POV: Zara CaldwellNo puedo soportar el nudo que tengo en el pecho. Es tan intenso, tan sofocante. Nunca antes me había sentido tan rota por dentro. Ver los ojos de Evander, cargados de dolor, mirándome como si fuera una completa desconocida… me destrozó.Lo sabía. Sabía lo que podía pasar si seguía aferrándome a él, a lo que me hacía sentir. Y aun así, lo hice. Me aferré con fuerza, como si eso pudiera cambiar lo inevitable. Ahora solo me queda el arrepentimiento. Ojalá nunca hubiera sentido nada al verlo por primera vez.«Ante sus ojos, ya no soy ella.»El trayecto es silencioso. Silencioso y doloroso. Compartimos el mismo espacio, pero es como si hubiera un abismo entre nosotros. No nos miramos, no nos hablamos. Evander salió del edificio después de decirme esas últimas palabras que aún me resuenan como cuchillas. Yo fui detrás, temiendo que se fuera, que me dejara atrás. Que me dejara justo donde, quizás, siempre pertenecí. Pero no lo hizo. No se fue.Y sin embargo, preferiría que
POV: Natalia HarringtonLa música pop retumba en mis oídos apenas cruzo la entrada del club. El ambiente está en su punto: chicos y chicas bailan en la pista, algunas se han subido a las mesas, moviendo las caderas mientras los hombres las aplauden, chiflan y les ofrecen tragos.—¡Nati, por acá! —grita una de mis amigas por encima del bullicio.Camino hacia la última mesa del rincón, donde está Kristina, rodeada por dos chicas más y acompañada de un par de chicos.—¿Por qué llegas tan tarde? Te estábamos esperando —me reclama mi amiga, alargando un vaso hacia mí.—Tuve una visita —respondo, mirando el contenido. Alcohol, por supuesto—. Lo siento, pero sabes que no bebo.—Anda, solo por esta noche, Nati —insiste, pasándome el brazo por los hombros—. Casi nunca sales con nosotros. Hoy fue un milagro que aceptaras.La verdad, acepté para escapar de casa. Lo de mi primo, lo de Felicity, y ahora Zara… todo me tiene saturada. Mis tíos no hacen más que estar encima de esa bruja, pendientes d
POV: Bob CrusherLa señora Zara regresó hace un par de horas, pero no he podido verla. Desde que volvió, se ha mantenido encerrada en su habitación y no ha dado señales de vida. Me enteré por Iris que salió de viaje, así, de un momento a otro. Sola. Sin avisar. Sin llevar a nadie con ella. No respondió mis llamadas, ni un solo mensaje. Ahora está de vuelta, pero yo sigo intranquilo.Soy su guardaespaldas. Mi deber es cuidarla, anticiparme a los riesgos. Pero ¿cómo se supone que lo haga si se empeña en desaparecer? No es la primera vez que lo hace, después de todo. Reviso la hora en mi reloj mientras doy vueltas por el jardín, en mi turno de guardia. Mis ojos se elevan, instintivamente, hacia una de las ventanas del segundo piso. Las luces están apagadas. Algo no cuadra. Esa es la habitación de la señorita Natalia, y ella nunca se acuesta tan temprano. He hecho suficientes turnos nocturnos como para saber a qué hora suele apagar la luz. Esto no es normal.Me acerco al otro extremo del
POV: Iris Kent Regreso a casa pasada la medianoche, exhausta tras un día agitado. A última hora me enteré del retiro de Zara y de la cancelación del contrato con Evander. Ella no me dijo una sola palabra al respecto. Si no fuera por el subdirector, ni me habría enterado. ¿Cómo es posible que lo haya dejado todo otra vez? Imposible hablar con ella ahora, más aún con esa supuesta ruptura con el jefe que la tiene tan afectada.Inserto la tarjeta en la ranura, la puerta se abre con un leve pitido y se cierra automáticamente detrás de mí. Enciendo las luces mientras dejo el bolso sobre la mesa de la sala, y un grito agudo se me escapa al ver a un hombre tirado en mi sofá. Está acostado, con un brazo cubriéndose el rostro.—¡Maldición, Julian! —exclamo, enfadada—. ¿Qué demonios haces aquí? ¡Me asustaste!Lentamente, se quita el brazo del rostro. Sus ojos azules se abren y se clavan en los míos con intensidad. Está molesto, otra vez.—¿Por qué llegas a esta hora? —pregunta mientras se incor
