimitry fue más rápido atrapándola en el aire.Su pecho se ciñó al suyo, sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia y Satarah tragó saliva cuando su aliento se mezcló con el de Dimitry.Sus manos habían rodeado su cuello instintivamente cuando pensaba que iba a caer al suelo y eso solo había hecho más íntimo su agarre.—Siempre tan torpe.—Suéltame, estúpido.Dimitry ladeó una sonrisa y Satarah gritó cuando iba a soltarla abruptamente. Clavó sus uñas en los antebrazos de él mientras se burlaba de ella.—¿No querías que te soltara?A pesar del resto de las groserías que comenzó a soltarle a Dimitry él la dejó sobre el suelo con cuidado antes de ir a buscar ropa.—¿Vas a salir a esta hora?Él se