#62:
Sander tenía la vista clavada en la ventana de la cocina. Viejo Gruñón estaba tumbado a sus pies. Junto a su mano había una taza de café humeante.

Quizás fuera su alma de artista o su instinto, pero estando en Roma no había podido estarse tranquilo. Había tenido el presentimiento de que algo no iba del todo bien en casa y había tenido la razón.

Su hermano había salido la noche anterior supuestamente a intentar recuperar a su mujer. Aún no había regresado y Sander perdía la paciencia.

¿Qué podía ser tan difícil? Solo tenía que meter a Catalina dentro de un coche y traerla de regreso, eso era todo. Él no le veía dificultad a la tarea por ningún lado.

Deambulaba durante todo el día como un fantasma. Intentaba que el trabajo lo mantuviera ocupado, de modo que se concentraba en sus cuadros para la exposición.

Pero había pasado la noche dando vueltas en la cama. Viejo Gruñón se sentó a su lado, con una expresión vacía en sus ojos amarillos, el perro parecía consciente de que Catali
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