Capítulo 005

—¿Una condición? ¿Y de cuándo acá tú impones condiciones? —se burló Oliver. 

Adhara respiró profundamente para contener el deseo salvaje que sentía de despellejar a ese sujeto. No podía entender cómo era que su dulce hermana Adriana había terminado casada con él, pero sin duda era un diablo en cuerpo de hombre. 

Aun así, trató de serenarse porque no le convenía explotar en el pleno inicio de su plan. Necesitaba el tiempo necesario para hacer desaparecer el imperio Volkov de sobre la faz de la tierra. 

Para cuando acabara con Oliver y toda su familia no quedaría ni rastros de lo que alguna vez fueron…

—Porque soy tu esposa y no te conviene hacer de esta separación un escándalo —contestó con una sonrisa cargada de suficiencia que hizo que la expresión burlona de Oliver desapareciera—. Además, he contactado con varios periodistas que estarían encantados de publicar en primera plana mi versión sobre los hechos. ¿Te gustaría que tus socios se enteraran de como tratas a tu mujer en privado, Oliver? —lo retó. 

El hombre gruñó y dio un paso al frente, cuál bestia enfurecida. Pero Adhara alzó la mano, deteniendo su avance con osadía. 

—Créeme, yo tampoco quiero seguir casada contigo, ¿quién querría estar atada a un ser tan repugnante como tú? —lo miró con asco, haciendo que la cólera del hombre alcanzara niveles más elevados—. Pero necesito asegurar mi futuro, así que la condición es simple: déjame trabajar en tu empresa medio año. 

De pronto, Oliver la miró como si se hubiese vuelto completamente loca y Adhara lo entendió perfectamente, su petición no tenía ningún sentido. Bien podría pedirle joyas y dinero y el asunto de su “futuro” estaría garantizado. Pero lo que no sabía Oliver, era que la razón de infiltrarse en su empresa era para destruirla desde adentro y acabar con todo lo que tanto amaba, así como él había acabado con la vida de su hermana. Sin embargo, esto último no podía decírselo abiertamente. 

—Déjate de tonterías, Adriana—apretó los puños a su costado—. Mejor dime la cifra y acabemos con esto —exigió, evidentemente, falto de paciencia. 

—No hay cifra —contestó tajantemente, mientras se observaba las uñas de forma distraída—. Necesito llenar mi currículum para próximas oportunidades —mintió. Le importaba un bledo trabajar en su empresa, pero si quería que su plan funcionara necesitaba infiltrarse.

Oliver bufó, mientras daba vueltas por la habitación, visiblemente exasperado. Parecía apenas estarse conteniendo de apretar su cuello y matarla con sus propias manos, pero debía insistir un poco más si quería que su venganza tomará lugar. 

—Me niego —dijo después de un rato—. No necesito negociar contigo nada, te irás de mi vida de la misma forma en la que te introduje en ella: sin nada. 

—Perfecto—una sonrisa de suficiencia se dibujó en el rostro de Adhara—. Entonces que empiece el juego. 

—¿Cuál juego? 

Esta vez Adhara no pudo mantenerlo a raya y el hombre se acercó peligrosamente, tomándola del brazo y apretándola con sus dedos. 

—Tú no dictas las condiciones aquí, tú simplemente sigues mis órdenes, así ha sido siempre y así se mantendrá hasta el final, Adriana —le recordó—. Y ahora te ordenó que firmes el bendito papel y te vayas de mi vida por las buenas, porque créeme, no querrás conocer mi lado menos amable —la amenazó. 

Los dientes de Adhara crujieron con la fuerza del odio que sentía hacia ese sujeto, el asesino de su hermana, quien ahora se atrevía a amenazarla, luego de haberla estado envenenando durante meses. Afortunadamente, Oliver no sabía que su plan había resultado ya, que su lado malo había ganado, porque había acabado con una vida que no volvería nunca más; pero, a pesar de que Adriana ya no estaba, ella sí y se encargaría de que pagará con lágrimas de sangre por su muerte. 

—¡Suéltame! —rugió al tiempo en que inclinaba la cabeza y le clavaba los dientes en la piel de su muñeca, cerca de donde se encontraba su lujoso reloj de pulsera. 

El hombre se echó hacia atrás, sorprendido y enfurecido en partes iguales, no podía creer que hubiese tenido semejante atrevimiento. 

—¡Que te quede claro, Oliver Volkov, ya no soy la misma tonta que se casó contigo o cumples mis condiciones o habrá consecuencias! —aseguró.

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