Es demasiado fuerte para resistirme. Su cuerpo pesado me aplasta, y sus manos sujetan mis muñecas con tanta fuerza que el dolor comienza a punzar. Cole no parece razonar. Sus ojos oscuros, dilatados, me observan como si no me reconociera.Su respiración agitada choca contra mi rostro, impregnada del olor acre a alcohol que me marea.—Cole —lo llamo, intentando captar su atención—. Bájate de encima. Pesas mucho.—¿Tienes algo que ver con ese artículo? —su voz suena rasposa y cargada de desconfianza.—No —miento, manteniendo la calma a pesar del temblor en mi interior—. Tus padres y tu hermana me culpan, pero yo no hice nada. Lo juro.Entrecierra los ojos, dudando, pero no veo rabia en ellos. Es como si no estuviera realmente presente, como si su cuerpo actuara por instinto, sin emociones que lo guíen.De repente, su rostro se acerca peligrosamente al mío. El pánico me sacude. Está a punto de besarme, pero giro la cara, esquivándolo.—No hagas esto —mi voz tiembla, pero suena firme—. No
°°°Hoy es el día de la fiesta, y los nervios me están devorando. Me encontraré con Evander en su mansión. Desde que vi aquella noticia sobre él y su prometida en las redes, me prometí a mí misma que dejaría de jugar con fuego. Comprendí que era una batalla perdida. Hay razones por las que va a casarse y por las que se muestra cariñoso con ella en público.Aun así, mis piernas no dejan de temblar al pensar que nos veremos cara a cara tras aquel beso en su oficina. Ese recuerdo sigue grabado en mi mente. He decidido guardar ese momento como algo valioso, aunque duela.—Pase —ordeno al escuchar los golpes en la puerta. Ya sé quién es.Nora entra con el mismo té de siempre. Estos días ni siquiera se ha molestado en disimular. Me trae la misma bebida una y otra vez, convencida de que la consumo, pero en realidad la vierto en el lavabo del baño. No ha hecho nada sospechoso aparte de eso. Actúa amable y servicial, siempre atenta a lo que necesito. Pero sé que lo hace para mantenerse cerca e
POV: Cole Harrington Esta noche no está saliendo como esperaba. Los invitados siguen llegando, trayendo saludos, regalos y buenos deseos. Felicity parece radiante, disfrutando de la atención como una niña con un juguete nuevo. Debería sentirme satisfecho al verla feliz, pero no puedo ignorar los susurros a sus espaldas. Esos mismos rostros sonrientes que la felicitan ahora, murmuran apenas se dan la vuelta.Mis padres y Nadia están ocupados recibiendo a las personas importantes que ellos mismos se encargaron de invitar. No es por Felicity, y lo sé bien. No les importa ella ni la celebración. Solo quieren asegurarse de que nuestra familia siga siendo el centro de conversación en los círculos sociales. Me siento ridículo. Nuestra presencia aquí solo alimenta los chismes.Pensé en no venir después de que aquel artículo salió a la luz, pero mis padres no dejaron de insistir. Al final, no tuve opción.—Cariño, vamos a tomarnos unas fotos —me pide Felicity con entusiasmo. Su vestido rosa,
POV: Zara CaldwellNo puedo respirar. Evander no me deja. Tiene sus labios anclados a los míos, como si fueran parte de mí misma. Su lengua exigente está enredada con la mía, allanando el interior de mi boca, acariciando esas paredes carnosas. Su respiración caliente contra mi piel es fuego viviente. Me siento mareada por esta pasión tan desmedida, pero cuando siento que esto está mal, y que estamos en un lugar lleno de gente donde cualquiera podría vernos, lo aparto con las débiles fuerzas que tengo. Nuestros labios se separan con un chasquido húmedo.—¿Qué fue eso? —pregunto con las mejillas ardientes y la respiración hecha un desastre.Evander sigue cerca de mí, respirando con la misma dificultad. Ambos tenemos los labios ligeramente hinchados por la intensidad del beso.—Lo que no pudimos concretar la última vez —responde sereno, sus ojos mirándome con hambre.—Sabes que esto no puede ser —murmuro, apartando mis ojos de él y observando nuestro alrededor—. Alguien puede vernos. Eso
