Anastasia obedeció a Irina aún en contra de sus propios deseos. Desde luego que ella no quería estar en un lugar donde evidentemente no la querían, ¿pero cómo hacerle entender eso a esa mujer terca que estaba empeñada en la realización de este matrimonio?Simplemente no podía. Irina Volkov parecía compartir un rasgo muy característico con su padre, ambos tenían la misma obsesión: hacer que se casara con Oliver, repetirle que su valor radicaba únicamente en eso.«¿La presionarían aun sabiendo que estaba a punto de morir?», se preguntó de repente, concluyendo que, sin duda, sí, lo harían. De hecho, usarían su enfermedad para atrapar a Oliver en una red de lástima y eso no lo podía permitir. No era así como se imaginaba viviendo sus últimos años. No era al lado de Oliver donde quería que sus ojos fueran cerrados para siempre.Sin embargo, aquí estaba, en su habitación, luego de que Adriana se marchara.—Oliver —saludó al cruzar la puerta.El hombre la miró, pero no parecía nada feliz con
El sonido reverberó por un instante antes de que tomara el valor y se dispusiera a abrir. Con el corazón martillándole en los oídos, Adhara hizo girar el pomo de la puerta, para luego encontrarse con un pasillo vacío y en penumbra. «Eso no pudo haber sido su imaginación, ¿cierto?», se encontró preguntándose con temor. Había escuchado claramente la puerta siendo tocada con insistencia, eso quería decir que alguien lo había hecho, no un fantasma, una persona. ¿Pero quién? ¿Y por qué no le daba la cara ahora? —¿Quién está ahí? —preguntó tratando de mostrarse valiente. No hubo respuesta. Sintiendo un escalofrío y más paranoia que antes, regresó a la habitación y cerró la puerta con seguro, no conforme con esto movió algunos muebles para obstaculizar la entrada en caso de que alguien intentara cruzarla. Respiró profundamente y trato de regresar a donde estaba. El diario, el plan de Adriana para amarrar a Oliver. Realmente no podía reconocer esta versión de su hermana, la Adriana que c
La sensación de tensión se palpaba en el aire. No sabía cómo las cosas habían llegado a este nivel, pero sus padres discutían de una manera preocupante. Los gritos inundaban la casa y parecía que estaba a punto de ocurrir algo muy malo si no los detenía. Anastasia caminó a hurtadillas hacia donde se escuchaban los gritos, necesitando controlar la situación.—¡Deja de mentir, Giovanni! ¡Confiesa de una maldita vez que tienes una amante!—¿Y qué si la tengo? —la voz desapasionada de su padre, detuvo sus pasos.Giovanni Sidorov siempre había sido un hombre frío, pero en ocasiones parecía que no tenía corazón.—¡Maldito! —chilló su madre y luego se escucharon más gritos.Cuando Anastasia entro en escena, Dominika, su madre, estaba en el piso con el labio roto y sangre fluyendo del mismo. Su padre acababa de golpearla. Era la primera vez que presenciaba una cosa así y esperaba que fuera la última. Esto, bajo ninguna circunstancia, debía repetirse.—¿Qué le has hecho, padre?Corrió hacia el
Oliver fue dado de alta esa mañana. Su madre, Irina, estaba a su lado, cuidándolo con melosería. —Ten cuidado —indicaba la mujer, mientras se coloca de pie. —Ya estoy bien, mamá —trató de tranquilizarla. —No, no lo estás —contradijo ella con una mirada suave—. Estuviste al borde de la muerte y estoy… muy preocupada, cariño. Por favor, ¿prométeme que tendrás más cuidado la próxima vez? —¿Cuidado con qué? —preguntó sin saber muy bien a qué se refería. Hasta el momento las causas de su intoxicación eran inciertas. Había hecho un repaso de todo lo que había ingerido esa mañana y no lograba dar con la razón de su envenenamiento. —¡Con todo, Oliver! —lo regañó Irina, como si no se diera cuenta de lo obvio—. Sé que esa noche dormiste en la habitación de esa mujer, ¿Qué te asegura que no te hizo algo mientras dormías? ¿Quizás te inyecto algo? No puedes confiar en Adriana, siempre ha sido una oportunista y está demostrado que está loca. ¡Su psicóloga te lo dijo! —¡Basta, madre! Deja de ac
