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Irina, con sus ojos fijos en su hermano, dejó que una sonrisa siniestra se dibujara lentamente en sus labios. Ella tenía pensado fingir, pero por lo visto Valdimir no le estaba haciendo esa tarea tan sencilla, fue por eso que, sin poderse controlar, dijo:—¿La maldición que no me pertenece, dices? —La voz de Irina era suave, casi melodiosa, pero llena de una amenaza latente—. Oh, querido hermano, qué equivocado estás. Yo sé que nunca te lo dijeron, y yo tampoco, pero... realmente yo soy la verdadera portadora de la maldición de la Sombra Voraz, y de cierta forma tienes razón, la maldición no te pertenece —explicó Irina, creyendo que Valdimir no sabía esa información—. Sin embargo, tú naciste para quitarme esta magia, tú debías cargarla y morir, pero aquí estás, vivo, y te convertiste en un sacrificio fallido. Tu único propósito en este mundo era morir para que yo pudiera estar libre de la maldición de la Sombra Voraz.En un instante, la fachada de amabilidad de Irina se desvaneció. Su
Nikolai, al ver la inutilidad del ataque de su sobrino Erik, desenvainó su espada y se lanzó contra Irina.—¡Maldita sea, hermana! ¡Detén esta locura! —rugió, blandiendo su arma con todas sus fuerzas—. ¡Nos has engañado a todos durante años! ¡¿Cómo quieres que esté de tu lado viéndote convertida en este monstruo?! —exclamó Nikolai, consciente de que... durante toda su vida, había vivido con el verdadero monstruo junto a él, mientras que la víctima de todo ese asunto... se mantenía encerrado en una habitación viviendo de forma miserable—. ¡Ah, maldición! —gritó Nikolai con todas sus fuerzas, sintiendo culpabilidad mientras corria hacia Irina, pero cuando la hoja atravesó el cuerpo sombrío de su hermana, no le causó daño alguno. La criatura ni siquiera se inmutó ante el ataque.—Oh, Nikolai —susurró Irina con falsa dulzura con su voz espectral—. Siempre tan aguerrido, pero tan inútil. ¿Acaso creíste que eras inmune a mis manipulaciones?Con un movimiento de sus alas, Irina lanzó a Nikola
El amanecer se filtraba tímidamente a través de las agrietadas ventanas del castillo en ruinas, bañando con su luz dorada las paredes desgastadas por el tiempo y la oscuridad. Aelina, Valdimir, Erik y Nikolai, exhaustos pero victoriosos, contemplaban cómo los primeros rayos del sol disipaban las sombras que por tanto tiempo habían plagado El Vacío. La maldición de la Sombra Voraz había sido finalmente derrotada, y con ella, Irina, su última portadora.El antiguo palacio, testigo silencioso de incontables horrores, parecía ahora más frágil que nunca. Sus muros, antaño imponentes, se estremecían con cada soplo de la brisa matutina, como si el peso de los siglos hubiera caído sobre ellos de golpe. El polvo se desprendía de las piedras, flotando en el aire como diminutas estrellas, recordándoles la fragilidad de su refugio temporal.Conscientes del peligro inminente, el grupo se apresuró a abandonar la estructura, adentrándose en un mundo que despertaba de un largo y turbulento sueño. Sus
Aelina, con la emoción brillando en sus ojos, rompió el silencio que los envolvió luego de las palabras de Valdimir:—Iremos a mi reino —declaró con voz firme, mientras su mirada recorría los rostros de sus compañeros—. Yo soy la princesa heredera del reino humano, y Valdimir —giró hacia su esposo, con su voz suavizándose al pronunciar su nombre —es el príncipe de Kolgrim. Su sangre y linaje son puros a pesar de todo.La joven reina, ahora convertida en princesa una vez más, tomó la mano de Valdimir, entrelazando sus dedos en un gesto que hablaba del amor que le tenía.—Él es mi esposo —continuó, con un tono de voz lleno de orgullo y afecto—, y tenemos dos hijos... príncipes herederos, mitad humanos y mitad lobos. Nuestro matrimonio significa unión y paz para ambos reinos. Lobos y humanos, juntos.Mientras su madre hablaba, Erik había invocado su magia de mediador del tiempo observando con fascinación cómo los hilos del destino se entretejían ante sus ojos, formando patrones nunca ante
