Adhara sabía que no tenía salida, esta noche ocurriría lo inevitable, así que prefirió adelantarse a los acontecimientos. Era mejor planearlo todo de una manera conveniente a esperar que Oliver la tomara con la guardia baja.Por esa razón, paso por una tienda de ropa íntima y escogió un vestido de lencería negro, era de satén adornado con encaje que dejaba entrever una generosa porción de piel. Sin duda no estaba orgullosa de usar algo como esto en presencia de Oliver, pero era aquí donde entraba la segunda fase de su plan.—Unas pocas gotas y pondrá a dormir hasta a un elefante —explicó el vendedor de aquella tienda naturista.Adhara tomó el somnífero entre sus manos temblorosas y lo guardó en su bolso, temerosa de que alguien pudiera verlo y leer sus más oscuras intenciones. En condiciones normales no se atrevería a dormir a una persona en contra de su voluntad, pero esto era un asunto de vida o muerte, de lo contrario, Oliver se saldría con la suya y no lo podía permitir, prefería
El reclamo de Oliver estaba siendo mucho más fuerte y desbocado de lo esperado. Sus manos la apretaban con fuerza y su boca parecía querer succionarle el alma con cada roce de sus labios. Era demasiado intenso. Demasiado todo.—Más despacio —gimió, sintiéndose afectada ante tantos estímulos inesperados. Era humana después de todo y su cuerpo parecía tener vida propia en una situación como esta.—Me cansé de esperar —soltó con aquel tono frío y demandante, mientras se ponía de pie con ella en brazos y caminaba en dirección a la cama, para luego lanzarla sobre el colchón sin mucha amabilidad.El cuerpo de Adhara se estremeció cuando su espalda chocó contra la mullida superficie, sus ojos se abrieron frenéticos y estuvo a punto de protestar; pero Oliver no le dio tregua y se abalanzó sobre ella como un animal, tomó sus manos en su poder colocándolas por encima de su cabeza y manteniéndolas presas en un agarre de hierro, un agarre que parecía decir: “de aquí no te vas a mover”.«Okay, esto
Adhara siguió a Oliver hacia el ascensor sin saber cómo romper el silencio sin que fuera demasiado evidente toda su emoción. No se suponía que ella debiera sentir tanta felicidad por una cosa como esta, así que reflejarlo sería contraproducente. Por eso, en su lugar, decidió decir:—¿Y estás seguro de esto? —sabía que se arriesgaba a que se retractara de la idea, pero debía hacerlo para no levantar sospechas—. Sé que lo sugerí antes, pero no me gustaría que tomaras una decisión incorrecta. Así que por eso te pregunto: ¿lo analizaste en profundidad?Oliver la volteó a mirar lentamente, con esos ojos velados. No había ninguna expresión en su cara. Estaba en blanco.—Confió en el buen juicio de mi esposa —y, a pesar de que profesaba su absoluta confianza, algo olía mal.Adhara se estremeció cuando un escalofrío inusual recorrió su columna vertebral, alertándola del peligro. Sin embargo, Oliver no había dicho nada más, había elegido ignorarla los segundos restantes de camino y pensó que e
Irina la mató…Las palabras quedaron colgando en el aire por un par de segundos más, antes de que los ojos de Oliver se llenaran de comprensión.—¿Cómo puedes estar tan segura? —era su madre después de todo, así que era natural que tuviera sus dudas.—¿Recuerdas tu intoxicación? —le preguntó—. Ese día comiste de mi desayuno —señaló esperando que uniera los puntos.Oliver negó un par de veces, mientras parecía caer en cuenta de la abrumadora realidad.—¿Cuándo murió? ¡¿Por qué te guardaste esta información todo el tiempo?! —explotó de repente—. ¡Soy su maldito esposo, Adhara! ¡Tenía el derecho de saberlo!—¡Porque tú también contribuiste a su muerte! ¡Por eso! —le gritó—. Ella te acusó antes de morir, dijo que tú la estabas envenenando y que le habías causado mucho daño y yo le creo. Por supuesto que le creeré a mi hermana por encima de todo y por supuesto que orquestaré todo un maldito plan para que el hombre que la hizo tan miserable pague con su propia sangre. ¡Te odio, Oliver Volko
