Para mí, era como si estuviera a punto de abandonarlo todo definitivamente e iniciar mi andanza por un mundo diferente a lo que había conocido, era como haber naufragado en un mar tormentoso y de aguas desconocidas. Algo así inspiraba miedo, sobre todo para una chica como yo, que era vulnerable y frágil ante los comentarios orientes. Además, tendría que casarme con ese horrible vestido porque no había oportunidad ni tiempo para comprar otro.
Mientras mi madre no dejaba de arreglarme el largo velo sobre la cabeza. Las damas de honor me ayudaron a bajar la escalera sosteniéndo el gigantesco ramo que habría sido de mi hermana.
Después, subí al coche con mi padre para ir a la iglesia donde me casaría con.. él.
Eran innegables los cambios en Alessander. Se le veía más serio, cínico y amenazador. Durante el trayecto a la iglesia, no pude dejar de preguntarme, qué le habría pasado para volverse así de mala persona.
Mi padre se emocionó mientras el coche se acercaba a la iglesia y yo hubiera querido inclinarme para darle un beso en la mejilla, pero me frené.
Cecilia siempre había sido la consentida de nuestros padres, ellos siempre la habían tratado con un amos que yo nunca había conocido, pero que me habría encantado experimentar, pero era demasiado tarde para eso.
Ahora, para como, me veía obligada a corregir la última mala jugada que mi hermana me había hecho. Sabía que a partir d ese momento, el sensor Visconti sería prácticamente el dueño de mi vida.
Cuando llegamos a la iglesia, todo sucedió siguiendo el orden establecido. El novio esperaba en el altar. Las damas de honor me precedieron con sus elegantes vestidos marrones, yo caminé en rumbo al altar, notando los evidentes cuchicheos de los invitados, Padre me acompañó por el pasillo de la iglesia dando pasos solemnes y contenidos.
Todos sabían que aquello era una farsa, que yo no era la verdadera novia y no se limitaron a la hora de expresar su sorpresa o indignación la. Los padres de Alessander parecían visiblemente consternados.
Él, sin embargo, no ofreció ninguna explicación. Ordenandole al monje que continuara con la ceremonia.
Su mirada se encontró con la mía, me sonrió y me miró con orgullo.
Pronunciamos los votos, él puso una alianza de diamantes en mi dedo y luego nos declararon marido y mujer.
Incluso lloré cuando me besó.Había sucedido, todo había pasado. La boda de la cual dependían las vidas de mis padres y la mía había terminado.
Hubo varias cosas que no escaparon la atención de Alessadro. Al primer momento, sus padres parecieron consternados de que él regresara a la iglesia con una mujer que no era la que había anunciado para casarme, pero después parecieron conformes, e incluso felices.
Durante la ceremonia, la novia de reemplazo lloró. No fue un llanto amargo, cargado de sollozos desgarradores. Unas pequeñas lágrimas corrieron por si mejillas y cualquiera que no estuviera al tanto de la situación creería que lloraba de felicidad. Incluso mi propia abuela se secó las suyas con la otra esquina de un finísimo pañuelo de seda.
No puedo negar que Catalina estaba hermosa, con sus mejillas encendidas y sus grandes ojos, irradiaba un brillo interior que conmovió a todos.
La recepción fue tan espectacular como querían sus padres y como Cecilia lo había soñado.( Lástima que no estuvo presente para la misma)
Cuando empezó el banquete, después de las fotografías y las presentaciones de respetos, mi abuela se acercó a darle un beso a Catalina, y escuché que le decía por lo bajo:
— Eres la esposa que el destino escogió para él, preciosa. No dejes que nadie te convenza de lo contrario.
Yo arrugué el entrecejo, pero guardé silencio. Porque sabía que más bueno saldría de incomodar a mi nonna.
Los padres d ella se acercaron, y su madre tomo su mano. Acariciándola.
—Solo quiero decirte que te quiero. Gracias por esto. Gracias por salvarnos la vida al acceder a casarte con el sensor Visconti.
— Madre.— Susurró ella tirando de su mano.—no lo hice por ustedes, lo hice por mí. No merezco morir por culpa de las tonterías de Cecilia, ustedes siempre se han preocupado y enorgullecido más de ella, solo porque es delgada y bonita y siempre me han echado a un lado. Espero que ahora comprendan que la belleza no lo es todo.
Catalina les dio la espalda, y su madre y su padre se subieron entonces a la limusina que estaba esperando para llevarlos a la mansión Visconti, donde sería la cena de celebración. Sus suegros ya habían salido algo antes, y encontrarían a los recién casados allí.
