#8:

Él se inclinó y la besó, usando sus dientes en esta ocasión para añadir una nueva dimensión a su placer. Deslizando la muñeca de su agarre, él la alzó en sus brazos, la llevó a la cama y suavemente le lanzó hacia abajo. — Desnúdate.

Él vio sus ojos abriéndose por su ronca orden, pero él ya estaba frenéticamente sacando su propia camisa mientras se quitaba los zapatos. Se desabrochó sus jeans y los empujó hacia debajo de su cadera, con todo y la ropa interior y los dejó en el suelo con sus calcetines. Cuando levantó la vista, ella no se había movido. Estaba mirando su miembro, con una mirada de asombro en su rostro, lo hizo enducerse aún más.

— Definitivamente esto me va a doler — Catalina susurró.

Él apenas y registró el comentario. Era un poco más grande que el promedio, pero ella no tendría problemas para aceptarlo. Agarrando sus caderas, se la llevó con lentitud a la cama.

— Espera, — ella chilló. —Quiero verte. Quiero tocarte — ella insistió.

— Hazlo. Nada te lo impide.

Tal como
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