—Disculpe, señor, ¿necesita que le ayude en algo más aparte de imprimir y ordenar estos papeles? —preguntó Adhara con suavidad a su jefe. Había solicitado trabajar en el área de finanzas, porque esto le permitiría tener acceso a los libros contables. Tenía la ligera corazonada de que Oliver podría estar incurriendo en un delito de malversación de fondos o incluso algo más grave, que le permitiera llevar a la empresa a una disolución en tiempo récord. Porque ese era parte del objetivo, desaparecer al imperio Volkov.Pero lamentablemente todas las personas en ese lugar la trataban como si fuera de porcelana. Nadie se acercaba ni le hablaba y el trabajo que le asignaban era absurdo, teniendo en cuenta cuáles eran las verdaderas funciones de una asistente. Además, los cuchicheos en los pasillos tampoco ayudaban…“Es la esposa del señor Oliver, no entiendo qué hace trabajando aquí…”“Escuché que vino a vigilar si tiene una nueva amante…”“Al parecer ese matrimonio está cada vez peor…”E
La furia descomunal que se apoderó de su cuerpo fue tan fuerte que Adhara no la pudo soportar. Adriana no merecía ni una falta de respeto más, así que por la memoria de su hermana se encargaría de poner a ese par en su puesto. Con eso en mente, los pasos de la mujer resonaron en el pulido piso de las instalaciones de la empresa Volkov. A medida que Adhara caminaba hacia la oficina de quien se suponía era su esposo, el resto del personal no dejaba de observar, atentos a la inminente confrontación. Uno, dos, tres segundos más fueron suficientes, para que Adhara llegará a la puerta de la oficina de Oliver y jalará de la manilla sin dudar. La imagen que recibió fue de lo más vulgar: aquella mujer de nombre Anastasia, estaba sentada sobre el regazo de Oliver, mientras este le acariciaba el pelo con ternura. Adhara sintió nuevamente una arcada, pero alzó el mentón y sonrió con suficiencia antes de acortar la distancia y jalar a aquella mujer de su bella y cuidada melena.Anastasia gritó
Adhara sabía que los días “tranquilos” habían terminado. Esa noche, cuando regreso a la mansión, Irina Volkov la estaba esperando…—¿Con qué te crees superior? —le preguntó con aquel tono cargado de desprecio—. Déjame adivinar qué es lo que te hace sentir así—puso un dedo en su mentón y simuló pensar—. ¡Ah, ya lo sé! ¿Crees que de alguna forma mi hijo te llegara a elegir? —se burló. Adhara se rio sin gracia. —Su hijo no me interesa en lo más mínimo, señora; sin embargo, estoy disfrutando mucho de su desesperación —le aclaró. —¿Ah, sí?Irina no se mostró afectada. —Ahora dices que no te importa, ¿pero quién era la que suplicaba por ser aceptada? —le soltó, haciendo que Adhara se preguntará si su hermana había hecho eso en algún momento, pero para su desgracia, Irina siguió hablando—. ¡Por favor, señora, acépteme! ¡Le prometo que solo quiero amar a su hijo! —siguió recordando, haciendo que un ardor se instalará en el pecho de Adhara, al imaginarse a Adriana suplicando de semejante
Las lágrimas no dejaban de salir de los ojos de Adhara a medida que más leía el contenido de aquel diario, esas páginas guardaban un poco del alma de su hermana y de sus ilusiones rotas.“Se supone que será mi jefe, pero me pone muy nerviosa. No debería sentirme así, si mis piernas siguen temblando sin control cada vez que lo veo, entonces él lo notara y puedo meterme en serios problemas. Pero no puedo evitarlo, sus ojos son de un hermoso color gris, me recuerda a los días nublados, al mar luego de una tormenta, a un océano calmado…”, decía parte de aquel diario.Adhara cerró el libro con un golpe seco, sin sentir reales fuerzas de leer un poco más… le dolía saber cómo había terminado esta historia. Saber que su hermana se había enamorado de ese sujeto, para luego sufrir la peor de las traiciones. Morir a manos del hombre que amaba no era nada bonito y no debió ser lo que le pasara a su hermana. Ella no debió morir…—¡Maldito seas, Oliver Volkov! —soltó con furia, cerrando los puños a
