#5:

Para mí, era como si estuviera a punto de abandonarlo todo  definitivamente e iniciar mi andanza por un mundo diferente a lo que había conocido, era como haber naufragado en un mar tormentoso y  de aguas desconocidas. Algo así inspiraba miedo, sobre todo para una chica como yo, que era vulnerable y  frágil ante los comentarios orientes. Además, tendría que casarme  con ese horrible vestido porque no había oportunidad ni tiempo para  comprar otro.

Mientras mi madre no dejaba de arreglarme el largo velo sobre la cabeza. Las damas de honor me ayudaron a bajar la escalera sosteniéndo el gigantesco ramo que habría sido de mi hermana.

Después, subí al coche con mi padre para ir a la iglesia donde me casaría con.. él.

Eran innegables los cambios en Alessander. Se le veía más serio, cínico y amenazador. Durante el trayecto a la iglesia, no pude dejar de preguntarme, qué le habría pasado para volverse así de mala persona.

Mi padre se emocionó mientras el coche se acercaba a la iglesia y yo hubiera querido inclinarme para darle un beso en la mejilla, pero me frené. 

Cecilia siempre había sido la consentida de nuestros padres, ellos siempre la habían tratado con un amos que yo nunca había conocido,  pero que me habría encantado experimentar, pero era demasiado tarde para eso.

Ahora, para como, me veía obligada a corregir la última mala jugada que mi hermana me había hecho. Sabía que a partir d ese momento, el sensor Visconti sería prácticamente el dueño de  mi vida.

Cuando llegamos a la iglesia, todo sucedió siguiendo el orden establecido. El novio esperaba en el altar. Las damas de honor me  precedieron  con sus elegantes vestidos marrones, yo caminé en rumbo al altar, notando los evidentes cuchicheos de los invitados,  Padre me acompañó por el pasillo de la iglesia dando pasos solemnes y contenidos.

Todos sabían que aquello era una farsa, que yo no era la verdadera novia y no se limitaron a la hora de expresar su sorpresa o indignación la. Los padres de Alessander parecían visiblemente consternados.

Él, sin embargo, no ofreció ninguna explicación. Ordenandole al monje que continuara con la ceremonia.

Su mirada se encontró con la mía, me sonrió y me miró con orgullo.

Pronunciamos  los votos, él puso una alianza de diamantes en mi dedo y luego nos declararon marido y mujer.

Incluso lloré cuando me besó.Había sucedido, todo había pasado. La boda de la cual dependían las vidas de mis padres y la mía había terminado.

Hubo varias cosas que no escaparon la atención de Alessadro. Al primer momento, sus padres parecieron consternados de que él regresara a la iglesia con una mujer que no era la que   había anunciado para casarme, pero después parecieron conformes, e incluso felices.

Durante la ceremonia, la novia de reemplazo lloró. No fue un llanto amargo, cargado de sollozos desgarradores. Unas pequeñas lágrimas corrieron por si mejillas y cualquiera que no estuviera al tanto de la situación creería que lloraba de felicidad. Incluso mi propia abuela se secó las suyas con la otra esquina de un finísimo pañuelo de seda. 

No puedo negar que Catalina estaba hermosa, con sus mejillas encendidas y sus grandes ojos, irradiaba un brillo interior que conmovió a todos.

La recepción fue tan espectacular como querían sus padres y como Cecilia lo había soñado.( Lástima que no estuvo presente para la misma)

Cuando empezó el banquete, después de las fotografías y las presentaciones de respetos, mi abuela  se acercó a darle un beso a Catalina, y escuché que le decía por lo bajo:

— Eres la esposa que el destino escogió para él,  preciosa. No dejes que nadie te convenza de lo contrario.

Yo arrugué el entrecejo, pero guardé silencio. Porque sabía que más bueno saldría de incomodar a mi nonna.

Los padres d ella se acercaron, y su madre tomo su mano. Acariciándola.

—Solo quiero decirte que te quiero. Gracias por esto. Gracias por salvarnos la vida al acceder a casarte con el sensor Visconti. 

— Madre.— Susurró ella tirando de su mano.—no lo hice por ustedes, lo hice por mí. No merezco morir por culpa de las tonterías de Cecilia, ustedes siempre se han preocupado y enorgullecido más de ella, solo porque es delgada y bonita y siempre me han echado a un lado. Espero que ahora comprendan que la belleza no lo es todo. 

Catalina les dio la espalda, y su madre y su padre se  subieron entonces a la limusina que estaba esperando para llevarlos a la mansión Visconti, donde sería la cena de celebración. Sus suegros ya  habían salido algo antes, y  encontrarían a los recién casados  allí. 

Los novios  estaban sentados a una mesa larga, con todas las damas de honor y el séquito del novio. El padre del novio pronunció su discurso, felicitando a su hijo y todo el mundo aplaudió.

