“—Ya no hay trato.”Esas palabras desataron la bestia interior de Dimitry.Él estaba tratando de reprimir su furia mientras conducían de vuelta a su casa.Satarah durante todo el camino Satarah estaba en silencio aguantando las desesperadas ganas de llorar. Aquel papel que tenía en la mano se había convertido en una especie de salvavidas para ella.Cuando vio que llegaba a la casa de Dimitry enseguida saltó del auto sin esperarlo. Casi corriendo hasta su habitación.—¡Ten más cuidado, niña! —gritó Yelena pero ella se limitó a ignorarla.Tenía que salir de ahí.Dimitry ya le había arruinado la vida lo suficiente como para quedarse en ese lugar.Ya en la habitación Satarah tomó una maleta comenzando arrojar su ropa en el interior. Ignoró el fuerte sonido de la puerta cerrándose detrás de ella hasta que escuchó el amenazante gruñido de Dimitry.—¿Qué carajos haces, Satarah?Él estaba justo detrás de ella pero por primera vez no se sintió intimidada sino irritada con su presencia.—Me voy
Cuando Satarah salió de la habitación un par de hombres la estaban esperando.—¿Dónde está Andrei?—El jefe ha dicho que seremos sus nuevos guardaespaldas.Ella frunció el ceño pero no preguntó nada más. Necesitaba llegar cuando antes a la dirección, su corazón estaba latiendo cada vez más fuerte contra su pecho y la ansiedad estaba volviéndola loca de impaciencia.Los guardaespaldas la guiaron hasta la salida pero para su mala suerte en la puerta la esperaban Yelena, Anastasya y Rashel.—Entras y sales como se te da la gana ¿Quién te crees que eres? —gruñó como siempre a la defensiva Yelena.Tarah frunció el ceño irritada con la mujer. Nunca había entendido porqué la detestaba tanto porque ella nunca le había hecho nada a esa señora.—Me creo lo que soy. La esposa de Dimitry y si le molesta mi estado civil, señora Romanova. Háblelo con su hijo, quizás así me de el divorcio de una vez por todas. Permiso.Yelena junto a Anastasya siguieron despotricando contra ella pero poco le importó
Satarah mira alrededor sin importarle las banalidades, lo único que quiere ver es algo que le indique si su hija está ahí.Un juguete quizás, la risa infantil o cualquier tipo de desastre que lo delate pero simplemente ve el sitio impolutamente limpio y ordenado mientras Svetlana la guía hasta el sofá.Siente que sus piernas están temblando al igual que sus manos y si no se calma pronto tendrá un ataque al corazón.Es aún peor que el sentimiento que le provocaba ir a los orfanatos porque hay un papel. La certeza de que esta mujer adoptó a su pequeña y el que ella no lo hubiera negado ocasionaba que se sintiera aún más feliz.—¿Quieres algo de beber?—No.Ella hace un gesto ha su criada y la mujer las deja solas.—¿Eres Satarah? —indagó Svetlana una vez que ambas estuvieron sentadas sobre el mullido sofá.—¿Dónde está ella? —preguntó ella de vuelta dejando escapar un sollozo.Los ojos verdes aceitunados se clavan en ella como si buscara algo hasta que finalmente deja salir un suspiro.