Siento que me mareo, como si viera estrellas. Quiero apartar a Evander y decirle que esto está mal, pero no encuentro la fuerza para hacerlo. Sus labios recorren mi cuello y sus manos exploran mi cintura, dejándome sin aliento. Me aferro a la poca cordura que me queda, pero es inútil.Vuelve a besarme, hambriento, y su cuerpo firme se presiona contra el mío. Mis brazos rodean su cuello por inercia y me dejo llevar, aunque sea solo por un instante. Lo deseo tanto que me asusta. Soy una mujer casada, pero ¿qué más da? Si Cole se acuesta con su amante y ahora van a tener una hija, ¿por qué yo no puedo estar con alguien que de verdad me hace sentir viva?«Porque no es mío», me grita la conciencia.Ese pensamiento enfría mi deseo y deja en su lugar una culpa pesada, sofocante. Evander no está siendo sincero conmigo, porque está loco por Zara. Cuando descubra la verdad, que no soy ella, ¿cómo me verá? ¿Se sentirá engañado? ¿Me odiará?De repente, él se detiene. Su peso se aligera y el cuart
Escucho pasos y voces. El resplandor del sol me golpea la cara, y me remuevo con fastidio. Me doy la vuelta, queriendo dormir un poco más, pero entonces siento la piel suave y desnuda de alguien más a mi lado.Abro los ojos de golpe y me encuentro con el rostro relajado de Evander sobre la almohada. Tiene los ojos cerrados y duerme plácidamente mientras me abraza.El sueño se me esfuma como si me hubieran dado una bofetada. Los recuerdos de anoche regresan uno tras otro: fue intenso, salvaje, lleno de besos voraces, caricias, gemidos y sudor. Solo de recordarlo, la cara se me pone roja como un tomate pasado.Pero también recuerdo la fiesta. A Iris. Y el hecho de que desperté en una cama que no es la mía, con un hombre que no es mi esposo. ¿Qué demonios?Intento levantarme y buscar mi ropa. Necesito regresar. Iris seguramente me estará buscando, y Dios... no dormí en casa. Ya deben de estar inventando chismes sobre mí.—¿A dónde vas? —Evander me rodea la cintura cuando intento escapar—
Apenas llego a la mansión, el chillido preocupado de Natalia me recibe antes de que pueda dar dos pasos. Se abalanza sobre mí, escaneándome de arriba abajo. Por suerte, Evander dejó sus marcas pasionales en los lugares menos visibles de mi cuerpo, o de lo contrario estaría en serios problemas.—¿Quieres matarme de la angustia? ¿Dónde estabas y por qué no respondías el teléfono? —dispara las preguntas una tras otra, sin darme tiempo a respirar.—Señora, qué alivio que ya está aquí —Bob aparece detrás de Natalia, con el ceño fruncido, preocupado y molesto—. ¿Dónde estaba metida? Le hice innumerables llamadas.—Lo lamento —me disculpo, sintiendo el calor de la culpa en el rostro—. Estaba con Iris en su casa. Me quedé a dormir allí.—¿Cómo puede ser eso? —Bob frunce aún más el ceño—. La misma señorita Iris me pidió que la fuera a buscar y la trajera de vuelta, pero cuando llegué, no la encontré por ningún lado.«Carajo. Piensa, Zara. Haz algo»—Estábamos bastante tomadas como para saber l
Sebastián ha dejado a alguien a cargo en el mostrador y ahora está sentado frente a mí, en una mesa apartada. Mantiene las manos unidas sobre la mesa mientras me observa con evidente nerviosismo. Yo, por mi parte, intento disimular el mío. Tratar con personas del mismo círculo familiar ha sido más fácil gracias a Iris, pero esta vez ella no está aquí para darme pistas sobre él.—Es una pena que no te acuerdes de mí —dice de pronto—. He cambiado mucho, ¿verdad?Se ríe con timidez mientras se frota la nuca.—Sí, bastante —respondo con una sonrisa, intentando manejar bien la situación—. Hace mucho que no nos veíamos.Trago saliva, pero él no parece sospechar nada ni me mira raro. Es un alivio.—Oye, me apena pedirte esto, pero... —finalmente me mira a los ojos—. ¿Podrías darme un autógrafo?Casi me atraganto con mi latte. Me limpio los labios con una servilleta mientras él se pone rojo.—Es que mi hermana pequeña es tu fan —aclara enseguida—. Nunca me creyó cuando le dije que estuvimos e