Los novios estaban sentados a una mesa larga, con todas las damas de honor y el séquito del novio. El padre del novio pronunció su discurso, felicitando a su hijo y todo el mundo aplaudió.
Su nuevo marido y ella bailaron un par de piezas, sin conversar siquiera y luego cortaron el pastel. Caty incluso bailó una vez con su suegro. Valiant Ivanov estaba muy digno y apuesto con su esmoquin y su pajarita negra, y fue de las pocas personas que por una vez, no le hizo ningún comentario desagradable: solo bailaron mientras él la hacía dar vueltas por la pista, y luego se la entregó otra vez a su hijo. Fue una boda exquisita, pero ella sabía que era una novia horrible. Para su gran alivio, sin embargo, sabía que aquello no.duratia mucho.
Miró a sus padres, y notó que, a pesar del desastre que había Sido todo, parecían felices. No había forma de saber cuánto duraría aquella farsa de matrimonio, su marido había Sido claro. Debían guardar el secreto y actuar como si ellos hubieran querido casarse desde el principio. Lo único que podían hacer era esforzarse al máximo.
Tan nerviosa estaba, que ni siquiera probó el pastel y cuando anunciaron que iba a lanzar el ramo, le pidieron a todas las mujeres solteras que se reunieran en la pista de baile.
Con rapidez se había subido a una silla y estaba esperando a que todas las solteras se acercaran, cuando recordó lo hiriente que había sido su madre un año antes, durante la boda de la hija de un compañero de trabajo de su padre.
Celeste había pasado junto a ella cuando aquella muchacha estaba a punto de unirse a las demás y le lanzó una mirada recriminatoria.
—Déjala que otra se lo quede, cariño, todas ellas son más jóvenes que tú. Todas se casarán algún día. Tú ni siquiera sabes si lo harás.
En una sola frase, su madre la había destruido, no solo le había dicho que seguramente acabaría siendo una solterona, sino que además no se merecía atrapar un ramo de novia. Una vez más su madre creía que era indigna y no encontraría el amor, solo porque ellos no la habían querido. En aquella ocasión, ella había retrocedido de nuevo hacia los invitados, pero Brianna la había visto alejarse y le hacía señales para que se acercara. Sin embargo, ella se negaba a hacerlo.
La novia se exasperó, e hizo algo que nadie esperaría. En vez de lanzar el ramo, se acercó y se lo entregó directamente a ella en los brazos.
—Eres una mujer hermosa. Siempre lo has sido, sin barco la ceguera ajena se te está contagiando.— había comentado Brianna, entregándole las blancas flores y un beso en la mejilla.
Ahora, de regreso a su propia boda, Catalina limpió las traidoras lágrimas de sus ojos, se bajó de la silla y camino directame hacía una chica que se encontraba al fondo del salón, lejos de todas las solteras reunidas en la pista.
Ella sabía que Mariela era amiga de Cecilia y acababa de salir de un matrimonio abusivo que había durado dos años.
— Mereces ser amada, que nadie te haga creer lo contrario.— Susurró Catalina, entregándole el ramo.
Alessandro no dejaba de mirarla, igual que sus suegros, sin comprender del todo lo que ocurría.
Sin embargo, sintió un dolor punzante en el pecho al escuchar las palabras que le decía Catalina a la otra chica.
Miró a los padres de ella con el entrecejo fruncido, notando lo serios y pálidos que ellos estaban y se preguntó una vezas, de qué demonios iba todo eso.
—¡Brava! ¡ Bravissima! —escuchó que gritaba su Nonna, comenzando a aplaudir y todos los presentes hicieron lo mismo con rapidez.a
Y entonces, como si eso fuera justamente lo que ella había necesitado toda su vida, en el rostro de Catalina se formó una sonrisa.
Y algo pareció estallar en su pecho.
Nunca la había visto feliz. Siempre que habían estado juntos, ella se mostraba retraída, apagara, desconfiada incluso, como si le temiese. Pero justo en ese instante, se le veían enormemente feliz...y preciosa.
Ella lo buscó entonces con la mirada, y él se unió a los aplausos, asintiendo y sonriendo con lentitud, justo cuando su padre cogía en brazos a su Sonee, su madre y se reanudó la música.
Alessandro se abrió camino entre los invitados para reunirse con Catalina,quien aún sonreía de felicidad cuando llegó junto a ella. Todavía no sabía qué rayos era lo que acababa de ocurrirle, pero se sentía extraño. Solo que le había dolido el corazón de la formaas bizarra posible, y tenía una sospecha de lo aquello podía significar, pero estaba convencido de que todo era una tontería de su parte.
Era imposible que él se hubiera enamorado perididamente de su esposa de reemplazo en fracción de unos pocos segundos.