Venir a trabajar con hambre, sueño y dolor de cabeza no es la mejor manera de empezar el día. Pero aquí estoy, sirviendo café para mi gruñón jefe. ¿Qué le pasa a ese viejo amargado? Si está muy frío, lo devuelve. Si está muy caliente, también. Si está tibio, lo mismo. ¿Quiere tomar orina o qué?Regreso a su oficina con otro café, forzando la sonrisa mientras lo dejo sobre su escritorio. Me observa a través de sus lentes de pasta oscura, toma un sorbo y, como era de esperarse, frunce el ceño.Aquí vamos de nuevo.—Sabe horrible —dice con calma, y me da un tic en el ojo—. Tráeme otro.Estoy segura de que me odia. Sí, eso debe ser. Tranquila, Tess, respira.—Con todo respeto, señor, pero ya van cinco cafés con este…—¿Me estás cuestionando? —se quita los lentes, y eso solo significa que quiere pelear—. ¿Además de incompetente, atrevida?—Es solo un café. Todo el tiempo que he perdido en esto podría haberlo invertido en trabajo, señor —sueno tan harta que ni me esfuerzo en disimularlo.—A
—L-lo siento —tartamudeo—. Es que… me tomaste por sorpresa, ¿sí? Vamos, hombre, eso no se le hace a una dama.El tipo se gira y me mira, confundido, pero también furioso. Por un instante, creo que va a pegarme, porque su expresión lo dice todo. Pero en lugar de eso, me sujeta la muñeca con fuerza y se inclina hacia mi oído.—Te has vuelto completamente loca, Zara —susurra. Mi cara debe ser un poema ahora mismo —. Vas a pagar por la humillación que me hiciste pasar hoy, ¿entiendes? Ahora ponte recta y sonríe. Es lo único que queda después del espectáculo que montaste.Quiero responder, pero él me toma de la mano y me obliga a mirar al frente. Lo hago, aunque entrecierro los ojos por la incomodidad de los flashes que no dejan de cegarnos.De repente, la gente empieza a aplaudir y a darnos felicitaciones que, en lugar de emocionarme, me hacen sentir incómoda.Sí, esto es, sin duda, una puta boda. Me acabo de casar. Acabo de dar el "sí". Y no tengo la menor idea de cómo pasó, si lo últim
No puedo creer lo que ven mis ojos. Mi mandíbula casi se desprende al ver la inmensa residencia de lujo frente a mí. ¿Esta es mi casa? ¿La de Zara y Cole?Mi esposo se baja del auto sin molestarse en abrirme la puerta, como hicieron esas amables y desconocidas personas frente a la iglesia. Simplemente ajusta su impecable traje y camina hacia la entrada.¿Con qué tipo de gusano te has casado, Zara? Bajo por mi cuenta, porque no necesito a un bastardo para resolver problemas como este. Sin embargo, termino cayendo al suelo cuando tropiezo con el vestido y los tacones. Es tan grande e incómodo. ¡Qué malditos gustos!—¡Oye! —le grito a Cole— ¿No puedes echarme una mano?Él se voltea y me mira. Con esa expresión de desprecio, parece decirme desde arriba que soy un insecto que debería ser aplastado por su zapato en este mismo instante.—No te mandé a usar ese ridículo vestido —escupe, antes de continuar su camino, dejándome atrás.«Vale, con que esas tenemos. Ya verás.»Me levanto como pue
Me he quedado dormida. Por todos los santos, caí en un sueño de mil años. Ni siquiera me he quitado el vestido de novia, y la oscuridad en la ventana me indica que ya es de noche.Miro a mi alrededor. Sigo aquí, atrapada en un cuerpo que no es mío, en una vida que no me pertenece. ¿Acaso nunca volveré a mi estado original?Me incorporo con desgana, tentada a seguir disfrutando de la suavidad de la cama, pero tengo cosas que averiguar. Me dirijo al baño, inmenso y lujoso, con una bañera gigante, un espejo imponente, una amplia ducha y jabones con lociones de todos los aromas imaginables.Paso una eternidad en el agua, zambulléndome y saliendo a la superficie, jugando con la espuma como una niña con juguetes nuevos.¡Esto es vida!Media hora después, envuelta en una toalla, abro el armario y dejo que mi dedo elija al azar entre los exquisitos vestidos. Debo admitir que Zara tiene un gusto impecable: prendas elegantes, atrevidas y sofisticadas, dignas de una dama de la alta sociedad. Me