Oliver pudo ver la indecisión reflejada en el rostro de Adhara. Evidentemente, la mujer no estaba convencida de escuchar su versión de los hechos, pero se la daría de todos modos.—Todo comenzó cuando le propuse matrimonio…La mente de Oliver viajó a aquella mañana en particular. Adriana era muy eficiente como secretaria, además era hermosa y le hacía favores particulares, estos favores lo hacían sentir sumamente complacido. También se había percatado de que ella comenzaba a sentir algo más, en un inicio pensó que esto jugaría a su favor dadas las circunstancias. Pero no sabía lo equivocado que estaba.—Es tu decisión. Pienso recompensarte bien si me ayudas a deshacerme de la molesta insistencia de mi madre.—¿Qué debo hacer? —sus ojos brillaron con un fuerte deseo de ayudarle.—Es simple. Sé mi esposa falsa.—¿Falsa? —aquel calificativo no pareció gustarle.—Sí, técnicamente estaremos casados, pero no por razones convencionales —le explicó con calma—. Nuestro matrimonio tendrá fecha d
Adhara dejó caer su peso sobre la cama incapaz de seguir soportando estar de pie un segundo más. Era demasiada información para un solo día, comenzando por el hecho de que Adriana estuvo mal mentalmente y no lo sabía. ¿En qué clase de hermana la convertía eso? No pudo evitar sentirse culpable al darse cuenta de que estaba demasiado ocupada en Inglaterra como para percatarse de lo mal que la estaba pasando su gemela. —De haber sabido que tenía una hermana la hubiera contactado antes —agregó Oliver al darse cuenta de que la información sobre el estado de salud de Adriana la había afectado más de lo esperado. —¿Cómo es que no te dijo nada de mí? No lo entiendo —lloró, comprendiendo que de haber estado más presente en su vida, nada de esto hubiera pasado. Pero los “hubiera” no existían y la realidad era que Adriana estaba muerta. —Supongo que su enfermedad mental ya había iniciado para el momento en que la conocí —concluyó con una mirada pensativa, sumergido en los recuerdos—. Lo
Irina se quedó observando fijamente a quien se suponía era Adriana, pero quien acababa de descubrir que no lo era y eso finalmente explicaba un sinfín de cosas. Como por ejemplo: su comportamiento desafiante y esa actitud de intocable. La Adriana que conocía había sido una sumisa sin remedio que estaba dispuesta a aguantar el golpe antes de crear problemas.—Entonces esta mujer nos ha estado engañando… —murmuró tratando de unir los puntos en su cabeza.—¿Eso fue lo único que escucho de todo lo que le dije? —se burló Adhara con una mueca retorcida en su cara.—¿Quién eres tú y por qué tienes un aspecto tan similar al de…? —la estupefacción de Irina no podía controlarse, así que Adhara decidió darle algunas respuestas.—Soy su hermana gemela, maldita vieja.—Eso quiere decir que… —“Adriana está muerta”. Estuvo a punto de sonreír al completar la frase, pero prefirió no decir ni una palabra más para no delatarse. Esta mujer no tenía ninguna prueba en contra de ella, así que mantendría su
A pesar de que Adhara tenía sus reservas respecto a Oliver, termino aceptando su compañía.—Esteban, estoy de camino a la comisaria, todo ha sido un desastre. Necesito verte —habló por teléfono, mientras intentaba ignorar la presencia del hombre a su lado.—¿Qué ha pasado? —la voz preocupada de Esteban no tardo en escucharse.—Es una larga historia, pero te la contaré toda cuando nos veamos.—Entonces estaré allí —la promesa de su presencia la hizo sentir ligeramente más tranquila. Necesitaba estar al lado de sus aliados.Cuando Adhara colgó la llamada, miró de reojo a su acompañante, percatándose de que a pesar de estar manejando, Oliver no había dejado de observarla.—¿No se supone que tu atención debe estar en la carretera?—¿Y no se supone que deberías tener siquiera un poco de respeto en mi presencia? —su tono enojado no pudo ser ocultado.Adhara frunció el ceño.—¿De qué estás hablando? Ya no tengo ninguna razón para actuar.—¿Entonces todo fue una actuación?—¡Por supuesto que