Valdimir, Aelina, Nikolai y Erik emergieron del espejo mágico finalmente. El viaje a través de El Vacío los había dejado exhaustos, con sus cuerpos algo adoloridos por el extenso viaje y sus mentes saturadas de emociones encontradas. A pesar del cansancio, la alegría seguido de un hilo de esperanza persistía en sus corazones, alimentado por la promesa de un nuevo comienzo.Sin embargo, cuando ya salieron del espejo y se encontraban en el aposento que lo protegía, se dieron cuenta como aquel lugar que era como un santuario de silencio y secretos, ahora bullía de actividad. Sin mucho esfuerzo, se podía sentir una tensión en el aire, tan denso que casi podía cortarse con un cuchillo. La familia real ahora se encontraba rodeados por una docena de guardias reales, con sus armaduras oscuras reluciendo bajo la luz mortecina del par de candelabros de la habitación del espejo. Entre ellos, destacaba la figura del tesorero real, Gregor, un hombre lobo de mediana edad con ojos astutos y dedos man
El tintineo de las espadas al enfundarse y el crujir de las armaduras al relajarse llenaron la habitación. El ambiente, que antes estaba repleto de hostilidad, ahora comenzó a suavizarse gradualmente. Aelina, con el pulso acelerado y las palmas sudorosas, dio un paso al frente. Sus ojos, una mezcla de miedo y firmeza, se clavaron en Nikolai.—Nikolai, en lo profundo de tu ser, sabes que Valdimir no actuó sin motivos —musitó Aelina, en un susurro apenas audible, pero impregnado de emoción—. Y si lo deseara, podría usar mi magia para retroceder el tiempo y dejarte atrapado en ese reino antiguo por toda la eternidad —declaró la pelinegra señalando el espejo.Luego de decir esa clara amenza, los guardias, indecisos, apretaron los mangos de sus espadas, divididos entre su lealtad al rey recién liberado y el temor al poder mágico de la reina consorte del rey ilegítimo.Valdimir, observando la escena con ojos penetrantes, intervino. Su voz, aunque tranquila, se escuchó con una autoridad i
3 DIAS DESPUES REINO DE KOLGRIM La coronación de Nikolai como legítimo Rey de Kolgrim superó todas las expectativas de Valdimir, Aelina y Erik. El evento se convirtió en un espectáculo deslumbrante que quedaría grabado en la memoria colectiva del reino por generaciones.El anfiteatro de la ciudad capital, elegido como escenario para tan magno acontecimiento, bullía de vida y color. Sus gradas de piedra, normalmente austeras, se habían engalanado con tapices de seda bordados con hilos de oro y plata, representando las hazañas legendarias de los antiguos reyes de Kolgrim. El aroma de incienso y flores frescas impregnaba el aire, mezclándose con la excitación palpable de los miles de ciudadanos que se habían congregado para presenciar el ascenso de su nuevo monarca.Nikolai, ataviado con una túnica de terciopelo azul noche salpicada con bordados en oro y diamantes incrustados, avanzó por el pasillo central con paso firme. Su rostro reflejaba una mezcla de solemnidad y anhelo, consciente
Theodor observó a Valdimir con una mirada penetrante, le agradaba ver como él había llegado a esa conclusión tan rápido, pero luego se acercó a ellos con pasos lentos y deliberados. Conforme el Rey Humano se acercaba, el aire en el limbo del tiempo detenido pareció llenarse de una extraña mezcla de ansiedad y temor mientras el padre de Aelina se aproximaba.Su hija Aelina, con la voz temblorosa por la conmoción, se dirigió a su padre:—No... no logro comprender. ¿Es cierto lo que dice Valdimir? ¿Tú eres... eres realmente ese Rey del antiguo reino? ¿Cómo es posible? ¿Significa que durante todo este tiempo has sido tú quien poseía la magia del tiempo?Theodor, ahora frente a ellos, los miró a todos con una expresión que mezclaba sabiduría y un dejo de tristeza. Sus ojos, de un azul profundo, parecían contener siglos de secretos.—La magia del espejo y la magia del tiempo provienen de mí, Aelina, no de tu madre. Tu madre, Livia, era una humana común y corriente, tu misma llegaste a la ded