Su nuevo marido y ella bailaron un par de piezas, sin conversar siquiera y luego cortaron el pastel. Caty incluso bailó una vez con su suegro. Valiant Ivanov estaba muy digno y apuesto con su esmoquin y su pajarita negra, y fue de las pocas personas que por una vez,  no le hizo ningún comentario desagradable: solo bailaron mientras él la hacía dar vueltas por la pista, y luego se la entregó otra vez a su hijo. Fue una boda exquisita, pero ella sabía que era una novia horrible. Para su gran alivio, sin embargo, sabía que  aquello no.duratia mucho. 

Miró a sus padres, y notó que, a pesar del desastre que había Sido todo, parecían felices. No había forma de saber cuánto duraría aquella farsa de matrimonio, su marido había Sido claro. Debían guardar el secreto y actuar como si ellos hubieran querido casarse desde el principio. Lo único que podían hacer era esforzarse al máximo.

Tan nerviosa estaba, que ni siquiera probó el pastel y  cuando anunciaron que iba a lanzar el ramo, le pidieron a todas las mujeres solteras que se reunieran en la pista de baile.

Con rapidez  se había subido a una silla y estaba esperando a que todas las solteras se acercaran, cuando recordó lo hiriente que había sido su madre un año antes, durante la boda de la hija de un compañero de trabajo de su padre.

Celeste había pasado junto a ella cuando aquella muchacha  estaba a punto de unirse a las demás y le lanzó una mirada recriminatoria.

—Déjala  que otra se lo quede, cariño, todas ellas son más jóvenes que tú. Todas se casarán algún día. Tú ni siquiera sabes si lo harás.

En una sola frase, su madre la había destruido,  no solo le había dicho que seguramente acabaría siendo una solterona, sino que además no se merecía atrapar un ramo de novia. Una vez más su madre creía que era indigna y no encontraría el amor, solo porque ellos no la habían querido. En aquella ocasión, ella había retrocedido de nuevo hacia los invitados, pero Brianna la había visto alejarse y  le hacía señales para que se acercara. Sin embargo, ella se negaba a hacerlo.

La novia se exasperó, e hizo algo que nadie esperaría. En vez de lanzar el ramo, se acercó y se lo entregó directamente a ella en los brazos. 

—Eres una mujer hermosa. Siempre lo has sido, sin barco la ceguera ajena se te está contagiando.— había comentado Brianna, entregándole las blancas flores y un beso en la mejilla.

Ahora, de regreso a su propia boda, Catalina limpió las traidoras lágrimas de sus ojos, se bajó de la silla y camino directame hacía una chica que se encontraba al fondo del salón, lejos de todas las solteras reunidas en la pista.

Ella sabía que Mariela era amiga de Cecilia y acababa de salir de un matrimonio abusivo que había durado dos años. 

— Mereces ser amada, que nadie te haga creer lo contrario.— Susurró Catalina, entregándole el ramo.

Alessandro no dejaba de mirarla, igual que sus suegros, sin comprender del todo lo que ocurría. 

Sin embargo, sintió un dolor punzante en el pecho al escuchar las palabras que le decía Catalina a la otra chica.

Miró a los padres de ella con el entrecejo fruncido, notando lo serios y pálidos que ellos estaban y se preguntó una vezas, de qué demonios iba todo eso. 

—¡Brava! ¡ Bravissima! —escuchó que gritaba su Nonna, comenzando a aplaudir y todos los presentes hicieron lo mismo con rapidez.a

Y entonces, como si eso fuera justamente lo que ella había necesitado toda su vida, en el rostro de Catalina se formó una sonrisa.

Y algo pareció estallar en su pecho.

Nunca la había visto feliz. Siempre que habían estado juntos, ella se mostraba retraída, apagara, desconfiada incluso, como si le temiese. Pero justo en ese instante, se le veían enormemente feliz...y preciosa. 

Ella lo buscó entonces con la mirada, y él se unió a los aplausos, asintiendo y sonriendo con lentitud, justo cuando su padre cogía en brazos a su Sonee, su madre y se reanudó la música. 

Alessandro se abrió camino entre los invitados para reunirse con Catalina,quien aún sonreía de felicidad cuando llegó junto a ella. Todavía no sabía qué rayos era lo que acababa de ocurrirle, pero se sentía extraño. Solo que le había dolido el corazón de la formaas bizarra posible, y tenía una sospecha de lo aquello podía significar, pero estaba convencido de que todo era una tontería de su parte.

Era imposible que él se hubiera enamorado perididamente de su esposa de reemplazo en fracción de unos pocos segundos. 

Pero, muy en el fondo, notaba un gran cambio en si mismo. Dónde antes había predominafo un deseo de salvar su reputación y no ser un hazmerreir en su propia boda, ahora reinaba un impulso casi animal por protegerla.

—Bailamos una última pieza, ¿esposita? —dijo él, mientras tomaba su mano y se la llevaba a los labios. 

Ella asintió. 

Entonces se la llevó a la pista de baile y la abrazó mientras empezaban a bailar, el miró su reloj de pulsera,  diez minutos después, salían hacia París en el avión privado que era de su propiedad.

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