Finalmente, Sander decidió conservar el enorme mural. Todas sus demás obras se vendieron, y por esa le ofrecieron un buen precio, pero él no quiso venderla.Bajo sus precisas ordenes y supervisión, los trabajadores de la hacienda montaron la obra en una de las paredes de su habitación y para celebrar su gran excito, él y Sandro decidieron llevar a Catalina a una especie de luna de miel y aniversario de bodas al mismo hotel y a la misma suite a la que habían ido después de la boda, hacía ya más de un año.—Feliz aniversario, preciosa— Murmuró Sander contra si cuello, después de hacerle el amor.— Feliz aniversario, pastelito— repitió Sandro, mordisqueando su mentón.Ella se limitó a suspirar y sonreír, sin decir ni pío, cayendo profundamente dormida.***— Bueno , debo decir que es una gran sorpresa para nosotros, Nonna ( abuela).— Sí, nos resulta extraño que vinieras de Rusia a visitarnos aquí en París. Y además, que incistieras en subir a nuestra suite.Sofía elevó una retadora ceja
–¿Lo puedo cargar? –preguntó Catalina, en cuanto la sumisa terminó de darle el biberón al bebé. Nadya asintió. — Por supuesto, Señora. Yo estoy aquí para ayudarle, pero el pequeño es suyo. Catalina sonrió, emocionada, tomando al bebé en brazos y meciéndolo en ellos. Mientras la miraba fijamente, Nadya se dio cuenta de que a la señora Visconti le brillaban los ojos por las lágrimas. –Hola, pequeñín, soy tu mamá.— Susurró Catalina, conmovida. El bebé engurruñó su diminuto rostro, removiéndose en sus brazos y liberando un enorme bostezo. –Es un bebé muy tranquilo, ¿no?–le dijo Catalina a Nadya. –Sí, es una criaturita muy feliz. Caty tomó aire varias veces y la sumisa pensó que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dejarse llevar por el llanto. –No me lo puedo creer –sonrió Caty, mirando al diminuto bulto entre sus brazos–. Es tan hermoso, y tan delicado. A Caty le temblaron los labios. –Sí –contestó tragando saliva la sumisa–. Además, su cabello parece que será
Sucedió, que Catalina no tuvo ni que expresar su deseo de regresar a Italia. Sandro le comunicó que eso harían precisamente en cuanto terminó su entrevista con Sofía.— Una última cosa— había dicho la abuela, antes de marcharse— ¿Qué nombre le pondrán al bebé? Sandro arrugó el entrecejo, y luego respondió: — Alexis. Lo llamaremos Alexis, como nuestro abuelo. Aunque su nacimiento haya hecho tambalearse a la Mafya, el pequeño sigue siendo su bisnieto.Sofía sonrió levemente y luego asintió.— Manténganme informada de lo más mínimo que ocurra.— Así lo haremos Nonna.***Sandro subió las escaleras de la casona y entró en la habitación donde estaba Catalina, meciendo al bebé.–Hola, amore.Ella se giró hacia él con una sonrisa radiante.–Hola –le dijo, besando la cabecita de su hijo, en brazos–. Hola, pillín, ¿qué tal estás?–añadió haciéndole cosquillas en la tripita al niño.–Come como un troglodita –contestó Caty, mientras el bebé bostezaba–. ¿Dónde están los demás miembros de la f
Días después, llevaron al pequeño Alexis a consulta. El médico les aseguro que el pequeño gozaba de perfecta salud y les dio orientaciones para estimular su desarrollo psicomotor colocando objetos de colores brillantes en su campo visual.Caty salió con cuidado del coche y desató el cinturón del bebé. Lo tomó en brazos y frotó la nariz en su rostro suave como el terciopelo.–Hola, pillín. Mami está orgullosa. Te has portado de maravilla–susurró ella, sonriendo.Estaba admirada y encantada de que aquel niño fuera suyo. Después de pasar casi toda su vida sola, tenía a alguien a quien la unía un vínculo irrevocable, alguien que la querría y la aceptaría tal y como era, y al que ella podía querer sin reservas, sin miedo a ser abandonada. Estrechó al niño contra sí, cerró los ojos e inhaló su aroma infantil.Cuando Alexis apretó la nariz en la mejilla de ella, supo que la había reconocido, y la fuerza de aquel amor instintivo la abrumó hasta casi llenarle los ojos de lágrimas.En cuanto s
