#59:
Mientras Caty despedía a sus alumnos al día siguiente, se sintió más miserable que nunca. Por doquier había niños y niñas riendo, padres sonrientes, alegría... Parecía que todo el mundo tenía a alguien esperándolo. Como siempre, ella no tenía a nadie.

Los ojos se le llenaron de lágrimas y tuvo que parpadear varias veces para impedir que le cayeran por las mejillas. Nunca le había molestado ver a los padres recoger a sus hijos a la salida de la escuela. Supuso, que su embarazo simplemente la estaba poniendo sentimental.

Recogió su bolso. Regresaba de su licencia por enfermedad y se enfrentaba a las primeras noches sola, sin que uno de los gemelos estuviera abrazándola en la cama.

Contuvo las lágrimas como pudo y salió al parqueo. No tenía el menor deseo de conducir, así que se montó en el coche con su escolta,se acomodó en el asiento trasero del vehículo y rezó para que el conductor no fuera muy hablador. No creía poder hablar con nadie sin echarse a llorar. Lo único que quería hace
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