—¿Y no necesita nada de los archivos?No quería mostrar un obvio interés, pero la verdad no estaba de ánimos para perder el tiempo, necesitaba encontrar evidencia de los malos manejos de Oliver cuanto antes. Esta empresa tenía que desaparecer.—En este momento no requiero nada, en especial —contestó su jefe.Adhara estuvo a punto de soltar un bufido de frustración, pero agrego en su lugar:—El otro día me percaté de que el archivero estaba un poco sucio. Si no hay nada más que hacer, quizás podría ponerme a limpiar…El hombre mayor la miró con sospecha.—No creo que sea una digna actividad para mi asistente—evidentemente pensaba que estaba mintiendo—. Contactaré al personal del aseo, para que…—Le he dicho que yo puedo hacerlo —lo interrumpió tajantemente—. No es nada que un trapo húmedo no pueda solucionar—sonrió tratando de aligerar el extraño momento.—En ese caso, creo que…—Gracias. Si me necesita solo llámame —contestó, mientras se dirigía hacia el pequeño cuarto. En su afán por
—¿De qué estás hablando?Adhara no perdió tiempo en hacerse la desentendida. Por supuesto que sabía a qué se estaba refiriendo Oliver, él hablaba sobre aquel día, el día en que desapareció, el día en que intercambio lugar con su hermana muerta. Oliver comenzaba a sospechar y eso no era bueno para sus planes.—No te hagas la tonta —le contestó mirándola muy fijamente, sus ojos grises parecían querer traspasarla y descubrir que misterios había detrás de su nueva actitud—. No eres la misma. Estás demasiado cambiada y siento que las razones no son nada buenas. Así que dime qué paso, ¿te metiste en algún problema?Adhara sintió el deseo de reír de pura ironía.«Problemas», pensó, dándose cuenta de que ese era el nombre que Oliver había elegido para describir todo lo que pasaba. Sin tan solo supiera que Adriana estaba muerta, que su plan demoniaco había dado resultados, pero que había un fallo en su bien trazado objetivo, no contaba con que Adriana no estaba del todo sola, sino que tenía un
Adhara no supo exactamente cómo sucedió, pero al llegar a casa, terminó encerrándose en su habitación, mientras buscaba en el diario de su hermana un evento en particular. “¿Recuerdas la primera vez en que estuvimos juntos? Fue justo encima de esa mesa, Adriana. Y me dijiste de todo, menos que te daba asco. ¿O es que necesitas que te refresque la memoria?”, las palabras de Oliver seguían resonando en su mente y necesitaba sacarse una duda de la cabeza. “Nuestra primera vez…”, decía el título de aquella página del diario de su hermana. Adhara sintió que estaba a punto de hurgar en algo muy privado, pero necesitaba saber qué pensaba Adriana de todo esto. ¿De qué magnitud había sido su amor por Oliver? ¿Fue alguna vez feliz a su lado? ¿Todo había sido malo o hubo momentos buenos? Quería creer que, justo como había dicho Oliver esa tarde, no todo había sido un infierno, que en realidad su hermana llegó a sonreír, aunque sea un poco…“No estaba lista para esto. El señor Oliver me llamó
Ese día comenzaba una segunda fase de su plan: desviar información a la competencia.El imperio Volkov era conocido por sus empresas automotrices, se dedicaban a la creación y ventas de autos de lujos, que eran exquisitos a la vista y los más rápidos de todo el mercado. En toda Rusia no había una mejor empresa que esta, por lo que sus competidores, seguramente estarían muy felices de conocer unos cuantos secretos.Adhara sonrió maliciosamente, mientras se dirigía a la salida de la mansión. Tenía una ruta en mente y su primer objetivo de ese día, era acercarse al director de tecnología, recordaba haber escuchado su nombre en alguna ocasión, pero en ese justo instante no lograba recordarlo.Sabía que pedir un cambio de puesto seria demasiado sospechoso, así que debía conformarse con hacer una amistad con ese sujeto…Adhara soltó un grito ahogado, cuando se encontró de frente con la menuda figura de Irina Volkov.—Usted…—la miró como si fuera una aparición. Realmente no sabía de donde ha