Pero, muy en el fondo, notaba un gran cambio en si mismo. Dónde antes había predominafo un deseo de salvar su reputación y no ser un hazmerreir en su propia boda, ahora reinaba un impulso casi animal por protegerla.
—Bailamos una última pieza, ¿esposita? —dijo él, mientras tomaba su mano y se la llevaba a los labios.
Ella asintió.
Entonces se la llevó a la pista de baile y la abrazó mientras empezaban a bailar, el miró su reloj de pulsera, diez minutos después, salían hacia París en el avión privado que era de su propiedad.
— Enséñame cómo complacer a un hombre.Alessandro, quien acababa de tomar un trago de champán, se atragantó y siguió tosiendo hasta que Catalina se arrodilló y comenzó a golpear su espalda.— Estoy bien. Sólo... creo que no he entendido bien...Con el rostro enrojecido pero tratando de actuar indiferente, Caty volvió a sentarse a sentarse sobre la costosísima alfombra del suelo, cruzó las piernas y se alisó la falda del vestido para cubrir sus rodillas. — Me escuchaste perfectamente.Quiero que me enseñes cómo complacer a un hombre.Él la miró con los ojos muy abiertos, luego se compuso un poco. Haciendo un gran espectáculo al llevarse un pedazo de la carne que comían a la boca y mirando alrededor del lujoso salón de hotel, murmuró: — ¿Por qué querrías algo así?¿Es acaso una broma?Ella se inclinó hacia delante y agitó la mano delante de su cara, sabiendo que eso lo molestaba.—No estoy bromeando. Sonriendo ahora, Alessandro tomó su mano y la besó, moviendo las cejas hacia arriba y
Bolsa de viaje con artículos de aseo. Sí, por supuesto.¿Ropa interior sexi? No. Solo ropa interior.Anticonceptivos. Listo.Habitación del hotel. Rodó los ojos. Si, todo listo.Catalina se quedó mirando el techo un momento. No había cambiado en los cinco minutos que había estado de pie allí, mirándolos. Tenía todo lo que necesitaba. Que comience la educación sexual.¿Cierto?Mordiéndose el labio, cerró los ojos y trató de hablarse a sí misma para no perder todo el valor.Aun así, ella dudó.Algo de esto se sentía mal.¿Podría ella realmente desnudarse con su esposo? ¿Tocarlo? ¿Dejar que él la tocara?La imagen de él cerniéndose sobre ella en la cama, rodeándola con la piel caliente y duros músculos, ciertamente, no era desagradable, pero no le estaba moviendo su mundo tampoco.Tal vez había algo realmente mal con ella.— Acéptalo Caty, — le había dicho Brian después de haberlo encontrado en la cama con una de sus compañeras. — Un hombre necesita más que una tabla rígida debajo de é
Él se inclinó y la besó, usando sus dientes en esta ocasión para añadir una nueva dimensión a su placer. Deslizando la muñeca de su agarre, él la alzó en sus brazos, la llevó a la cama y suavemente le lanzó hacia abajo. — Desnúdate.Él vio sus ojos abriéndose por su ronca orden, pero él ya estaba frenéticamente sacando su propia camisa mientras se quitaba los zapatos. Se desabrochó sus jeans y los empujó hacia debajo de su cadera, con todo y la ropa interior y los dejó en el suelo con sus calcetines. Cuando levantó la vista, ella no se había movido. Estaba mirando su miembro, con una mirada de asombro en su rostro, lo hizo enducerse aún más.— Definitivamente esto me va a doler — Catalina susurró.Él apenas y registró el comentario. Era un poco más grande que el promedio, pero ella no tendría problemas para aceptarlo. Agarrando sus caderas, se la llevó con lentitud a la cama. — Espera, — ella chilló. —Quiero verte. Quiero tocarte — ella insistió.— Hazlo. Nada te lo impide. Tal como
— Eres tan ardiente. Quiero hacértelo una y otra vez. Caty sonrió al oír la voz rasposa de su esposo, pero no se molestó en responder ya que su boca estaba ocupada haciendo otras cosas y no parecía interesada en renunciar al ardiente y duro miembro que estaba chupando. En cambio, transmitió su agradecimiento por el cumplido, sonriendo aún más cuando él gimió. — Nunca tendré suficiente de ti, preciosa ¡Dios! Nunca, ¿me entiendes? — Sus dedos se enredaron en el cabello de ella y tiró de él. — Mírame. Sólo por diversión, ella se resistió y lo chupó con más fuerza. Arremolinando su lengua alrededor de la punta ancha de su miembro. Él susurró en un suspiro. Él agarró un poco más de su cabello en un puño, con más fuerza y tiró de él, obligándola a ponerlo en libertad, incluso mientras ella gemía en señal de protesta. — Eres una pequeña golosa, ¿no es así? Los ojos de Caty se abrieron de golpe y, por un momento, su sueño y la realidad competían por la supremacía. Realidad: Su visión
