— Enséñame cómo complacer a un hombre.
Alessandro, quien acababa de tomar un trago de champán, se atragantó y siguió tosiendo hasta que Catalina se arrodilló y comenzó a golpear su espalda.
— Estoy bien. Sólo... creo que no he entendido bien...
Con el rostro enrojecido pero tratando de actuar indiferente, Caty volvió a sentarse a sentarse sobre la costosísima alfombra del suelo, cruzó las piernas y se alisó la falda del vestido para cubrir sus rodillas. — Me escuchaste perfectamente.Quiero que me enseñes cómo complacer a un hombre.
Él la miró con los ojos muy abiertos, luego se compuso un poco. Haciendo un gran espectáculo al llevarse un pedazo de la carne que comían a la boca y mirando alrededor del lujoso salón de hotel, murmuró: — ¿Por qué querrías algo así?¿Es acaso una broma?
Ella se inclinó hacia delante y agitó la mano delante de su cara, sabiendo que eso lo molestaba.
—No estoy bromeando.
Sonriendo ahora, Alessandro tomó su mano y la besó, moviendo las cejas hacia arriba y abajo.
— ¿Oh, de verdad? Entonces qué, ¿de repente estás ardiendo de pasión por mí? No es que yo te culpe, pero...
— ¿Podrías parar? — Dijo ella entre dientes. — Estoy hablando en serio. — tiró de su muñeca, la cual él tenía presionada en su mano y se levantó, dándole la espalda, mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.Sabiendo que no tenía elección, se obligó a continuar. —Yo... soy virgen.
El silencio de asombro detrás de ella era ensordecedor. La vergüenza amenazaba con tragársela y tuvo que detenerse de correr a la habitación contigua.
— Comprendo. Pero según me has confesado, estuviste enamorada de mi hermano y ...— Susurró Alessadro, obviamente estaba tenso.
— Te agradezco por contarme que en realidad no eres él, sino su gemelo y hermano mayor, pero a estas alturas ya me da igual. Estamos casados y yo estoy cansada de ser virgen. ¿Por favor?— ella suplicó.
Una vez más, un momento de silencio incómodo.
— ¿Estás segura de esto? — gruñó él.
Ella miró sus uñas y frunció el ceño ante lo desarregladas que se veían. Había estado mordiéndoselas de nuevo. — Sí.
— ¿Por qué eres virgen aún?
— Ya te lo conté. Me enamoré de Alessander en la universidad, y después de su rechazo me fue prácticamente imposible volver a abrirme con otro hombre. Tenía demasiado miedo.
— ¿Miedo? ¿A qué?
— Al rechazo.
— Pero, lo volviste a intentar, ¿no es así? ¿Quiero decir, hace seis meses salías con alguien, no?
Caty suspiró. ¿No era esa la verdad? Pero tenía que mantenerse concentrada. Sabía de buenafuente, que la incapacidad de Brian para hacerla perder sus miedos era porque ella no había inspirado esa pasión en él. De ahí que él había roto con ella, dejándola por una de sus compañeras.
— Sí, pero no llegó a ocurrir nada entre nosotros. Él me dejó. Y sigo siendo virgen.
Oyó a Alessadro levantarse y acercarse más a ella.
— ¿Te han herido mucho, no es así, pastelito?
Resoplando, ella levantó su mano.
— Sí. Mira, olvida que dije nada. Estoy algo borracha yareada. Yo...no lo dije en serio.
Sus brazos la rodearon desde atrás. Apoyando la barbilla sobre su hombro y él sólo la abrazó. Caty se sentía protegida en sus brazos. Abrigada. Pero no había chispa de deseo.
Nada como el calor o el escalofrío que se apoderara de ella cuando Alessander la había tocado. Del lado positivo, no se sentía como una boba, ni con ganas de salir corriendo tampoco.
