POV: Evander Blackwood—¿Por qué me citaste hoy? No es el día acordado —murmura Celeste, cortando lentamente la carne de su plato—. Estás muy callado.Aprieto los cubiertos entre los dedos y la observo en silencio.—Necesito hablar contigo sobre lo que estamos haciendo —respondo con calma. Celeste detiene sus manos.—¿Por qué le das tantas vueltas? —frunce el ceño, impaciente—. Vamos, dilo ya. Algo pasa. Nunca te reúnes conmigo fuera de los días pactados.—Quiero cancelar el compromiso —suelto. El color se desvanece de su rostro—. Escucha, no era mi intención llegar a esto. De verdad pensé en seguir adelante, en cumplir mi palabra. Pero ya no puedo.—¿Qué dices, Evander? ¿Por qué ahora? ¡Por Dios! Todo está en marcha... Mis padres, los tuyos, todos están esperando.—¿Y Ángela? ¿No te importa lo que ella siente? —pregunto con voz baja. La veo tensarse—. Sé que tienes tus razones para empujarte a ti misma a este matrimonio de apariencias, pero no se trata solo de ti. Ni de mí. Está Ánge
POV: Zara Caldwell No dejo de pensar en lo que haré mañana. La culpa y el remordimiento me empujan a hacerlo. Evander ya ha dado un gran paso, arriesgándolo todo solo por mí. Eso, de alguna forma, me obliga a ceder también.Tengo el bolso que contiene el diario de Zara, incluso la grabación de mi conversación con Felicity. Eso, en parte, será clave. Y aún así, tengo miedo. Mucho miedo de cómo reaccionará cuando sepa la verdad. Una verdad que, por ahora, solo él conocerá.—¿En qué piensas tanto? —me susurra Evander desde atrás, abrazándome—. Te noto callada después de la ducha.Suspiro, agotada, y me doy vuelta en la cama para mirarlo. Está desnudo bajo las sábanas, y yo solo llevo puesta una de sus camisas. Hoy decidí quedarme con él. Dormir juntos por primera vez. Y, sorprendentemente, se siente mucho mejor de lo que imaginaba.—No pienso en nada. Solo... en nosotros —murmuro—. ¿De verdad quieres estar conmigo?—¿Todavía dudas de mí? —me atrae hacia su cuerpo y me envuelve con sus b
POV: Evander BlackwoodNo puedo evitar soltar una risa incrédula mientras paso una mano por mi rostro. Esto es completamente absurdo. No puedo creer que esté metido en algo así. ¿Qué le pasa a Zara? Por el amor de Dios.—Volvamos —le digo, intentando sonar tranquilo—. Este lugar te está afectando. Deja que tu amiga descanse en paz, ¿sí? Seguro estás agotada con todo lo que ha pasado últimamente.—Evander —me llama justo cuando ya estoy dándole la espalda para irme—. Escúchame, por favor.—¿Escucharte? —me giro bruscamente, harto—. Escúchate tú. ¿Me trajiste hasta aquí solo para esto? ¿De verdad?—¡Te estoy hablando en serio! —exclama—. No soy Zara Caldwell. Soy Tess Winslow. Tienes que creerme... ¡no soy ella!Las lágrimas que le empañan los ojos deberían bastar para convencerme. Pero no tiene ningún sentido. Es... imposible.—Está bien, supongamos que te creo —respiro hondo y me calmo—. Supongamos que no eres Zara... ¿dónde está ella entonces?—No me crees —dice con voz baja, resigna
POV: Zara CaldwellNo puedo soportar el nudo que tengo en el pecho. Es tan intenso, tan sofocante. Nunca antes me había sentido tan rota por dentro. Ver los ojos de Evander, cargados de dolor, mirándome como si fuera una completa desconocida… me destrozó.Lo sabía. Sabía lo que podía pasar si seguía aferrándome a él, a lo que me hacía sentir. Y aun así, lo hice. Me aferré con fuerza, como si eso pudiera cambiar lo inevitable. Ahora solo me queda el arrepentimiento. Ojalá nunca hubiera sentido nada al verlo por primera vez.«Ante sus ojos, ya no soy ella.»El trayecto es silencioso. Silencioso y doloroso. Compartimos el mismo espacio, pero es como si hubiera un abismo entre nosotros. No nos miramos, no nos hablamos. Evander salió del edificio después de decirme esas últimas palabras que aún me resuenan como cuchillas. Yo fui detrás, temiendo que se fuera, que me dejara atrás. Que me dejara justo donde, quizás, siempre pertenecí. Pero no lo hizo. No se fue.Y sin embargo, preferiría que
