#58:

— Pues lo has hecho de maravilla, hermano. Me voy una semana a Roma y cuando regreso resulta que has perdido a nuestra mujer— farfulló Sander, tamborileando nerviosamente con sus dedos sobre la madera de la mesa y mirando a su hermano con expresión fiera.

— No he perdido a nadie. Sé perfectamente dónde está.

— Instalada en su apartamento en la ciudad, a kilómetros de aquí. ¿Vas a contarme qué demonios hiciste? Cuando me fui Caty estaba feliz, ¡y ahora que regreso ni siquiera quiere verme!

Sandro liberó un gruñido.

— No me grites. Y si te digo la verdad, ni yo mismo tengo la más jodida idea de qué demonios sucedió. Ella simplemente empacó todas sus cosas, no se llevó nada de lo que compró con mi dinero. Ni los vestidos, ni las joyas, nada, solo empacó lo que le pertenecía antes de casarnos y se largó.

Sander se rascó la cabeza.

— Regresé hace dos tardes a casa y simplemente ya no estaba.

— ¿Qué has hecho para recuperarla?

Sandro comprimió Su mentón.

— Todo. Fui a su apartamento, lloré,
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