Cinco horas antes:En el bar del hotel, Alessadro miraba a su gemelo con ojo crítico. Su hermano estaba actuando extraño y él podía bien imaginar por qué. Echándose hacia atrás en su silla, alzó la mano y le hizo una seña.— Vamos ya, escúpelo.— ¿Eh?— ¿Qué está pasando? Has estado actuando con un nerviosismo muy impropio de ti, desde que llegaste aquí.—¿Qué te hace pensar que estoy nervioso, hermano? Solo estoy...La frente de Alessadro se arrugó.— Desesperado por escapar, ¿no?Alessander liberó un suspiro.— Sabes perfectamente que no comprendo cuál es tu interés en presentarme a tu nueva esposa. Bien puedo conocerla dentro de unos meses, cuando vaya a Italia.—Sí, como no.— Farfulló Alessadro. — Como si yo no conociera tus excusas de sobra. Luego, dentro de unos meses, te saldrá alguna cosa urgente por trabajo y no regresarás a casa. Han pasado cinco años desde la última vez que nuestros padres te vieron. — Soy un hombre ocupado y lo sabes. —masculló Alessander.— Me sé tu
— Catalina — le oyó decir al hombre que continuaba sobre su cama. Ella negó con la cabeza. Ahora que sabía la verdad, la diferencia le parecía tan obvia.Alessander tenía el pelo mucho más largo que su hermano. Hablaba más lentamente. La había tocado de una manera que le había resultado tan familiar...en la cama no había sido el confiado y orgulloso hombre con el que se había casado, sino uno más cuidadoso, tierno...uno más vacilante.Sintió ganas de llorar. Nunca en su vida se había sentido tan humillada y usada.A excepción de la anoche en que él mismo la había rechazado.Un intenso dolor la atravesó, tirando de su corazón y ella se aferró automáticamente a ello, para endurecerse. Lade él al encontrarla en la habitación, la noche anterior, había sido sido otro indicio. Él no había esperado que ella estuviera allí. Simplemente le había seguido la corriente, probablemente para no herir sus sentimientos, o simplemente porque había estado medio perdido de borracho. Ciertamente, n
Le picaron las palmas de las manos, con la intuición de que sucedería, instantes antes de que sonara su celular. Dándose la vuelta, busco en el bolsillo de su sucio pantalón que había estado tirado en el suelo, y respondió, sabiendo de inmediato quién era.— Estás muerto.Silencio. Luego, un vacilante,— ¿Te divertiste?— Escúchame bien , maldito...— ¡Si ese es tu hermano, — Catalina gritó desde el baño, — puedes decirle que será un hombre muerto cuando lo vea!— Ya está hecho, preciosa — respondió Alessander entre sus apretados dientes.— ¿Todavía estás ahí? — Alessadro sonaba tan orgulloso de sí mismo que él apretó su mano alrededor de su celular, deseando que fuera el cuello de su gemelo.— ¿Cuentame detalles? ¿Asumo que aprovechaste la situación?— Ese es el problema, cabrón. Yo no tomo ventaja de las mujeres ajenas y especialmente no de mi cuñada.— Así que no hiciste... — Su hermano se aclaró la garganta. — ¿Tú sabes?— No. ¿Por qué no me iluminas? Exactamente ¿qué pensaste que
— ¿Los hombres realmente fantasean con bibliotecarias? Pensaba que al hombre promedio le gustaba algo más exótico... Es por eso que las películas porno y las revistas descaradas son tan populares, ¿Oh no? Ahora era el turno de él para estallar en carcajadas. — ¿Revistas descaradas? — ¿Qué? Así es como todos las llaman, ¿no es así? — Claro. Sólo que nunca pensé escuchar ese término viniendo de tus lindos y recatados labios. El casual cumplido la hizo ruborizarse, pero inmediatamente alejó el placer que le causaba. — Oh, ¿tú me ves como una mujer recatada? En un instante, su expresión se volvió seria. Enojada. — Por supuesto que sí. ¿Qué mujer espera a casarse para perder su virginidad? Catalina liberó un gruñido. — Estás equivocado. Lo intenté. Lo intenté muchas veces, pero soy tan desagradable que ningún hombre quiso...— las lágrimas amenazaron con cerrar su garganta. — No eres desagradable, preciosa.— Susurró Alessander, tomando su delicado rostro entre sus manos y besá