Él se inclinó y la besó, usando sus dientes en esta ocasión para añadir una nueva dimensión a su placer. Deslizando la muñeca de su agarre, él la alzó en sus brazos, la llevó a la cama y suavemente le lanzó hacia abajo. — Desnúdate.Él vio sus ojos abriéndose por su ronca orden, pero él ya estaba frenéticamente sacando su propia camisa mientras se quitaba los zapatos. Se desabrochó sus jeans y los empujó hacia debajo de su cadera, con todo y la ropa interior y los dejó en el suelo con sus calcetines. Cuando levantó la vista, ella no se había movido. Estaba mirando su miembro, con una mirada de asombro en su rostro, lo hizo enducerse aún más.— Definitivamente esto me va a doler — Catalina susurró.Él apenas y registró el comentario. Era un poco más grande que el promedio, pero ella no tendría problemas para aceptarlo. Agarrando sus caderas, se la llevó con lentitud a la cama. — Espera, — ella chilló. —Quiero verte. Quiero tocarte — ella insistió.— Hazlo. Nada te lo impide. Tal como
— Eres tan ardiente. Quiero hacértelo una y otra vez. Caty sonrió al oír la voz rasposa de su esposo, pero no se molestó en responder ya que su boca estaba ocupada haciendo otras cosas y no parecía interesada en renunciar al ardiente y duro miembro que estaba chupando. En cambio, transmitió su agradecimiento por el cumplido, sonriendo aún más cuando él gimió. — Nunca tendré suficiente de ti, preciosa ¡Dios! Nunca, ¿me entiendes? — Sus dedos se enredaron en el cabello de ella y tiró de él. — Mírame. Sólo por diversión, ella se resistió y lo chupó con más fuerza. Arremolinando su lengua alrededor de la punta ancha de su miembro. Él susurró en un suspiro. Él agarró un poco más de su cabello en un puño, con más fuerza y tiró de él, obligándola a ponerlo en libertad, incluso mientras ella gemía en señal de protesta. — Eres una pequeña golosa, ¿no es así? Los ojos de Caty se abrieron de golpe y, por un momento, su sueño y la realidad competían por la supremacía. Realidad: Su visión
Cinco horas antes:En el bar del hotel, Alessadro miraba a su gemelo con ojo crítico. Su hermano estaba actuando extraño y él podía bien imaginar por qué. Echándose hacia atrás en su silla, alzó la mano y le hizo una seña.— Vamos ya, escúpelo.— ¿Eh?— ¿Qué está pasando? Has estado actuando con un nerviosismo muy impropio de ti, desde que llegaste aquí.—¿Qué te hace pensar que estoy nervioso, hermano? Solo estoy...La frente de Alessadro se arrugó.— Desesperado por escapar, ¿no?Alessander liberó un suspiro.— Sabes perfectamente que no comprendo cuál es tu interés en presentarme a tu nueva esposa. Bien puedo conocerla dentro de unos meses, cuando vaya a Italia.—Sí, como no.— Farfulló Alessadro. — Como si yo no conociera tus excusas de sobra. Luego, dentro de unos meses, te saldrá alguna cosa urgente por trabajo y no regresarás a casa. Han pasado cinco años desde la última vez que nuestros padres te vieron. — Soy un hombre ocupado y lo sabes. —masculló Alessander.— Me sé tu
— Catalina — le oyó decir al hombre que continuaba sobre su cama. Ella negó con la cabeza. Ahora que sabía la verdad, la diferencia le parecía tan obvia.Alessander tenía el pelo mucho más largo que su hermano. Hablaba más lentamente. La había tocado de una manera que le había resultado tan familiar...en la cama no había sido el confiado y orgulloso hombre con el que se había casado, sino uno más cuidadoso, tierno...uno más vacilante.Sintió ganas de llorar. Nunca en su vida se había sentido tan humillada y usada.A excepción de la anoche en que él mismo la había rechazado.Un intenso dolor la atravesó, tirando de su corazón y ella se aferró automáticamente a ello, para endurecerse. Lade él al encontrarla en la habitación, la noche anterior, había sido sido otro indicio. Él no había esperado que ella estuviera allí. Simplemente le había seguido la corriente, probablemente para no herir sus sentimientos, o simplemente porque había estado medio perdido de borracho. Ciertamente, n