No es que hubiera alguna diferencia. Estar casada con Alessadro no ayudaba a nada. Tanto él como Alessander estaban fuera de su liga y uno la había abandonado porque no cumplía con los estándares de sus padres y el otro se había casado con ella para evitar la vergüenza de una boda arruinada.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
¿Por qué? ¿Qué había tan mal en ella que ni siquiera sus padres eran capaces de amarla?
¿Hasta cuándo tendría que chocar con el rechazo de otros una y otra vez?
Sin embargo, Alessadro estaba jodido. Era su marido ahora y tenía obligaciones con ella.
Por desgracia para él, ella era su responsabilidad ahora.
— Si hubo, eh, problemas... — Él se aclaró la garganta. — Ellos tuvieron la culpa, no tú.
Ella resopló y se apartó. — Me gustaría que fuera cierto, pero toda mi vida he enfrentado rechazo, y no solo de los hombres con los que he salido. La gran mayoría se ven intimidados por mi...tamaño.
Él hizo una mueca.
— Por favor. A mí no me molesta para nada tu tamaño.
— Pero eso no sirve de nada— Hizo un puchero. — Ni siquiera sé cómo comportarme para ser sexy.
— No necesitas ser sexy. Hay cosas más importantes.
— Sí, claro.— se burló ella con resequedad.
— Catalina... — dijo él a modo de advertencia.
— No me estoy menospreciando. No soy bonita y no tengo el mejor cuerpo del mundo, no soy atractiva, esa es la verdad, pero al menos me visto bien…—Su negativa se estaba volviendo bastante molesta ahora.— ...y soy inteligente. Eso cuenta para algo, ¿no?
— Sí…
— Soy amable. Leal. Creo que sería una buena madre.
Los ojos de Alessadro se desorbitaron. — Oye, espera...
Ella puso las manos en sus caderas.
— Oh, silencio. No te estoy pidiendo que me embaraces ya. Y no tienes que mirarme con es cara de espanto, tampoco. Pero ambos sabemos que no soy una seductora.No quiero serlo. Sólo quiero ser feliz. Tener una familia. — Una muy grande. Ella quería un montón de niños. — No quiero marchitarme y vivir toda mi vida sin ser amada o al menos apreciada. — Se dejó caer sin gracia en el sofá.—Quiero un compañero, señor Visconti. Quiero saber cómo mantener a un hombre contento conmigo, al menos en la cama. Así que, si no es asco lo que te impide hacerme el amor, ¿podrías hacerme este favor?
Parecía que él pensaba en ello. — ¿Por qué yo? ¿Por qué no Alessander?
—Porque él no está aquí. Tú sí. Él no es mi esposo. Tu sí. — razonó.
— Entonces, Caty. Si comprendo bien, estás dispuesta a esperar el año que te propongo que nos mantengamos casados, no quieres la compensación monetaria que estoy dispuesto a darte, pero sí quieres que te dé clases de...¿seducción?
— Exactamente. Quiero perder mi virginidad y que me enseñes a complacer a un hombre en la cama. ¿Estoy pidiendo demasiado?
Él se aclaró la garganta. — Bien. Intenté persuadirte para que cambiaras de parecer, pero estás convencida. Entonces...¿ Cuando empezamos?
