48)

Sebastián ha dejado a alguien a cargo en el mostrador y ahora está sentado frente a mí, en una mesa apartada. Mantiene las manos unidas sobre la mesa mientras me observa con evidente nerviosismo. Yo, por mi parte, intento disimular el mío. Tratar con personas del mismo círculo familiar ha sido más fácil gracias a Iris, pero esta vez ella no está aquí para darme pistas sobre él.

—Es una pena que no te acuerdes de mí —dice de pronto—. He cambiado mucho, ¿verdad?

Se ríe con timidez mientras se frota la nuca.

—Sí, bastante —respondo con una sonrisa, intentando manejar bien la situación—. Hace mucho que no nos veíamos.

Trago saliva, pero él no parece sospechar nada ni me mira raro. Es un alivio.

—Oye, me apena pedirte esto, pero... —finalmente me mira a los ojos—. ¿Podrías darme un autógrafo?

Casi me atraganto con mi latte. Me limpio los labios con una servilleta mientras él se pone rojo.

—Es que mi hermana pequeña es tu fan —aclara enseguida—. Nunca me creyó cuando le dije que estuvimos e
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