—¿Te molestaría si paso unas horas en mi habitación? — la interrogó Sander esa tarde— me han surgido ideas para una nueva exposición. Ella lo despidió con un movimiento de la mano. —Claro que no; nosotros estamos bien —miró al bebé— ¿ A que si, Alexis? A qué estamos bien... El niño dormido no contestó, por supuesto, pero Sander no habría podido lucir más sonriente y feliz, que justo en ese instante. —De acuerdo. Estoy arriba, si me necesitas dame un grito. Salió de la estancia y Caty respiró aliviada. Últimamente los gemelos parecían…nerviosos, sí. Se la pasaban andando en punta de pie por toda la casa, como si tuviesen temor de molestarla o al bebé. Cuando único no mostraban inseguridad era cuando llegaba la noche y se iban juntos a dormir. O a follar. De cierta manera, en las últimas semanas el sexo con ellos le parecía más rutinario. Debido que ella pasaba casi todo el día cuidando de Alexis ya no surgían enteré ellos esas sesiones de sexo espontáneo y atrevido, y si era hon
— Creo que comenzaré a preparar la cena –le dijo Katya varias horas después, mientras abría el refrigerador eligiendo ingredientes, y su coleta rubia se balanceaba con gracia —. Nunca habia visto uno de estos cargados con tantas especias. Caty, que seguía a Audrey, con la vista, arrugó el entrecejo. Le costaba entender por qué la mujer miraba el refrigerador como si fuese un aparato futurista y al contenido del mismo con abierta incredulidad. Al fin y al cabo, Rusua no estaba en el fin del mundo. Al final, se encogió de hombros. Cuando preparaba esa mañana los biberones de Alexis, había visto también que había verdura fresca allí. Sabía que una cocina bien surtida era algo raro y que encontrar otras especias que no fueran sal y pimienta en una casa seguramente indicaba la presencia de una mujer. Pero ella no iba de compras hacía siglos. Se sonrojó. Al pensar que las empleadas de la hacienda se estaban encargando de todo. Katya charlaba alegremente mientras preparaba el estof
Varias semanas después, cuando Caty terminaba de bañar y vestir a Alexis, sonó su teléfono móvil. Era Ivanna.— Perdona, prometí ir por la casona a pasar un tiempo contigo y con mi sobrinito pero...No sé qué me pasa esta mañana –dijo, haciendo una pausa para respirar hondo–, pero me siento fatal –. O más bien siento ganas de vomitar. El mundo me da vueltas y ..–Oh, pero Ivy, ¡eso es genial!–¿Estás loca?–No. Creo que estás embarazada. ¿Se te ha atrasado el período?–¿Embarazada?—Yo me sentía igual las semanas antes de hacerme la prueba. Ivanna guardó silencio un momento.–¡Oh, Dios mío! Puede que esté embarazada.–Sí –rió Catalina–. Y ahora creo que deberías volver a la cama.–Antes llamaré a alguien para que me consigan una prueba de embarazo. ¡Demonios! Estoy embarazada y ni siquiera me he casado con Michael.— Oh, no creo que sea un problema— Caty miró a Alexis, quien se entretenía mirando los avioncitos del juguete móvil que estaba suspendido justo sobre su cabeza; había dorm
—Tengo reuniones hasta medio día; no creo que pueda volver a tiempo para el almuerzo, pero quiero que cenemos juntos, — anunció Alessandro— me gustaría que hicieras estofado de carne para cenar, Katya.—Sí, señor— la sumisa hizo un saludo militar y él salió a toda prisa.Caty exhaló un suspiro. Sander bajó las escaleras y fue hacia Alexis, quien ya gorjeaba, acostado en su cestica.—Hola, campeón—le canturreó Sander dulcemente, entrando a la cocina. El bebé lo miró fijamente, arrugó el rostro y empezó a berrear.—OH, - dijo Sander, tomándolo en un intento desesperado por consolarlo—. Creo que te extraña.—¿ Tú crees?- preguntó Catalina en tono burlón— creo que más bien te encuentra extraño, sería lógico que fuera así, porque el niño no te conoce.—Lo que sucede es que lo mimas demasiado— se defendió Sander, meciendo al pequeño. — tú y ese circo de mujeres que pasa constantemente por aquí lo tienen acostumbrado a estar en brazos, de seguro no soporta ni cinco minutos en su cesta.—Eso