Bolsa de viaje con artículos de aseo. Sí, por supuesto.¿Ropa interior sexi? No. Solo ropa interior.Anticonceptivos. Listo.Habitación del hotel. Rodó los ojos. Si, todo listo.Catalina se quedó mirando el techo un momento. No había cambiado en los cinco minutos que había estado de pie allí, mirándolos. Tenía todo lo que necesitaba. Que comience la educación sexual.¿Cierto?Mordiéndose el labio, cerró los ojos y trató de hablarse a sí misma para no perder todo el valor.Aun así, ella dudó.Algo de esto se sentía mal.¿Podría ella realmente desnudarse con su esposo? ¿Tocarlo? ¿Dejar que él la tocara?La imagen de él cerniéndose sobre ella en la cama, rodeándola con la piel caliente y duros músculos, ciertamente, no era desagradable, pero no le estaba moviendo su mundo tampoco.Tal vez había algo realmente mal con ella.— Acéptalo Caty, — le había dicho Brian después de haberlo encontrado en la cama con una de sus compañeras. — Un hombre necesita más que una tabla rígida debajo de é
Él se inclinó y la besó, usando sus dientes en esta ocasión para añadir una nueva dimensión a su placer. Deslizando la muñeca de su agarre, él la alzó en sus brazos, la llevó a la cama y suavemente le lanzó hacia abajo. — Desnúdate.Él vio sus ojos abriéndose por su ronca orden, pero él ya estaba frenéticamente sacando su propia camisa mientras se quitaba los zapatos. Se desabrochó sus jeans y los empujó hacia debajo de su cadera, con todo y la ropa interior y los dejó en el suelo con sus calcetines. Cuando levantó la vista, ella no se había movido. Estaba mirando su miembro, con una mirada de asombro en su rostro, lo hizo enducerse aún más.— Definitivamente esto me va a doler — Catalina susurró.Él apenas y registró el comentario. Era un poco más grande que el promedio, pero ella no tendría problemas para aceptarlo. Agarrando sus caderas, se la llevó con lentitud a la cama. — Espera, — ella chilló. —Quiero verte. Quiero tocarte — ella insistió.— Hazlo. Nada te lo impide. Tal como
— Eres tan ardiente. Quiero hacértelo una y otra vez. Caty sonrió al oír la voz rasposa de su esposo, pero no se molestó en responder ya que su boca estaba ocupada haciendo otras cosas y no parecía interesada en renunciar al ardiente y duro miembro que estaba chupando. En cambio, transmitió su agradecimiento por el cumplido, sonriendo aún más cuando él gimió. — Nunca tendré suficiente de ti, preciosa ¡Dios! Nunca, ¿me entiendes? — Sus dedos se enredaron en el cabello de ella y tiró de él. — Mírame. Sólo por diversión, ella se resistió y lo chupó con más fuerza. Arremolinando su lengua alrededor de la punta ancha de su miembro. Él susurró en un suspiro. Él agarró un poco más de su cabello en un puño, con más fuerza y tiró de él, obligándola a ponerlo en libertad, incluso mientras ella gemía en señal de protesta. — Eres una pequeña golosa, ¿no es así? Los ojos de Caty se abrieron de golpe y, por un momento, su sueño y la realidad competían por la supremacía. Realidad: Su visión
Cinco horas antes:En el bar del hotel, Alessadro miraba a su gemelo con ojo crítico. Su hermano estaba actuando extraño y él podía bien imaginar por qué. Echándose hacia atrás en su silla, alzó la mano y le hizo una seña.— Vamos ya, escúpelo.— ¿Eh?— ¿Qué está pasando? Has estado actuando con un nerviosismo muy impropio de ti, desde que llegaste aquí.—¿Qué te hace pensar que estoy nervioso, hermano? Solo estoy...La frente de Alessadro se arrugó.— Desesperado por escapar, ¿no?Alessander liberó un suspiro.— Sabes perfectamente que no comprendo cuál es tu interés en presentarme a tu nueva esposa. Bien puedo conocerla dentro de unos meses, cuando vaya a Italia.—Sí, como no.— Farfulló Alessadro. — Como si yo no conociera tus excusas de sobra. Luego, dentro de unos meses, te saldrá alguna cosa urgente por trabajo y no regresarás a casa. Han pasado cinco años desde la última vez que nuestros padres te vieron. — Soy un hombre ocupado y lo sabes. —masculló Alessander.— Me sé tu
