#63:

Catalina despertó, el sol bañaba la habitación.

Disfrutó la firmeza perfecta del colchón y las suaves sábanas de algodón. Incluso la almohada tenía la elevación perfecta para cabeza. Suspiró satisfecha, inhalando el suave aroma a eucalipto y lavanda que impregnaba la habitación.

Si, había echado de menos la hacienda. Era cierto que se había convertido en su hogar.

Poco a poco, se fue desperezando. Y de pronto pensó en que llegaría tarde al trabajo, pero entonces recordó que estaba de licencia de maternidad.

Acarició su ya notable vientre de cuatro meses, y sonrió. El día de hoy irían a un chequeo de rutina.

Elle se vistió sin dejar de respirar hondo y salió al pasillo. Siguió el sonido de voces y encontró a las empleadas hablando en la cocina.

–Buenos días –dijo ella.

Anna y Helena la saludaron alegremente

–¿Durmió bien, señora? –dijo Anna–. ¿Le preparo el desayuno? ¿Huevos con patatas y beicon?

Caty contuvo una arcada.

–Un té y unas tostada, por favor. Mi estado aún se
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