Capítulo 2.

Recibiendo las disculpas y agradecimientos de todos los hombres vestidos con traje, camino hasta uno de los coches negros que estaban parados en medio de la calle, dejando que ellos me ayuden a subir y carguen mi maleta por mí. Subo en el coche aun con David en mis brazos, y con mi hija sentada a mi lado, mirando todo con una expresión confusa.

—Mama te extrañé… —susurra el pequeño David aun entre sollozos, sin dejar de abrazarme.

—Lo siento mucho David, pero no volveré a dejarte. Ahora se un buen niño y déjame ayudarte a soplarte la nariz.

Tomando un pañuelo de papel de uno de mis bolsillos, me separo un poco del pequeño para ayudarlo a soplarse la nariz y limpiar algunas lágrimas de sus mejillas, mientras el coche arrancaba nuevamente y avanzaba por las calles de la ciudad.

—Gracias mamá —dice David después de que lo ayudara, regresando a apoyarse en mi pecho.

—Eres muy lindo David —respondo yo con una sonrisa, revolviendo su corto y claro cabello castaño al acariciar su cabeza.

Si hay algo que me ha enseñado la vida al ser madre soltera, es como tranquilizar y cuidar niños pequeños. Por la apariencia de David, puedo notar que él tiene una edad similar a la de mi pequeña Lily, así que lo trato con la misma delicadeza con la que trataría a mi propia hija.

Como esperaba, el coche pronto nos lleva al área cara de la ciudad. Desde que vi a David supe que era un niño de buena familia, así que cuando los coches entran en uno de los estacionamientos de uno de los edificios más elegantes de la ciudad, me quedo maravillada, jamás pensé que tendría la oportunidad de entrar en un edifico como este en toda mi vida, tanto lujo es realmente impresionante y hermoso.

Me bajo del coche con ayuda de los guardaespaldas, cargando al pequeño David con uno de mis brazos y sujetando a mi hija con mi otra mano, camino a uno de los elevadores, subiendo de forma silenciosa, mientras que a lo lejos escucho a uno de ellos decir:

—Llama al señor Conrrad, seguramente él logrará que el joven señor David deje de aferrarse a la señorita.

No entiendo de quien están hablando, pero prefiriendo no pensar demasiado en eso, veo como las puertas del ascensor se cierran y nos llevan a uno de los últimos pisos del edificio.

Creí que no iba a poder sorprenderme más de todo lo que está pasando a mí alrededor, pero me equivoco, ya que llegamos a un impresionante pent-house, el cual creo que tiene todo bañado en oro, las paredes son doradas y tiene lujosos cuadros adornando todo.

Los guardaespaldas me conducen al interior de ese impresionante sitio, llevándome a una habitación algo alejada de la entrada, donde hay varios juguetes para niños. Entonces comprendo que ellos están intentando que pasemos el rato hasta que llegue el tan mencionado señor Conrrad, que probablemente va a lograr que David me deje ir.

—Mira David, que bonitos juguetes —intento llamar su atención mostrándole la bonita sala de juegos—, Lily quiere jugar contigo, ¿No quieres ir por ese osito para jugar con ella?

Mi hija se muestra increíblemente emocionada con todos los juguetes de esa habitación, y soltándose de mi mano de inmediato va a buscar algo con lo que entretenerse. David tarda un poco más, pero con el incentivo de ver a mi hija jugando en el sitio, él finalmente se suelta de mí y también va a buscar un juguete, mientras que yo sonrío viéndolos a ambos divirtiéndose juntos.

No se por cuánto tiempo nos quedamos de esa forma, con mi hija jugando al lado del pequeño David, mientras yo los observo y a veces me uno a sus juegos. Pero este lindo momento tiene que terminar, tras cierto tiempo escucho como varios pasos se acercan a nosotros, y como los guardaespaldas abren la puerta para dejar pasar a un hombre desconocido.

Me quedo estupefacta al ver a ese extraño, era el hombre más guapo que he visto. Es muy alto, con el cabello castaño claro muy parecido al del pequeño David, pero con unos brillantes ojos verdes, y un rostro muy serio pero hermoso. Y cuando digo que es guapo, es porque verdaderamente lo es, con un rostro que parece tallado por los mismos ángeles, de rasgos masculinos pero bien definidos y unos pómulos perfectos.

¿Quién demonios es este tipo y por qué no es mi esposo? Si me diera una oportunidad, me casaría con él sin pensarlo.

—¡Papá! —grita el pequeño David emocionado.

Dejando de jugar, el niño corre hacia el desconocido en la puerta, el cual cruza miradas conmigo por un segundo, observándome de forma misteriosa con sus brillantes y astutos ojos verdes.

—Dave, me dijeron que hiciste algo peligroso hoy en la calle —dice el hombre de ojos verdes.

—Lo siento papá… ¡Pero mamá regresó!

Sin necesidad de explicaciones, entiendo la situación. El rostro del que ahora sé que es el padre de David hace una expresión de tristeza, y me doy cuenta de que estaba equivocada, la madre de David no va a regresar, por eso él la confundió conmigo… Es un niño pequeño que pasó muy poco tiempo con su madre como para poder reconocerla.

—Ya veo —fue lo único que pudo decir el señor Conrrad, sin poder romper el corazón de su hijo al decirle la verdad.

—Oye David, dejaste tu torre de cubos a la mitad, ¿No quieres terminarla? —pregunto interviniendo en la conversación, intentando ayudar al padre del niño— Tienes que terminar de construir esa torre con Lily…

Yo tampoco creo que podría romperle el corazón a un niño tan joven como David con la verdad. No sé por qué su madre no podrá regresar, pero no quiero que esta confusión lastime a David o a su padre, así que si puedo ayudarlos un poco fingiendo ser ella por un tiempo, entonces lo haré.

Al escucharme, David duda por un momento, pero finalmente suelta a su padre y regresa conmigo, sentándose en mi regazo, mientras vuelve a jugar con los cubos.

El señor Conrrad se queda parado en el mismo sitio, luciendo algo desconcertado, solo viéndonos jugar.

—¡Mira papá! Es una torre grande… —dice David, mostrándole a su padre la torre de cubos que hizo— Lily y yo somos buenos constructores…

—Sí, es enorme, ¿Quieres enseñarme como lo hiciste?

Dejando su abrigo con uno de sus guardaespaldas, el señor Conrrad se acerca a nosotros, sentándose en el piso como yo para poder jugar con David y Lily. Entonces los cuatro jugamos juntos por varios minutos, en los cuales olvido que este niño y este hombre son extraños para mí, sintiéndome como si de verdad tuviera esa familia que siempre desee al lado de un esposo y mi hija.

Fui muy feliz fingiendo ser la madre de David por esos minutos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo