Oliver pudo ver la indecisión reflejada en el rostro de Adhara. Evidentemente, la mujer no estaba convencida de escuchar su versión de los hechos, pero se la daría de todos modos.—Todo comenzó cuando le propuse matrimonio…La mente de Oliver viajó a aquella mañana en particular. Adriana era muy eficiente como secretaria, además era hermosa y le hacía favores particulares, estos favores lo hacían sentir sumamente complacido. También se había percatado de que ella comenzaba a sentir algo más, en un inicio pensó que esto jugaría a su favor dadas las circunstancias. Pero no sabía lo equivocado que estaba.—Es tu decisión. Pienso recompensarte bien si me ayudas a deshacerme de la molesta insistencia de mi madre.—¿Qué debo hacer? —sus ojos brillaron con un fuerte deseo de ayudarle.—Es simple. Sé mi esposa falsa.—¿Falsa? —aquel calificativo no pareció gustarle.—Sí, técnicamente estaremos casados, pero no por razones convencionales —le explicó con calma—. Nuestro matrimonio tendrá fecha d
Adhara dejó caer su peso sobre la cama incapaz de seguir soportando estar de pie un segundo más. Era demasiada información para un solo día, comenzando por el hecho de que Adriana estuvo mal mentalmente y no lo sabía. ¿En qué clase de hermana la convertía eso? No pudo evitar sentirse culpable al darse cuenta de que estaba demasiado ocupada en Inglaterra como para percatarse de lo mal que la estaba pasando su gemela. —De haber sabido que tenía una hermana la hubiera contactado antes —agregó Oliver al darse cuenta de que la información sobre el estado de salud de Adriana la había afectado más de lo esperado. —¿Cómo es que no te dijo nada de mí? No lo entiendo —lloró, comprendiendo que de haber estado más presente en su vida, nada de esto hubiera pasado. Pero los “hubiera” no existían y la realidad era que Adriana estaba muerta. —Supongo que su enfermedad mental ya había iniciado para el momento en que la conocí —concluyó con una mirada pensativa, sumergido en los recuerdos—. Lo
Irina se quedó observando fijamente a quien se suponía era Adriana, pero quien acababa de descubrir que no lo era y eso finalmente explicaba un sinfín de cosas. Como por ejemplo: su comportamiento desafiante y esa actitud de intocable. La Adriana que conocía había sido una sumisa sin remedio que estaba dispuesta a aguantar el golpe antes de crear problemas.—Entonces esta mujer nos ha estado engañando… —murmuró tratando de unir los puntos en su cabeza.—¿Eso fue lo único que escucho de todo lo que le dije? —se burló Adhara con una mueca retorcida en su cara.—¿Quién eres tú y por qué tienes un aspecto tan similar al de…? —la estupefacción de Irina no podía controlarse, así que Adhara decidió darle algunas respuestas.—Soy su hermana gemela, maldita vieja.—Eso quiere decir que… —“Adriana está muerta”. Estuvo a punto de sonreír al completar la frase, pero prefirió no decir ni una palabra más para no delatarse. Esta mujer no tenía ninguna prueba en contra de ella, así que mantendría su
A pesar de que Adhara tenía sus reservas respecto a Oliver, termino aceptando su compañía.—Esteban, estoy de camino a la comisaria, todo ha sido un desastre. Necesito verte —habló por teléfono, mientras intentaba ignorar la presencia del hombre a su lado.—¿Qué ha pasado? —la voz preocupada de Esteban no tardo en escucharse.—Es una larga historia, pero te la contaré toda cuando nos veamos.—Entonces estaré allí —la promesa de su presencia la hizo sentir ligeramente más tranquila. Necesitaba estar al lado de sus aliados.Cuando Adhara colgó la llamada, miró de reojo a su acompañante, percatándose de que a pesar de estar manejando, Oliver no había dejado de observarla.—¿No se supone que tu atención debe estar en la carretera?—¿Y no se supone que deberías tener siquiera un poco de respeto en mi presencia? —su tono enojado no pudo ser ocultado.Adhara frunció el ceño.—¿De qué estás hablando? Ya no tengo ninguna razón para actuar.—¿Entonces todo fue una actuación?—¡Por supuesto que
Cuando Adhara se encontró con Esteban al salir de la comisaría sintió un alivio enorme. —¿A dónde vas? —le preguntó Oliver, antes de que logrará alejarse por completo de su lado. —Creo que es obvio. Nuestros caminos se separan aquí —le dijo alzando el mentón y dirigiéndose con paso firme hacia su amigo. Pudo sentir la mirada penetrante de Oliver clavada en su espalda, pero no le importó. Había dejado de fingir y ahora podía actuar según lo que pensaba. Y una de las cosas que pensaba era que no quería estar cerca de Oliver Volkov. —¿Me puedes explicar qué está sucediendo? —susurró Esteban, observando también al hombre que no terminaba de subirse a su auto, sino que, por el contrario, seguía mirándolos a ambos de aquella manera intensa. Si las miradas matarán, seguramente Oliver sería capaz de hacer que ambos murieran. —Es una larga historia —exhaló con cansancio, solamente quería que ese día terminará pronto. Por razones obvias no pensaba regresar a la mansión Volkov, así que e
Adhara suspiró al dar un último vistazo a aquella habitación a la que se había acostumbrado demasiado pronto. Saber que su hermana había vivido sus últimos meses en ese lugar le provocaba una especie de apego, no quería alejarse de su olor, de ese olor que seguía viciado en las paredes. Pero debía decir adiós. Era hora de empezar a soltar y aceptar la realidad tal cual era.Tomó su maleta entre sus manos temblorosas y cerró la puerta. Tragando saliva alzó la barbilla y se alejó con paso firme. De repente, un bullicio de voces llegó a sus oídos y supo que había llegado el momento decisivo.Cuando se encontró con la multitud alebrestada y con una Irina que no paraba de gritar para que la soltaran, supo que estaba cerca de hacer justicia. Sus ojos se giraron automáticamente hacia el cielo, hacia aquel cielo azul y tormentoso, y entonces deseo conectar de alguna manera con su hermana, deseo saber que ella también estaba observando la escena y que finalmente podía descansar en paz al saber
Anastasia ni siquiera pudo sorprenderse cuando le informaron que había perdido su trabajo como modelo. Sabía perfectamente quién estaba detrás de todo esto. Su padre había enviado a su asistente únicamente para decirle que, si no volvía a casa en un lapso de veinticuatro horas, entonces podía irse despidiendo de todos sus sueños.Giovanni Sidorov siempre había sido así de cruel.Y no sabía si tenía fuerzas para enfrentarlo. Bien podría decirle que estaba enferma y que, si alguna vez la quiso como su hija, la dejara en paz, pero sabía que eso no funcionaría con Giovanni. Su corazón no se ablandaría ante la posibilidad de su muerte, todo lo contrario, utilizaría esta información para sacar provecho de ella y finalmente conseguir lo que tanto quería, casarla con un hombre al que no amaba.Hace unos meses estuvo dispuesta a complacerlo, realmente pensó que la dichosa boda finalmente se realizaría y la dejaría morir tranquila. Pero no, todo tuvo que salir mal.Se suponía que esta era una se
Dar con la dirección del hijo de Greta no fue demasiado difícil. El pueblo donde vivían era humilde y la casa se mostraba en las mismas condiciones. Cuando Adhara llamó a la puerta de aquel lugar no sabía exactamente qué esperar, sin embargo, nada la preparó para ver a un niño en silla de ruedas. —¿Quién es? —preguntó el chiquillo con voz temblorosa y una mirada nerviosa. —¿Eres el hijo de Greta? El niño pareció dudar antes de responder con un leve asentimiento. —Tomás, ¿con quién hablas? —una señora mayor se acercó rápidamente. Se veía agotada con un largo delantal en su vestido, mientras limpiaba sus manos ansiosamente. Al parecer había estado cocinando, pudo concluir—. ¿Usted quién es? —interrogó al verla. Adhara suspiró antes de decir. —Me temo que debo hacerle algunas preguntas. Luego de explicarle a la cuidadora del niño, quien resultó ser una vecina, sobre el paradero de Greta y la razón por la cual no vendría en un futuro cercano. La mujer accedió a responder sus pregunt