Mientras más luchaba, más rudo se volvía Oliver. A Adhara le bastaron un par de minutos de forcejeo para darse cuenta de que la lucha no era la salida a su situación actual.El cuerpo de la mujer quedó completamente inmóvil, mientras su mirada se perdía en el techo. Se había transformado en la mejor imitación de una estatua.Oliver pareció percatarse de esto, porque se echó hacia atrás y la miró con ojo crítico, nada contento.—Si lo que quieres es violarme. Adelante —su voz era fría y sin emociones.—No soy un violador —se ofendió el hombre, alejándose.—Eso no era lo que parecía hace un minuto.—Basta, Adriana. Estoy muy molesto.La mujer guardó silencio, mientras lo veía poco a poco regresar a sus sentidos.—¿Y por qué se supone que deberías estarlo?—Te dije que no me agrada Esteban cerca de ti, sin embargo, lo primero que me encuentro es a ustedes dos en una situación muy comprometedora.—Todo está en tu cabeza.—No, no lo está. Sé lo que vi. Hay algo entre ustedes.—¡No, no lo h
El sonido de la marcha nupcial, acompañado de los pétalos de rosas que le lanzaban al pasar, hicieron de aquellos minutos los más felices en la vida de Adriana Miller. Lamentablemente, el sueño duró demasiado poco, ya que luego de dar el tan anhelado “sí” en el altar, el príncipe se convirtió en ogro y su nueva familia se transformó en los demonios de su infierno personal. —Lindo vestido —se acercó su suegra a darle la felicitación o eso era lo que, ilusamente, Adriana pensó—. Sería una lástima que se ensucie de vino—y así, sin más, vertió el líquido rojo en la delicada tela de su vestido de novia, mientras ella en compañía de Anastasia Sidorov se carcajeaban de risa. Adriana jadeó, horrorizada. No podía creer que acabaran de arruinar su vestido en un día tan especial como ese. Pero su suegra, no conforme con esto, agrego macabramente: —Mi hijo se casó contigo por un berrinche —aseguró—. Pronto recapacitará y te pedirá el divorcio. Mientras tanto, mira a Anastasia—la señaló orgul
Adriana dio un paso atrás, abrumada por lo recién descubierto, pero dispuesta a impedir que ese par se saliera con la suya. «Oliver Volkov se arrepentiría de haberla usado de esta manera», se juró a sí misma, mientras buscaba el contacto telefónico de su hermana gemela.—Adhara, necesito verte —su evidente agitación preocupó a la joven del otro lado de la línea. —Por supuesto, hermana —cedió complaciente. Hacía apenas una hora que acababa de aterrizar en el país—. Estaba recién instalándome en el hotel y pensaba hacerte una visita, pero si necesitas que hablemos ahora, entonces puedes venir, te indicaré la dirección. Adriana repitió mentalmente la dirección dictada por su hermana y corrió en busca de un taxi, sin embargo, antes de que logrará alcanzar la puerta de salida, Irina se atravesó en su camino. —Supongo que ya lo sabes —su sonrisa se ensanchó maquiavélicamente, parecía un demonio en cuerpo de mujer—. La reconciliación se escucha por toda la casa —se jactó de los jadeos qu
Evitar que la información sobre la muerte de Adriana se filtrara requirió de sobornos y mucho dinero. Adhara había odiado hacer esa llamada, pero no tuvo otra alternativa que contactar con el multimillonario, Luke Jones. No quería parecer una persona interesada, pero el único con el suficiente poder como para ayudarla a hacer justicia, era precisamente él, Luke. El empresario más famoso de toda Inglaterra y, quién había desarrollado alguna especie de fijación por ella. Luego de que lo conociera por casualidad en un evento de la universidad, le había ofrecido la oportunidad de hacer pasantías en su empresa.Adhara había aceptado, porque evidentemente eso le abriría las puertas al mundo laboral, pero al poco tiempo todo se había complicado. Luke no dejó de insistir para que salieran y ella no había dejado de posponer dicho encuentro. Hasta que no tuvo otra opción que tomar su teléfono y pedirle un favor, un favor que seguramente le costaría muy caro, pero que no le importaba en ese m