—¿Qué carajo haces ahí arriba? Te puedes caer —gruñó Dimitry cuando la vio subida en una silla tambaleante.—Estoy tratando de colocar la Malen’kaya korobka aquí arriba del closet, nadie la verá. Así que nuestros deseos se cumplirán ¡Mierda!Ella estuvo a punto de caerse, sin embargo, Dimitry fue más rápido atrapándola en el aire.Su pecho se ciñó al suyo, sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia y Satarah tragó saliva cuando su aliento se mezcló con el de Dimitry.Sus manos habían rodeado su cuello instintivamente cuando pensaba que iba a caer al suelo y eso solo había hecho más íntimo su agarre.—Siempre tan torpe.—Suéltame, estúpido.Dimitry ladeó una sonrisa y Satarah gritó cuando iba a soltarla abruptamente. Clavó sus uñas en los antebrazos de él mientras se burlaba de ella.—¿No querías que te soltara?A pesar del resto de las groserías que comenzó a soltarle a Dimitry él la dejó sobre el suelo con cuidado antes de ir a buscar ropa.—¿Vas a salir a esta hora?Él se
Un mes había pasado.“Un maldito mes entero sin que haberme comunicado con Dimitry.”No había vuelto a casa por estar en un supuesto viaje de negocios pero la prensa seguía publicando sus sex-capadas con Anastasya. En la costa, en una fiesta benéfica, en una galería. Todos hablaban de la supuesta señora Romanova cuando la real estaba cerrada en su casa la cual se había convertido en una prisión. Ella no estuviera al borde del colapso si el maldito infiel de su “esposo”, le contestara las llamadas. Y cuando intentaba hablar con él por medio de sus hombres los amenazaba de muerte.—Ojalá pudiera asesinarlo —gruñó furiosa.Aunque no era eso lo que la había vuelto una completa histérica. Sino el no poder contactar con su detective desde la última vez que la había llamado un par de días después de que Dimitry se fuera, llamó con la nueva información. Aún recordaba sus palabras en la cabeza.—La situación se está complicando Satarah. Tu padre estaba involucrado con gente muy peligrosa. No c
Dimitry maldijo en ruso cuando su esposa le colgó el teléfono.—¡Valerik!—¿Qué pasa…?—Llama al piloto, quiero que me lleve de vuelta a Krasnodar.—Creí que estábamos cazando al detective. Ese maldito es bueno.Llevaba más de un mes rastreando a esa rata.La viuda de Zhdánov se había pirado de la ciudad antes de que hubieran podido llegar a ella y eso era otra cosa que lo tenía furioso. El tema con Satarah no era sencillo, quería respuestas pero sabía que ella no le diría nada.Dimitry torturaría al par de bastardos escurridizos pero jamás podría hacerle daño a Satarah, eso era lo que lo frustraba.—Lo estamos haciendo, no he cambiado de planes. Quiero a Svetlana Zhdánova y a Pavlos Schneider. Paga a más hombres que vigilen el área, fue aquí donde se perdió el último rastro de los dos. Está claro que están jodiendo la cabeza de mi mujer de alguna manera y necesito saber porque. Obviamente es sobre el bastardo de Alekseev, por eso Satarah pudo llegar a Svetlana. Y el hecho de que ello
—¿Qué quieren de beber? —preguntó Rashel por encima de la música y todas respondieron.Uno de los guardaespaldas fue a por sus bebidas. Era el encargado de que nadie le hiciera daño a la hermanita del Pakhan y eso incluye la revisión de las bebidas. Un error y están todos muertos.Tarah estaba recorriendo el lugar cuando siente que el codo de una de las chicas golpea su brazo con suavidad llamando su atención.—Oye, tienes que contarnos ¿Cómo atrapaste a Dimitry? Creo que hablo por todas cuando digo que literalmente estábamos medio enamoradas de él.—¿Y quién no? Ese hombre es caliente. Lo siento Tarah.Ella hizo una mueca a punto de entornar los ojos, sin embargo, fingió una sonrisa.—Ni siquiera yo lo entiendo —dijo.Pero ninguna entendió su sarcasmo.—Sí. Es incomprensible, Dimitry es demasiado para ti.Las chicas en la mesa se quedaron en silencio mirando a la rubia como si hubiera perdido la cabeza.Satarah sintió que su teléfono vibraba y rápidamente abrió el mensaje dándose cuen
Dimitry jamás había experimentado una rabia como la que estaba ardiendo en sus venas en ese mismo momento.El recuerdo de Gian Franco tocando a Satarah, pidiéndole que se fuera con él a Sicilia lo había desestabilizado por completo.—Ella no es feliz a tu lado, dale el divorcio.Dimitry soltó una risa burlona que nunca llegó hasta su mirada mortífera.—¿Quién carajo te crees que eres para pedirme algo así? Supéralo, Satarah nunca será tuya.La ira brilló en las pupilas de Gian Franco quien acortó la distancia entre ambos poniendo su cabeza justo frente al arma de Dimitry.—¿Y crees que es tuya? ¿De verdad eres tan idiota, Dimitry? Si le dieras la opción de elegir estoy seguro de que ella jamás iría contigo. Satarah siempre se ha mantenido alejada de ti porque te aborrece, nunca has sido nada para ella. En cambio yo…“Al parecer tienes instintos suicidas, Padla.”La mandíbula de Dimitry se apretó sintiendo que un músculo palpitaba. Sin pararse a pensar en las consecuencias le dio un puñ