28. ¿Últimas palabras?

Claramente no había despertado del todo porque después de lavarse la cara salió del baño. Dimitry no miró en su dirección hasta que salió del baño después de asearse. Entonces sus ojos se centraron en su rostro y una oscura y peligrosa rabia se mostró en la expresión del ruso.

“Ay, no. Mierda, mierda, no me digas que yo no…”

Dimitry llegó en dos zancadas hasta donde estaba ella tomando su rostro entre sus manos y Satarah sintió como su corazón saltaba cuando su mirada oscurecida la recorrió.

La mandíbula del hombre estaba firmemente apretada pareciendo tan intimidante como nunca lo había visto.

Ella quería dar un paso atrás, apartarse de su toque o echarse a correr porque aquella mirada suya solo irradiaba problemas.

El hombre frente a ella no era su enemigo de juventud, era el Pakhan de la Bratva. Un asesino.

—Dimitry…

—¿Quién? —su voz letalmente suave fue el recordatorio que mientras más tranquilo pareciera más malvado se volvía.

—Me golpeé sin querer en casa, yo no.

—Dame el nombre
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