POV: Natalia HarringtonLa música pop retumba en mis oídos apenas cruzo la entrada del club. El ambiente está en su punto: chicos y chicas bailan en la pista, algunas se han subido a las mesas, moviendo las caderas mientras los hombres las aplauden, chiflan y les ofrecen tragos.—¡Nati, por acá! —grita una de mis amigas por encima del bullicio.Camino hacia la última mesa del rincón, donde está Kristina, rodeada por dos chicas más y acompañada de un par de chicos.—¿Por qué llegas tan tarde? Te estábamos esperando —me reclama mi amiga, alargando un vaso hacia mí.—Tuve una visita —respondo, mirando el contenido. Alcohol, por supuesto—. Lo siento, pero sabes que no bebo.—Anda, solo por esta noche, Nati —insiste, pasándome el brazo por los hombros—. Casi nunca sales con nosotros. Hoy fue un milagro que aceptaras.La verdad, acepté para escapar de casa. Lo de mi primo, lo de Felicity, y ahora Zara… todo me tiene saturada. Mis tíos no hacen más que estar encima de esa bruja, pendientes d
POV: Bob CrusherLa señora Zara regresó hace un par de horas, pero no he podido verla. Desde que volvió, se ha mantenido encerrada en su habitación y no ha dado señales de vida. Me enteré por Iris que salió de viaje, así, de un momento a otro. Sola. Sin avisar. Sin llevar a nadie con ella. No respondió mis llamadas, ni un solo mensaje. Ahora está de vuelta, pero yo sigo intranquilo.Soy su guardaespaldas. Mi deber es cuidarla, anticiparme a los riesgos. Pero ¿cómo se supone que lo haga si se empeña en desaparecer? No es la primera vez que lo hace, después de todo. Reviso la hora en mi reloj mientras doy vueltas por el jardín, en mi turno de guardia. Mis ojos se elevan, instintivamente, hacia una de las ventanas del segundo piso. Las luces están apagadas. Algo no cuadra. Esa es la habitación de la señorita Natalia, y ella nunca se acuesta tan temprano. He hecho suficientes turnos nocturnos como para saber a qué hora suele apagar la luz. Esto no es normal.Me acerco al otro extremo del
POV: Iris Kent Regreso a casa pasada la medianoche, exhausta tras un día agitado. A última hora me enteré del retiro de Zara y de la cancelación del contrato con Evander. Ella no me dijo una sola palabra al respecto. Si no fuera por el subdirector, ni me habría enterado. ¿Cómo es posible que lo haya dejado todo otra vez? Imposible hablar con ella ahora, más aún con esa supuesta ruptura con el jefe que la tiene tan afectada.Inserto la tarjeta en la ranura, la puerta se abre con un leve pitido y se cierra automáticamente detrás de mí. Enciendo las luces mientras dejo el bolso sobre la mesa de la sala, y un grito agudo se me escapa al ver a un hombre tirado en mi sofá. Está acostado, con un brazo cubriéndose el rostro.—¡Maldición, Julian! —exclamo, enfadada—. ¿Qué demonios haces aquí? ¡Me asustaste!Lentamente, se quita el brazo del rostro. Sus ojos azules se abren y se clavan en los míos con intensidad. Está molesto, otra vez.—¿Por qué llegas a esta hora? —pregunta mientras se incor
Venir a trabajar con hambre, sueño y dolor de cabeza no es la mejor manera de empezar el día. Pero aquí estoy, sirviendo café para mi gruñón jefe. ¿Qué le pasa a ese viejo amargado? Si está muy frío, lo devuelve. Si está muy caliente, también. Si está tibio, lo mismo. ¿Quiere tomar orina o qué?Regreso a su oficina con otro café, forzando la sonrisa mientras lo dejo sobre su escritorio. Me observa a través de sus lentes de pasta oscura, toma un sorbo y, como era de esperarse, frunce el ceño.Aquí vamos de nuevo.—Sabe horrible —dice con calma, y me da un tic en el ojo—. Tráeme otro.Estoy segura de que me odia. Sí, eso debe ser. Tranquila, Tess, respira.—Con todo respeto, señor, pero ya van cinco cafés con este…—¿Me estás cuestionando? —se quita los lentes, y eso solo significa que quiere pelear—. ¿Además de incompetente, atrevida?—Es solo un café. Todo el tiempo que he perdido en esto podría haberlo invertido en trabajo, señor —sueno tan harta que ni me esfuerzo en disimularlo.—A