Le picaron las palmas de las manos, con la intuición de que sucedería, instantes antes de que sonara su celular. Dándose la vuelta, busco en el bolsillo de su sucio pantalón que había estado tirado en el suelo, y respondió, sabiendo de inmediato quién era.— Estás muerto.Silencio. Luego, un vacilante,— ¿Te divertiste?— Escúchame bien , maldito...— ¡Si ese es tu hermano, — Catalina gritó desde el baño, — puedes decirle que será un hombre muerto cuando lo vea!— Ya está hecho, preciosa — respondió Alessander entre sus apretados dientes.— ¿Todavía estás ahí? — Alessadro sonaba tan orgulloso de sí mismo que él apretó su mano alrededor de su celular, deseando que fuera el cuello de su gemelo.— ¿Cuentame detalles? ¿Asumo que aprovechaste la situación?— Ese es el problema, cabrón. Yo no tomo ventaja de las mujeres ajenas y especialmente no de mi cuñada.— Así que no hiciste... — Su hermano se aclaró la garganta. — ¿Tú sabes?— No. ¿Por qué no me iluminas? Exactamente ¿qué pensaste que
— ¿Los hombres realmente fantasean con bibliotecarias? Pensaba que al hombre promedio le gustaba algo más exótico... Es por eso que las películas porno y las revistas descaradas son tan populares, ¿Oh no? Ahora era el turno de él para estallar en carcajadas. — ¿Revistas descaradas? — ¿Qué? Así es como todos las llaman, ¿no es así? — Claro. Sólo que nunca pensé escuchar ese término viniendo de tus lindos y recatados labios. El casual cumplido la hizo ruborizarse, pero inmediatamente alejó el placer que le causaba. — Oh, ¿tú me ves como una mujer recatada? En un instante, su expresión se volvió seria. Enojada. — Por supuesto que sí. ¿Qué mujer espera a casarse para perder su virginidad? Catalina liberó un gruñido. — Estás equivocado. Lo intenté. Lo intenté muchas veces, pero soy tan desagradable que ningún hombre quiso...— las lágrimas amenazaron con cerrar su garganta. — No eres desagradable, preciosa.— Susurró Alessander, tomando su delicado rostro entre sus manos y besá
Mientras Alessadro daba la vuelta en el coche por la autopista que los llevaría al norte de Palermo, tuvo que luchar para no mostrar su diversión. A pesar de que Catalina estaba valientemente tratando de mantener su rostro inexpresivo, su disgusto era más que evidente. Obviamente, lo sucedido en París la había dejado enojada. Si la estaba leyendo de forma correcta,( y él tenía un talento definitivo a la hora de leer a la gente), ella estaba bastante contrariada por como se habían dado las cosas. Sin lugar a dudas, su esposita hubiese preferido quedarse completamente desnuda y disfrutando más tiempo en los brazos y en la cama de su hermano. Lo cual era exactamente la respuesta que él había estado esperando. Alessandro sonrió. Sí, claro que la gente no entendería sus propósitos. ¿Y a él que le importaba? Pero su ajedrez para recuperar a Alessander y traerlo de vuelta a casa dependía única y exclusivamente de una pieza indispensable: ella. La miró de soslayo. Ella estaba tan t
— Oh, — dijo ella suspirando cuando vio la enorme casa que reinaba sobre un terreno elevado en el extremo de un camino de tierra. — Es maravillosa. — se bajó del coche y giró lentamente en un círculo, disfrutando de la vista de los altos árbolesy las colinas. —Qué hermoso lugar. Se dio cuenta de que a ella le encantaba. La maravilla en su expresión era auténtica y se acercaba al reflejo de lo que él había sentido la primera vez que había visto el terreno. — Gracias. Me alegra que te guste. — ¿Cómo lo encontraste? Alessandro se encogió de hombros.. — Su antiguo dueño no pudo continuar viviendo en este lugar aislado debido a su edad, por aquel entonces , yo buscaba un sitio en el que ...relajarme por unos días, de vez en cuando. Ella sonrió con una amplia y despreocupada sonrisa que hizo capturar su aliento. — ¿Me mostrarás los alrededores? Él se echó a reír. — Habría demasiado que ver, esta hacienda cuenta con decenas de acres, pero seguro, te voy a daré una vuelta. Otro día. A