— Catalina — le oyó decir al hombre que continuaba sobre su cama. Ella negó con la cabeza. Ahora que sabía la verdad, la diferencia le parecía tan obvia.Alessander tenía el pelo mucho más largo que su hermano. Hablaba más lentamente. La había tocado de una manera que le había resultado tan familiar...en la cama no había sido el confiado y orgulloso hombre con el que se había casado, sino uno más cuidadoso, tierno...uno más vacilante.Sintió ganas de llorar. Nunca en su vida se había sentido tan humillada y usada.A excepción de la anoche en que él mismo la había rechazado.Un intenso dolor la atravesó, tirando de su corazón y ella se aferró automáticamente a ello, para endurecerse. Lade él al encontrarla en la habitación, la noche anterior, había sido sido otro indicio. Él no había esperado que ella estuviera allí. Simplemente le había seguido la corriente, probablemente para no herir sus sentimientos, o simplemente porque había estado medio perdido de borracho. Ciertamente, n
Le picaron las palmas de las manos, con la intuición de que sucedería, instantes antes de que sonara su celular. Dándose la vuelta, busco en el bolsillo de su sucio pantalón que había estado tirado en el suelo, y respondió, sabiendo de inmediato quién era.— Estás muerto.Silencio. Luego, un vacilante,— ¿Te divertiste?— Escúchame bien , maldito...— ¡Si ese es tu hermano, — Catalina gritó desde el baño, — puedes decirle que será un hombre muerto cuando lo vea!— Ya está hecho, preciosa — respondió Alessander entre sus apretados dientes.— ¿Todavía estás ahí? — Alessadro sonaba tan orgulloso de sí mismo que él apretó su mano alrededor de su celular, deseando que fuera el cuello de su gemelo.— ¿Cuentame detalles? ¿Asumo que aprovechaste la situación?— Ese es el problema, cabrón. Yo no tomo ventaja de las mujeres ajenas y especialmente no de mi cuñada.— Así que no hiciste... — Su hermano se aclaró la garganta. — ¿Tú sabes?— No. ¿Por qué no me iluminas? Exactamente ¿qué pensaste que
— ¿Los hombres realmente fantasean con bibliotecarias? Pensaba que al hombre promedio le gustaba algo más exótico... Es por eso que las películas porno y las revistas descaradas son tan populares, ¿Oh no? Ahora era el turno de él para estallar en carcajadas. — ¿Revistas descaradas? — ¿Qué? Así es como todos las llaman, ¿no es así? — Claro. Sólo que nunca pensé escuchar ese término viniendo de tus lindos y recatados labios. El casual cumplido la hizo ruborizarse, pero inmediatamente alejó el placer que le causaba. — Oh, ¿tú me ves como una mujer recatada? En un instante, su expresión se volvió seria. Enojada. — Por supuesto que sí. ¿Qué mujer espera a casarse para perder su virginidad? Catalina liberó un gruñido. — Estás equivocado. Lo intenté. Lo intenté muchas veces, pero soy tan desagradable que ningún hombre quiso...— las lágrimas amenazaron con cerrar su garganta. — No eres desagradable, preciosa.— Susurró Alessander, tomando su delicado rostro entre sus manos y besá
Mientras Alessadro daba la vuelta en el coche por la autopista que los llevaría al norte de Palermo, tuvo que luchar para no mostrar su diversión. A pesar de que Catalina estaba valientemente tratando de mantener su rostro inexpresivo, su disgusto era más que evidente. Obviamente, lo sucedido en París la había dejado enojada. Si la estaba leyendo de forma correcta,( y él tenía un talento definitivo a la hora de leer a la gente), ella estaba bastante contrariada por como se habían dado las cosas. Sin lugar a dudas, su esposita hubiese preferido quedarse completamente desnuda y disfrutando más tiempo en los brazos y en la cama de su hermano. Lo cual era exactamente la respuesta que él había estado esperando. Alessandro sonrió. Sí, claro que la gente no entendería sus propósitos. ¿Y a él que le importaba? Pero su ajedrez para recuperar a Alessander y traerlo de vuelta a casa dependía única y exclusivamente de una pieza indispensable: ella. La miró de soslayo. Ella estaba tan t